La bendición de tener mucho que hacer
¿ES UNA bendición el tener mucho que hacer? ¿Cómo puede serlo?
quizás pregunten algunos. ¿No nos dice la Biblia que el trabajo es una maldición que Dios le impuso al hombre? Por desgracia ése es un concepto popular pero incorrecto acerca de la Biblia que sostienen algunos que afirman entenderla.
Así, el profesor W. R. Bowie, al comentar sobre Génesis 3:17-19, declara: “El trabajo se representa como la maldición impuesta a Adán y sus descendientes. El tener que trabajar . . . le parecía al instinto humano que era la marca del castigo. . . . Los hombres que dieron forma a las tradiciones que se nos han transmitido por medio de Génesis trataban aquí de interpretar la experiencia y el bien y el mal que encontraban en ella. La necesidad de trabajar era algo que no les gustaba; de modo que lo consideraban como mal. Lo sentían como castigo, de modo que llegaron a la conclusión de que era castigo.”—The Interpreter’s Bible, tomo 1, pág. 511.
Después que Adán hubo desobedecido, Dios le dijo: “Maldito está el suelo por tu causa. . . . Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado.” El suelo fue maldecido, pero, ¿es el trabajo en sí una maldición?—Gén. 3:17-19.
El hombre, al tiempo de su creación cuando era perfecto, recibió trabajo que hacer. “Procedió Jehová Dios a tomar al hombre y establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivase y lo cuidase.” Este jardín de Edén era un parque inmenso, tan grande que tuvieron suficiente espacio en él algunas de todas las especies de animales terrestres que Dios creó, pues Adán les puso nombre a todos sin salir de Edén. El cuidar un parque tan grande y cultivarlo quería decir trabajo. Pero no era trabajo penoso, agobiante. Era un gozo. Aquella clase de trabajo no era una maldición.—Gén. 2:15.
Del resto de las Santas Escrituras se puede discernir que ésta es la conclusión correcta. Estas nos dicen que hagamos con nuestro propio poder lo que encuentren que hacer nuestras manos, porque en el sepulcro ya no podemos trabajar. (Ecl. 9:10) El perezoso “será persona de escasos recursos,” dice la Biblia, “pero la mano del diligente es lo que enriquece a uno.” (Pro. 10:4) Se nos advierte que el perezoso “es hermano del que causa ruina,” ¡el principal de los cuales es nada menos que Satanás mismo! (Pro. 18:9) Bien dijo el rey Salomón: “He llegado a saber que no hay nada mejor para ellos que regocijarse y hacer el bien durante la vida de uno; y también que todo hombre coma y realmente beba y vea el bien por todo su duro trabajo. Es el don de Dios.”—Ecl. 3:12, 13.
Jesucristo, cuando estuvo sobre la Tierra, declaró que su Padre seguía trabajando y que él también trabajaba. (Juan 5:17) Y repetidas veces el apóstol Pablo aconsejó a otros que trabajaran y también habló del trabajo que él mismo hacía: “No sean holgazanes en sus quehaceres. Fulguren con el espíritu.” “Que el que hurta ya no hurte más, sino más bien que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que es buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad.”—Rom. 12:11; Efe. 4:28; 2 Cor. 11:27.
Entre las bendiciones de tener mucho que hacer se cuenta el que nos ayuda a mantenernos alejados de meternos en dificultades. Apoyan este principio las palabras del apóstol Pablo que dicen que las viudas jóvenes deben casarse y criar hijos porque el tener mucho que hacer les serviría de salvaguarda.—1 Tim. 2:15; 5:14.
El tener mucho que hacer también es una bendición porque ayuda a hacer que el tiempo vuele. Este es un hecho que especialmente reconocen las personas que se han jubilado a causa de su edad. Al no tener nada que hacer o al tener muy poco que hacer están propensas a sentirse frustradas, a aburrirse.
Y debe decirse especialmente que el tener mucho que hacer también es una bendición porque con ello hay la satisfacción de haber efectuado mucho. Pero, por supuesto, se da por sentado que el trabajo que se está considerando aquí es obra honorable, honrada. ¡Aquellos cuyo trabajo es robar, defraudar o de otras maneras explotar egoístamente a otros no pueden esperar ninguna bendición por tener muchas cosas de esa clase que hacer, prescindiendo de cuánto se beneficien materialmente de ello en ese tiempo!
Bien puede decirse que no hay otro grupo hoy que esté más ocupado que los testigos cristianos de Jehová. Ellos efectúan mucho estudio particular de la Biblia, asisten a cinco reuniones semanales de congregación y dedican mucho tiempo cada mes a predicar las buenas nuevas del reino de Dios y hacer discípulos de las personas, además de suministrarse honradamente cosas materiales ellos mismos y suministrarlas a sus familias. (Mat. 24:14; 28:19, 20) El tener mucho que hacer en la obra del Señor les sirve de protección contra muchos de los lazos del mundo, la carne y el Diablo. También tienen el gozo y la satisfacción de honrar el nombre de Jehová y llevar consuelo a las personas tristes que buscan la verdad. Y tienen la promesa del galardón de la vida eterna.—1 Cor. 15:58; 2 Cor. 8:21; 1 Tim. 5:8.
Si usted visitara una congregación de término medio de estos Testigos y llegara a conocerlos, descubriría que verdaderamente son un pueblo feliz. Es probable que usted también descubriera que los más felices entre ellos son los que más tienen que hacer en predicar y enseñar la Palabra de Dios a otros. Esto ciertamente trae muchas bendiciones, porque hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.—Hech. 20:35.
Esto no quiere decir que los Testigos son fanáticos o extremistas. Son razonables. En particular, los hombres de familia que ocupan posiciones de responsabilidad en la congregación ejercen cuidado para ser equilibrados en estos asuntos. Reconocen la responsabilidad que tienen de pasar tiempo con sus familias. Dejan que sus familias participen en las actividades de ellos cuanto sea posible, y especialmente se aseguran de estudiar juntos la Biblia. También se encargan de que la diversión sea asunto de familia.
¿Se puede acusar a la Biblia de llamar al trabajo una maldición? ¡De ninguna manera! ¿Hay bendición en tener mucho que hacer? Sí, la hay, si estamos haciendo trabajo de la clase correcta y estamos equilibrándolo con nuestras otras necesidades y las necesidades de nuestros amados.