Preguntas de los lectores
● ¿Apoya la Biblia la idea de que lo que una madre ve o experimenta duran te la preñez puede caracterizar a su prole de algún modo? Algunos arguyen que sí, citando como prueba el Génesis 30:37-43.—T. C., Pensilvania.
Cuando Jacob quiso dejar el servicio de su suegro Labán, Labán quiso que se quedara y que aceptara un salario, preguntándole, “¿Qué te voy a dar?” “No me des nada,” dijo Jacob; “déjame seguir alimentando y cuidando tu ganado, si sólo haces esto por mí: hoy, al tiempo que pase por todo tu ganado, apartaré todos los animales salpicados y manchados, y mi paga consistirá de cualquier oveja negra o de cualquier cabra salpicada y manchada que nazca de aquí en adelante.” Labán estuvo de acuerdo y el registro continúa: “Entonces Labán ese mismo día apartó a los machos cabríos listados y manchados y a todas las cabras salpicadas y manchadas—todo animal que tenía algo de blanco, y todas las ovejas negras; los puso al cuidado de sus hijos, a una distancia de una marcha de tres días de Jacob. El resto del ganado de Labán fué alimentado por Jacob. Pero Jacob tomó ramas frescas de álamo, almendro, y plátano oriental, y descortezó listas blancas en ellas, descubriendo lo blanco de las ramas. Colocó estas ramas descortezadas en frente de los rebaños, en los canales de los abrevaderos en los cuales bebían los rebaños; ellas engendraban cuando venían a beber, y al tiempo que engendraban delante de las ramas parían crías que estaban rayadas, salpicadas, y manchadas. A estos corderos los tenía separados Jacob [volteando el rostro de los rebaños a los animales rayados y negros en el rebaño de Labán], mantuvo a sus propias manadas aparte, en vez de agregarlas al ganado de Labán. Jacob también acostumbraba colocar las ramas en los canales sólo cuando los animales fuertes venían a engendrar, para que engendraran a la vista de las ramas; cuando los animales más débiles venían, él no ponía las ramas. De esta manera, los corderos más débiles le tocaron a Labán, los más fuertes a Jacob.”—Gén. 30:25-42, Mo.
Esto parecería apoyar la teoría de la influencia prenatal o de impresiones maternales, pero el experimento científico no ha podido duplicar o confirmar la experiencia de Jacob. El hecho de que no hay conexión de nervio entre la madre y la criatura no nacida lo hace difícil creer que las impresiones maternales pueden marcar o alterar físicamente la prole venidera. Por supuesto, durante la preñez la salud de la madre es “el factor más importante para determinar si el feto se desarrollará completamente y será dado a luz en una condición viable y saludable”, pero “el mito de marcar un feto por accidente o por trastorno emocional debe ser olvidado”, de acuerdo con el Libro de texto de pediatrics (en inglés), edición de 1950, por Nina A. Anderson.
El Dr. Palmer Findley, en su libro Historia del parto, está de acuerdo, y en una sección sobre impresiones maternales muestra que la idea de la influencia prenatal se creyó antiguamente. “En la ley de Licurgo se decretó que las mujeres espartanas deberían considerar las estatuas Cástor y Pólux con el fin de que se impartiera fuerza y belleza a su prole.” “Hipócrates enseñó que emociones fuertes experimentadas por la mujer preñada podrían causar deformidades en el niño.” Aristóteles que creyó esta idea antigua, dijo que muchas mujeres daban a luz hijos con labio leporino después de ver una liebre, y atribuyó otras deformidades en los niños a “la imaginación de la madre, que ha dirigido los ojos y mente sobre alguna criatura deforme”. Menfis, el toro sagrado de Egipto, con una o dos figuras en forma de águila en el lomo y una media luna en la frente, tenía que ser muerto cuando llegaba a los veinticinco años de edad; pero antes de hacerlo así los sacerdotes tenían que proporcionar un sucesor marcado parecidamente. Con el esfuerzo de obtener un novillo marcado propiamente, durante la concepción las vacas egipcias eran rodeadas de objetos con forma y colores apropiados.
Por esto es evidente que la creencia en la influencia prenatal es antigua, y podemos entender cómo Jacob aceptaría también esa creencia general de su tiempo. ¿Pero dió resultado para Jacob? Es verdad que Jacob prosperó cuando utilizó su plan basado en la influencia prenatal, pero la Biblia no dice específicamente que ésa fué la causa para su éxito. De hecho, la Biblia atribuye una razón diferente por las cabras de color uniforme produciendo prole manchada y salpicada y listada. En el siguiente capítulo Jacob les dice a sus esposas, las hijas de Labán, Lea y Raquel, porqué prosperó. Sírvanse observar que él no da el crédito a su plan basado sobre la teoría de influencia prenatal: “De esta manera Dios ha tomado el ganado de su padre y me lo ha dado. Cuando el ganado estaba engendrando, alcé los ojos en un sueño y vi que los machos cabríos que cubrían las cabras eran listados, salpicados, y abigarrados. El ángel de Dios me dijo en el sueño, ‘¡Jacob!’ ‘Sí,’ dije yo. Y él dijo, ‘Alza los ojos, ¡mira! todos los machos cabríos que cubren a las cabras son listados, salpicados, y abigarrados.’”—Gén. 31:9-12, Mo.
Jehová Dios le dió aquí a Jacob instrucción en la ciencia genética de la procreación. No había cabras manchadas en el rebaño que Jacob cuidaba, sin embargo la visión descubrió cabras manchadas. ¿Cómo podía ser esto? Es claro que las manchas no eran visibles, sin embargo su presencia en estos animales de cólor sólido fué revelada a Jacob sobrenaturalmente y él fué doblemente impresionado porque lo vió en el sueño y porque el ángel le llamó la atención a ello. Evidentemente estas cabras de un solo color eran híbridas, es decir, eran el resultado de un cruce entre las cabras manchadas y las cabras de un solo color que corrían juntas en los rebaños de Labán. Aunque estas híbridas eran de color uniforme, llevaron en su esperma los factores hereditarios para manchar y salpicar, y, de acuerdo con las leyes de herencia descubiertas por Gregorio Mendel en el siglo diecinueve y clarificadas y desarrolladas en este siglo veinte, muchas de la prole de estas cabras híbridas de color sólido eran manchadas y salpicadas. Por la visión Dios abrió los ojos de Jacob a la presencia naturalmente invisible de los factores hereditarios para manchar y salpicar que estaban en las cabras híbridas de un solo color, y Jehová bien podía hacer que la proporción de prole manchada aumentara. Tanto Labán como Jacob reconocieron el interés de Jehová en este asunto. (Gén. 30:27-30; 31:5, 7, 9, 16) En cuanto a la declaración en el Génesis 30:41, 42 de que la prole más fuerte era de Jacob, debe recordarse que todos los salpicados y manchados vendrían de los híbridos, y es una verdad biológica moderna que los híbridos son más fuertes que las razas no cruzadas. No todas las cabras en el rebaño cuidado por Jacob eran híbridas, y éstas más débiles, sin el vigor híbrido, engendrarían a su semejanza y producirían únicamente prole de color sólido, y tales crías más débiles serían de Labán.
Por esto parece que la Biblia no apoya la idea de que lo que una madre ve o experimenta durante la preñez puede caracterizar a su prole. Jacob pensó así al principio de su experimento, pero cambió de parecer cuando fué instruido de otra manera después por Dios. Jacob tenía la aprobación de Dios, y puede ser encomiado por actuar de acuerdo con el conocimiento que poseía y hacer todo lo posible para lograr un resultado bueno, y Dios bendijo a Jacob. Pero la manera en que fué logrado el buen resultado fué revelada por el sueño inspirado, y no por los métodos de engendrar de Jacob.