Preguntas de los lectores
● ¿Por qué robó Raquel los dioses familiares de su padre? ¿No fué semejante esto a idolatría por parte suya?—E. T., Estados Unidos.
La palabra hebrea para estos pequeños ídolos de familia es terafim. Cuando Jacob partió para casa con sus esposas e hijos y posesiones, sin notificar a su suegro Labán, “Raquel robó los terafim que pertenecían a su padre.” Al tercer día después Labán supo de la partida, y después de un perseguimiento de siete días su compañía dió alcance al grupo de Jacob. Entre otras quejas, Labán dijo a Jacob: “Aunque realmente te has ido ahora debido a que has estado anhelando intensamente la casa de tu padre, ¿por qué, sin embargo, has robado mis dioses?” Jacob no sabía del robo y dijo: “Quienquiera con quien halles tus dioses, que no viva.” La búsqueda de Labán fué infructuosa, porque Raquel los ocultó en una canasta de silla de montar y se sentó sobre ella, y no se levantó cuando su padre registró su tienda, pidiendo que se le disculpara por estar enferma. Al partir, Labán y Jacob hicieron un pacto, levantaron un pilar y un majano de piedras, y Labán dijo: “Este majano es un testimonio y el pilar es algo que da testimonio de que no pasaré este majano contra ti y que tú no pasarás este majano y este pilar contra mí para mal.” Después de eso se separaron.—Gén. 31:17-55, NM.
¿Por qué estaba Labán tan preocupado acerca de los terafim, aun hasta el punto de hacer un perseguimiento costoso con una grande compañía para recuperarlos? En tiempos pasados algunos han sugerido que los terafim estaban hechos de oro o poseían gran valor supersticioso para Labán. Sin embargo, quedó para la arqueología descubrir la verdadera razón. En la página 71 de Archaeology and Bible History leemos: “La respuesta se encontró en las tablillas Nuzi, las cuales mostraron que la posesión de los dioses familiares del padre desempeñaba un papel importante en la herencia. Una de las tablillas Nuzi indicaba que en la región donde Labán vivía, un yerno que poseía las imágenes de la familia podía aparecer en el tribunal y reclamar los bienes de su suegro.” Que Raquel puede haber razonado que estaba justificada en llevarse los terafim debido a los tratos engañadores de su padre con el esposo de ella se muestra por las palabras expresadas conjuntamente por ella y Lea, en Génesis 31:14-16. Sea como fuere, el siguiente párrafo sacado de las páginas 227 y 228 de la Modern Science and Christian Faith es esclarecedor:
“Comenzando en 1925 se hicieron hallazgos en el antiguo pueblo de Nuzi en la Mesopotamia nordestal. Aquí se encontraron muchos contratos legales de un período un poco posterior al tiempo de Jacob. Estos arrojaron mucha luz sobre la vida de la gente allí. Un documento legal del área dió evidencia de que entre el grupo étnico que dominaba en Barran, la región donde Labán vivió, la posesión de los dioses familiares daba a un yerno el derecho de aparecer en el tribunal y reclamar los bienes de su suegro finado. ¡Ahora se nos hace perfectamente claro por qué Labán estuvo tan tremendamente excitado acerca de la pérdida de estos dioses familiares! Jacob ya se había llevado una gran parte de sus posesiones. Labán temía que después de su muerte Jacob quitara todo lo demás a sus hijos. Parecería muy probable que éste fuera el propósito verdadero de Raquel al llevarse los dioses familiares. Se hace claro y entendible por qué Jacob y Labán edificaron un pilar de piedras e hicieron sobre él la declaración Mizpa: ‘¡Atalaye Jehová entre mí y ti, cuando estemos ausentes el uno del otro!’ (Gén. 31:49). Ellos invocaron a Dios para que vigilara que ninguno de ellos cruzara este ámbito para perjudicar al otro; para que Labán no viniera a fin de causar daño físico a Jacob, y para que Jacob no regresara con los dioses familiares después de la muerte de Labán a fin de defraudar a sus cuñados de la propiedad que debía pertenecer a ellos.”
Jacob era inocente de todo ardid semejante. Él no sabía que los terafim estaban en su campo. Ni tendría él algo que ver con ídolos, ni los permitiría en su casa para recurrir a ellos. Más tarde, cuando Jehová dijo a Jacob que fuera a morar en Betel, Jacob dijo a su casa: “Aparten los dioses extraños que están en medio de ustedes.” El relato continúa: “De modo que le dieron a Jacob todos los dioses extraños que estaban en sus manos y los aretes que estaban en sus orejas y Jacob los escondió debajo del árbol grande que estaba cerca de Siquem.” (Gén. 35:1-4, NM) A más tardar, se habrían desprendido de los terafim en esta ocasión. Por lo menos, Jacob jamás los usó para conseguir la herencia de los hijos de Labán, aunque Labán había tratado engañosamente con Jacob en numerosas ocasiones. Los terafim eran objetos conectados con la adoración de ídolos, y no tenían ningún lugar en una casa dedicada a Jehová Dios. Siglos más tarde Samuel dijo al rebelde rey Saúl: “La obstinación [es] como la idolatría y el culto de imágenes.” (1 Sam. 15:23) La palabra hebrea original traducida aquí “culto de imágenes” es terafim. Por consiguiente la Versión Americana Normal dice: “La obstinación es como idolatría y terafim.”