Preguntas de los lectores
● ¿Qué pudo haber sido el reino que Dios hubiera establecido firmemente por medio de Saúl, puesto que la profecía de Jacob indicaba que la gobernación sería dada a la tribu de Judá? ¿Por qué no se dio inicialmente a Judá la gobernación predicha (Gén. 49:10)?—G. S., EE. UU.
El relato en 1 Samuel 13:13 dice: “Entonces Samuel le dijo a Saúl: ‘Has obrado de manera tonta. No has guardado el mandamiento de Jehová tu Dios que te mandé, porque, si lo hubieras hecho, Jehová habría hecho firme tu reino sobre Israel hasta tiempo indefinido.’” Eso significa que el reino hubiera durado hasta el futuro indefinido. No significa hasta toda la eternidad, hasta tiempo sin fin, porque sabemos que de seguro habría de venir el día dentro del horario del tiempo debido de Dios para que el reino visible terrestre diera paso al reino espiritual del amado Hijo de Dios. Dios no indicó a Saúl por medio de Samuel cuándo habría llegado el límite, si hubiera sido fiel.
No es inconcebible que un reino hubiera proseguido con la prole de Saúl al mismo tiempo que permaneciera el “cetro” con la tribu de Judá. Por ejemplo, más tarde, después de la muerte de Salomón, Dios dividió el reino de los israelitas y solo dio dos tribus a la casa de David: Judá y Benjamín; mientras que Dios dio a Jeroboam, a quien Dios nombró como rey, diez tribus de Israel. Dijo a Jeroboam que si continuase sirviendo a Jehová Dios, entonces continuaría su reino: “Tú eres aquel que tomaré, y tú verdaderamente reinarás sobre todo lo que tu alma anhele, y ciertamente vendrás a ser rey sobre Israel. Y tiene que suceder que, si obedeces todo lo que te mande, y ciertamente andas en mis caminos y realmente haces lo que es correcto a mis ojos por medio de guardar mis estatutos y mis mandamientos, exactamente como lo hizo mi siervo David, también resultaré estar contigo, y te edificaré una casa duradera, así como la he edificado para David, y te daré Israel.” (1 Rey. 11:37, 38) De modo que si Jeroboam y su prole hubiesen continuado fieles, ese reino separado de Israel habría continuado junto con el reino de Judá hasta que hubiera venido aquel “que tiene el derecho legal”; es decir, Jesucristo. (Eze. 21:27) Entonces todo el pueblo de Dios estaría unido bajo él.
Así, también, Dios dijo al rey Saúl por medio de su profeta Samuel que si hubiera continuado fiel su reino hubiera continuado hasta el futuro indefinido. Pero Dios no indicó mediante esa declaración que habría hecho con la familia del rey Saúl el mismo arreglo que más tarde hizo con David; a saber, que si la familia de Saúl se desviara del servicio de Dios, Dios, no obstante, no removería su reino de ellos sino que simplemente castigaría a los monarcas desobedientes de la línea de Saúl. Como fue, Saúl se desvió y su hijo Is-boset le sucedió al trono solo por dos años, y la gobernación del reino de todo Israel más tarde fue entregada a la tribu de Judá en la persona del pastor de Belén, David.
El ejercicio de la gobernación no se dio inicialmente a la tribu de Judá debido a las palabras dichas por el mismo profeta que predijo la gobernación, que vendría con el tiempo, de Judá sobre Israel, a saber: Jacob. Esta profecía, registrada en Génesis 49:27, 9, indicó que Benjamín tendría la primera oportunidad como rey en la mañana de la experiencia de Israel como nación real, conduciendo a Israel contra sus enemigos, particularmente los filisteos, durante el cual tiempo Judá sería como “cachorro de león.” Así Judá inicialmente no iba a ser como un león plenamente desarrollado, el rey de las bestias, sino que sería como “cachorro de león,” lo que indica que tendría una posición secundaria mientras estuviera sometido a entrenamiento y hasta que creciera. Es un dato interesante que, cuando la gente exigió que hubiera un rey sobre Israel, David todavía no había nacido. David nació ocho años después que el rey Saúl se había vuelto infiel, de modo que Jehová Dios esperó para escoger él mismo al hombre de acuerdo con su propio corazón. Pero este período de espera fue un tiempo excelente de entrenamiento para la tribu de Judá; y después que David fue ungido por el profeta Samuel fue sometido a persecución que probó sus cualidades piadosas. Así al debido tiempo de Dios la tribu de Judá ciertamente recibió el reino, como había predicho el profeta Jacob.
● ¿Cuál, aparentemente, fue la razón para que el ángel con quien luchó Jacob tocara “el hueco de la coyuntura del muslo de Jacob en el tendón del nervio del muslo” de modo que éste cojeara del muslo?—J. K., EE. UU.
El que el ángel tocara el muslo de Jacob puede haber sucedido para que Jacob no se sintiera desmedidamente ensalzado por haber realmente forcejado con éxito con un ángel, arrancándole una bendición. De modo que el ángel tocó el muslo de Jacob y su “coyuntura del muslo se dislocó,” haciendo que para siempre después de eso Jacob cojeara. (Gén. 32:24, 25, 32) Eso fue algo para mantenerlo humilde, para mostrar que esta victoria no se debió a su propia fuerza y que el ángel tenía poder superior. Sería similar a la “espina en la carne” que Dios no quitó de afligir a Pablo, el apóstol de Jesucristo, para que él ‘no se sintiera desmedidamente ensalzado’ por las visiones y revelaciones sobrenaturales y otras bendiciones que recibía del Señor.—2 Cor. 12:1-7.
● ¿Qué quiso decir Tomás cuando dijo, como se registra en Juan 11:16: “Vamos también nosotros, para que muramos con él”?
Poco antes de que el apóstol Tomás dijera esas palabras, Jesucristo había declarado que Lázaro había muerto, y dijo: “Me regocijo por causa de ustedes de que no estaba allí, a fin de que ustedes crean. Pero vamos a él.” (Juan 11:15) Tomás dijo entonces: “Vamos también nosotros, para que muramos con él.” Tomás dijo esto con referencia a Jesús, no a Lázaro, que estaba muerto. Él habló como lo hizo porque él pensaba que si Jesús entraba en Judea e iba a Betania, donde estaba Lázaro muerto, seguramente lo matarían. Tomás sabía que los judíos hostiles tenían la intención de asesinar a Jesús. Esto lo indica el versículo ocho de ese mismo capítulo: “Los discípulos le dijeron: ‘Rabí, hace poco que procuraban apedrearte los de Judea, ¿y vas allá otra vez?’” Por lo tanto las palabras de Tomás se refieren a Jesús—no a que Jesús fuera clavado a un madero de tormento a manos de los romanos, sino a que Jesús probablemente fuera atacado por una chusma o lapidado por los judíos opuestos. De modo que Tomás estaba diciendo que los discípulos deberían ir también con él y morir con él.