Preguntas de los lectores
● ¿Por qué, según los relatos de Mateo, usó Jesús dos palabras diferentes —“fornicación” y “adulterio”— al considerar la base adecuada para el divorcio? ¿No es “adulterio” la única base para el divorcio bíblico, en el sentido que generalmente se entiende el vocablo?—EE. UU.
En Mateo 5:32 las palabras de Jesús son: “Si embargo, yo les digo que todo el que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación [griego, porneia], la expone al adulterio [griego, moikheia], y cualquiera que se case con una divorciada comete adulterio.” De manera similar, leemos en Mateo 19:9: “Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación [porneia], y se case con otra comete adulterio [moikheia].”
Por lo tanto, el relato sí usa dos palabras distintas. Primero veamos qué significan y luego consideraremos el significado de su uso.
Moikheia, uno de los vocablos que se usa en el relato de Mateo, se traduce correctamente “adulterio.” La palabra española “adulterio” proviene del latín adulterare, que significa, básicamente, “alterar” y, por extensión, “corromper o hacer impuro, como por la añadidura de una sustancia extraña o de más mala ley.” Por eso hablamos de ‘adulterar’ alimento, de hacerlo impuro por medio de añadir sustancias extrañas. Un matrimonio es ‘adulterado’ cuando uno de los cónyuges contamina la relación marital al tener relaciones con alguien fuera de esa relación. Esta idea de adulterar o corromper, y de infidelidad a una relación sagrada, también es inherente en el vocablo griego moikheia. Por eso, tanto en el griego como en el español, el enfoque está sobre el efecto ilícito que las relaciones sexuales tienen sobre la relación matrimonial, pues el cónyuge adúltero es culpable de introducir a otra persona en esa relación, corrompiendo la unión que solo debe incluir al esposo y la esposa.
¿Qué hay del otro vocablo que se usó? “Fornicación” concentra la atención, no en el efecto que tenga la inmoralidad sexual sobre una relación marital, sino sobre la naturaleza o calidad de la actividad sexual misma. Esto no solo es cierto de la palabra española “fornicación,” sino también de la palabra griega porneia, que se usó en el relato de Mateo. Nos interesamos, por supuesto, principalmente en el vocablo griego que usó el escritor del Evangelio. Pues, prescindiendo de lo que la palabra “fornicación” comúnmente se entienda que significa para la gente de habla española, lo que realmente vale y es decisivo es lo que la palabra usada en la Biblia significaba para el escritor y la gente de aquel tiempo.
Cuando se menciona “fornicación” hoy día, la gente comúnmente piensa en relaciones sexuales entre personas de sexo diferente, relaciones llevadas a cabo fuera del matrimonio pero que constan de coito de la manera ‘ordinaria’ o natural. Por eso muchos han entendido que, cuando Jesús dijo que “fornicación [porneia]” era la única base de divorcio, se refería únicamente a coito de la manera ordinaria o natural entre una esposa y un hombre que no era su marido, o, por extensión, entre un esposo y una mujer que no era su esposa. Pero, ¿es ése el caso? ¿Se refiere porneia, la palabra que se usa en el relato de Mateo, solo a esas relaciones sexuales naturales? O, ¿incluía todas las formas de relaciones sexuales inmorales, incluso las relaciones entre individuos del mismo sexo y también las formas pervertidas de las relaciones sexuales entre personas de sexo diferente? Exactamente ¿qué quería decir porneia para la gente del primer siglo cuando Jesús estuvo en la Tierra? Y, ¿requiere una investigación sincera y cuidadosa de este significado que se haga un reavalúo de nuestro entendimiento en cuanto a lo que es la base bíblica para el divorcio?
Un estudio cabal del asunto muestra que porneia se refiere a todas las formas de relaciones sexuales inmorales. Es un vocablo amplio, algo semejante a la palabra “pornografía,” que se deriva de porneia o el verbo relacionado porneuo. Los léxicos del griego claramente muestran que así es.
Muestran que porneia proviene de una palabra raíz que significa “vender,” y describe las relaciones sexuales que son licenciosas y no restringidas (como por la restricción de adherirse a vínculos matrimoniales). Por eso, del uso de la palabra en tiempos bíblicos, el Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament declara que porneia describía el “coito sexual ilícito en general.” The Vocabulary of the Greek New Testament de Moulton y Milligan dice que es “coito sexual ilegal en general.” El sexto tomo del Theological Dictionary of the New Testament dice que porneia puede llegar a significar “‘coito sexual’ en gen[eral] sin definición más exacta.”
Se debe a que es un vocablo amplio (más amplio en su alcance que la palabra “fornicación” en la mente de muchas personas de habla hispana) que muchos traductores de la Biblia usan expresiones como “inmoralidad crasa,” “inmoralidad sexual,” “pecados sexuales,” o similares, cuando traducen porneia.
¿Significa esto que las relaciones sexuales contranaturales y pervertidas como a las que se entregan los homosexuales están incluidas en el significado de este vocablo que usó el apóstol al registrar las palabras de Jesús? Sí, ése es el caso. Esto se puede ver por la manera en que el medio hermano de Jesús, Judas, usó porneia cuando se refirió a los actos sexuales contranaturales de los varones de Sodoma y Gomorra. (Jud. 7) Concerniente al uso de porneia por los judíos de habla griega alrededor del principio de la era común, el sexto tomo del Theological Dictionary of the New Testament dice: “πορνεία [porneia] también puede ser ‘vicio contranatural,’ . . . sodomía.”
¿Cuál, pues, es el significado del uso que la Biblia hace de estos vocablos y qué revela en cuanto a la base bíblica válida para el divorcio? Muestra que cualquier persona casada que se sale del vínculo matrimonial y se entrega a relaciones sexuales inmorales, sea con alguien del sexo opuesto o alguien del mismo sexo, sean naturales o contranaturales y pervertidas, es culpable de cometer porneia o “fornicación” en el sentido bíblico. Estas relaciones sexuales no se refieren a indiscreciones menores que cometa una persona, como por un beso o una caricia o un abrazo, sino que se refieren al uso inmoral de los órganos genitales en alguna forma de coito, natural o contranatural.
Hallamos principios en el pacto de la Ley en apoyo de este punto de vista ensanchado. Es evidente que bajo esa Ley los matrimonios quedaban disueltos cuando un cónyuge cometía serios pecados sexuales, incluso los contranaturales, puesto que al cónyuge culpable lo ejecutaban según las propias instrucciones de Dios.—Compare con Éxodo 22:19; Levítico 18:22, 23, 29; 20:10-16; Deuteronomio 22:22; así como con las palabras del apóstol cristiano en Romanos 1:24-27, 32.
Comprendiendo las palabras de Jesús, por lo tanto, cuando un cónyuge es culpable de inmoralidad sexual tan seria el cónyuge inocente puede divorciarse bíblicamente de esa persona, si él o ella desea hacerlo. El que obtiene un divorcio sobre esta base bíblica también está libre bíblicamente para contraer segundas nupcias, no estando sujeto por ello a un cargo de adulterio.
Esto claramente señala una corrección en el punto de vista que se ha expresado en previas ocasiones en las columnas de esta revista, pero la adherencia fiel a lo que las Escrituras realmente dicen lo requiere. Hay mucho más que puede considerarse sobre el asunto y por ese motivo se considerará más completamente en un número futuro de esta revista.
● Recientemente se publicó en las noticias una decisión de tribunal que falló que la cópula oral por adultos ya no es punible por ley en cierto estado. Por lo tanto, ¿sería la práctica de esto solo un asunto para conciencia individual si un matrimonio cristiano participara en ello dentro del arreglo matrimonial?—EE. UU.
No es el propósito de esta revista considerar todos los aspectos íntimos de las relaciones maritales. Sin embargo, prácticas como las envueltas en este caso de tribunal han llegado a ser muy comunes y han recibido considerable publicidad. Hasta a jovencitos en ciertas escuelas se les está informando de estas cosas en los cursos de educación sexual. Por lo tanto seríamos descuidados en lo que toca a nuestra responsabilidad si retuviésemos el consejo bíblico que pudiera ayudar a los cristianos sinceros en sus esfuerzos por seguir un derrotero de pureza que resulta en la bendición del Creador. En el día del apóstol Pablo se llevaban a cabo prácticas sexuales insólitas y él no se quedó callado acerca de ellas, como se puede ver al leer Romanos 1:18-27. Por lo tanto solo estamos siguiendo su buen ejemplo al considerar aquí esta pregunta.
Al considerar las prácticas sexuales, el apóstol nos suministra un principio que nos ayuda a llegar a una conclusión correcta. Él se refiere al “uso natural de la hembra,” que algunos estaban abandonando a favor de lo que es “contrario a la naturaleza,” satisfaciendo así “apetitos sexuales vergonzosos” y “obrando lo que es obsceno.” El apóstol trata específicamente de las prácticas homosexuales, condenándolas. Pero el principio declarado —que el satisfacer los deseos sexuales puede ser “natural” o puede ser “contrario a la naturaleza”— aplica igualmente a la pregunta bajo consideración.—Vea también Levítico 18:22, 23.
La manera natural de tener un matrimonio relaciones sexuales es muy evidente por el mismísimo diseño dado a sus órganos respectivos por el Creador, y no debe ser necesario describir aquí cómo estos órganos se complementan uno al otro en la cópula sexual normal. Creemos que, aparte de los que han sido adoctrinados con el punto de vista de que ‘en el matrimonio todo se permite,’ la inmensa mayoría de personas normalmente rechazaría como repugnante la práctica de la cópula oral, así como también la cópula anal. Si estas formas de coito no son ‘contrarias a la naturaleza,’ entonces ¿qué es? El hecho de que los que practican tales actos lo hacen por consentimiento mutuo como personas casadas no haría a estos actos naturales o no ‘obscenos.’ ¿Estamos siendo ‘estrechos de miras’ o ‘extremados’ al adoptar esta posición?
No, como se ve por el hecho de que varios estados de los Estados Unidos por largo tiempo han tenido leyes precisamente contra estas prácticas, clasificándolas como formas de “sodomía”... aunque los que participen en ellas sean casados. Debido a este uso legal, el Webster’s Third New International Dictionary incluye en su definición de “sodomía” esto: “cópula carnal con una persona del mismo sexo o con un animal o cópula carnal contranatural con una persona de sexo diferente; específicamente: la penetración del órgano masculino en la boca o ano de otro.” Por supuesto, los diccionarios y las leyes estatales difieren; pero nuestra posición se basa principalmente en la Palabra de Dios la Biblia. Sin embargo, esta evidencia mundana sirve cierto propósito, un propósito que corresponde en principio a lo que dijo el apóstol en 1 Corintios 5:1. Allí mostró que las relaciones sexuales de un miembro de la congregación corintia eran de una clase que condenaba aun la gente de las naciones paganas. Por eso, la aplicación del término “sodomía” en tiempos modernos a las formas mencionadas de cópula muestra que no somos irrazonables al decir que no solo son “contranaturales” sino que lo son de manera crasa.
Sin embargo, puesto que el matrimonio es de origen divino, nuestra posición concienzuda sobre las relaciones maritales no está fundada en puntos de vista mundanos ni se rige por ellos. Por lo tanto el que se haya fallado contra alguna ley estatal y se haya declarado ‘legal’ la cópula oral (o similar cópula contranatural) no altera nuestra posición que se basa en la Biblia. En un mundo de moralidad en decadencia podemos esperar que algunos tribunales de ley sucumban en varios grados a la tendencia creciente hacia la perversión sexual, tal como lo han hecho algunos de los clérigos y doctores.
No nos proponemos tratar de trazar una línea exacta en cuanto adonde termina lo que es “natural” y comienza lo que es “contranatural.” Pero creemos que, al meditar sobre principios bíblicos, un cristiano por lo menos debería poder discernir lo que es contranatural de modo craso. En otros campos, la conciencia individual del cristiano tendrá que guiar, y esto incluye preguntas en cuanto a caricias y ‘hacerse el amor’ antes del coito. (Compare con Proverbios 5:18, 19.) Pero aun aquí el cristiano que quiere producir los frutos del espíritu santo de Dios evitará sabiamente las prácticas que se acercan a formas contranaturales de cópula o que fácilmente pudieran resultar en que uno cayera en ellas.
¿Qué hay si ciertos matrimonios en la congregación en el pasado o aun en tiempos recientes han participado de prácticas como las que se acaban de describir, no comprendiendo hasta ahora lo grave del mal? Entonces pueden pedir perdón de Dios en oración y demostrar su arrepentimiento sincero desistiendo de estos actos contranaturales crasos.
Ciertamente no es responsabilidad de los ancianos ni de algunos otros en una congregación cristiana el investigar las vidas privadas de los matrimonios. Sin embargo, si se les trae a la atención casos futuros de crasa conducta contranatural, como la práctica de la cópula oral o anal, los ancianos deben actuar para tratar de corregir la situación antes que resulte más daño, como lo harían con cualquier otro mal grave. Su interés es, por supuesto, tratar de ayudar a los que se extravían y se hallan ‘en el lazo del Diablo.’ (2 Tim. 2:26) Pero si las personas voluntariosamente demuestran falta de respeto a los arreglos maritales de Jehová Dios, entonces se hace necesario el removerlas de la congregación como “levadura” peligrosa que podría contaminar a otros.—1 Cor. 5:6, 11-13.
¿Qué hay de las cristianas casadas con incrédulos y cuyos cónyuges insisten en que participen en tales actos crasamente contranaturales? ¿Suministra la declaración hecha por el apóstol de que “la esposa no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposo” base para que ella se someta a estas peticiones? (1 Cor. 7:4) No, porque esta autoridad de esposo solo es relativa. La autoridad de Dios siempre subsiste suprema. (1 Cor. 11:3; Hech. 5:29) El apóstol, además, estaba hablando de relaciones sexuales normales como lo indica el contexto. Es cierto que el rehusar participar en actos impíos puede acarrearle penalidad o hasta persecución a la esposa, pero la situación es la misma que si su esposo exigiera que ella participara en alguna forma de idolatría, en el uso incorrecto de la sangre, falta de honradez u otro mal semejante.
Millones de matrimonios a través de la Tierra, tanto en el pasado como en el presente, han descubierto que el amor altruista produce gozo y satisfacción plena, para ambos cónyuges, en las relaciones maritales, sin recurrir a los métodos pervertidos. Apreciando vivamente que un mundo corrompido pronto habrá de ser eliminado, podemos pensar en las palabras del apóstol Pedro, que escribió: “Puesto que todas estas cosas así han de ser disueltas, ¡qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová!” Ciertamente éste no es el tiempo para estar deslizándonos a prácticas impías, ni de dejar que otros nos seduzcan o ejerzan presión para que participemos en ellas solo para satisfacer la pasión egoísta. No lo haremos si verdaderamente estimamos nuestra esperanza de vivir en el nuevo orden fresco y limpio tan cerca ahora. (2 Ped. 3:11, 12; Jud. 7) Por eso, los matrimonios cristianos pueden mantener ‘el lecho conyugal sin contaminación,’ no solo absteniéndose de la fornicación y el adulterio, sino también evitando prácticas contaminantes, contranaturales.—Heb. 13:4.