Dios reajusta el pensar de su pueblo
JEHOVÁ es infalible, y es el Gran Maestro y Caudillo de los que forman su pueblo. (Sal. 143:10) Estos son falibles, y en ningún punto entienden todas las cosas. Dios los conduce progresivamente de modo que la verdad constantemente se hace más brillante, ellos reflejan más plenamente la gloria de Dios, y se transforman cada vez más a su imagen. (2 Cor. 3:18) Llegan a conocerlo más íntimamente. Sus necesidades se satisfacen plenamente, pues se provee todo para su bienestar espiritual. (Fili. 4:19) Este progreso envuelve cambios, reajuste de su modo de pensar.
Sin embargo, algunas personas se oponen a que haya cambios de punto de vista, cambios de entendimiento de ciertos textos de la Biblia o procedimientos. Por ejemplo, desde los años 1940 los testigos de Jehová han rehusado dar o aceptar transfusiones de sangre, mientras que antes de eso no habían adoptado esta posición. Desde 1962 entienden que las “autoridades superiores” de Romanos 13:1 son los gobernantes de los gobiernos mundanos, mientras que hasta ese tiempo, desde 1929, habían tenido un punto de vista diferente. Podrían citarse otros ejemplos. ¿Muestra esto que los testigos de Jehová no tienen la verdad? ¿Pone en tela de juicio esto a los principios básicos de sus enseñanzas?
De ninguna manera. Los testigos de Jehová no se atribuyen infalibilidad. Están siendo enseñados por Dios. (Isa. 54:13) Jamás sabrán todas las cosas, pero continuamente estarán aprendiendo de la sabiduría inagotable de Dios mientras anden en Su verdad.
EJEMPLO DE LA CONGREGACIÓN PRIMITIVA
Cuando Jesús estuvo en la Tierra, dijo a sus discípulos: “Tengo muchas cosas que decirles todavía, pero ustedes no las pueden soportar ahora.” (Juan 16:12) Si les hubiera dicho todas estas cosas inmediatamente, habrían sido abrumados. Les habría sido imposible entender estas cosas y ponerlas en vigor en su vida. De modo que se las enseñó progresivamente.
Repase la historia de la congregación primitiva según se registra en los Hechos de Apóstoles. Cuando Jesús estuvo con ellos poco antes de su ascensión al cielo, pensaban que en ese tiempo establecería un reino en la Tierra para la nación carnal de Israel. (Hech. 1:6) Pero desde el Pentecostés (33 E.C.) en adelante, aprendieron que no era así. (Hech. 2:32-36; 3:19-21; 1 Ped. 3:18) Algún tiempo después de eso Dios les reveló otro rasgo de su “secreto sagrado,” a saber, que iba a introducir gentiles en la congregación cristiana. (Hech. 10:34-48; Rom., cap. 11; Col. 1:25-27) Sin embargo, más tarde surgió la disputa acerca de la circuncisión de los conversos gentiles, y el cuerpo gobernante la zanjó. Aquí tuvo lugar un reajuste del pensar al examinar las Escrituras a la luz de los desenvolvimientos recientes. (Hech., cap. 15) También, los apóstoles aclararon muchas cosas en sus cartas, como la segunda presencia de Cristo y la resurrección (1 Cor., cap. 15; 1 Tes. 4:13-17), así como asuntos que envolvían a la organización de congregación (las cartas a Timoteo y Tito).
¿Debilitaron estos nuevos entendimientos y ajustes la posición de la congregación como la “columna y apoyo de la verdad”? No, más bien, la fortaleció y demostró que estaba siendo guiada y usada por Jehová Dios y Jesucristo. Prueba de esto se ve en la bendición de Jehová. Cuando se entregó la aclaración de la cuestión sobre la circuncisión a las congregaciones esparcidas, “por lo tanto, en realidad, las congregaciones continuaron haciéndose firmes en la fe y aumentando en número de día en día.”—1 Tim. 3:15; Hech. 16:4, 5.
AJUSTES EN ENTENDIMIENTO HOY DÍA
Tal como procedió el cuerpo gobernante de la congregación cristiana primitiva, que fue guiado progresivamente por Jehová, manejando los asuntos como Jehová permitía que tuvieran lugar los desenvolvimientos, escudriñando las Escrituras a fin de dirigir a la congregación en armonía con la dirección de Jehová, así procede hoy día el cuerpo gobernante de la congregación. Por ejemplo, la cuestión acerca de la sangre comenzó a surgir particularmente después de 1937, cuando se estableció el primer banco de sangre en Chicago, Illinois. Los testigos cristianos de Jehová que se enfermaban se enfrentaban a la pregunta: ¿Debería yo aceptar esta forma de terapia? ¿Está en armonía con la Palabra de Dios? Se llevó a cabo un examen de las Escrituras con oración, lo cual reveló la voluntad de Dios en el asunto.
Igualmente en cuanto al texto de Romanos 13:1, se consiguió un entendimiento correcto mediante un estudio cuidadoso y crítico del contexto y los textos pertinentes relacionados. Se vio que el apóstol Pablo, en el capítulo 12 de Romanos, primero trató de asuntos dentro de la congregación, luego, en el Rom. 12 versículo 17, comenzó a dirigir su atención a los de afuera. De allí en adelante, Pablo pasa a una consideración de las autoridades superiores y, hasta el Rom. 13 versículo 7 del capítulo 13, claramente está hablando acerca de las autoridades en los gobiernos de este mundo. Este entendimiento no ocasionó un cambio en la actitud de los testigos de Jehová tocante a su relación con Dios ni en su actitud para con los gobernantes. No, pues ellos continuaron siguiendo el principio que Jesucristo enunció: “Por lo tanto, paguen de vuelta a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios.” (Mat. 22:21) Pero sí resultó en un punto de vista reajustado en cuanto al significado de Romanos 13:1.
ACONTECIMIENTOS ‘DRAMÁTICOS’ ANTIGUOS
Otra cosa que ha hecho surgir preguntas es el uso que hacen los testigos de Jehová de paralelos o tipos proféticos, pues aplican éstos a circunstancias y a grupos o clases de personas hoy día. Muchas personas que leen la Biblia consideran todos sus relatos como únicamente historia, pero cuando comienzan a estudiar con los testigos de Jehová tiene lugar un reajuste de punto de vista al ver que los relatos encierran más que simplemente historia. Por ejemplo, los israelitas que estaban reunidos en las llanuras de Moab precisamente antes de entrar en la Tierra Prometida cayeron en fornicación con las mujeres de Moab en su adoración del Baal de Peor. Esto acarreó la muerte, a manos de Jehová, a 24.000 israelitas entre los tres millones o más acampados allí. (Núm. 25:1-9) Esto se ha comparado a la posición del pueblo de Dios hoy día en el umbral del nuevo orden de Dios, y les sirve de advertencia ahora. De hecho, debido a que la iniquidad e inmoralidad del mundo actualmente van en aumento, se acentúa el peligro, y ha resultado cierto que un porcentaje comparable ha sido expulsado de las congregaciones de los testigos de Jehová en años recientes. Este expulsar ha mantenido a las congregaciones limpias de contaminación y está en armonía con el consejo de los apóstoles de remover a las personas inicuas de en medio de la congregación cristiana.—1 Cor. 5:9-13; 2 Juan 9-11.
La pregunta que a veces se hace es: ¿Representó Jehová ese acontecimiento ‘dramático’ para que nosotros tuviésemos una advertencia ahora? Bueno, ¿haría él que sucedieran semejantes cosas malas? ¿Las maniobraría él mismo? No. El discípulo cristiano Santiago contesta: “Con cosas malas Dios no puede ser probado ni prueba él mismo a nadie.” (Sant. 1:13) En lo que toca a las acciones de Dios y la aplicación de sus principios, él sabe lo que hará en ciertas circunstancias. Siempre obra en armonía con su propósito y sus principios para el bien de su pueblo fiel. Pero él no establece un arreglo que induzca a la gente a cometer maldad ni establece las circunstancias para conducirla a lo malo.—Mat. 6:13.
En el caso de la desviación de los israelitas en relación con el Baal de Peor, Dios, aunque no causó esto, pudo usar este hecho histórico como advertencia para los cristianos, pues ellos están bajo una prueba tal como estuvo el Israel de la antigüedad, y su enemigo Satanás el Diablo usa táctica similar para hacerlo caer. Dios mostró el peligro que los cristianos corren en este “tiempo del fin,” y lo que él haría contra los que trataran de introducir contaminación en la congregación cristiana. Refiriéndose a este mismísimo incidente en las llanuras de Moab, así como a otras cosas que acontecieron en relación con el Israel de la antigüedad, el apóstol Pablo dijo: “Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (1 Cor. 10:11) Sirvieron de ejemplos, lecciones, advertencias a los cristianos en el tiempo del fin del sistema de cosas judío, y sirven de la misma manera para nosotros ahora.
Esto está en armonía con las palabras del apóstol: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.”—Rom. 15:4.
Dios sí arregló plenamente algunos dramas, como cuando le mandó a Abrahán que ofreciera a su hijo Isaac como sacrificio, prefigurando Su propio ofrecimiento de su Hijo unigénito Jesucristo como sacrificio de rescate para la raza humana. No hubo nada de malo en su mandato a Abrahán, y no permitió que Abrahán consumara el sacrificio de su hijo, sino que en su lugar suministró un carnero.—Gén. 22:1-18; Gál. 3:16; Juan 3:16.
Muchos otros acontecimientos dramáticos en los cuales Dios actuó en armonía con sus principios para hacer un drama profético para nosotros hoy día no fueron representados plenamente por él. Por ejemplo, nada en la Biblia indica que Dios haya hecho que murieran Elimelec, el esposo de Noemí, y Mahlón y Quilión, sus hijos. Tampoco hizo que el que tenía el derecho primario de recompra, llamado “Fulano” en la Biblia, rehusara comprar la herencia de Elimelec. Pero por medio de su Ley sí señaló el derrotero que Rut, Noemí y Booz habrían de tomar, y debido a su amor a Dios obraron en armonía con su Ley. Por consiguiente pudo hacer que se escribiera un registro de esta secuencia de acontecimientos para formar un cuadro de cosas venideras, como se explicó en La Atalaya del 1 de julio de 1972.—Rut, caps. 1, 4.
Nos ayuda a entender esto más cabalmente el tener presente que la gente en tiempos antiguos era real, que llevaba su vida cotidiana en asociación con sus familias y semejantes, y que tenía esperanzas y deseos igual que nosotros hoy día, los mismos problemas generales con el pecado obrando en sus miembros, y que muchos de ellos libraban fielmente una pelea excelente por servir a Dios. Dios les hablaba por medio de sus profetas y sus leyes, y obraba para con ellos para remunerar la justicia y castigar la iniquidad.
Así mismo hoy, cosas similares están sucediendo en relación con los que sirven a Dios. Jehová no cambia de un período a otro, de modo que sus principios y juicios sean diferentes. (Mal. 3:6) Por lo tanto podemos leer lo que sucedió en relación con el Israel de la antigüedad y las naciones circunvecinas y saber que eran tan reales como lo es nuestra situación hoy día y que Dios obrará para con nosotros de acuerdo con los mismos principios, tan ciertamente como lo hizo en aquel entonces. Al beneficiarnos del registro de los tratos de Dios con su pueblo en el pasado, experimentamos un reajuste de punto de vista. Pero, por supuesto, a veces quizás haya puntos que nos parezcan difíciles de entender.
FE Y PACIENCIA, ESENCIALES
Cuando surgen preguntas, es bueno hablar a los individuos responsables de la congregación, que son “hombres de mayor edad” espiritualmente y que tienen entendimiento. (Hech. 20:28; 1 Ped. 5:1-4) Aun entonces, si, en esa ocasión, no comprendemos plenamente, ¿estamos dispuestos a seguir con la congregación de Dios y aceptar la dirección de Jehová, con la seguridad de que él nos iluminará a su debido tiempo?
Si tenemos un amigo, ¿lo abandonamos cuando dice o hace algo que no comprendemos plenamente? Con cuánta más razón debemos ejercer fe en Dios y en su congregación. “El que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que viene a ser remunerador de los que le buscan encarecidamente,” dicen las Escrituras. (Heb. 11:6) Los que hemos conseguido un conocimiento de la verdad sabemos que hay que predicar el reino de Jesucristo, y su sacrificio propiciatorio para los pecados, como la única esperanza de la humanidad. ¿Quién está efectuando esta predicación? ¿A quién está bendiciendo Dios con paz y prosperidad espiritual en toda la Tierra? ¿Qué sucede con los individuos que pelean contra la obra y la organización del pueblo de Dios hoy día? Tratan de derribar, pero, ¿a quién están edificando? Si permitimos que alguna piedra de tropiezo nos haga caer permanentemente, nos haga apartarnos de Dios y su pueblo, ¿adónde iremos por la vida?
Cuando ciertas personas se opusieron a algunos dichos de Jesús que no podían entender, Jesús preguntó a sus discípulos allegados: “¿Esto los hace tropezar?” Entonces dijo a sus apóstoles: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?” y Simón Pedro contestó: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios.”—Juan 6:61, 67-69.
La Biblia aconseja que ejerzamos paciencia. (Sant. 5:9-11) ¿No les debemos paciencia, ante todo, a nuestros más grandes Amigos, Jehová Dios y Jesucristo, hasta que revelen las razones por sus actos? ¡Qué tontería sería el que pusiéramos nuestro conocimiento y juicio en competencia con los de ellos! El profeta de Jehová dijo: “¿Quién ha tomado las proporciones del espíritu de Jehová, y quién como su hombre de consejo puede hacerle saber algo?”—Isa. 40:13.
Y en cuanto a la congregación cristiana, compuesta como está de humanos imperfectos, ¿no podemos ser pacientes con ella a medida que ella sigue la guía de Dios? Ciertamente nos sentimos felices y agradecidos cuando se nos muestra paciencia a nosotros. Hacemos bien en imitar la paciencia de Dios, pues por medio de Cristo él sostendrá la congregación sin mancha y sin tacha.—2 Ped. 3:15; Efe. 5:25-27; Rev. 19:7, 8.
De veras, el único lugar de felicidad y vida se encuentra al seguir la dirección de Jehová. Ahora, en el umbral de su justo nuevo orden, mostrémonos dispuestos a dejar que Jehová reajuste nuestro pensar. Procediendo así, nos fortaleceremos unos a otros para permanecer firmes contra el Diablo, “para que no seamos alcanzados por Satanás con sus engaños, porque no estamos en ignorancia de sus designios.”—2 Cor. 2:11; Efe. 6:11.