Preguntas de nuestros lectores
● ¿Cuál es el significado de Proverbios 14:17? La manera en que lo vierte la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras difiere de la de otras traducciones.—L. A., EE. UU.
Proverbios 14:17 dice, según la Traducción del Nuevo Mundo: “El que es presto para airarse cometerá insensatez, pero el hombre de habilidades para pensar es odiado.” La Versión del Rey Jaime dice: “El que pronto se aíra se comporta neciamente: y el hombre de inicuas intrigas es odiado.” Ahora, no hay duda de que “el que es presto para airarse cometerá insensatez,” o de que “el que pronto se aíra se comporta neciamente.” Pero, ¿qué hay de la frase “y el hombre de inicuas intrigas es odiado”? Varias traducciones concuerdan con la Versión del Rey Jaime en esta manera de verter la frase (vea las versiones Valera y Moderna), mientras que la Traducción del Nuevo Mundo parece dar una idea diferente al decir: “Pero el hombre de habilidades para pensar es odiado.”
Primero, tomemos nota de esta frase según la vierten ciertos traductores modernos. La versión de Jaime Moffatt dice: “Pero el hombre prudente será paciente.” La traducción de Lamsa de la Peshitta dice: “Pero el hombre sabio es moderado.” Una Traducción Americana dice: “Pero el hombre discreto es paciente.” La Versión Normal Revisada también dice: “Pero el hombre discreto es paciente.” Notable, sin embargo, es una nota al pie de la página en esta versión, referente a la palabra “paciente,” que muestra que el hebreo dice “es odiado.” Sin embargo, vemos que estas traducciones modernas hablan de “el hombre prudente,” “el hombre sabio” y “el hombre discreto”; la versión Nácar-Colunga, española, habla del “hombre reflexivo.” La idea tras esto es muy similar a la que se encuentra en la Traducción del Nuevo Mundo, que habla de un “hombre de habilidades para pensar.”
La expresión “habilidades para pensar” se traduce de la palabra hebrea mezimmah en el número plural. Mezimmah quiere decir “un plan, generalmente malo (maquinación), algunas veces bueno (sagacidad).” Así que la palabra hebrea puede usarse en un sentido bueno, lo cual permite la expresión “habilidades para pensar.”
Pues, entonces, ¿puede ser odiado aun un hombre con habilidades para pensar, aunque las ejercite en buen sentido? Actualmente, el mundo en general no siente afecto particular para personas que ejercitan las habilidades de pensar. A las personas pensadoras que son verdaderamente intelectuales a veces se les llama despectivamente “sabelotodo” o “comelibros.” Frecuentemente estos términos se han aplicado de manera no muy respetuosa a personas que verdaderamente usan sus facultades de pensar apropiada y productivamente. Se les desprecia porque ejercitan su mente. Algunas personas son demasiado haraganas para pensar, porque el pensar es trabajo duro. Por lo tanto desprecian a los que utilizan sus habilidades mentales, los que muestran diligencia en emplear la mente. Frecuentemente ocurre, por lo tanto, que las personas pensadoras son odiadas.
La siguiente cita del libro The Age of Conformity, por Alano Valentine, páginas 105 y 106, refleja una idea bastante general: “Einstein era un héroe nacional de otra clase, de manera más remota; casi nadie lo entendía, pero casi toda persona aceptaba el veredicto de los peritos de que él era un tremendo aventurero en las elevadas alturas de la matemática. Pero cuando él empezó a opinar en cuanto a cuestiones públicas sus admiradores disminuyeron. El pensar independientemente es desafiar la norma democrática, y ‘doctoral’ y ‘teórico’ no son términos de elogio. ‘Mejor ser tardón que come-libros’ es simplemente el lema reciente al defender lo ordinario.”
Hay, sin embargo, quienes solo fingen que piensan. Proverbios 14:17 no se refiere a estos pseudointelectuales. No han alcanzado realmente la posición de verdaderos intelectuales, personas pensadoras que muestren tener verdadera inteligencia. En realidad el pseudointelectual que actúa y habla con la intención de impresionar quizás canse a otros y les resulte repulsivo. Pero él no es la clase de persona que es “el hombre de habilidades para pensar,” a quien se odia. En el caso del intelectual falso se demuestra la veracidad de 1 Corintios 8:1: “El conocimiento hincha.”
El hecho de que al hombre de verdaderas habilidades para pensar se le odia, sin embargo, se manifiesta en lo que concierne a los testigos de Jehová. Ellos ejercitan su mente respecto a los propósitos de Dios y caminan con Dios. (Miq. 6:8) Ellos adquieren el conocimiento de la Palabra de Dios y actúan según éste y no se conforman a este sistema de cosas. (Rom. 12:1, 2) Como personas pensadoras que siguen a Cristo como su ejemplo y que hacen la voluntad divina se les odia. En esto no se asemejan a los mundanos. ¡Y no es maravilla, porque ellos no son parte de este mundo! Ellos muestran esto por pensar, por ejercitar sus facultades mentales, y entonces por actuar en armonía con los principios justos de la Palabra de Dios.—Juan 15:19.
La expresión “habilidades para pensar” en Proverbios 14:17 puede, por supuesto, abarcar los pensamientos maliciosos. El hombre que inventa maldad o que es malicioso, es odiado. Así, cualquier aplicación que se dé a “habilidades para pensar” es posible. Sin embargo, no se puede escapar del hecho de que los cristianos que usan su mente, que ejercitan su habilidad para pensar en conexión con Dios, su Palabra y sus propósitos, y que caminan con Jehová; son odiados por este mundo, que “está yaciendo en el poder del inicuo.”—1 Juan 5:19; Isa. 30:20, 21.
● Según Éxodo 12:37 hubo 600,000 hombres israelitas físicamente capacitados que salieron de Egipto, además de los pequeñuelos. Puesto que 600,000 varones adultos implican una población total de unos dos millones de personas, ¿cómo pudiera ser que hubiera solo 22,273 varones primogénitos, como se declara en Números 3:43? ¿No haría esto que las familias fueran irrazonablemente grandes?—A. R., Panamá.
En cuanto a los primogénitos, se nos dice: “Todos los varones primogénitos por el número de los nombres desde un mes de edad en adelante de los registrados de ellos sumaron a veintidós mil doscientos setenta y tres.” (Núm. 3:43) Superficialmente parecería haber alguna discrepancia, pues esto haría que hubiera como noventa personas por familia, si se contara un solo varón primogénito por cada familia. No obstante, se debe notar que es razonable concluir que había tantas primogénitas como primogénitos. De modo que esto cortaría el tamaño de las familias a la mitad, o a unas cuarenta y cinco personas para cada una.
En segundo lugar, ¿qué hay de los varones primogénitos que eran padres ellos mismos? Notamos que el número de 600,000 israelitas varones físicamente capacitados (excluyendo a los levitas) incluía a los “de veinte años de edad para arriba.” (Núm. 1:18) Recordamos, también, que cuando la décima plaga hirió a Egipto, no mató a Faraón, quien muy probablemente era él mismo un primogénito; pero mató a su hijo que todavía no era mayor de edad. De manera que habría muchos más primogénitos varones en Israel que los 22,273, pero no se les incluiría en la cifra dada en Números 3:43, puesto que ese número se refiere solo a menores. No se referiría a padres o abuelos o a bisabuelos que fueran primogénitos. Puesto que es razonable concluir que había como tres generaciones viviendo al mismo tiempo, esto cortaría el tamaño de las familias todavía más.
Quizás todavía parezcan grandes las familias de tantos miembros, pero recordamos que Jacob tuvo trece hijos por dos esposas y dos concubinas. Esto señala a otro factor: que en Israel se practicaban tanto la poligamia como el concubinato, y solo el primogénito del padre, no el primogénito de la madre, se consideraba el primogénito. Así, en el caso de Jacob, cada una de sus esposas y concubinas tuvo su primogénito, pero Jacob tuvo un solo primogénito, Rubén.—Gén. 49:3.
¿De dónde vino el exceso de esposas y concubinas? Primero, el registro bíblico nos dice que cuando Simeón y Leví, hijos de Jacob, arbitrariamente asumieron el vengar el honor de su hermana Dina, mataron a todo varón de la ciudad de Siquem pero se llevaron como despojo de guerra a las mujeres y los niños, sirviendo sin duda las mujeres tanto como siervas o esclavas como concubinas. Además, quizás haya habido más mujeres que hombres en Israel tal como en algunos países hoy el número de las mujeres excede al número de hombres. Bajo la institución de la poligamia aquellas mujeres tenían esposos y familias.—Gén. 34:29.
Especialmente ilumina en cuanto a lo que pudiera explicar las familias grandes la bendición directa de Jehová: “Los hijos de Israel se hicieron fructíferos y comenzaron a enjambrar; y siguieron multiplicándose y haciéndose más poderosos a una proporción muy extraordinaria, de modo que la tierra llegó a estar llena de ellos.” “Con setenta almas tus antepasados bajaron a Egipto, y ahora Jehová tu Dios te ha constituido como las estrellas de los cielos en cuanto a multitud.” (Éxo. 1:7; Deu. 10:22) Con la bendición de Jehová sobre ellos, los israelitas aumentaron tan rápidamente que el rey de Egipto se alarmó. Por lo tanto vemos que no hay nada impropio en cuanto al total calculado de dos millones de israelitas y el número de 22,273 varones primogénitos.