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Un concepto maduro de la dedicaciónLa Atalaya 1953 | 1 de enero
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“Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida ni ángeles ni gobiernos ni cosas aquí ni cosas por venir ni poderes ni altura ni profundidad ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.”—Heb. 6:1; Rom. 8:38, 39, NM.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1953 | 1 de enero
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Preguntas de los lectores
● Sus publicaciones indican que la guerra del Armagedón vendrá en esta generación y que esta generación empezó en 1914 d. de J.C. Bíblicamente, ¿de cuántos años consta una generación?—G. P., Liberia.
El diccionario sin abreviar de Wébster da, en parte, esta definición de generación: “El promedio de vida del hombre, o el período de tiempo en el que un rango sigue a otro, o el padre es sucedido por el hijo; una época. Generalmente se considera que una generación consta de unos 33 años.” Pero la Biblia no es tan específica. No da ningún número de años para una generación. Y en Mateo 24:34, Marcos 13:30 y Lucas 21:32, los textos que mencionan la generación a la que la pregunta se refiere, no hemos de entender que la generación quiere decir el promedio de tiempo en que una generación es sucedida por la siguiente, como se hace en el diccionario de Wébster en su aproximación de 33 años; sino que más bien como la definición primero citada de Wébster, “el promedio de vida del hombre.” Tres o hasta cuatro generaciones pueden estar viviendo al mismo tiempo, porque sus vidas se traslapan. (Sal. 78:4; 145:4) Antes del diluvio del día de Noé la gente vivía cientos de años. A través de los siglos desde entonces la duración de la vida ha variado, y aun ahora es diferente en diferentes países. La Biblia sí dice que los días de un hombre son setenta u ochenta años; pero no señala ningún número específico de años a una generación.—Sal. 90:10.
Aun si lo señalara, no podríamos calcular de tal cifra la fecha del Armagedón, porque los textos que se consideran aquí no dicen que la guerra de Dios viene al fin de esta generación, sino antes de su fin. El tratar de decir cuántos años antes de su fin sería especular. Los textos sólo determinan un límite que es bastante definido para servir todos los presentes propósitos prácticos. Algunas personas que vivían en 1914 d. de J.C. cuando la serie de eventos predichos empezó también estarán viviendo cuando la serie termine con el Armagedón. Todos los eventos vendrán dentro del límite de una generación. Hay cientos de millones de personas viviendo ahora que vivían en 1914, y muchos millones de estas personas todavía podrían vivir veinte o más años. Precisamente cuándo pondrá fin el Armagedón a la vida de la mayoría de ellas no lo podemos decir.
● El Deuteronomio 21:10-13 manifiesta que hombres israelitas podían casarse con mujeres cautivas extranjeras, empero otros textos prohiben el matrimonio con ellas. ¿No es esto contradictorio?—M. H., Pensilvania.
Jehová da la razón por la prohibición general concerniente a las esposas extranjeras, como sigue: “Ellas apartarían a tus hijos de seguirme para servir a dioses extraños.” También se amonestó contra el “casar sus hijos con las hijas de ellos, quienes desertarán hacia sus dioses y harán a sus hijos desertar también”. (Éxo. 34:16, Mo; Deu. 7:4, UTA) La prohibición no se basaba en algún prejuicio racial ni en alguna base nacionalista, sino que fué con el único propósito de proteger a los Israelitas de la contaminación religiosa. Fué para evitar contactos que pudieran comprometer la pureza de adoración dada a Jehová.
Pero note cómo las circunstancias especiales implicadas en el caso de que se trata en el Deuteronomio 21:10-13 eliminan este peligro de contaminación: “Cuando hagas la guerra a los pueblos enemigos, y Yavé, tu Dios, te los dé en tus manos y hagas cautivos, si entre ellos vieres a una mujer hermosa y la deseas, la tomarás por mujer, la entrarás en tu casa, y ella se raerá la cabeza y se cortará las uñas, y quitándose los vestidos de su cautividad, quedará en tu casa; llorará a su padre y a su madre por tiempo de un mes; después entrarás a ella y serás su marido y ella será tu mujer.”—NC.
Ella se cortaba el pelo, lo cual era la señal acostumbrada de lamento. (Job 1:20; Isa. 15:2; Jer. 7:29; Amós 8:10; Miq. 1:16) Se cortaba las uñas muy cortas, de modo que se perdía esta manera de adornarse, puesto que se las pintaba para hacerlas atractivas; o las dejaba crecer sin arreglarlas, de modo que carecieran de lo atractivo de uñas bien cuidadas. (Deu. 21:12, Knox; Leeser) Se quitaba el vestido con que fué tomada cautiva, puesto que las mujeres de las fuerzas derrotadas se ponían sus mejores vestidos y adornos con la esperanza de hallar favor a la vista de sus apresadores. Por un mes se lamentaba, deplorando la pérdida de sus amados, de esta manera indicando posiblemente lo completo de la destrucción de la guerra al tiempo de su captura. Las mujeres cautivas posiblemente eran los únicos sobrevivientes, y los dioses paganos sin duda eran destruídos por los guerreros israelitas. De modo que no se dejaba ningún vínculo con la nación pagana, ya fuera social o religioso. No había parientes paganos con quienes el hombre israelita se mezclara.
Por consiguiente el casarse con una mujer extranjera tan completamente separada de conexión con dioses falsos y adoradores falsos era permitido. Era muy diferente a casarse con una mujer extranjera no cautiva cuyos parientes vivían, cuyos dioses religiosos todavía eran adorados por su familia, quien de vez en cuando tendría algún contacto con sus parientes y sus dioses paganos, y quien podría poner a su esposo israelita en contacto con ellos también, con lo cual expondría su adoración pura a la contaminación. De modo que las circunstancias especiales del Deuteronomio 21:10-13 eran lo que permitía que se hiciera excepción a la prohibición general de matrimonio con mujeres extranjeras.
● ¿Por qué no fué castigado Aarón con lepra como su hermana María cuando hablaron contra Moisés?—G. M., Pensilvania.
El registro de ese suceso se encuentra en Números, capítulo 12, y puede darse una explicación plausible. Aarón en ese tiempo era sumo sacerdote de Israel, y según los requisitos del sumo sacerdote como se expresan en Levítico, capítulo 21, y particularmente en los versículos 20, 21, ningún israelita de la casa de Aarón que tuviera una plaga en su carne, escorbuto u otra tacha, podría ser sumo sacerdote. Por eso, si Aarón hubiera sido herido de lepra habría sido rechazado del sacerdocio, o por lo menos por siete días en que la lepra continuaría como en el caso de María. (Núm. 12:15) Evidentemente fué el puesto lo que salvó a Aarón de tal castigo lamentable. También, el registro dice claramente que el que María fuera herida de lepra fué una experiencia dolorosa para Aarón y le hizo abogar por ella, sin duda siendo este dolor fraternal sentido por él castigo suficiente. A menudo desearíamos soportar el dolor nosotros mismos antes que permitir que aquellos a quienes amamos tiernamente lo sufran.—Núm. 12:10-12.
Sin embargo, el pecado de María en esta murmuración contra Moisés posiblemente haya sido mayor que el de Aarón, posiblemente haya sido más que una queja personal de su parte. Quizás haya sido un caso de mujer contra mujer, con Aarón poniéndose de parte de su hermana en vez de su cuñada. (Núm. 12:1) María murmuró contra Moisés porque tenía una mujer etíope de esposa. Evidentemente había algunos celos en el asunto. Moisés era profeta de Jehová Dios, y su esposa participaría en algo de su gloria. Sería respetada por lo que Moisés era, y podría ser considerada como la primera dama de la tierra. Ahora bien, como las circunstancias lo indican, María era la primera dama de la tierra. Cuando los israelitas pasaron a través del mar Rojo y Moisés cantó su canción al otro lado, María tomó la delantera entre las mujeres de Israel y las dirigió en cantar alabanza a Dios y fué considerada como profetisa de Israel. (Éxo. 15:20, 21) Eso le dió a ella la posición de primera mujer de Israel, y evidentemente ejerció alguna influencia debido a eso. Quizás su elevada posición en Israel fué opacada por la esposa de Moisés, y esto fué cansa de enojo. Y aunque seguramente no era correcto que Aarón criticara a Moisés, era aun más presuntuoso que María lo hiciera, en vista del lugar asignado a la mujer de sujeción al hombre en la congregación de Dios. Así que Dios la castigó con lepra, y eso la humilló a la vista de todos. Por siete días estuvo afuera, y luego fué traída y restaurada a su puesto. Con el tiempo murió y fué enterrada, habiendo recobrado el respeto de Israel y vuelto al favor de Dios.
Santifiquen a Cristo como Señor en su corazón, siempre listos para hacer una defensa ante todo aquel que les demande una razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con un genio apacible y respeto profundo.—1 Ped. 3:15, NM.
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