Llegando a conocer a Dios
“Han llegado a conocer a Dios, o más bien . . . han llegado a ser conocidos por Dios.”—Gál. 4:9.
1. ¿Hay una diferencia entre conocer a Dios y conocer acerca de él?
MUCHAS personas conocen acerca de Dios. Quizás vivan en comunidades donde la mayoría de los ciudadanos alega creer que él existe. Pero ¿significa esto que en realidad conocen a Dios? Bueno, hay una diferencia entre conocer acerca del gobernante del país donde uno vive y conocerlo personalmente. Así, también, sucede con conocer a Dios. La gente que en realidad conoce a Dios disfruta de una relación verdadera con él.
2, 3. ¿Por qué no creen algunas personas que Dios existe?
2 Por supuesto, algunas personas no tienen ningún interés en aprender acerca de Dios. Ni siquiera creen que existe. ¿Por qué? Quizás les repugna la hipocresía que practican muchos que alegan creer en él. Quizás señalen a las terribles atrocidades y desenfrenado derramamiento de sangre que algunos han practicado en el nombre de Dios y la religión. Pero ¿es razonable negar la existencia de Dios sobre la base de lo que han hecho los hombres? ¿No sería eso semejante a decir que el gobernante de cierto país no existe porque personas que falsamente alegan ser sus súbditos leales lo han representado en falsos colores? ¿Sería razonable permitir que las representaciones en falsos colores hechas por otros obstruyan el desenvolvimiento de una relación que podría contribuir a la felicidad y bienestar duraderos de uno?
3 Todavía otras personas sencillamente no quieren ser responsables a Dios. Quieren establecer sus propias normas para vivir. Quizás inventen argumentos en un esfuerzo por mostrar que Dios no existe. A menudo sus argumentos no equivalen a más que autoengaño, como confesó en una ocasión el bien conocido autor Aldous Huxley: “Tenía motivos para no querer que el mundo tuviera significado, en consecuencia di por sentado que no lo tenía, y sin dificultad alguna pude hallar razones satisfactorias para esta suposición.” Pero el que una persona prefiera creer que Dios no existe a fin de llevar una vida “libre” obviamente no hace que Dios desaparezca. Él permanece, él es.
4. ¿Qué evidencia ha convencido a la mayoría de las personas de que tiene que haber un Dios?
4 Razonando sobre el tema, la mayoría de las personas es impelida a admitir que realmente tiene que haber un Dios. El universo que infunde temor reverencial, su belleza y orden, la abundancia y variedad de la vegetación y los animales, el hombre mismo... todo señala a la existencia de un Diseñador magistral, un Creador de la vida y la materia. Basándose en lo que pueden ver, millones de personas pensadoras a través del mundo también han llegado a apreciar ciertas cualidades de Dios. Están de acuerdo con el inspirado apóstol Pablo que dijo: “Sus cualidades invisibles [de Dios] . . . claramente . . . se perciben por medio de las cosas hechas.”—Rom. 1:20; Hech. 14:16, 17.
5. (a) ¿Cómo demuestra la facultad de la conciencia que Dios existe? (b) ¿Qué revela acerca de Dios el que el hombre tenga la facultad de la conciencia?
5 La facultad de la conciencia del hombre solo es un ejemplo de esta verdad. La Biblia muestra que esta facultad, esta comprensión interior o sentido de lo correcto y lo incorrecto, suministra evidencia de una ‘ley escrita en el corazón.’ (Rom. 2:14, 15) Obviamente la humanidad no consiguió esa “ley” de los animales brutos, ya que su funcionamiento no está en evidencia entre ellos. La existencia de esta “ley” interna demuestra que debe haber un legislador inteligente... Dios. Además, esta facultad revela la sabiduría del Creador y su gran interés en el hombre y el amor que le tiene. La conciencia del hombre ha servido para disuadir a éste de cometer actos que amenazan la vida, bienestar y seguridad de la humanidad. La facultad de la conciencia normalmente condena los mismos males a todo tiempo y en todo lugar. Aun sin ningún ‘código’ escrito, los hombres durante toda la historia han reconocido que cosas como asesinato, robo, adulterio y perversión sexual son incorrectas. Este conocimiento innato ha suministrado un grado de estabilidad a la sociedad humana, especialmente al arreglo de familia. (Gén. 34:7; 39:9; Job, capítulo 31; 2 Ped. 2:6, 7) Verdaderamente la facultad de la conciencia es el don de un Dios sapientísimo y amoroso.
CÓMO LLEGAR A CONOCER A DIOS
6. ¿Por qué es fundamental el reconocer a Dios como persona para que lleguemos a conocerlo?
6 Pero ¿cómo podemos realmente llegar a conocer al Dios invisible que se ha revelado por medio de sus obras creativas? El primer paso a este respecto es reconocer que es una persona. Solo con una persona puede uno entrar en una familiaridad íntima o relación sólida. (Heb. 11:6) A menudo los que afirman creer en un Dios supremo no lo reconocen como persona. El biógrafo R. W. Clark asevera lo siguiente acerca de un famoso científico: “El Dios de Einstein aparece como el mundo físico mismo.” Pero, ¿no revela orden el mundo físico? Y ¿no es el orden una señal de inteligencia? ¿No está asociada siempre la inteligencia con la personalidad, con una persona? De modo que el que es responsable del orden en el universo, Dios, ha de ser una persona.
7. ¿Qué preguntas dejan sin contestar la creación y la razón?
7 La razón y la observación definitivamente revelan no solo que Dios es sino que de veras es una persona, y que tiene cualidades admirables. Pero se necesita más que la razón basada en la observación del universo físico para que uno llegue a conocer a Dios y disfrute de una relación con él. ¿Por qué? Porque el que razonemos sobre las cosas que vemos todavía deja sin contestar muchas preguntas acerca de él. La razón, por ejemplo, puede decirnos que hay un Dios. Pero ¿nos dirá por qué hay iniquidad en el mundo? La razón pudiera denotar que un Dios que es bueno no toleraría para siempre la iniquidad. Pero ¿nos dice cuándo podríamos esperar que terminaran las condiciones de iniquidad?
8. ¿Qué necesita obtener el hombre a fin de conocer a Dios personalmente?
8 Bueno, pues, ¿qué más se necesita? Revelación procedente de Dios mismo. Un Proverbio antiguo dice: “Donde no hay visión [o, revelación] el pueblo anda desenfrenado.” (Pro. 29:18) Sí, sin la guía de revelación divina, muchas personas se inclinan a ser desenfrenadas en su conducta, especialmente si les parece que pueden ‘salirse con la suya.’ (Ecl. 8:11) Su conciencia imperfecta no basta para restringirlas. Por lo tanto, para nuestra guía, Dios ha provisto revelación en su Palabra escrita, la Biblia. Nos revela que su nombre es Jehová y relata sus tratos, propósitos, sentimientos y actitudes de tal manera que realmente podemos llegar a conocerlo. (Sal. 83:18) La Biblia no nos deja en duda en cuanto a lo que Dios aprueba o desaprueba.
9. ¿Por qué podemos decir que la Biblia es de Dios?
9 Pero ¿por qué podemos decir que la Biblia es de Dios? Porque contiene información que simplemente no pudo haberse originado de los hombres. Los hombres no pueden predecir con exactitud infalible lo que sucederá a solo unos cuantos meses a partir de hoy. Sin embargo, la Biblia contiene muchas profecías que se escribieron con mucha anticipación, las cuales se han cumplido exactamente o están en el curso de cumplimiento. Aunque la Biblia fue escrita durante un período de más de dieciséis siglos, no es un libro lleno de filosofías contradictorias y cambiantes, como se esperaría de una obra que se originara de los hombres. Su armonía interior claramente señala a un origen divino. Las leyes y principios que contiene la Biblia no tienen rival de parte de cosa alguna que los hombres hayan originado como guía para el vivir. Lo que la Biblia dice a modo de legislación hace llamamiento a una buena conciencia y hasta la ayuda a tomar decisiones correctas. Al mismo tiempo la Biblia revela las elevadas normas del Legislador, Dios. Consideremos cómo una parte en particular de la Biblia, la Ley dada por el mediador Moisés (que se encuentra en los libros de Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) nos ayuda a conocer a Dios como un Legislador justo y misericordioso. Pudiéramos hacer esto comparando esa Ley con los esfuerzos humanos por hacer y poner en vigor las leyes.
APRENDIENDO ACERCA DE LA MISERICORDIA DE DIOS
10, 11. (a) ¿Cómo han tratado los hombres de enfrentarse a los males sociales como el robo? (b) ¿Cómo revela lo que la ley mosaica dice acerca del robo que Dios es misericordioso?
10 Las leyes de virtualmente toda nación condenan los males sociales como el robo. Pero cuando alguien sí hurta... ¿entonces qué? ¿Cómo debe tratarse al ladrón? Por siglos los hombres han tratado de resolver, en la mayor parte sin éxito, problemas como éste. La conciencia humana imperfecta de sí no revela plenamente la respuesta. En la Babilonia antigua, el Código de Hammurabi era severo, mandando, por ejemplo, que un ladrón atrapado en un incendio debería ser arrojado al fuego. Un ladrón con escalo habría de ser ahorcado públicamente enfrente de la brecha que hizo cuando forzó su entrada en la casa. Hoy los hombres y las mujeres condenados por robo por lo general son puestos en prisiones donde, más a menudo que no, se hacen criminales endurecidos. En el ínterin, las pobres víctimas tienen que vivir con sus pérdidas.
11 ¿Cómo reveló Dios que los casos de robo deberían manejarse en la antigua nación de Israel? De manera misericordiosa, y al mismo tiempo justa. Leemos en Éxodo 22:1-4: “En caso de que un hombre hurtara un toro o una oveja y efectivamente lo degollara o lo vendiera, ha de compensar con cinco de la vacada por el toro y cuatro del rebaño por la oveja. . . . Sin falta ha de hacer compensación . . . Si inequívocamente fuere hallado vivo en su mano lo hurtado, desde toro hasta asno y hasta oveja, ha de hacer compensación doble.” Así, se castigaba al ladrón haciendo que reemplazara lo que había hurtado, con un castigo adicional. Esto servía para grabar en él los efectos plenos de su agravio. Además, se requería que hiciera ciertos sacrificios, y así reconocía que también había pecado contra Dios. (Lev. 6:2-7) En cuanto a la víctima, se le restauraba su pérdida. El castigo adicional impuesto al ladrón beneficiaba a la víctima, ya que la compensaba ampliamente por haber perdido el uso de su propiedad y cualesquier problemas que resultaran de ello.
12. Supongamos que un ladrón no podía efectuar compensación por su robo... ¿entonces qué?
12 Pero ¿qué pasaba si el ladrón era pobre y no podía efectuar tal restitución? Tenía que ser vendido para trabajar como esclavo o siervo y así pagar su deuda. (Éxo. 22:3) ¿Quién puede negar que este arreglo era tanto justo como misericordioso? La víctima no sufría pérdida permanente. Al ladrón no se le daba muerte; no se consideraba que su vida era igual a la simple propiedad que había hurtado. Tampoco se le quebrantaba su espíritu ni se minaba su energía al ser encarcelado. Su período temporal de esclavitud le permitía enmendar el mal. Ciertamente esta manera sabia y misericordiosa de manejar el asunto procedía de Dios.
LA LEY REVELA LA JUSTICIA DE DIOS
13. (a) ¿Qué cargo se lanza a veces contra el relato en Deuteronomio 21:18-21? (b) En realidad, ¿cómo demuestra éste la justicia de Dios?
13 De la Ley también llegamos a saber que la misericordia de Dios tiene límites. ¿Significa esto que los castigos de la Ley eran a veces despiadados, crueles? ¿Qué hay de la siguiente declaración en Deuteronomio 21:18-21?
“En caso de que un hombre llegue a tener un hijo terco y rebelde, que no escucha la voz de su padre ni la voz de su madre, y ellos lo han corregido pero él no quiere escucharles, entonces su padre y su madre tienen que asirlo y sacarlo a los ancianos de su ciudad y a la puerta de su lugar, y tienen que decir a los ancianos de su ciudad: ‘Este hijo nuestro es terco y rebelde; no escucha nuestra voz, es glotón y borracho.’ Entonces todos los hombres de su ciudad tienen que apedrearlo, y tiene que morir. Así tienes que eliminar lo que es malo de en medio de ti, y todo Israel oirá y verdaderamente llegará a tener miedo.”
¿Es éste, como algunos dicen, un ejemplo de crueldad extremada para con los hijos? ¡De ninguna manera! En realidad, este relato muestra claramente la justicia de Dios al tratar con los que eran incorregiblemente inicuos y rehusaban responder al trato misericordioso. El “hijo” en este caso no era un jovencito sino que tenía suficiente edad para ser “glotón y borracho.” Además, sus padres repetidas veces lo habían amonestado, pero ‘no los escuchaba.’ Y, sobre todo, note que el hijo no era ejecutado sino hasta que era traído a juicio delante de “los ancianos de su ciudad.” Esta norma justa está en completo contraste con lo que se ha practicado en algunas sociedades patriarcales. Considerando ciertas tribus del desierto en el Oriente Medio, Raphael Patai dice:
“De hecho, el poder absoluto del patriarca sobre la vida y muerte de los miembros de su familia incluía el derecho de decidir al tiempo que le nacía una criatura si la dejaba vivir o la condenaba a morir. Sabemos de documentos históricos . . . desde tiempos preislámicos hasta el siglo diecinueve que a menudo un padre decidía ejecutar a una hija ya fuera inmediatamente al nacer o en una fecha posterior. El método acostumbrado de ejecutar a una hija recién nacida era enterrarla viva en las arenas del desierto.”—Family, Love and the Bible, pág. 122.
De modo que, entre muchos pueblos, miembros de la familia no tenían oportunidad de recibir trato justo cuando el cabeza patriarcal decidía arbitrariamente contra ellos. Sin embargo, al requerir un juicio delante de los ‘ancianos de la ciudad,’ la Ley protegía aun a un miembro de la familia acusado, permitiéndole tener una audiencia imparcial. Esto no revela a un Dios severo, sino a Uno de justicia genuina. ¡Cuán perfectamente equilibraba su Ley la misericordia y la justicia!
LLEGANDO A CONOCER A DIOS POR MEDIO DE SU HIJO
14. ¿Cómo nos ayuda la vida de Jesús a llegar a conocer a Dios?
14 Tal como sucede con la Ley, lo mismo sucede con el resto de la Biblia, por medio de ella realmente podemos llegar a conocer y apreciar las cualidades admirables de Dios, especialmente como se revelan por medio de su Hijo Jesucristo. Por un sinnúmero de miles de años antes de venir a la Tierra, el Hijo residía con su Padre en los cielos. (Juan 17:5; Col. 1:13-17) Tan estrecha era su relación y tan completamente en armonía estaban que el Hijo pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también.” (Juan 14:9; 1:18) Durante su ministerio terrestre, Jesucristo recalcó los principios que son fundamentales para la ley mosaica y el resto de las Escrituras Hebreas. Vivió de acuerdo con esos principios y reveló el verdadero espíritu de la Ley. Por medio de él, se pueden apreciar mejor las admirables cualidades de Dios.—Compare, por ejemplo, Mateo 5:21-48; 19:3-9; 23:23.
15, 16. (a) ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo que uno debe ‘adquirir conocimiento’ de o ‘conocer’ al Padre y al Hijo? Ilustre. (b) ¿Por qué no se puede decir que el reconocer a Jesucristo como el Señor que murió por nosotros es todo lo que hay en cuanto a ‘conocerlo’?
15 El llegar a conocer a Dios, entonces, quiere decir el conocer tanto a él como a su Hijo. Jesucristo indicó esto cuando dijo en oración a su Padre: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de [o, “que te conozcan a,” Versión Moderna] ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3) El ‘conocer’ así a Dios y su Hijo no se refiere simplemente a conocimiento mental, información adquirida. En realidad significa reconocer la autoridad de Dios y su Hijo y someterse a ella. A modo de ilustración, quizás un obrero tenga una asignación específica de trabajo de parte de su gerente. Sin embargo, si fuese a recibir una asignación contradictoria de un supervisor menor, quizás le diga a éste: ‘No conozco a ningún otro gerente.’ Al decir eso no querría decir que no sabía que existiera el supervisor menor o que no lo conocía como persona. Sin embargo, no “conoce” o reconoce a ningún otro gerente además de aquel bajo quien trabaja como persona que tenga autoridad sobre él.
16 De modo similar, una persona puede reconocer que Jesucristo existe y que es el Hijo de Dios que sacrificó su vida por el mundo de la humanidad. Pero ése no es el grado pleno de ‘conocer’ al Hijo de Dios. Según las propias palabras de Jesús, ha recibido “autoridad sobre toda carne.” (Juan 17:2) De modo que la persona que en realidad conoce que Jesucristo tiene esa autoridad muestra esto obedeciendo sus mandamientos. (Juan 14:15; 15:10) Como el apóstol Juan llamó a la atención de compañeros creyentes: “En esto tenemos el conocimiento de que hemos llegado a conocerlo, a saber, si continuamos observando sus mandamientos. El que dice: ‘Yo he llegado a conocerlo,’ y sin embargo no está observando sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en esta persona.” (1 Juan 2:3, 4) Puesto que los mandamientos de Jesús en realidad se originaron de su Padre, el conocer o reconocer al Hijo como el que merece obediencia también significa conocer o reconocer al Padre como el que merece sumisión plena.—Juan 7:16-18; 14:10.
SIENDO CONOCIDOS POR DIOS Y CRISTO
17. ¿Cómo muestra el caso de Abrahán lo que quiere decir ser conocido por Dios?
17 Al llegar a conocer a Dios como una persona y reconocer su autoridad, también llegamos a ser conocidos por él. Ese fue el caso del hombre fiel Abrahán. Jehová Dios dijo que ‘conocía’ a Abrahán, no queriendo decir que simplemente estaba enterado de la existencia de Abrahán sino que había llegado a estar bien familiarizado con él. El Todopoderoso había observado por muchos años la obediencia de Abrahán y su interés en la adoración verdadera y, como resultado, llegó a conocerlo como hombre de fe que instruiría correctamente a su prole. (Gén. 18:19; 22:12) Además, Dios conoció o reconoció a Abrahán como su siervo aprobado, su amigo.—Sant. 2:23.
18, 19. ¿Qué muestra que el tener conocimiento factual de la Biblia y el reconocer a Jesucristo como aquel que murió por los pecados de la humanidad no bastan para que uno sea reconocido como siervo aprobado de Dios y de Cristo?
18 El obtener reconocimiento de Dios como lo obtuvo Abrahán no depende simplemente de tener conocimiento factual de la Biblia. Hay personas que pueden contestar preguntas acerca de la Biblia y, en algunos casos, hasta la conocen en sus lenguajes originales. Puede que también reconozcan a Jesucristo como el Señor que murió por ellas. Pero si no están demostrando ser siervos obedientes, ni Jehová Dios ni Jesucristo reconocerán que estas personas les pertenecen. (2 Tim. 2:19; Tito 1:16) Jesucristo dio esta advertencia: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.”—Mat. 7:21-23.
19 Obviamente Jesucristo tendría que estar familiarizado con estas personas a quienes rechaza. De otra manera no podría referirse a ellas como “obreros del desafuero.” Sin embargo, no las conoce o reconoce como personas que tienen alguna relación aprobada con él; no las conoce como sus representantes autorizados. Por lo tanto, es vital que nosotros nos aseguremos de estar comportándonos de una manera que esté en armonía con la personalidad, caminos y tratos de Dios a fin de ser reconocidos como aprobados por él y por su Hijo. (Gál. 4:9) Solo si ése es el caso podemos esperar librarnos de la destrucción que les vendrá a todos los que no hacen caso de los mandamientos de Jehová Dios y Cristo Jesús, pues rehúsan conocer o reconocer su autoridad.—2 Tes. 1:6-9.
20. Si una persona es conocida por Dios, ¿a qué evidencia puede señalar de que su relación es personal?
20 El que es conocido o reconocido por Dios disfruta de una relación personal con su Creador. En su propia vida, experimenta la dirección y ayuda de Dios. Cuando surge una situación seria en la vida, una que requiere una decisión importante, la persona que realmente conoce a Jehová como el Dios sapientísimo y todopoderoso no se apoya en su propio entendimiento. (Pro. 3:5, 6) Se acerca a Jehová Dios en oración, pidiendo su ayuda y guía. Por medio de su espíritu, Jehová traerá a la memoria de la persona principios apropiados de su Palabra y le ayudará a hacer la aplicación correcta. (Compare con Juan 14:26.) Sin importar cuáles sean las circunstancias dificultosas o problemas, el individuo hallará vez tras vez que las siguientes palabras del discípulo Santiago aplican en su caso: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndolo a Dios, porque él da generosamente a todos y sin reconvenir; y le será dada.”—Sant. 1:5.
21. ¿Qué resulta de conocer a Dios y de continuar siguiendo un derrotero que él aprueba?
21 Al continuar obrando en armonía con la sabiduría piadosa que se nos revela en la Palabra de Dios y en respuesta a nuestras oraciones, ¿qué resultará? Por medio de su espíritu, Jehová Dios continuará ayudándonos a progresar en nuestro esfuerzo por desarrollar una personalidad piadosa. La “fuerza” o elemento impulsor que está ‘impulsando nuestra mente’ nos impelerá a amoldarnos cada vez más a las normas justas de Dios. (Efe. 4:20-24) Los mandamientos de Dios no serán simplemente palabras impresas en un libro. Más bien, formarán parte de nuestro mismísimo ser, grabadas en nuestra mente y corazón. Sabremos qué significan y apreciaremos su valor sumamente elevado por haber experimentado los beneficios que provienen de obedecerlos. (Sal. 119:1-16, 74-77, 164-168) Nos será posible, como dice el apóstol Pablo, ‘probar para nosotros mismos la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.’—Rom. 12:2.
[Ilustración de la página 435]
El ladrón que hurtaba un toro y lo vendía tenía que compensar con cinco toros
[Ilustración de la página 436]
La ley de Dios a Israel mostraba que su misericordia tiene límites. Al hijo rebelde que rehusaba escuchar la corrección misericordiosa de sus padres lo traían delante de “los ancianos de su ciudad” para juicio