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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1965 | 15 de abril
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No solo los jueces y hombres de mayor edad de la nación eran responsables de eliminar lo que era malo, sino que todos en Israel habían de ser celosos por la adoración verdadera, estar ansiosos de ver que no se arrojara ningún oprobio sobre el nombre de Dios, que la organización permaneciera limpia, evitando condenación de comunidad. Los testigos tenían que mostrar su celo por llevar la delantera en ejecutar la sentencia. Tal celo lo ilustraron los levitas cuando obraron contra sus hermanos israelitas que practicaron adoración del becerro en Sinaí; lo ilustró Finees el levita al ejecutar al simeonita Zimri en la ocasión en que 24,000 israelitas murieron por inmoralidad en conexión con Baal de Peor. (Éxo. 32:25-29; Núm. 25:6-9) A los padres se les requería que trajeran a su hijo terco e incorregible a los jueces, sin escudarlo de la sentencia de muerte. Si alguien se hacía profeta falso o apóstata, el amor a Dios y la lealtad a él y a su organización tenían preeminencia sobre aun los vínculos naturales más allegados, tales como el de un hijo o una hija.—Deu. 21:18-21; 13:6-11.
Había otro principio envuelto en esto. Una cosa era traer testimonio contra una persona ante el tribunal, pero cosa muy distinta era ser el ejecutor, uno que realmente derramara la sangre de la persona. Esto haría que un testigo pensara muy cuidadosamente al dar evidencia. Sería un testigo muy endurecido el que diera testimonio falso sabiendo que también tenía que ser el primero en obrar para dar muerte al hombre o a la mujer.
Por eso hoy en día, si alguien practica iniquidad en la congregación cristiana, el comité judicial de la congregación tiene la responsabilidad de investigar y expulsar para eliminar lo que es malo. Pero cada uno de los de la congregación debería ser exactamente tan celoso por la limpieza y buena posición de la congregación ante Jehová, como ellos, aunque el culpable sea tan allegado como un hijo o una hija. Cada uno debería ser celoso en dar testimonio de lo que sabe en el caso, no reteniendo información o evidencia debido a vínculos allegados de familia o amistad. Debería asentir al juicio del comité y apoyar su acción.—Zac. 13:3.
También, hay otra lección para nosotros. Deberíamos tener mucho cuidado de dar testimonio verdadero, no falso ni dudoso. No deberíamos permitir que el prejuicio o una opinión preconcebida nos hiciera dar testimonio falso, apresurado, descuidado o inexacto. Tenemos que rendir cuentas al gran Juez, Jehová Dios. Pues tenemos que recordar que en la ley de Dios a Israel el testigo falso recibía el castigo que se había propuesto para la persona contra la cual testificaba falsamente.—Deu. 19:18-20.
Así, de esta ley dada a Israel podemos aplicar a nuestro día moderno el principio de ser celosos por la adoración correcta, pura y limpia de Jehová, y también el principio de ser veraces, muy cuidadosos, al dar testimonio, sabiendo que estamos delante del gran Juez Jehová, que nos juzga por las palabras que decimos en tal ocasión.—Mat. 12:36, 37.
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ESTUDIOS DE “LA ATALAYA” PARA LAS SEMANAS
9 de mayo: El banquete venidero para todos los pueblos. Página 236.
16 de mayo: Aceptando la invitación al banquete. Página 243.
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