Siguiendo al Agente Principal de la Gobernación Divina
1. (a) ¿Por qué no contaba para los judíos circuncisos naturales la decisión que tomaron sus antepasados en el monte Sinaí ahora que se trataba del nuevo pacto? (b) ¿A quién tenían que imitar aquellos judíos, y de qué manera?
PARA los judíos circuncisos naturales las cosas no fueron iguales después que Jesucristo ascendió a la presencia celestial de Jehová Dios y le ofreció el precioso mérito de su sacrificio humano. Debido a esto el viejo pacto mosaico fue cancelado, y un nuevo pacto fue validado con la sangre del Hijo de Dios, el Mediador de este pacto. La oportunidad de ser introducidos en este nuevo pacto fue ofrecida primero a los judíos naturales. Sus antepasados de quince siglos antes le habían declarado al mediador Moisés: “Todo lo que ha hablado Jehová estamos dispuestos a hacerlo.” Pero esto no contaba para sus descendientes por lo que respecta al nuevo pacto. Para este último pacto hubo un nuevo Mediador mayor que Moisés, a saber, Jesucristo. Para ser introducidos en el nuevo pacto tenían que responder a este mejor y mayor Mediador: “Todo lo que ha hablado Jehová estamos dispuestos a hacerlo y a ser obedientes.” Imitando al Agente Principal de la Gobernación Divina, Jesucristo el Mediador, estos judíos naturales tenían que presentarse a Jehová, para hacer su voluntad según les fuera transmitida por medio de este Mediador nuevo y mayor.
2. Según lo que les dijo Pedro a los judíos en el Pentecostés de 33 E.C., ¿qué le había hecho Dios a Jesús que cambió la situación para los judíos naturales?
2 Verdaderamente una situación nueva había surgido para los judíos naturales y ellos individualmente tenían que ajustarse a ella. El apóstol cristiano Pedro les señaló esto el día de fiesta del Pentecostés de 33 E.C., después que Jehová Dios por medio de Jesucristo derramó el espíritu santo sobre los fieles seguidores del Agente Principal de la Gobernación Divina. Después de explicar lo que había acontecido milagrosamente y por qué, Pedro dijo a aquellos miles de judíos congregados: “De hecho David no ascendió a los cielos, sino que él mismo dice: ‘Jehová dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra, hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies.”’ Por lo tanto sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero.”—Hech. 2:34-36.
3. (a) ¿Cómo, según lo ilustraron sus antepasados en el monte Sinaí, mostrarían aquellos judíos que eran dignos de ser introducidos en el nuevo pacto? (b) Después de hacer lo que Pedro y los otros apóstoles les dijeron que hicieran, ¿qué manifestaría que esos judíos habían sido introducidos en el nuevo pacto?
3 ¿Cómo fue que ahora, bajo el nuevo conjunto de circunstancias, aquellos judíos que escucharon declararon: “Todo lo que ha hablado Jehová estamos dispuestos a hacerlo,” y así mostraron que eran dignos de ser introducidos en el nuevo pacto? Fue por aceptar a Jesús, que anteriormente había sido fijado en un madero, como su Señor y como el Cristo o Mesías de Jehová y como su Mediador que había sido predicho y prefigurado por el profeta Moisés. No les podía venir salvación de ninguna otra manera. Miles de aquellos judíos se sintieron heridos en el corazón por lo que oyeron a Pedro decir. Por eso, cuando les preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: “Varones, hermanos, ¿qué haremos?” Pedro los dirigió al Agente Principal de vida de Dios, diciendo: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don gratuito del espíritu santo. Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos, para cuantos llame a sí Jehová nuestro Dios. . . . Sálvense de esta generación perversa.” (Hech. 2:37-40) Si después que se bautizaban en el agua recibían el don gratuito del espíritu santo de Dios por medio de Cristo, eso significaba que eran introducidos en el nuevo pacto.
4. ¿Qué, pues, simbolizaba el bautismo en agua de aquellos judíos?
4 Pues bien, ¿qué simbolizaba el bautismo de ellos en agua? Puesto que su bautismo había de ser “en el nombre de Jesucristo” y puesto que era precedido por su arrepentimiento para con Jehová Dios, simbolizaba la presentación de ellos a Dios para hacer su voluntad. El hacer la voluntad de él incluía el aceptar a Jesucristo como el “Señor” de ellos dado por Dios y como el “Cristo” o Mesías de ellos dado por Dios.
5, 6. (a) El que recibieran perdón de pecados vendría por medio ¿de quién? y ¿qué pecados eran los que ahora tenían que ser perdonados? (b) Según Hebreos 9:14, ¿en qué resultaría para ellos el perdón de sus pecados?
5 Sin aceptar a Jesucristo como “Señor y también Cristo” no podían adquirir “perdón de sus pecados.” Estos pecados que Dios ahora perdonaba por medio de Jesucristo no eran los pecados que habían cometido contra el pacto de la Ley Mosaica. Aquel pacto con el Israel natural ahora había pasado, había sido cancelado, y el nuevo pacto prometido había sido mediado ahora por el mejor Mediador, Jesucristo. Por consiguiente los pecados por los cuales tenían que arrepentirse para con Dios eran principalmente su pecado contra Dios por haber participado en haber fijado en el madero a su Hijo Jesucristo junto con sus pecados en general. El que de Dios y por medio de Cristo recibieran perdón de pecados resultaría en que obtuvieran una buena conciencia. Sobre esto leemos:
6 “¿Cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo?”—Heb. 9:14.
7. Según los términos del nuevo pacto, ¿qué se prometió respecto a los pecados, y por medio de quién fueron introducidos en ese pacto aquellos judíos bautizados?
7 Este perdón de pecados que resulta en una buena conciencia para con Dios era lo que Él había prometido en los términos del nuevo pacto. Cuando Jehová predijo el nuevo pacto por medio del profeta Jeremías, Jehová cerró esta profecía diciendo: “Porque perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado.” (Jer. 31:31-34) Siglos más tarde, cuando el apóstol Pablo escribió a los hebreos que habían llegado a ser cristianos, y que eran descendientes naturales de Abrahán, el “amigo de Jehová,” citó de la profecía de Jeremías y pasó a decir: “‘Porque seré misericordioso en cuanto a sus hechos injustos, y de ningún modo recordaré más sus pecados.’ Al decir él ‘un nuevo pacto’ ha hecho anticuado al anterior. Ahora bien, lo que se hace anticuado y envejece está próximo a desvanecerse.” (Heb. 8:12, 13) De eso se desprende lógicamente, por lo tanto, que los tres mil judíos que se arrepintieron y se bautizaron en el nombre de Jesucristo y recibieron el don gratuito del espíritu santo fueron introducidos en el nuevo pacto por medio del ‘mejor mediador,’ Jesucristo.—Hech. 2:41.
8, 9. Algunos días más tarde en el templo, ¿a quién dirigió la atención de los judíos Pedro, y qué declaró que tenían que hacer, con qué resultado para ellos?
8 Unos días después de aquella experiencia del Pentecostés, Pedro y Juan estaban en el templo en Jerusalén. Al hablar a la muchedumbre que se congregó alrededor de ellos, Pedro de nuevo dirigió la atención de los judíos al Agente Principal para la gobernación divina. Pedro también dirigió la atención de ellos a la necesidad que tenían de arrepentirse y convertirse, buscando el refrigerio que viene del perdón de sus pecados desde Dios mediante Cristo. Pedro añadió:
9 “El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado este honor a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y repudiasteis delante de Pilato, habiendo éste decidido dejarle ir. Mas vosotros repudiasteis al Santo y Justo. Pedisteis que se os soltara un asesino, y disteis muerte a la fuente misma [el príncipe, Hispanoamericana; Jefe, Je; Agente Principal, NM] de la vida. Mas Dios lo levantó de entre los muertos, como nosotros podemos testificar. . . . Arrepentíos pues, y volveos a Dios, para que sean borrados vuestros pecados, y vendrán tiempos más felices de la presencia del Señor, y él enviará a Jesús, el Cristo destinado a vosotros. . . . Fue a vosotros que Dios primero envió a su siervo después de haberlo levantado de entre los muertos, para bendeciros haciendo que cada uno de vosotros se aparte de su iniquidad.”—Hech. 3:13-26, AT; HA; Je; NM.
10. ¿Por qué no se efectuó un bautismo de judíos arrepentidos en aquella ocasión, y qué nombre le dijeron Pedro y Juan al Tribunal que era el único por el cual conseguir salvación?
10 Antes que Pedro y Juan pudieran hacer arreglos para que cualesquier judíos arrepentidos allí en el templo se bautizaran, la situación cambió, porque leemos: “Ahora bien, mientras los dos hablaban al pueblo, se les presentaron los principales sacerdotes y el capitán del templo y los saduceos, molestados porque enseñaban al pueblo y declaraban patentemente la resurrección de entre los muertos en el caso de Jesús.” (Hech. 4:1, 2) Así que Pedro y Juan fueron puestos en prisión por aquella noche, y el día siguiente se les celebró juicio y se les soltó. Delante del Tribunal declararon que no hay otro nombre bajo el cielo que haya sido dado entre los hombres por el cual ser salvo excepto el nombre del Agente Principal de la gobernación divina de Jehová. (Hech. 4:3-23) Los apóstoles rehusaron cesar de seguir a aquel que llevaba tan precioso nombre.
11. (a) ¿Cómo llegó Felipe el evangelizador a predicar en Samaria? (b) ¿En nombre de quién fueron bautizados los samaritanos creyentes, y por lo tanto de quién llegaron a ser discípulos?
11 Cruel persecución estalló más tarde en Jerusalén y el fiel judío cristiano Esteban fue muerto a pedradas. Los discípulos de Cristo fueron esparcidos de Jerusalén, excepto los doce apóstoles. Entre los esparcidos estaba Felipe el Evangelizador. Éste fue al norte a la ciudad de Samaria y “se puso a predicarles al Cristo.” Felipe le causó mucho gozo a la ciudad por lo que predicó y las señales milagrosas que ejecutó. Los samaritanos se apegaban al Pentateuco o cinco libros escritos por Moisés, y practicaban la circuncisión. Por consiguiente, muchos de ellos aceptaron a Jesucristo como el ‘mejor mediador’ que fue prefigurado por Moisés. En el caso de estos creyentes samaritanos, Felipe ejecutó lo que Jesús había mandado que se hiciera, porque leemos: “Pero cuando creyeron a Felipe, que estaba declarando las buenas nuevas del reino de Dios y del nombre de Jesucristo, procedieron a bautizarse, tanto varones como mujeres.” (Hech. 8:1-13; Mat. 28:19, 20; Hech. 1:8) Aquellos samaritanos fueron bautizados en el nombre de Jesús; llegaron a ser discípulos creyentes y bautizados de él.
12. (a) ¿Cómo llegó Felipe a predicarle a un eunuco etíope en su carro, y en nombre de quién lo bautizó Felipe? (b) Ese bautismo indicó que el etíope había emprendido ¿qué proceder?
12 Después de hacer muchos discípulos entre aquellos samaritanos circuncisos, un ángel de Dios dirigió a Felipe a un prosélito circunciso del judaísmo. Este hombre, un eunuco etíope, regresaba de haber adorado en Jerusalén. Cuando Felipe hizo detener el carro y le habló al hombre, el etíope estaba leyendo de la profecía de Isaías 53, en lo que ahora es el capítulo cincuenta y tres. El etíope le preguntó a Felipe a quién describía Isaías allí. Entonces, como nos dice Hechos 8:35: “Felipe abrió la boca y, comenzando por esta Escritura, le declaró las buenas nuevas acerca de Jesús.” Felipe también le informó al etíope acerca del bautismo en agua, y el hombre pidió que se le bautizara tan pronto como llegaran a aguas apropiadas. Felipe lo bautizó, por supuesto, en el nombre de Jesús. (Hech. 8:36-39) Como aquellos samaritanos creyentes, este etíope circunciso se presentó a Jehová Dios para hacer su voluntad como discípulo de Jesucristo.
“CONVERSIÓN DE LA GENTE DE LAS NACIONES”
13. (a) ¿Cómo diferían de los judíos los gentiles en cuanto a responsabilidad por la muerte de Jesús y en cuanto a la maldición de la Ley? (b) ¿Cuándo y con quién comenzó Jehová a conceder arrepentimiento a los gentiles?
13 Diferente de los judíos circuncisos que compartían responsabilidad de comunidad por habérsele dado muerte a Jesucristo fuera de Jerusalén, la gente de las naciones gentiles no tenía que arrepentirse por haber tenido parte alguna en fijar en un madero al inocente Hijo de Dios. No estaban bajo la maldición del pacto de la Ley Mosaica. (Gál. 3:13) No obstante, eran pecadores que descendían de los pecadores Adán y Eva, y tenían muchísimos pecados paganos de los cuales arrepentirse y por los cuales estaban condenados a muerte por Dios. Estaban, como les dijo el apóstol Pablo, “sin Cristo, alejados del estado de Israel y extraños a los pactos de la promesa, y no tenían esperanza y estaban sin Dios en el mundo.” (Efe. 2:12) Eran por lo general personas incircuncisas. Pero en el año 36 E.C. Jehová Dios misericordiosamente comenzó a conceder “también a la gente de las naciones arrepentimiento con la vida como objeto,” por medio de Jesucristo. (Hech. 11:18) La persona con la cual comenzó fue Cornelio de Cesarea. Esta ciudad era la sede provincial de Poncio Pilato, el gobernador romano de la provincia de Judea.
14. ¿Ya sabían algo acerca de Jesús Cornelio y los que estaban reunidos en su casa? ¿Qué les dijo Pedro acerca de conseguir perdón de pecados?
14 El centurión italiano Cornelio y los que él reunió en su casa ya sabían algo acerca de Jesucristo. Por eso el apóstol Pedro, que fue enviado a predicarles, les dijo: “Ustedes conocen el tema acerca del cual se habló por toda Judea, comenzando desde Galilea después del bautismo que Juan predicó, a saber, Jesús que era de Nazaret, cómo Dios lo ungió con espíritu santo y poder, y fue por la tierra haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el Diablo; porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo.” Pedro continuó y dijo finalmente; “De él dan testimonio todos los profetas, que todo el que pone fe en él consigue perdón de pecados por medio de su nombre.”—Hech. 10:37-43.
15. ¿Qué muestra si recibieron el perdón de pecados aquellos gentiles que estaban escuchando, y, por mandato de Pedro, qué llegaron a ser?
15 Silenciosamente, en sus corazones, Cornelio y aquellos gentiles que estaban reunidos con él se hicieron creyentes en Jesucristo y recibieron este perdón de pecados por medio de su nombre y por consiguiente una buena conciencia para con Dios. ¿Qué evidencia había de eso? El relato nos informa, con estas palabras: “Mientras todavía estaba hablando Pedro acerca de estos asuntos el espíritu santo cayó sobre todos los que oían la palabra. Y los fieles que habían venido con Pedro . . . los oían hablar en lenguas y [magnificar] a Dios. Entonces Pedro respondió: ‘¿Puede alguien negar el agua para que no sean bautizados éstos, que han recibido el espíritu santo igual que nosotros?’ Con eso mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo.” (Hech. 10:44-48) Estos llegaron a ser discípulos creyentes bautizados de Cristo.
16. ¿Cómo llegaron a estar Pablo y Silas en una cárcel de Filipos de Macedonia, y qué pasó allí a la medianoche?
16 Éste fue el principio, y después de eso, al transcurrir el tiempo, otros gentiles incircuncisos se convirtieron y se bautizaron en el nombre de Jesús. Considere el caso que aconteció en Filipos de Macedonia, para el año 50 E.C. Después que el apóstol Pablo había sanado a una muchacha poseída por los demonios que decía la buenaventura, él y su compañero Silas fueron echados en prisión como resultado de acusaciones falsas. Para la medianoche, mientras audiblemente oraban y daban alabanzas a Dios, ocurrió un gran terremoto y todos los prisioneros se hallaron milagrosamente libres de ataduras. Pablo le gritó al carcelero asustado que no se matara, porque ningún prisionero había escapado. ¿Qué sucedió ahora? Leamos:
17. ¿Cómo le dijeron Pablo y Silas al carcelero que se salvaran él y su casa, y cómo obraron en cuanto a la información?
17 “Sobrecogido de temblor, cayó ante Pablo y Silas. Y los sacó fuera y dijo: ‘Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?’ Dijeron ellos: ‘Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa.’ Y le hablaron la palabra de Jehová a él junto con todos los que estaban en su casa. Y los tomó consigo en aquella hora de la noche y les lavó las heridas; y todos, él y los suyos, fueron bautizados sin demora. Y los introdujo en su casa y les puso la mesa, y se regocijó mucho con toda su casa ahora que había creído a Dios.”—Hech. 16:29-34.
18. (a) ¿De qué grupo se hicieron miembros el carcelero y su casa? (b) Según el mandato “Cree en el Señor Jesús,” ¿había de dirigirse a Jesús la acción principal para obtener salvación, y cómo es afectada la respuesta por lo que aconteció después en relación con eso?
18 Este carcelero incircunciso filipense y su casa se hicieron miembros bautizados de la congregación cristiana de Filipos, e indudablemente recibieron el espíritu santo por la imposición de las manos del apóstol Pablo en ellos. (Fili. 1:1) ‘Crean en el Señor Jesús y serán salvos,’ se les dijo. Mucho tiene que entenderse de esa sencilla expresión: “Cree en el Señor Jesús.” Esto, y también el hecho de que el gentil incircunciso Cornelio y sus compañeros de creencia en su hogar fueron “bautizados en el nombre de Jesucristo,” hace que surja esta pregunta: ¿A quién se dirigía la acción principal para obtener salvación... a Jesucristo, o a Jehová Dios? La respuesta es afectada por el hecho de que, después de sencillamente decirle al carcelero filipense cómo ‘salvarse,’ Pablo y Silas “hablaron la palabra de Jehová” a él y toda su casa y el carcelero se regocijó mucho “ahora que había creído a Dios.”
19. ¿Cuál era, según Pablo, la condición religiosa o espiritual de aquellos paganos incircuncisos, y a quién tenían que dedicarse para obtener salvación?
19 Tenemos que recordar que estos paganos incircuncisos no solo estaban “sin Cristo,” sino también “alejados del estado de Israel y extraños a los pactos de la promesa” y “sin Dios en el mundo.” (Efe. 2:12) Pertenecían a aquella clase de paganos a quienes Pablo escribió, diciendo: “Ustedes saben que cuando eran gente de las naciones, se dejaban llevar a aquellos ídolos mudos según y como iban siendo llevados.” Además: “Ustedes se volvieron de sus ídolos a Dios para servir como esclavos a un Dios vivo y verdadero.” (1 Cor. 12:2; 1 Tes. 1:9) Estaban dedicados a aquellos ídolos o a los falsos dioses a quienes aquellos ídolos representaban. Es posible que hubieran llevado en sus cuerpos marcas que indicaran públicamente de qué dios eran especialmente devotos. (Compare con Ezequiel 9:4-6; Oseas 9:10.) Fundamentalmente, pues, estos paganos ignorantes e incircuncisos necesitaban oír acerca del “Dios vivo y verdadero,” que es Jehová. Entonces, para adquirir la salvación, tenían que dedicarse a Él, para hacer su voluntad. Este Dios les informaría por medio de quién se podía hacer esta dedicación a Él. Obedeciéndolo a Él, podían ser bautizados.
20, 21. En el capítulo diez de Romanos, ¿qué palabras que Moisés dijo a los israelitas cita Pablo en cuanto a lo disponible que es el mandamiento de Dios?
20 El apóstol Pablo expone claramente este procedimiento en Romanos, capítulo diez. Allí, en los Rom. 10 versículos cinco hasta diez inclusive, aplica lo que Jehová inspiró a Moisés a decir en Deuteronomio 30:11-14. Así dice esta última cita:
21 “Porque este mandamiento que te estoy mandando hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en los cielos, para que se diga: ‘¿Quién ascenderá por nosotros a los cielos y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’ Tampoco está al otro lado del mar, para que se diga: ‘¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’ Porque la palabra está muy cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón, para que la pongas por obra.”
22. (a) ¿Cómo llegó el mandamiento de Dios a estar muy cerca de los israelitas allá en las llanuras de Moab, aun en su boca y en su corazón? (b) Por lo tanto, ¿qué era lo único que les quedaba hacer a aquellos israelitas? (c) El que lo hayan hecho fue indicado por su celebración de ¿qué? con Dios en dicha ocasión.
22 Tomemos nota de que Moisés, inspirado, llama a esto un “mandamiento,” algo que han de hacer para con Dios. Desde el monte Sinaí en adelante les ha sido revelado este “mandamiento” de manera comprensiva. Como resultado de este código escrito de la Ley, repetidamente recitado a ellos durante los cuarenta años, lo conocen y pueden decirlo con sus bocas, como si estuviera en la punta de su lengua. También había sido inculcado en sus corazones, para ayudarles a captar el sentido de éste y apreciarlo. Por lo tanto, todo lo que quedaba ahora era que ellos se determinaran a hacer esta voluntad expresada de Dios. Esto es evidentemente lo que Jehová ayudó a aquellos israelitas a hacer por medio de llevarlos a efectuar un pacto suplementario con Él por medio de Moisés. Respecto a esto, Deuteronomio 29:1 dice: “Estas son las palabras del pacto que Jehová la mandó a Moisés que celebrara con los hijos de Israel en la tierra de Moab aparte del pacto que él había celebrado con ellos en Horeb.”
23. (a) ¿Quién nos explica el significado típico de aquello, y dónde? (b) ¿Cuán cerca de los judíos puso Dios su provisión para obtener justicia, pero por qué no se aprovecharon de ella?
23 Todo aquello tuvo un significado típico; prefiguró algo que tenía que ver con el Moisés Mayor, el ‘mejor mediador,’ Jesucristo. El apóstol cristiano Pablo nos explica el significado antitípico, en su carta a los Romanos, capítulo diez, para mostrar cómo podemos obtener justicia ante Dios y una buena conciencia para con él. Esto exige fe para con Dios, puesto que la justicia no se puede adquirir por los propios esfuerzos de uno mismo por guardar la Ley Mosaica. Confiando en que sus propias obras harían que resultaran justos delante de Dios, los judíos no sintieron necesidad de ejercer fe en la provisión que Dios les hizo disponible, poniéndola bien cerca de ellos, en medio de ellos, donde podían conseguirla. Para obtener salvación, los cristianos tienen que seguir un proceder muy diferente del de aquellos judíos incrédulos.
CONFESIÓN CON LA BOCA
24. (a) ¿Qué dijo Moisés acerca de la Ley y de conseguir vida, pero qué dice la justicia que exige fe acerca de lo disponible que es el mandamiento de Dios? (b) ¿Qué papeles desempeñan en cuanto a justicia y salvación el corazón y la boca?
24 Concordando con este requisito, que es según el mandamiento de Dios, el apóstol Pablo procede a decir: “Porque Moisés escribe que el hombre que ha cumplido la justicia de la Ley vivirá por ella. Pero la justicia que resulta de la fe habla de esta manera: ‘No digas en tu corazón: “¿Quién ascenderá al cielo?” esto es, para hacer bajar a Cristo; o: “¿Quién descenderá al abismo?” esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos.’ Mas ¿qué dice? ‘La palabra está cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón’; es decir, la ‘palabra’ de fe, que predicamos. Porque si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvado. Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.”—Rom. 10:5-10.
25. (a) ¿Cuán cerca de los gentiles puso Pablo aquella “palabra,” y cómo especialmente hizo posible el Señor Jesús que nosotros tuviéramos esa información? (b) Ahora que estaba tan cerca la “palabra,” ¿cuál era la cuestión respecto a los que buscaban la salvación?
25 Especialmente por medio del apóstol Pablo, quien era, “en realidad, apóstol a las naciones,” y por medio de sus compañeros misioneros, la “palabra” acerca de Dios y su Cristo fue puesta cerca de la gente de las naciones gentiles, de modo que pudieran repetirla con su boca y considerarla con aprecio en su corazón. Además, Jesucristo había hecho posible esta información para ellos bajando desde el cielo para dar testimonio acerca de Dios y su propósito; y también había sido levantado de entre los muertos por el Dios Todopoderoso para ser testimonio vivo para el cumplimiento y realización del propósito de Dios. También se había probado inequívocamente así que él era el “Señor,” el Agente Principal de la gobernación divina de Jehová. Por eso la “palabra” salvadora de vida estaba allí, donde estos gentiles la podían conseguir, tan cerca de ellos como en su boca y corazón. Pero la cuestión era: ¿Qué iban a hacer con ella? Si querían salvación eterna, solo había una cosa que podían hacer en cuanto a ella. También, lo que habían de hacer con ella para adquirir la salvación les era un mandato impuesto a ellos por Dios mismo. Recuerde que Moisés recibió inspiración para llamar a aquella “palabra” un “mandamiento que te estoy mandando hoy.” (Deu. 30:11-14) Para conseguir salvación, tenemos que obedecer.
26, 27. (a) ¿Qué “palabra” es la que Dios nos manda aceptar con fe? (b) ¿Qué les dijo Jesús a los judíos que era la “obra de Dios” acerca de la cual preguntaron, y cómo les dijo Pablo a los griegos en el Areópago, Atenas, que ésta es la “obra” que Dios manda?
26 Sí, Jehová Dios, quien establece todos los términos para la salvación, manda que aceptemos con fe la palabra, a saber, que Jesucristo es Señor y que Dios lo levantó de entre los muertos. Esto es exactamente lo que Jesús les dijo a los judíos en respuesta a la pregunta que hicieron: “¿Qué haremos para obrar las obras de Dios?” Jesús dijo: “Esta es la obra de Dios: que ejerzan fe en aquel a quien Ése envió.” (Juan 6:28, 29) Esto aplica también a los no judíos o gentiles incircuncisos. Por lo tanto no queda otro proceder que seguir sino el de que los gentiles informados se dediquen a Dios para hacer la voluntad de Dios, para obrar la obra de Dios. Tienen que volverse de los falsos dioses de idolatría a los cuales hasta entonces habían estado dedicados. Esto está en armonía con lo que el apóstol Pablo les dijo a los griegos paganos que se reunieron en el Areópago, Atenas:
27 “Cierto, Dios ha pasado por alto los tiempos de tal ignorancia, sin embargo ahora le está diciendo [manda, Mod; íntima, BC] a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan. Porque ha fijado un día en que se propone juzgar a la tierra habitada con justicia por un varón a quien él ha nombrado, y ha proporcionado a todos los hombres la garantía con haberlo resucitado de entre los muertos.”—Hech. 17:30, 31.
“DECLARACIÓN PÚBLICA PARA SALVACIÓN”
28. (a) ¿Qué se nos manda hacer por medio del corazón? (b) ¿Qué es la “palabra” que hemos de aceptar por fe? (c) ¿Cómo cultivamos esta fe en nuestro corazón, de modo que hacemos qué?
28 En armonía con nuestra dedicación a Jehová Dios para hacer su voluntad por medio de observar sus mandamientos, obedientemente tenemos que hacer como se nos manda: ‘ejerce fe en tu corazón.’ Sabemos que es del corazón que surge el afecto o amor y que el corazón tiene poder para mover a su dueño. Con él sentimos aprecio. Por eso con el corazón tenemos que ‘ejercer fe’ ¿en qué? En esa “palabra” que Jehová Dios ha puesto cerca de nosotros por medio de Jesucristo. El apóstol Pablo dice que esta “palabra” es, citándolo, “la ‘palabra’ de fe, que predicamos.” La aceptación de esa “palabra” predicada por el apóstol Pablo exige ejercer fe, y tenemos que hacer esto con el corazón. Tenemos que fijar nuestro corazón en esa “palabra” predicada. En nuestro corazón tenemos que desarrollar un amor a esa “palabra.” Con nuestro corazón tenemos que edificar un aprecio sincero a esa “palabra.” Esta condición del corazón nos moverá o impulsará a poner fe en esa palabra y aceptarla y obrar según ella.
29. ¿En cuanto a qué tenemos que ejercer fe en nuestro corazón, y por lo tanto a quién se dirige nuestra acción principal para obtener salvación?
29 ¿En cuanto a qué se requiere que ‘ejerzamos fe en nuestro corazón’? En cuanto a esto: “que Dios lo levantó de entre los muertos.” Ah, aquí vemos que no es solo ‘creer en el Señor Jesús’ para salvarse. (Hech. 16:31) Ante todo, tenemos que ejercer fe en Dios. Todavía sigue siendo verdadero, como nos recuerda Pablo, que “todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.” (Rom. 10:13) Es a Jehová a quien tenemos que amar con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Él es el Todopoderoso que levantó a Jesucristo de entre los muertos a vida inmortal. Por lo tanto Jehová es aquel a quien se dirige nuestra acción principal. Es a él que tenemos que dedicarnos para hacer Su voluntad, para observar Sus mandamientos.—Rom. 10:8, 9.
30. (a) Con nuestro corazón, ¿qué tenemos que creer que Dios hizo en cuanto a Jesucristo? (b) Así, ¿en qué sentido es que Dios hizo disponible para nosotros una “palabra” sustancial?
30 Por lo tanto nuestro corazón dedicado, lleno de amor y aprecio, debe movernos a ejercer fe en que Jehová Dios ejecutó el sorprendente milagro de resucitar de entre los muertos a Jesucristo que había sido fijado en un madero. De ese modo Dios hizo posible que Jesucristo ascendiera a la presencia divina en el cielo y allí presentara el valor de su sacrificio de expiación para beneficio de toda la humanidad, así comprándolos a todos. Al morir como sacrificio, Jesucristo bajó al “abismo,” pero el espíritu o fuerza activa de Jehová descendió a ese “abismo” para “hacer subir a Cristo de entre los muertos.” Así, por medio de un Cristo viviente, el Dios Todopoderoso Jehová podía hacer disponible para nosotros la “palabra,” podía dar contenido o sustancia a esa “palabra,” podía hacer que esa “palabra” contuviera el mensaje dador de vida para nosotros. Considerando todas las cosas, pues, es para con Jehová como el principal que debemos tomar acción mediante dedicarnos a él. Pero esto lo tenemos que hacer por medio de su Agente Principal, Jesucristo.—Rom. 10:6, 7; Heb. 2:9, 10; 5:8, 9.
31. Por lo tanto, ¿el nombre de quién tenemos que invocar para salvación, pero por qué también tiene que hacer nuestra boca una confesión en cuanto a Jesucristo?
31 Inevitablemente se desprende que tenemos que ‘invocar el nombre de Jehová’ para ser salvos. (Rom. 10:13; Hech. 2:21; Joel 2:32) Esto exige que la boca, movida por el corazón, haga algo. Con la boca estamos obligados a invocar el nombre de Jehová. Pero ahora, desde que Dios hizo subir a Cristo de entre los muertos, no podemos hacer esta invocación aparte de Jesucristo. Con nuestra boca tenemos que hacer también una confesión en cuanto a Jesucristo. Por eso el apóstol Pablo, al considerar la “palabra” de fe que predicaba, pasa a decir: “Porque si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvado. Porque [1] con el corazón se ejerce fe para justicia, pero [2] con la boca se hace declaración pública para salvación.”—Rom. 10:9, 10.
32. (a) ¿Cómo se refieren otras traducciones de la Biblia a esta declaración pública que hacemos con la boca? (b) ¿Cuándo es que se hace esta confesión verbal para salvación?
32 ¿Cuándo es que “con la boca se hace declaración pública para salvación”? Esto es y tiene que ser antes que el creyente dedicado se bautice “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.” (Mat. 28:19, 20; Hech. 16:31-33; 17:33; 19:1-7) Esta declaración pública es una confesión, como lo muestran la Kingdom Interlinear Translation y otras traducciones de la Biblia. (Mod; Je; Valera) La traducción de Byington y An American Translation vierten el término “reconocimiento.” Esta confesión o reconocimiento es lo que nosotros, ahora que somos creyentes dedicados, verbalmente hacemos al o ante el ministro cristiano que preside el bautismo en agua. Por supuesto, continuamos haciendo esta confesión de allí en adelante en nuestras reuniones de congregación. (Heb. 10:23) También, ante autoridades gubernamentales o judiciales que quizás exijan una explicación de nuestra esperanza cristiana. (1 Ped. 3:15) También, en nuestra predicación pública de casa en casa y al hacer revisitas a los hogares particulares de personas que han mostrado interés. Pero, necesariamente, esta confesión empieza antes del bautismo. El meramente dar testimonio oral como persona no dedicada antes de bautizarse no salva.
33. ¿Qué significa confesión, y qué es lo que tenemos que confesar delante de otros para salvación?
33 Por supuesto, una confesión significa un declarar, revelar, admitir o reconocer algo a otra persona u otras personas. Por consiguiente, ¿qué es lo que tenemos que declarar, o reconocer, verbalmente a otros? Es la “palabra,” por supuesto. Pablo dice: “Si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, . . . serás salvado.” (Rom. 10:9) En vista de eso, no podemos dejar a Jesucristo fuera de los propósitos y arreglos de Dios, porque Jesús es el “Agente Principal de su salvación.” (Heb. 2:10) Oralmente tenemos que declarar, confesar, admitir, reconocer que Jesús no es solo el “Señor” del rey David, sino también nuestro “Señor” personal. (Sal. 110:1; Hech. 2:34-46) Tenemos que hacer esta declaración delante de otros según la “palabra” que fue inspirada por el espíritu de Dios.
34. Según 1 Corintios 12:2, 3, ¿bajo la guía de qué confesamos que Jesús es Señor, y cuánto tiempo nos apegamos a esa confesión para salvación?
34 Por esa razón el apóstol Pablo dijo: “Por eso quiero que sepan [ustedes, que anteriormente eran devotos de ídolos] que nadie que esté hablando por espíritu de Dios dice: ‘¡Jesús es maldito!’ y nadie puede decir: ‘¡Jesús es Señor!’ salvo por espíritu santo.” (1 Cor. 12:2, 3) El espíritu de Dios en nosotros nos guía a hacer la confesión, reconocimiento o declaración correcta a otros, a saber, que Jesús es “Señor” por nombramiento de Dios. Dios levantó a Jesús de entre los muertos para que éste fuera un Señor viviente. Dios sentó al resucitado Jesús a su propia diestra y lo hizo “Señor” más alto que toda otra creación. Si deseamos salvación eterna, tenemos necesariamente que apegarnos a la declaración, confesión, reconocimiento público que hicimos antes de nuestro bautismo en agua, a saber, que Jesucristo es el Señor a quien Jehová Dios ha nombrado sobre nosotros y a quien nosotros amorosamente aceptamos.
NEGÁNDOSE A SÍ MISMO
35. ¿Qué les dijo Jesús a sus apóstoles que tenía que hacer el que quisiera venir en pos de él?
35 El confesar con nuestra boca que Jesús es nuestro Señor coloca sobre nosotros cierta obligación. Jesús se refirió a esto después de reprender a Pedro por tratar éste de disuadirlo de seguir adelante en su camino a la muerte en el madero de tormento en Jerusalén. Leemos: “Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (Mat. 16:24, Mod) La traducción de Byington dice: “Si alguno desea venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su cruz y sígame.” Explicando lo que “negar” significa, el Diccionario de la lengua española dice, entre otras cosas: “Dejar de reconocer alguna cosa,” “desdeñar, esquivar una cosa.” Repudiar se da como sinónimo de “renunciar,” que encierra la idea de “no querer admitir una cosa,” “despreciar o abandonar,” “hacer dejación voluntaria.”
36. (a) ¿Cuándo negó Pedro a Jesús tres veces, y al hacerlo a quién estaba reconociendo? (b) Al repudiar a Jesús, ¿qué alegaba Pedro en cuanto a de quién era?
36 En la noche en que Jesús fue traicionado por Judas Iscariote, el apóstol Pedro negó a Jesús tres veces. Después que los que sospechaban de Pedro lo acusaron tres veces de estar asociado con Jesús, entonces, según nos dice Mateo 26:74, Pedro “comenzó a echar maldiciones y a jurar: ‘¡No conozco al hombre!’” Al negar así a Jesús, Pedro se puso fuera de los que estaban asociados con Jesús o eran sus seguidores. Al hacer esto, no fue que Pedro sencillamente lo pusiera a él por sí solo lejos de todos los demás. No, más bien él se puso a sí mismo con, o de parte de, los que no seguían a Jesús, sino que pensaban que Jesús debía ser sometido a juicio con la vida en balanza. O, para usar la otra palabra, “repudiar,” Pedro al repudiar a Jesús como su Caudillo y Maestro estaba alegando que era de otro como su caudillo y maestro. Al repudiar a Jesús, Pedro no se estaba colocando en una posición neutral, un lugar que no favorece a ninguno de los dos lados de la cuestión, un lugar que solo existe por sí mismo y no tiene conexión con nadie más. Al repudiar a Jesús, Pedro tenía que alegar que era de otro.
37. Entonces, ¿qué significa el negarse uno a sí mismo para seguir a Jesús, y de acuerdo con la voluntad de quién se hace esto?
37 Lo mismo aplica a lo que Jesús dijo a sus discípulos en Mateo 16:24. Al negarse uno a sí mismo y tomar su madero de tormento y seguir a Jesús de continuo, uno no está sólo diciendo ¡No! a sí mismo en lo que tiene que ver con un deseo personal ahora y otro deseo personal después. Está, de hecho, diciendo ¡No! a sí mismo en lo que tiene que ver con el resto de su curso en la vida como un egoísta que no sigue a Jesucristo. Al negarse a sí mismo vuelve las espaldas a ese curso de vida egoísta, materialista, y se hace seguidor de Jesús, llevando un madero de tormento de muerte lo mismo que lo hizo Jesús. Se niega a sí mismo como su propio caudillo personal y decididor y reconoce, admite, a Jesucristo como su Caudillo y Maestro. Por supuesto, este paso se da de acuerdo con la voluntad de Dios.
38. ¿Qué significa el repudiarnos a nosotros mismos a fin de seguir a Jesús, y, lo mismo que él, de quién llegamos a ser esclavos?
38 La Traducción del Nuevo Mundo vierte Mateo 16:24 así: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo.” Entonces, ¿qué significa en este caso el repudiarse uno a sí mismo? Ciertamente significa no seguir afirmando tener título a la propia posesión de uno mismo. En ese caso, concedemos o entregamos la posesión de nosotros a otro y reconocemos, admitimos, que ése tiene posesión de nosotros. No llegamos a ser sencillamente de nadie. ¿Quién, pues, llega a ser nuestro dueño por repudiarnos a nosotros mismos para llegar a ser un portador del madero que sigue de continuo a Jesucristo? Sin duda Jesús se repudió a sí mismo; lo que quiso decir que reconoció, admitió, que Jehová lo poseía, y él mismo se reconoció como esclavo de Jehová. Consistentemente, pues, cuando nosotros, para hacernos seguidores de Jesús, nos repudiamos a nosotros mismos, concedemos, entregamos, la posesión de nosotros a Jehová, del cual llegamos a ser esclavos parecidos a Cristo. Ya no nos pertenecemos.
39. (a) Entonces, ¿qué acción exige esto por parte de los que hacen esta selección? (b) ¿Cómo se simboliza, pero solo después de haber hecho qué confesión?
39 Entonces, ¿qué acción exige esto por parte de nosotros los que hacemos esta selección? Exige que nos dediquemos sin reserva a Jehová Dios para hacer su voluntad en imitación de su Hijo Jesucristo. La voluntad de él para nosotros es que seamos los discípulos fieles de Jesucristo. La voluntad de él para nosotros es que declaremos, confesemos, reconozcamos, a Jesucristo como nuestro “Señor” nombrado por Dios. Jesús así llega a ser nuestro Amo con autoridad para mandarnos y para asignarnos nuestros deberes. Por supuesto, esa dedicación a Jehová Dios la hacemos después de habernos arrepentido y convertido para con él. Nuestro curso de vida de convertidos lo llevamos a su verdadero objeto al dedicarnos a Jehová Dios por medio de su Agente Principal Jesucristo. Ahora simbolizamos esta dedicación por bautismo en agua. Ésta es la voluntad de Dios, para hacer la cual nos hemos dedicado a Él. Antes de nuestro bautismo en agua tenemos que hacer una declaración o confesión pública con nuestra boca para salvación, haciéndolo como expresión pública de lo que creemos en nuestro corazón. Solo al hacer esto entramos en el camino a la salvación eterna que viene de Dios por medio de Cristo.
[Ilustración de la página 312]
La “declaración pública para salvación” que hacen los creyentes dedicados empieza antes del bautismo cuando verbalmente contestan las preguntas del ministro que preside el bautismo