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Los festejos requieren moderación cristianaLa Atalaya 1969 | 15 de septiembre
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no podría aceptar la invitación por no poder dar un regalo costoso, o ningún regalo en absoluto. ¿Desearían los cristianos verdaderos poner a una persona en semejante situación? Se supone que un regalo es una expresión espontánea de cariño. Tal expresión puede asumir muchas formas, y un regalo tangible en un acontecimiento específico no debe ser una obligación.
En algunos lugares cuando se celebran tales “showers,” los regalos se agrupan sin poner los nombres de los donantes. ¿Por qué? Esos cristianos están conscientes del consejo de Jesús de que los regalos no deben darse para glorificar al donador. (Mat. 6:1-4) Les parece que si alguien no trajo regalo, otro trajo una pequeña muestra de cariño y todavía otro un regalo costoso, se podrían hacer comparaciones desamoradas de los regalos y de los que los hicieron.—Mat. 7:12.
¿Significa esto que es incorrecto identificarse uno como donador de cierto regalo? No, no se trata de eso. En otros lugares los cristianos en las bodas y en los “showers” entregan personalmente sus regalos o adjuntan tarjetas firmadas a los regalos. Pero si los regalos se abren o se exhiben, no se anuncia públicamente quiénes los hicieron. Así no hay posibilidad de abochornar a nadie.
Hoy la gente que no adora a Jehová a menudo celebra festejos inmoderados que los identifican como “amadores de placeres más bien que amadores de Dios.” (2 Tim. 3:4) Pero los siervos de Jehová, guiados por su Palabra inspirada, demuestran comprensión y aprecio maduro de este comentario, que merece repetirse: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” (1 Cor. 10:31) Así salen de las reuniones sociales, no con conciencias inquietas, sino con la satisfacción de haber disfrutado de esparcimiento y al mismo tiempo de haber sido edificados espiritualmente.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1969 | 15 de septiembre
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Preguntas de los lectores
● La Biblia dice que Moisés vivió ciento veinte años. ¿Cómo, entonces, pudo escribir, en el Salmo 90:10, que los años de un hombre solo son setenta u ochenta?—J. W., Inglaterra.
El sobrescrito del Salmo 90 dice: “Oración de Moisés, hombre del Dios verdadero.” Escritores talmúdicos judíos y muchos doctos concuerdan en atribuir este salmo a Moisés. Por ejemplo, Franz Delitzsch, notable profesor de la Universidad de Leipzig, escribió: “Difícilmente existe un monumento literario de la antigüedad, que justifique tan brillantemente el testimonio tradicional de su origen como este Salmo. No solo en lo que tiene que ver con su contenido, sino también en lo que tiene que ver con su forma literaria, es cabalmente apropiado para Moisés.”
En el Salmo 90 Moisés escribió: “En sí mismos los días de nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial son ochenta años, sin embargo en lo que insisten es en penoso afán y cosas perjudiciales; porque tiene que pasar rápidamente, y volamos.” (Sal. 90:10) Muchos se han preguntado cómo Moisés pudo escribir esto puesto que él mismo vivió más allá de esa edad. Según Deuteronomio 34:7: “Moisés tenía ciento veinte años de edad al morir. Su ojo no se había oscurecido, y su fuerza vital no había huido.”
Esto realmente no presenta ningún problema serio. Aunque no sabemos la edad de Moisés cuando compuso este salmo, evidentemente por lo que observó sabía que setenta años era una vida cabal, y ochenta años era en exceso de lo normal. Claramente, casi todos los israelitas adultos de la generación que salió de la esclavitud en Egipto no fueron particularmente longevos. Los que tenían más de veinte años de edad al tiempo del éxodo perecieron para el fin de los cuarenta años de viaje.
Es verdad, hubo excepciones, como Moisés (120), Aarón (123), Josué (110) y Caleb (más de 85). Sin embargo, tales excepciones no
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