Nuestra asombrosa mente
“¿MARÍA, dónde has puesto mi carretel para pescar?”
“En el anaquel de arriba en el armario del garaje,” responde sin vacilación la esposa del pescador. Aunque hacía seis meses que había guardado el carretel allí, contestó inmediatamente, como si la información hubiera estado delante de ella, parte de su estado consciente actual.
Aunque ella lo ignoraba, impulsos en cantidades incontables de su sentido de la vista, oído, tacto, etc., habían bombardeado su sistema nervioso cada segundo que pasó despierta durante esos pasados seis meses. De ese total, según los investigadores, ochocientos millones de estos impulsos fueron lo suficientemente importantes como para penetrar en el centro superior de su cerebro. Sin embargo de toda esta colosal cantidad de información en sus “archivos,” su mente pudo escoger la respuesta y ponerla en palabras.
Mientras ella hacía esto, continuaba el bombardeo de más millones de partículas de información. Al mismo tiempo su mente la estaba guiando a cocinar un plato especial para la cena de su esposo... todo esto con facilidad, como un asunto de rutina.
Es imposible describir las actividades polifacéticas de la mente del ama de casa mientras ella hacía todas estas cosas a la vez. ¿Cómo era posible? ¿Qué estaba implicado? En realidad, los científicos saben pocas de las cosas relacionadas pero prácticamente nada acerca de cómo funcionan los “archivos” de la memoria de la mente con tal velocidad y precisión. Miremos por un momento al cerebro, el instrumento de la mente.
El cerebro humano
El cerebro humano, como promedio, pesa aproximadamente 1.300 gramos. El tamaño de los cerebros varía, pero la antigua teoría de que el tamaño del cerebro determina la inteligencia es una falsedad. Otra idea errónea es que el hombre solo usa un porcentaje pequeño de su cerebro. Evidentemente no hay parte alguna del cerebro que no se use nunca. No obstante, esto no significa que la capacidad del cerebro de alguien siempre se use a cabalidad. La pregunta parece ser, ¿cuán bien la usa él, por medio de ejercitar su mente y almacenar los recuerdos que valen la pena?
El cerebro está hecho de un tejido suave como la gelatina. Está encerrado en el cráneo, rodeado de membranas protectoras y acolchado contra los golpes por el fluido cerebroespinal, el cual es un plasma que se “filtra” a través de ciertos vasos capilares. Grandes arterias transportan al cerebro una provisión de sangre más abundante que a ninguna otra parte del cuerpo, puesto que usa aproximadamente la cuarta parte de todo el oxígeno que consume el cuerpo. Sin embargo, el cerebro es extremadamente eficiente. Se dice que medio cacahuete provee suficiente energía para una hora de intenso esfuerzo mental.
El cerebro se compone de varias partes, cada una tiene funciones especiales, que se realizan conectada e interdependientemente. La parte que más nos ocupa en este momento es la sección “superior,” la cual abarca principalmente el encéfalo, con su capa externa de materia gris, la corteza cerebral. No obstante, al considerar cualquier función de la mente las otras partes del cerebro no se pueden pasar por alto.
El aprender
Comenzamos a aprender desde la infancia. Un bebé debe aprender casi todas las cosas con excepción de las más esenciales. El cerebro de un bebé se puede asemejar en cierto modo a un mapa de rutas que ha sido “bosquejado” toscamente, que tiene las rutas principales, pero que tiene pocos de los caminos que las entrelazan. La organización mental general se hereda, pero a medida que el niño absorbe la información de un mundo que es todo nuevo para él, tendrá que hacer la mayoría de las otras conexiones.
¿Qué está implicado en el procedimiento de aprender? ¿Cómo, por ejemplo, puso la esposa en su mente la ubicación del carretel de pesca de modo que quedara “afirmada” y pudiera ser recordada al necesitarla?
Los investigadores han sugerido ciertas posibilidades. Una es que el aprender, lo cual implica a la memoria, no aumenta la cantidad de células en el cerebro, sino que estimula las fibras nerviosas a producir ramificaciones extras, las cuales se comunican quimioeléctricamente con otras células nerviosas. También se pueden hacer otros cambios, como se considera más adelante. Por lo tanto el ejercicio del cerebro es esencial para el crecimiento mental. La neurona cerebral (célula nerviosa) se tiene que usar. De otro modo tiende a “marchitarse,” muy semejantemente a como lo hace un músculo que no se usa. No es que se muera completamente de modo que no se pueda usar nunca más, pero un cerebro que no se ejercita tiene mucha más dificultad para aprender.
Un cerebro que se usa poco es como una biblioteca que tiene solo unos pocos libros. Hay una verdadera escasez de información. La persona está equipada muy pobremente para hacer frente a los desafíos de la vida. Por otra parte, el que ha sido educado en un ambiente criminal puede haber puesto malas cosas en su mente y quizás sea muy sagaz en los métodos que brindan buen “éxito” criminalmente, pero puede carecer de las cualidades de honradez, misericordia y amor. Y la persona que tiene odio o celos en su corazón y mente... ¿a qué puede recurrir para guiar sus acciones? Una persona que todo el tiempo piensa negativamente y que solo ve las faltas y los errores de otros ha excluido todos los “libros” buenos de su memoria “biblioteca,” de modo que solo tiene “libros” que alimentan su odio y su actitud crítica. Esa persona quizás sea muy astuta en crear dificultades, justificarse y así por el estilo, pero debería cambiar y comenzar a desarrollar buenos patrones de interés sincero en otros y en las cosas buenas a su alrededor.
Todo esto demuestra la importancia de usar nuestra mente para cosas provechosas, verdaderamente aprendiendo. Cuando una persona dedica su tiempo a las búsquedas vanas, su mente también está “holgazaneando.” En un sentido, se está “desperdiciando,” tal como está desperdiciando su tiempo. La Biblia recomienda mantener la mente en las cosas buenas. (Fili. 4:8) El apóstol Pedro le escribió a los cristianos: “Basta el tiempo que ha pasado para que ustedes hayan obrado la voluntad de las naciones cuando procedían en hechos de conducta relajada, lujurias, excesos con vino, diversiones estrepitosas, partidas de beber e idolatrías ilegales.”—1 Ped. 4:3.
Algunas personas se excusan de la actividad mental con la expresión “soy muy viejo para aprender.” Esto no es cierto. Se ha hallado que la gente continúa aprendiendo a una elevada proporción hasta muy avanzados en su cuarta década de vida y, de hecho, en muchas personas la habilidad para aprender continúa manteniendo un nivel elevado hasta el fin de sus días.
Algunas veces las personas ancianas no contestan las preguntas tan fácilmente o no reaccionan tan rápidamente como lo hace la gente joven. ¿A qué se debe esto? Esto no siempre se debe a que el sistema nervioso se esté haciendo más lento, sino que frecuentemente se debe a que las personas más viejas son más conservadoras y cautelosas. Vacilan más al hacer una elección bajo presión. Han tenido más experiencia y a menudo saben más, por lo tanto tienen más cosas de las cuales escoger. Mientras que la juventud quizás se inclina a hacer “juicios instantáneos,” las conclusiones de las personas más viejas por lo general son más completas, de mayor profundidad. Esto es cierto particularmente si la persona más vieja ha hecho buen uso de su mente desde su juventud en adelante.
¿Cuán espaciosa es nuestra memoria?
La memoria de una persona es prodigiosa, pues contiene innumerables millones de detalles de importancia para el individuo y muchas cosas más que carecen de importancia relativa. Por lo tanto los diez mil millones de células en la corteza cerebral no bastan para almacenar éstas, si consideramos a cada célula como un pequeño recipiente que contiene un recuerdo de un punto o de alguna escena en particular. Todas estarían “llenas” en una semana, si se considera la constante cantidad de información que llega a la mente por medio de los varios sentidos, principalmente los ojos.
No obstante, el cerebro contiene mil trillones de moléculas de proteínas (un uno seguido de veintiún ceros). Cada una de estas moléculas puede sufrir muchos cambios en su estructura y después retener la forma cambiada. Esta estructura cambiada puede representar una nueva impresión de la memoria. A medida que las moléculas se reemplazan por el desgaste, éstas se duplican de manera que las moléculas de reemplazo son idénticas. Pero eso no es todo. El aumento de las ramificaciones de las células nerviosas a medida que crece la memoria forma millones de nuevas combinaciones debido al aumento de sus “contactos.” Por medio de esto el posible número de recuerdos se hace indefinido, más allá de toda comprensión. Además, parece que existen otros factores desconocidos, que multiplican la cantidad aun más.
Ilustremos cómo tan solo un factor, a saber, las diferentes combinaciones de las diez mil millones de células en la corteza cerebral pueden formar una cantidad inconcebiblemente alta: Tan solo en una baraja de 52 naipes hay más de 635.000.000.000 de posibles combinaciones de bridge de trece naipes cada una. ¡Pero esto no es nada comparado con la multiplicación de los miles de millones de más combinaciones que se pueden hacer en el cerebro!
A todo esto se le añade más capacidad por el modo en que parece que se almacenan los recuerdos. Cuando miramos algo, digamos una escena montañosa, ésta no se almacena en nuestro cerebro como una imagen intacta. Se le desarma en partes, partículas codificadas química o eléctricamente, que forman una especie de “mosaico” codificado. Entonces, cuando vemos otra escena, ciertas partes de una escena se comparan con la otra. Las comparaciones ayudan a la memoria y permiten que la mente “haga experimentos” por medio de hacer estas comparaciones y contrastes. Pudiera ser una comparación de tamaños, formas, colores, o partes de conversaciones, o de pasajes bíblicos, o de ideas y principios. Esto agranda y fortalece grandemente la memoria. También conduce a imaginar, a razonar, arribando a nuevas ideas y conclusiones. En este procedimiento la mente no está haciendo un trabajo mecánico, “tedioso” de meramente recordar, sino algo en lo cual la persona tiene gran placer.
George Leonard, autor de Education and Ecstasy, asombrado ante las pasmosas posibilidades de las interacciones de las neuronas cerebrales, dijo: “Un cerebro compuesto de esas neuronas obviamente nunca se puede ‘llenar.’” Algunos investigadores dicen que todo lo que uno ha visto, oído o experimentado está en la memoria de uno, en alguna parte, de algún modo. Otras personas dicen que uno descarta u olvida aproximadamente el 90 por ciento... cosas de poca importancia, cosas que uno ve casualmente una vez o que no considera de importancia. Su ojo puede captar la vista de un edificio. Los detalles están allí... la cantidad de ventanas, los nombres en las oficinas, y así por el estilo. Pero su mente no trata de retener estos detalles. Sin embargo algunas veces la mente realiza hazañas que parecen desmentir esta idea de que estas cosas se olvidan. Por ejemplo, uno quizás pueda recordar una tienda que vio en un pueblo pequeño por el que pasó durante su viaje de vacaciones. Uno quizás vea la tienda claramente, un automóvil estacionado al frente, aunque uno no se interesó en ésta en ese momento.
No obstante, la mente por lo general parece registrar impresiones, no meramente con el propósito de ser un gran depósito de datos, sino principalmente para utilizarlas en necesidades futuras. John Pfeiffer, en su libro The Human Brain, dice: “La palabra ‘almacenar’ quizás sea demasiado moderada. El cerebro es un sistema dinámico de células. Nunca cesa de usar y volver a usar sus sendas de memoria, agregando nuevos detalles, o tratando combinaciones nuevas. Las abstracciones que hace entre otras cosas se usan para ayudarnos a predecir.” El pronóstico del tiempo o de las tendencias financieras, nuestras acciones en la vida diaria, como comprar ropa, se basan en nuestra memoria de lo que sucedió ayer, o el mes pasado o el año pasado.
Un ejemplo de cómo la memoria sirve los propósitos inmediatos, actuales de uno y de que no es meramente un espacio para almacenar los acontecimientos pasados, es éste: Uno va a una tienda de surtido buscando cierto artículo, digamos, un carrete de hilo rojo. Al pasar por los mostradores no presta atención particular a otros artículos, solo busca el hilo. Sin embargo, días después quizás uno necesite otro artículo... un maletín de libros para niños. Se recuerda que vio uno en la tienda. O quizás fue un letrero que decía “Maletines para libros,” al cual en realidad no le prestó ninguna atención en esa ocasión. Quizás uno no se recuerde exactamente dónde estaba el artículo exhibido, tampoco ninguno de los demás artículos cercanos. Pero ahora uno tiene la necesidad, y el recuerdo de este artículo específico viene en su ayuda a la velocidad de un relámpago. El recuerdo estaba allí, se acordó cuando hubo una “emergencia.” De no haber sido por la necesidad, quizás nunca lo hubiera extraído de los “archivos” de la memoria.
Estabilidad de la memoria
La memoria es tan valiosa para el individuo que su completa destrucción sería un desastre. Podría borrar una gran porción de su personalidad. Pero hay un “factor de seguridad” desconocido que por lo general impide esta calamidad. La mayoría de las personas que pierden la memoria, debido a un accidente o a una lesión, solo pierden el pasado inmediato. El libro The Human Brain, al que se hizo referencia anteriormente, relata un informe que apareció en el Times de Nueva York hace años. Fue cuando Jack Sharkey contendía por el campeonato mundial de peso pesado. Pasaba caminando por el Estadio Yankee con su entrenador. Sharkey señaló:
“No me gusta el aspecto de ese cielo. Podría llover y me desagradaría el que postergaran mi pelea.”
“¿Qué pelea?” le preguntó su entrenador.
“¿Eres mi entrenador o no?” replicó Sharkey. “No quiero sorprendente pero esta noche peleo en el Estadio con Jack Dempsey.”
“Esto quizás sea una novedad para ti, pero ya has peleado con Dempsey. Te tumbó en el séptimo asalto.”
El libro pasa a decir:
“Los oscurecimientos completos de episodios pasados son típicos de los daños a los lóbulos temporales de la corteza [debajo de las sienes a ambos lados de la cabeza]. Cuando se lastiman las regiones, no se puede formar ningún rastro de memoria. Sharkey sabía exactamente lo que estaba haciendo durante la pelea. Reconocía a su entrenador, seguía los consejos y ofreció una buena lucha. Estaba completamente consciente y tenía acceso a los recuerdos pasados. Pero su cerebro no estaba produciendo registros de los acontecimientos presentes. En otras palabras, el pasado inmediato se representaba solo por recuerdos de corto alcance, corrientes parásitas en los circuitos de las células nerviosas. Las corrientes parásitas se detuvieron después de quedar fuera de combate. Aunque los recuerdos anteriores del boxeador quedaron intactos, había una brecha —un ‘vacío’ en su pasado— por el lapso de la lucha.”
Este incidente demuestra que los recuerdos que se hacen recientemente, llamados recuerdos “de corto plazo,” se pueden borrar. Mucho más raramente, se sabe de personas que han perdido también su memoria anterior, más permanente, pero con el tiempo frecuentemente esta ha sido restaurada. Un enigma en cuanto a la ubicación de la memoria es éste: Cuando el cerebro de una persona es estimulado en cierto punto por medio de la corriente eléctrica, puede recordar toda una experiencia de muchos años atrás con detalles vívidos. Sin embargo, aunque es extraño, una lesión cerebral que afecta exactamente esa misma parte del cerebro no destruye ese recuerdo. Algunas personas han sufrido lesiones extensas en su cerebro sin afectar seriamente su memoria almacenada (más permanente). A algunos animales se les ha desconectado la mitad del cerebro sin afectar gravemente las cosas que habían aprendido. La memoria parece tener rutas alternativas, o una ubicación “tridimensional” en el cerebro, no estando restringida a una sola parte... una verdadera protección.
Es importante recordar que la mente no funciona por sí sola. Todo el cuerpo contribuye a su funcionamiento. Todos los órganos del cuerpo al estar interrelacionados, son interdependientes, en armonía con la explicación bíblica de que el hombre es una unidad, un alma. (Gén. 2:7; 1 Cor. 12:14-20) Cada órgano tiene su efecto sobre la personalidad. El cerebro obtiene su información por medio de los sentidos. Estos sentidos son esenciales para el funcionamiento del cerebro. Estos también suministran “realimentación,” sin la cual el cerebro sería de poco valor práctico. Cuando uno recoge una fruta, quizás un durazno, los ojos transmiten a la mente la posición, dirección y velocidad de su mano, haciendo correcciones constantemente. Su sentido del tacto le dice a la mente cuando los dedos han tocado el durazno, la fuerza de su apretón, suficiente para sostenerlo pero no tanto como para aplastarlo. Al mismo tiempo la saliva y los otros jugos digestivos quizás comiencen a fluir en preparación para comerlo.
Desarrollando la mente para la vida y la felicidad
¿Cuáles son algunos de los factores implicados en el desarrollo de la mente? El lenguaje es un factor importante. Hace mucho más fácil el rememorar y recordar cosas aprendidas. La importancia del uso del lenguaje en el habla se ve por la conformación del cerebro. ¿Cómo? En que una zona extraordinariamente grande del cerebro está dedicada a controlar las explosiones del rostro, especialmente de la boca, la lengua y los labios. El habla ayuda a la mente a almacenar mucha información de un modo compacto. Las palabras son información “codificada.” Piense en todos los significados y asociaciones que trae a la mente la palabra “casa.”
En consecuencia, el desarrollar nuestro uso del lenguaje desarrolla nuestra mente. El uso correcto del habla, las palabras expresivas, evitando las vulgaridades y obscenidades, enriquece la memoria “biblioteca” para un uso provechoso.—Efe. 4:29; Col. 3:8, 9.
Para el desarrollo de nuestra mente nuestra actitud tiene la más vital importancia. Gobierna en gran medida las cosas que ponemos en nuestra memoria permanente. Si exclusivamente amamos las cosas que meramente entretienen a la mente, quizás nunca nos elevemos más allá del nivel mental de un niño de doce años. No tendremos en nuestra memoria las cosas que nuestra mente necesita completar para llegar a serias conclusiones sobres asuntos importantes de la vida. Si enfocamos nuestro amor y nuestra atención en cosas que no son esenciales o que degradan, nuestra memoria estará llena de “basura,” y basura es todo lo que podremos extraer de ésta.
La repetición de conversaciones o acciones buenas o malas desarrollan en el individuo un “espíritu” o inclinación mental dominante hacia un lado o el otro. Pero aun si hemos dejado sin usar nuestra mente o a gran medida ésta se ha espaciado en cosas malas, no deberíamos desesperar. No es demasiado tarde para poner manos a la obra y recobrarse, prescindiendo de nuestra edad. El apóstol Pablo dijo que podemos ‘ser hechos nuevos en el “espíritu” o actitud dominante que impulsa nuestra mente,’ y que podemos ponernos “la nueva personalidad.” (Efe. 4:23, 24, Kingdom Interlinear Translation) El estudiar sinceramente la Palabra de Dios, la Biblia, nos ayuda a obtener el auxilio de Dios. El pensar y poner por obra las cosas que aprendemos impulsará a nuestra mente y le dará vigor, junto con la felicidad de tener un verdadero propósito en la vida.
Esto inevitablemente señala a un rasgo de la mente que los científicos no han podido observar funcionando al estudiar el cerebro, pero muchos reconocen que existe. Es la capacidad para la espiritualidad, la necesidad de una relación con Dios. De hecho, la mente fue creada con esta capacidad. (Gén. 1:26) Todos los hombres tienen el deseo de adorar, y aun los esfuerzos que realizan los gobiernos ateos no han podido suprimir ese deseo totalmente. Si no se satisface esta capacidad o necesidad, el hombre no puede ser feliz. Jesucristo repitió las palabras que Dios le dijo al antiguo Israel: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová,” y, “Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado.”—Mat. 4:4; Luc. 4:8; Deu. 6:13; 8:3; 10:20.
Así es que la mente que no adquiere cosas espirituales no está funcionando plenamente en armonía con el modo en que fue hecha para funcionar. A su vez, el funcionamiento impropio de la mente, afecta a toda la persona, resultando en deterioración. (Sant. 1:13-15) Pero nosotros podemos cambiar nuestra mente de modo que funcione de la manera en que el Hacedor la diseñó. (Rom. 12:2) Hay una gran satisfacción en la vida cuando hacemos eso.
[Ilustración de la página 16]
Un lado del cerebro. La mayor zona de tejido cerebral se dedica a controlar la boca, la lengua y las manos
PIE
PIERNA
TRONCO
MANO
OJO
NARIZ
BOCA
LENGUA
[Ilustraciones de la página 17]
Aquello en lo que una persona fija su atención se almacena en su memoria “biblioteca.” ¿Cuál biblioteca preferiría usted como la guía correcta?
[Ilustración de la página 19]
Al mirar un objeto nuestro cerebro no lo “ve” como un todo. Miles de células nerviosas en la retina de nuestro ojo transmiten al cerebro la información en “partículas” codificadas en una especie de patrón en forma de mosaico