Tenga el aguante de Job hoy
EL AGUANTE de Job ha sido proverbial por mucho tiempo. ¿Tiene usted esa clase de aguante? En este mundo inicuo, a menos que usted desee ser desertor, ciertamente lo necesitará. ¿Cómo puede obtenerlo?
Ayuda mucho el hacer caso del consejo del discípulo Santiago: “Hermanos, tomen como dechado de sufrir el mal y ejercer la paciencia a los profetas, que hablaron en el nombre de Jehová. ¡Miren! Nosotros pronunciamos felices a los que han manifestado aguante. Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el resultado que dio Jehová, que Jehová es muy tierno en afección y compasivo.”—Sant. 5:10, 11.
Tal vez esté usted pensando: ‘Sí, pero Job nunca vivió en realidad. Cualquier personalidad alegórica o ficticia puede aguantar.’ Pero no es así. Seguramente que Santiago no insultaría nuestra inteligencia por medio de decirnos que imitáramos a una personalidad que jamás vivió, ¿no es cierto? El hecho de que la Biblia señala la justicia de Job y la vincula con la justicia de Noé y de Daniel no deja duda alguna de que Job en realidad si vivió: “Si hubieran resultado estar estos tres hombres en medio de ella, Noé, Daniel y Job, ellos mismos debido a su justicia librarían [tan solo] su alma.”—Eze. 14:14.
“Aguante” se ha descrito como “el poder resistir penalidad,” “la capacidad de continuar bajo tensión o aflicción.” Job ciertamente manifestó aguante, y por lo tanto Santiago muy apropiadamente lo señala como dechado para nosotros. En su día Job era “el más grande de todos los orientales.” Gozaba de buena salud, tenía una familia grande y feliz, tenía grandes posesiones materiales, se le tenía en alta estima, y, sobre todo, como hombre de integridad, tenía la aprobación de Jehová, no habiendo, en realidad, ningún otro hombre que pudiese compararse con él en este respecto.—Job 1:1-8; 29:1-25.
Y entonces, de la noche a la mañana, por decirlo así, Job sufrió una serie de catástrofes que le robaron o parecieron robarle todas estas bendiciones. Golpe tras golpe llovió sobre su cabeza desamparada, desgracia tras desgracia que él no tenía por qué esperar.
Pero, ¿se desalentó Job y desertó? ¿Siguió el consejo de su esposa: “Maldice a Dios y muere”? No, él no lo hizo. El aguantó. Y no solo aguantó estas cosas, sino que mantuvo su integridad a pesar de ocho discursos proferidos por esos supuestos amigos suyos que resultaron ser sus enemigos, hipócritas en realidad. “Un compañero verdadero está amando todo el tiempo, y es un hermano que nace para cuando hay angustia.” Pero estos tres se volvieron contra Job con preguntas de esta índole: “¿No es tu propia maldad demasiada ya, y no habrá fin de tus errores?”—Job 2:9; Pro. 17:17; Job 22:5.
El registro sigue mostrando que Jehová Dios recompensó a Job por su aguante, como nota Santiago, y, a pesar de haber vivido hace unos treinta y cinco siglos, Job queda como un buen ejemplo para todos los amantes de la justicia hoy en día; especialmente cuando éstos se hallan acosados de penalidades parecidas. La pérdida de las posesiones materiales, de personas amadas, de la salud y de amigos sigue siendo la porción del hombre.—Job 42:10-17.
¿Qué le capacitará a usted a aguantar estos males sin que llegue a estar resentido, amargado o desalentado? La fe en Dios y en sus promesas. Job tuvo tal fe. A pesar de todo su sufrimiento él “no pecó ni atribuyó indignidad a Dios.” El siguió confiando en Dios ‘aunque Dios le matase.’ La fe le capacitará a usted a aguantar, a continuar “firme como si viera al que es invisible.” Además, ¿no ha prometido Dios que a su debido tiempo, el cual ahora está muy cerca, todo sufrimiento, todo pesar, dolor y muerte terminarán? El tener fe en tales promesas de Dios le dará esperanza, y la esperanza le ayudará a aguantar.—Job 1:22; 13:15; Heb. 11:27; Apo 21:4.
La oración es otra gran ayuda para tener aguante. Las palabras de Job manifiestan que su actitud fue una de oración; él rogaba a Dios, presentando su caso a él. De manera que, si la adversidad le sobreviniera a usted, puede usted orar para pedir lo necesario. ¿Es enfermedad lo que usted tiene que aguantar? Puede orar por sabiduría para hacer frente a su aflicción y fuerzas para aguantarla. ¿Es la persecución la penalidad suya? Aquí también usted puede orar, no solo por fuerzas para aguantar, sino también por sus perseguidores, así como Jesús mandó: “Sigan ... orando por aquellos que los persiguen,” y como él mismo hizo al decir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”—Mat. 5:44; Luc. 23:34.
Otra ayuda para que usted aguante es un conocimiento y entendimiento de los propósitos de Dios. Job no sabía por qué Dios permitía que él sufriera, pero nosotros hoy en día, a causa de tener el relato de Job y la luz de Dios sobre éste, sabemos por qué Dios permite que los justos sufran, a saber, para dar prueba al Diablo así como a toda la creación de que él puede tener criaturas que permanezcan fieles a él venga lo que viniere. Job mantuvo la integridad sin saber acerca de este motivo. El saber acerca de él ciertamente debería ayudar a todos los amantes de la justicia a aguantar.—Job 1:7-12; 2:2-8.
Y, sobre todo, el amor le ayudará a usted a aguantar. El amor a Dios le ayudará a soportar lo que él permita, sin rebelarse, ni siquiera quejarse de ello. El amor hará que usted confíe en Jehová Dios así como Job confió en él, siempre obedeciéndole, porque “esto es lo que el amor de Dios quiere decir, que observemos sus mandamientos.” Y el amor hacia su prójimo también le ayudará a aguantar, a tolerarlo, sea ese prójimo un miembro de su propia familia, un miembro de su congregación o un compañero de trabajo en su lugar de empleo. Si usted verdaderamente ama a su prójimo deseará también ponerle un buen ejemplo por medio de aguantar y ayudarle a él a aguantar. “El amor es sufrido y bondadoso. . . . Soporta todas las cosas, cree todas las cosas, espera todas las cosas, aguanta todas las cosas.”—1 Juan 5:3; 1 Cor. 13:4, 7.
Sí, entre las muchas cosas que le ayudarán a usted a aguantar están la fe, la oración, el conocimiento y el entendimiento y el amor. El aguante es el derrotero de la sabiduría. Hay paz, consuelo y un gozo interior provenientes de saber uno que está aguantando, cobrando ánimo bajo adversidad, debido a que es lo que correctamente se debe hacer. Tal aguante le da a uno la seguridad de una recompensa futura: “El que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.”—Mat. 24:13; Rom. 5:3, 4.