Participando de la prosperidad de la nación de Dios
“¡Oh, visítame con tu salvación! para que yo vea el bien [la prosperidad, AN] de tus escogidos; para que me alegre en la alegría de tu nación.”—Sal. 106:4, 5.
1, 2. ¿A quién han reconocido los políticos como fuente de la prosperidad, y cuánto han adelantado la prosperidad los recientes Años Santos?
LA Prosperidad tiene una sola fuente—Jehová Dios. Los políticos mundanos han reconocido este hecho hipócritamente. Cuando han lanzado sus propios proyectos para la abundancia material, han citado del Salmo 127:1: “Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.” Como todo el mundo sabe, la prosperidad que los políticos dijeron que ya estaba “a la vuelta de la esquina” no se presentó de manera verdadera y duradera cuando dimos vuelta a la esquina.
2 En 1933 el sistema religioso más poderoso de la cristiandad celebró un Año Santo especial para conmemorar la muerte de Jesucristo diecinueve siglos antes. Para hacer creer a la gente que ese sistema religioso era lo que habría de traer mejores tiempos, el Año Santo del papado fué anunciado con la promesa resplandeciente de que ahora ‘una ola de religión arrastraría a las naciones a la paz y prosperidad’. Pero seis años después, ¿qué sucedió? Las naciones fueron arrastradas a la más funesta guerra de toda la historia humana. La celebración de otro Año Santo en 1950 no mejoró el período posbélico sino que señaló el principio del conflicto coreano, el pistoletazo para una terrífica carrera de armamentos entre Oriente y Occidente que amenaza con una tercera guerra mundial pronto, en la cual se arrojen bombas nucleares de ambas direcciones.
3. ¿Por qué no ha habido prosperidad como resultado de sus esfuerzos y oraciones?
3 ¿Por qué no hubo prosperidad como resultado coronante de los esfuerzos y las oraciones de los caudillos políticos y religiosos de la cristiandad? Por esto: Jehová no cooperó con ellos. Jehová rehusó unirse a la edificación de su estructura posbélica para la paz y bienestar mundial. Ellos lo han rechazado. Él los ha rechazado. Para disgusto de ellos se ven obligados a citar el texto bíblico: “¡Esperábamos la paz, pero no vino ningún bien; tiempo de sanidad, mas he aquí desmayo!”—Jer. 14:19.
4. ¿Dónde, pues, hay prosperidad en prueba de que Jehová es su fuente?
4 En la cristiandad no hay prosperidad estable, garantizada. En el llamado paganismo no la hay tampoco. Entonces, ¿no hay prosperidad en ninguna parte de la tierra para probar que Jehová Dios es la fuente y el creador de ella? Sí la hay. ¿Dónde? Donde razonablemente debe encontrarse—entre el pueblo que lleva su nombre, los testigos de Jehová. Eso explica por qué razón tienen felicidad, una felicidad que no tiene igual en ninguna parte de este viejo mundo, una felicidad que ningún cambio hacia una condición peor o aun la peor de este viejo mundo puede apagar o desbaratar. Su felicidad no está fundada sobre alguna prosperidad material o alguna paz armada de este mundo. No depende de tener una abundancia de las cosas de este mundo, esas cosas inciertas, que se desvanecen. Es una prosperidad espiritual, un bienestar verdadero, práctico, que ha transformado su vida y los ha hecho los mortales más felices de la tierra. Esta nunca se desplomará. Está apoyada y garantizada por el más grande y el único gobierno durable del universo, el reino de Jehová establecido en los cielos en el año 1914 y con su Hijo Jesucristo a su lado.
5. ¿A las oraciones de quiénes, y desde cuándo, es ésta una respuesta?
5 Dios contesta la oración. Al contestar la oración él favorece, no a la cristiandad, sino únicamente a su verdadero pueblo, el que lleva su nombre. La condición floreciente de ellos en este tiempo decisivo es una respuesta a su oración. Él ha oído su oración porque fué ofrecida con un motivo propio y estuvo en armonía con Su voluntad expresada en las profecías de su Palabra. Hace poco más de treinta años, a saber, el viernes 8 de septiembre de 1922, en la asamblea internacional de los testigos de Jehová en Cédar Point, Ohío, se anunció la presencia del Día de Jehová y se mostró que la oración profética que se halla en el Salmo 118:24, 25, era apropiada entonces: “Este es el día que ha hecho Jehová; ¡alegrémonos y regocijémonos en él! ¡Salva ahora, te rogamos, oh Jehová! ¡rogámoste, oh Jehová, hagas ahora prosperar!” Hoy, después de tres décadas, podemos medir la cantidad de prosperidad que él ha enviado en éste su día. En ese entonces principiábamos a caminar por el camino hacia la prosperidad posbélica. Hoy la prosperidad que se nos ha dado no tiene paralelo en la historia cristiana.
6. ¿En qué pobreza se hallaba el resto al fin de la I Guerra Mundial?
6 Al fin de la I Guerra Mundial en noviembre de 1918 el resto de los testigos de Jehová se hallaba en una condición pobre. La persecución maligna de nuestros enemigos religiosos, al usar la espada militar del estado total, los había dejado así. Sus propios temores y falta de entendimiento habían contribuído a su condición. Por todo el mundo estaban muy desorganizados. No había un gobierno teocrático práctico en vigor entre ellos. Varios de sus principales oficiales se encontraban en la cárcel literal debido a los esfuerzos que hicieron por ser fieles a la causa de Dios. Debido a la oposición mundial su voz pública a favor del reino de Dios estuvo muy apagada. No se sentían muy seguros en cuanto a lo que era la voluntad de Dios para ellos sobre la tierra en el período posbélico. Sólo algunos de ellos estaban en cárceles literales en el mundo, pero todos ellos estaban en una cárcel espiritual en el sistema mundial del Diablo, que la Biblia llama “Babilonia”. Aquí sintieron las restricciones impuestas sobre su libre adoración de conciencia al Dios vivo y verdadero y sobre su servicio a Su reino. Aquí sintieron la expresión del desagrado de Dios para con ellos debido a pecados e impureza mundana de los cuales no se habían dado cuenta exacta. Delante de Dios se encontraban en una condición que el Apocalipsis 11:8, 9 asemeja a cuerpos muertos de los testigos de Dios yaciendo expuestos en la ciudad inmunda tres días y medio. ¡Qué pobreza!
7, 8. ¿Cómo les mostró Jehová su bondad amorosa? y ¿quién ha expresado bien su anhelo y gratitud, y con qué palabras?
7 Una generación joven ha crecido desde entonces. Poco se da cuenta del estado de ánimo y la condición de la organización en ese entonces. ¡Ah, pero Dios es tan misericordioso, tan lleno de bondad amorosa para con aquellos cuyo corazón es sincero hacia él y que se esfuerzan por adherirse a él con cariño inquebrantable! Aunque estaba airado y disgustado con ellos al grado de permitir que fueran derribados, Jehová no deseó destruirlos, lo cual hubiera convenido muchísimo a nuestros enemigos. (2 Cor. 4:8, 9, NM) Por causa de su propio nombre y en la abundancia de su misericordia, tenía otros propósitos para el resto de sus consagrados ungidos. De modo que les abrió los ojos ciegos para que vieran que él les había prometido liberación en su Palabra y que ellos iban a emprender una obra grandiosa que sería bendecida con asombrosa prosperidad. Los leales y celosos estuvieron anuentes a servir a Dios sobre la tierra hasta el fin, y ¡oh cómo respondió su corazón a esta perspectiva maravillosa representada en su Palabra profética! ¡Si sólo los sacara de esta condición restringida y abriera el camino a la libertad y adoración libre e impávida a él, cuán gozosamente participarían en su obra hasta su culminación gloriosa! ¡Todo corazón anuente rebosó en gratitud a Dios por la esperanza fresca! Cuán bien expresó el salmista, en circunstancias semejantes, su agradecimiento, su disposición para alabar y su anhelo en estas palabras conmovedoras del Salmo 106:1-5:
8 “¡Aleluya [¡Alabad a Yah!]! Dad gracias a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia. ¿Quién podrá decir las poderosas obras de Jehová? ¿quién podrá contar todas sus alabanzas? ¡Dichosos aquellos que guardan la equidad, y el que obra justicia en todo tiempo! ¡Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo! ¡oh, visítame con tu salvación! para que yo vea el bien [la prosperidad, AN] de tus escogidos; para que me alegre en la alegría de tu nación, y me gloríe con tu herencia.”
9, 10. ¿Tienen algunos esa intensidad de sentimiento expresada aquí? Y ¿quiénes son el pueblo de Jehová, sus escogidos, su nación, su herencia?
9 ¿Tiene usted la intensidad de sentimiento hacia las cosas de Jehová Dios que el salmista expresa aquí? ¿Tiene usted un amor y apreciación para el pueblo de Jehová, sus escogidos, su nación, su herencia, de modo que usted quiera ser salvado con ellos y ver su prosperidad, participar del favor que Dios expresa hacia ellos, regocijarse con ellos, y sentir gloria al estar asociado con ellos como herencia de él?
10 Así es como se sintió cada miembro sincero del resto ungido mientras languidecía en cautiverio babilónico a los poderes de este mundo. ¿Tiene usted personalmente ese deseo consumidor hoy? El pueblo de Jehová es su pueblo que lleva su nombre y a quien ha sacado de todas las naciones, judíos y gentiles, por los pasados diecinueve siglos para que sea un “pueblo para su nombre”, ungido con su espíritu. Ellos son escogidos suyos, escogidos para ser unidos con su Hijo Cristo Jesús en su reino celestial, sus escogidos por cuya causa él abrevió los días de tribulación en 1918 para que alguna carne pudiera ser salva. (Hech. 15:14; Mat. 24:21, 22) Ellos son la única nación sobre la tierra que él reconoce y con quien trata, una nación de israelitas espirituales, judíos interiormente, sobre quienes el verdadero Mesías, Jesucristo, es Rey. Ellos son la herencia de Jehová, la manada pequeña a quienes él hace sus hijos espirituales y sobre quienes él tiene derecho especial y a quienes él finalmente saca de la humanidad sobre la tierra y los eleva al cielo para gobernar como reyes con Jesucristo para la bendición de todas sus otras ovejas sobre la tierra.—1 Ped. 2:9; Deu. 32:9; Sal. 33:12; Isa. 19:25; 63:17.
11. (a) ¿Por qué se ha asociado usted con Su pueblo ahora? (b) ¿Qué nos impulsa a hacer en respuesta el cumplimiento del Salmo 68:6?
11 Evidentemente es porque usted tiene tal apreciación que ha decidido asociarse con la nación de escogidos de Dios. Usted ha discernido quiénes son el pueblo para el nombre de Jehová, y usted se da cuenta de que su favor es mejor que el del viejo mundo, porque en su favor hay vida verdadera; es la única cosa que hace que la vida valga la pena. Usted observa cuán bueno él ha sido para con su pueblo en este fin del mundo, cómo su bondad amorosa no les ha faltado aun cuando en su desagrado dejó que vinieran a estar bajo el poder del enemigo durante la I Guerra Mundial, y ha demostrado esta bondad amorosa haciendo actos poderosos de liberación y reorganización para ellos. Ya no se hallan en cautiverio solitario, pocos en números e impedidos por la fuerza enemiga de ensancharse con más publicadores del reino de Dios y alabadores de su nombre. Ahora su crecimiento en números despierta asombro. Jehová los ha multiplicado no sólo con miembros más recientes del resto que han ocupado los lugares de cualesquier rebeldes que se hayan pasado al enemigo, sino también con una multitud de personas de buena voluntad que crece constantemente, como grandes manadas de ovejas, de otras ovejas, todas congregadas en un solo rebaño bajo el único Pastor Propio del rebaño de Dios, Jesucristo. En esto se ve el cumplimiento final y completo de su promesa, dada en el Salmo 68:6: “Dios hace habitar a los solitarios en casa, y saca los cautivos al goce de felicidades [o “saca los presos a prosperidad”, AN]; pero los rebeldes habitan en tierra seca.” ¿Cómo, entonces, podemos nosotros que anhelábamos ver y participar de la prosperidad de su nación escogida, sí, cómo podemos resistir la llamada a alabar a Jehová y darle gracias públicamente por su benevolencia? En realidad, ¿cómo podemos declarar sus actos con plena descripción de su poder, cómo podemos manifestar toda su alabanza—ya que hay tanto que alabar?
12, 13. ¿Cómo se compara la pobreza de la cristiandad con nuestra prosperidad?
12 ¡Piense en cuán pobre está la cristiandad espiritualmente! Ella no tiene evidencia de favor divino. Sus oraciones y cruzadas por la paz y prosperidad en este mundo del cual ella es parte no tienen buen éxito. Está perpleja. Ella está en temor extremado por su existencia futura, a pesar de todas sus ostentaciones de cuán antiguas son sus instituciones. No tiene ningún mensaje oportuno para la gente, ningún alimento espiritual, ninguna agua de verdad. No está haciendo la obra de Dios que está predicha en las profecías concernientes al fin de este mundo. Por otra parte, piense en la prosperidad espiritual a la que el Todopoderoso Dios nos ha traído—¡a nosotros que en un tiempo estuvimos presos en este mundo babilónico! Nuestras oraciones por los últimos treinta años en que pedimos que nos salvara y nos enviara prosperidad han sido contestadas más allá de lo que esperábamos antes del Armagedón. ¡Cómo ha sido hecha más clara su santa Palabra para nosotros, cómo han sido desenredados sus secretos sagrados para nosotros! Ya no hay ninguna incertidumbre en cuanto a por qué hemos sido dejados sobre la tierra desde el fin de los “tiempos señalados de las naciones” en 1914, ninguna duda en cuanto a cuál es nuestra misión. En un tiempo marcados por el enemigo para ser muertos por medio de sus persecuciones, sabemos que Dios nos revivificó de nuestro estado mortal y que nuestros enemigos son los que morirán en el Armagedón, pero ahora somos marcados por el poder de Dios para la vida en el nuevo mundo, aun por medio de sobrevivir a la guerra destructiva del Armagedón.
13 Tenemos el mensaje de Dios para hoy. Porque nos adherimos estrictamente a su Palabra en lugar de a las filosofías mundanas y credos y tradiciones religiosos hechos por el hombre, nosotros tenemos el mensaje de Dios para hoy. Es las buenas nuevas del reino establecido, reino de Dios mediante Jesucristo. Diferente del constante decremento en el número de sacerdotes y predicadores de la cristiandad, el número de nuestros ministros activos en la predicación de las buenas nuevas del Reino siempre va aumentando. Tenemos la obra de Dios que hacer y nos animamos para hacerla. Tenemos su espíritu activándonos y apoyándonos, y Dios está haciendo su obra predicha por medio de nosotros, no por poder ni por ejércitos sino por su espíritu. Es el espíritu de la organización teocrática. Nuestra copa está rebosando, nuestra mesa espiritual está recargada de alimento sólido en la presencia misma de nuestros enemigos. No importa cuán pobres materialmente seamos la mayor parte de nosotros, sin embargo estamos haciendo ricos a muchos espiritualmente. Todo este bienestar espiritual tenía el propósito de hacer que la nación de Dios se regocijara. ¿Cómo podemos abstenernos de regocijarnos y gloriarnos en Jehová?
CONFESIÓN
14. Pero ¿qué amonestación necesitamos escuchar, y de qué depende el que sigamos en esta prosperidad?
14 Pero ¡escuchemos la amonestación! Nuestra propia persistencia individual y personal en este regocijo en la alegría de la nación de Jehová y en la participación de su prosperidad es condicional. ¿Por qué? Porque es a su organización que él da la palabra segura, “Y ya no habrá ninguna maldición,” puesto que él cuidará de que su organización como tal se mantenga limpia y libre y fiel. Es a su organización en conjunto que él dice: “Ninguna arma forjada contra ti tendrá éxito; y a toda lengua [ya sea nacionalista, fascista, religiosa o comunista] que en juicio se levantare contra ti, condenarás. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su justicia es de mí, dice Jehová.” Es a su organización restaurada que él hace esta promesa: “Así dice Jehová de los Ejércitos: Mis ciudades rebosarán aún en prosperidad, y Jehová consolará aún a Sión, y escogerá todavía a Jerusalem.” (Apo. 22:3, NM; Isa. 54:17; Zac. 1:17) Pero usted como individuo, ¿continuará participando de todo este bienestar, favor y protección espirituales? Todo depende de que se afirme en la organización teocrática de Jehová y se mantenga de común acuerdo y en armonía con ella. Todo estriba en que usted viva en conformidad con sus principios fieles y se porte digno de ser retenido en la organización de Jehová.
15. Con ese fin, ¿qué tenemos que hacer?
15 Con ese fin tiene usted que evitar los pecados que fácilmente enredan a los descuidados y a los que confían en sí mismos. No debemos permitir que la prosperidad espiritual se nos suba a la cabeza y nos envanezca y nos haga sentir seguros de nosotros mismos. Cuídese de no decir como dijo el salmista: “Y yo había dicho en mi prosperidad: ¡Nunca seré movido!” (Sal. 30:6) No olvide sus responsabilidades y vaya a hacerse insensato descuidándolas, mostrando infidelidad en lo que es de menos importancia. Recuerde el proverbio: “La apostasía de los simples los matará, y la prosperidad [o, la tranquilidad descuidada] de los insensatos causará su perdición.” (Pro. 1:32) No se haga semejante a la cristiandad a quien Jehová dijo proféticamente: “Yo te hablé en tu prosperidad, mas tú dijiste: ¡No escucharé!” (Jer. 22:21; Zac. 7:7) Hay peligro de que los que estén demasiado conscientes de su prosperidad desobedezcan. Tenga presente claramente los pecados que causaron que individuos que formaban parte de la antigua organización de Israel de Jehová fueran destruídos, sí, que causaron que toda la nación fuera entregada a sus enemigos para castigo correctivo. Recuerde sus propios pecados que en un tiempo lo separaron a usted del Dios verdadero y su nación. Usted fácilmente puede llegar a repetirlos. Evite el hacerlo.
16. ¿Qué hizo el salmista inmediatamente después de su oración, y quiénes hicieron la misma cosa desde el fin de la I Guerra Mundial?
16 El salmista oró a Dios para que lo favoreciera una vez más y lo salvara y le permitiera ver y unirse en la prosperidad y alegría de la nación de Dios, pero él siguió inmediatamente después de su oración haciendo una confesión de los pecados de su nación y no excusándose sino aceptando parte de la culpa. Él dijo: “Hemos pecado juntamente con nuestros padres, hemos obrado iniquidad, hemos cometido maldad.” (Sal. 106:6) Sí, “hemos,” yo junto con los demás. No es fácil que una nación confiese los pecados nacionales que ha cometido contra Dios. Al fin de la I Guerra Mundial la cristiandad, chorreando sangre, hirviendo en contiendas internas, culpable de perseguir al pueblo de Jehová, orgullosamente rehusó confesar sus pecados. Unos cuantos ministros religiosos hicieron una especie de confesión, pero no llegaron al fondo verdadero del pecado y la impiedad de la cristiandad. Por consiguiente, como Proverbios 28:13 dice: “El que encubre sus transgresiones, no prosperará; mas quien las confiese y las abandone, alcanzará misericordia.” El resto de corazón leal de los testigos ungidos de Jehová como organización hizo una confesión de sus pecados y faltas para con Dios. Se arrepintieron de ellos de manera piadosa, lo cual los hizo apartarse de ellos y corregirse en sus enseñanzas y prácticas. Su organización confesó tales pecados cometidos contra el Altísimo Dios y los miembros individuales confesaron haber tenido parte en esos pecados. De modo que Dios los restableció en su favor y servicio y los hizo prosperar.
17. ¿Cuáles ocho pecados nacionales describió el salmista, y por qué?
17 Para recordarlos él mismo y para que sirviera de amonestación al pueblo de Jehová hasta el día de hoy, el salmista nos describe estos pecados en detalle. Primero, la rebelión de los israelitas contra Jehová su Caudillo en el mar Rojo, donde las fuerzas militares de Egipto que venían en persecución amenazaron alcanzarlos. Segundo, en el desierto se quejaron de la manera en que Dios trató con ellos en el asunto de alimento, y lo pusieron a prueba. Tercero, cientos envidiaron los puestos teocráticos prominentes de Moisés y Aarón, sólo para ser tragados con Datán y Abiram en un terremoto y electrocutados con Coré y su compañía de levitas. Cuarto, durante la ausencia de cuarenta días de Moisés en el monte Sinaí mientras se hallaba en conferencia con el ángel de Jehová, ellos moldearon un becerro de oro y lo adoraron como su dios de liberación. Quinto, cuando los doce espías regresaron de inspeccionar la Tierra Prometida, ellos pasaron por alto el informe animador de Caleb y Josué y escucharon el informe malo de los diez espías infieles y rehusaron marchar a la tierra bajo la dirección de Jehová. Sexto, cuando se encontraban sobre la llanura de Moab treinta y nueve años después y sólo el río los separaba de la Tierra Prometida, ellos sucumbieron a los engaños seductores de mujeres idólatras y se pusieron a adorar al dios falso e inmoral Baal-peor. Séptimo, en Meriba en el desierto de Zin ellos rebeldemente se quejaron acerca de la escasez de agua y provocaron a Moisés a tal grado que él perdió los estribos y obró desagradablemente para con Dios. Octavo, encima de todos esos pecados no hicieron caso de los mandamientos y amonestaciones de Dios cuando se establecieron en la Tierra Prometida, sino que transigieron con los paganos y se dedicaron a la prostitución espiritual con sus detestables dioses falsos.
18. Por eso ¿por qué cosa oró el salmista, y por qué se le contestó?
18 En todo caso sufrieron consecuencias desastrosas por cada uno de estos pecados, finalmente siendo llevados cautivos a tierras enemigas mientras Jerusalén yacía desolada setenta años y también quedando bajo un período de 2,520 años de dominación gentil del globo terráqueo, hasta 1914 d. de J. C. Por rescate de tal cautiverio en tierras enemigas y por la renovación de la adoración de Dios en su desolada tierra natal el salmista oró, anhelando vivamente verlo y experimentarlo él mismo con gozo y alegría inefables. Fué sólo la misericordia de Dios y el cumplir con el pacto con su nación escogida lo que contestó tal oración sincera que tenía presente la gloria de Dios.—Sal. 106:6-46.
19, 20. (a) ¿Qué elemento en común tenían todos esos pecados del pueblo del salmista? (b) Por eso ¿qué amonestación se nos da y qué debemos hacer?
19 Ahora tome nota de esto acerca de todos esos pecados del pueblo del salmista: Hubo regocijo sólo por un tiempo por las obras de Jehová a favor de su pueblo y luego un olvido gradual o rápido de sus obras y Divinidad, particularmente cuando se enfrentaron a problemas y situaciones difíciles. ¿Qué resultó? Rebelión en contra de Dios y sus arreglos y siervos asignados, y una vuelta a este mundo y sus dioses asquerosos. El apóstol Pablo mismo menciona varios de estos mismos pecados de Israel y nos amonesta a los cristianos en contra de repetirlos, diciendo: “Estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos y se escribieron como una amonestación para nosotros a quienes los fines consumados de los sistemas de cosas han llegado. En consecuencia, que el que cree que tiene una posición firme se cuide para que no caiga.”—1 Cor. 10:1-12, NM.
20 Ahora queremos continuar disfrutando de la prosperidad y alegría con las que Jehová ha favorecido a su pueblo y nación escogidos, ¿verdad? Pues, entonces, necesitamos vigilar a todo tiempo para no olvidar sus poderosos actos y su bondad amorosa manifestada a su nación y finalmente llegar a ser quejosos, ambiciosos egoístas, moralmente inmundos, deseosos de las cosas de este mundo, temerosos de las potencias mundiales, idólatras de nuestra propia voluntad y opiniones, rebeldes, descuidados de nuestras responsabilidades en la organización teocrática o bajo ella. Habiendo sido librados de este mundo babilónico, jamás podemos volver a sus pecados y al mismo tiempo participar de la prosperidad futura del pueblo instruído de Dios. Para que nosotros lo recordáramos se escribió, en Job 36:10, 11: “Así les abre los oídos a la admonición, y les manda que se vuelvan de su iniquidad. Si obedecen, y le sirven, acabarán sus días en prosperidad, y sus años en amenos placeres.” Nuestro propio bienestar espiritual dicta que siempre busquemos el bienestar de la organización de Dios, orando por su integridad: “¡Rogad por la paz de Jerusalem! ¡gocen de paz [prosperidad, AN] los que te aman! ¡Sea la paz dentro de tus muros, el sosiego [la prosperidad, AN] dentro de tus palacios! A causa de mis hermanos y de mis compañeros, ahora diré: ¡Sea la paz dentro de ti! A causa de la Casa de Jehová nuestro Dios, procuraré tu bien.”—Sal. 122:6-9.
21. ¿En qué tenemos que confiar y a qué tenemos que prestar atención para seguir participando de la prosperidad?
21 Jamás podemos tener buen éxito con nuestra propia fuerza o por medio de nuestra propia sabiduría. Cuando nos enfrentamos a las condiciones y desenvolvimientos que amenazan nuestra prosperidad como pueblo de Dios, sencillamente tenemos que confiar en la fuerza de Jehová, mientras nos estimulamos a hacerlo recordando sus maravillosas hazañas registradas en su Palabra, también sus hazañas para con nosotros en cumplimiento de sus profecías. A medida que marchemos a la batalla final, cantando las alabanzas de Jehová, tenemos que mostrar fe en sus profecías para nuestro futuro. Son profecías inspiradoras. Su Rey teocrático nos exhorta: “¡Creed en sus profetas, así prosperaréis!” (2 Cró. 20:20) Necesitamos la guía y el ánimo de sus profecías, profecías que él nos aclara en este tiempo de crisis. Cuando los de la nación restaurada de Israel estaban reedificando la casa de Jehová su Dios, fueron ayudados en gran manera a seguir adelante por sus profetas cuyos escritos hoy tenemos, y concerniente a lo cual está escrito: “Y los ancianos de los Judíos siguieron edificando y prosperando, en virtud de la profecía de Aggeo profeta, y de Zacarías hijo de Iddo.” (Esd. 6:14) Nosotros, también, estamos ocupados en una obra reedificadora con respecto a la adoración pura del Dios vivo y verdadero. Significa sabiduría de nuestra parte el prestar atención a los profetas de Dios que nos hablan por medio de su Palabra. Por lo tanto es necesario que estudiemos las profecías privadamente y vayamos a donde podamos oír una discusión de ellas, en las reuniones de nuestros Salones del Reino o en nuestras asambleas de circuito, distrito, nacionales e internacionales. Si prestamos atención, entonces esto asegura el que seguiremos prosperando en el servicio divino.
22. Para prosperar ¿qué cosa debemos tratar de hacer que progrese, y por qué?
22 Si siempre buscamos el progreso de la Palabra de Dios y los intereses del Reino, prosperaremos, porque su Palabra jamás regresará a él nula, sino que, dice él: “Prosperará en aquello a que yo la envié,” y, ‘del aumento de su reino no habrá fin.’—Isa. 55:11; 9:7.
MÁS TRABAJO EN QUE PARTICIPAR
23, 24. ¿Por qué no puede decirse que la oración del salmista por salvación se haya contestado plenamente en nuestro caso todavía?
23 El trabajo que antecede a la guerra del Armagedón todavía no está completo. Nuestra propia salvación todavía no se ha completado. Hay un sinnúmero de otras ovejas lejos del Pastor Propio de Jehová que necesitan ser ayudadas hacia el camino de la salvación. Nuestras oraciones tienen que elevarse a Dios, abarcando más allá de nuestra propia salvación individual e incluyendo la salvación de estas otras ovejas. La oración que el salmista ofreció en conclusión es apropiadamente nuestra oración ahora: “¡Sálvanos, oh Jehová, Dios nuestro, y recógenos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre, y nos gloriemos en tus alabanzas! ¡Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad! y diga todo el pueblo: ¡Amén! ¡Aleluya!”—Sal. 106:47, 48.
24 Son muchas las otras ovejas a quienes el Pastor Propio todavía tiene que recoger. Entre todas las naciones se hallan presas a Babilonia por medio de la ignorancia y el temor, pero muy dentro de su corazón anhelan participar de la prosperidad de los escogidos de Jehová y regocijarse en la alegría de su nación. Hasta que hayamos trabajado para su liberación conforme a la voluntad de Dios no se ha contestado completamente la oración a Dios de que NOS salve y NOS recoja (no simplemente a mí) de entre las naciones, para dar gracias a su santo nombre y gloriarnos por medio de alabarle.
25. (a) Para no contradecirnos al exhortar a toda la gente a que diga amén, ¿qué tenemos que hacer? (b) ¿Por qué podemos y debemos ser liberales con nuestra prosperidad?
25 Es contradictorio en sí mismo el que nosotros pidamos a la gente que diga amén a nuestra bendición de Jehová nuestro Dios y luego no permitir que oiga y sepa acerca de él y se ponga en contacto con su organización teocrática bajo Cristo para su liberación. Entonces, dé un paso al frente. Que estas personas nos vean y nos oigan como testigos de Él y observen nuestra prosperidad espiritual y sientan un deseo arrollador de participar de ella. Nuestra actitud hacia ellos tiene que ser la del salmista que dijo: “¡Canten de gozo y alégrense los que se complacen en mi justicia! y digan siempre: ¡Sea ensalzado Jehová, que se complace en la prosperidad de su siervo!” (Sal. 35:27) La prosperidad con la que nos ha bendecido es lo suficientemente abundante para que la grande muchedumbre de otras ovejas participe de ella, no importa cuántos la compongan. Podemos ser liberales, dadivosos. Mediante el compartir nuestro bienestar altruístamente con otros veremos la prosperidad de la organización visible de Dios adelantar más y más, a pesar de la situación del mundo, situación que va de mal en peor en el mundo. Aumentaremos nuestra propia alegría en Jehová con todo su pueblo, a través de todo el camino hasta el nuevo mundo. Por eso, nos unimos al salmista para decir a nosotros mismos y a otros: “¡Aleluya!” o ‘¡Alabad a Jehová!’