La emoción de montar a caballo
‘¡QUÉ excitante es cabalgar en caballo a través de un campo raso! Allí, afuera en el aire fresco con la fría brisa dándole en la cara, uno experimenta una sensación de libertad que vigoriza el espíritu. Debajo de uno hay esa sensación rítmica, pulsante de los activos músculos de su caballo a medida que galopa a través de los campos y sobre las lomas. Y mientras este poderoso animal transporta a uno y cumple sus órdenes, ¡qué deliciosa es la sensación de unidad que uno siente con él.’ Esta es la manera en que muchas personas alrededor del mundo describen la emoción de montar a caballo.
Algunos que nunca han montado a caballo quizás piensen que la experiencia es similar a la de pasear en un convertible, en un automóvil con la capota abierta. Pero los amantes de los caballos están prontos a señalar las diferencias. Primero, está el movimiento rítmico del galope del animal. Otra diferencia, que ellos consideran como ventaja sobre el auto, es que el caballo no está limitado a caminos establecidos. En un momento, puede volverse e ir corriendo por un prado regado con flores, corvetear a través de un arroyo, trotar por un bosque, nadar a través de un río o trepar por la falda de una montaña.
Sin duda usted habrá visto películas con hombres montados a caballo. Y, muy probablemente, se emocionó al observarlos arremeter a través de una llanura rasa y oír el ruidoso golpeteo de los cascos de sus caballos. De estas películas podría parecer que el montar a caballo es muy fácil; todo lo que hay que hacer es sentarse sobre el caballo y dejar que lo lleve a dar un paseo. Pero no es así de sencillo.
El montar a caballo es un arte que requiere entrenamiento y mucha destreza. Los hombres han empleado mucho tiempo en aprender a controlar esta poderosa criatura y entrenarla a hacer lo que quieren que haga por medio de responder a ciertas señales.
Más aún, por medio de cruzamiento de animales durante los años, actualmente existen varios tipos de caballos, cada uno con habilidades, cualidades y rasgos específicos. Esta variedad le suministra al hombre muchas oportunidades de disfrutar de estas dádivas galopantes de Dios.
Si uno mira en la Sagrada Biblia o consulta otros documentos antiguos, encontrará que hace mucho que el hombre disfruta del emocionante placer de montar sobre el lomo de los caballos. Muchos pueblos de la antigüedad descubrieron que el usar caballos en algunos de los deportes que desarrollaron añadía inmensurablemente al disfrute de los mismos. ¡Qué excitante era participar en juegos a horcajadas de briosas yeguas! También fue emocionante, tanto para los espectadores como para los participantes, hacer competir los caballos en carreras de velocidad.
Por supuesto, en aquellos tiempos primitivos, el hombre no montaba a caballo solamente por el placer. Se le hizo muy práctico valerse de la velocidad y fuerza de estos animales en sus viajes, al cazar por alimento y para trabajos de labranza. ¡Qué lástima!, también descubrió que los caballos podían ser un factor importante en pelear sus guerras. Por lo tanto formó contingentes de caballería como parte de sus ejércitos.
Uno se puede imaginar cómo se habrá sentido la gente de aquel entonces al ver una gran caballería salir a la batalla o al ver muchos carros dorados tirados por poderosos caballos trotando en una procesión triunfal al son de trompetas y el redoble de tambores. Se sentían muy emocionados, y el despliegue tangible de fortaleza física les daba un sentimiento de confianza.
Pero, ¿sabe usted que el Israel antiguo tenía específicamente prohibido por la ley de Dios el multiplicar sus caballos o formar grandes divisiones de carros de guerra? (Deu. 17:16) ¿Por qué? Porque Jehová no quería que su pueblo pusiera su confianza en mera carne para la salvación. (Sal. 33:16-21; 61:3; Isa. 31:1, 3) Tampoco habían de temer a sus enemigos debido a que tuvieran numerosos jinetes y carros de guerra. (Jer. 51:21) En vez de eso, tenían que ejercer fe y confianza implícita en Dios.—Sal. 20:7, 8.
Hasta la parte final del siglo diecinueve el golpeteo de los cascos de caballos era un sonido común en la mayoría de los lugares. La gente, por lo general, viajaba a caballo. Si usted hubiera vivido en aquel entonces habría visto herrerías así como también abrevaderos y fuentes para caballos en prácticamente toda comunidad. Pero cuando entró en escena el “carro sin caballo,’ el automóvil, en 1895, la placentera práctica de montar a caballo comenzó a declinar. Así hoy día relativamente pocas personas montan a caballo. Sin embargo, todavía hay establos en muchas ciudades y también hay haciendas de ganado, granjas, hipódromos, campos de polo y circos donde el montar a caballo todavía brinda placer a personas de toda edad.
La emoción que brindan ciertos caballos
Si uno viaja en el oeste de los Estados Unidos nota que un favorito entre los entusiastas de los caballos es el caballo quarter. Los que montan estos caballos experimentan algunos momentos verdaderamente emocionantes. ¡Pues, el solo verlo en acción puede ser excitante! De una posición quieta, puede saltar como un rayo a la acción, irse galopando, detenerse en seco, girar y salir como un tiro en otra dirección. Todo esto en cuestión de segundos.
Imagínese en la silla de montar tratando de rodear a un ternero quisquilloso que se escabulle y corre en toda dirección, rehusando volver a la manada. No tardaría mucho en apreciar la pronta respuesta de este caballo. Sus excelentes reflejos son vitales al ir tras un ternero que está corriendo en un curso errático.
Tal vez la cualidad más sorprendente de este musculoso caballo es su buena disposición. Cuando no está trabajando se queda muy quieto. Algunos jinetes opinan que ésta es una de sus características más admirables.
El caballo de polo, como el caballo quarter, se enfrenta a formidables desafíos. Pero la habilidad que tiene para vencerlos excita a los entusiastas del polo. Participa en un juego que exige que galopee a toda velocidad en cualquier dirección, se detenga en seco, dé una vuelta completa y entonces arremeta de nuevo. Su amo está tratando de darle a una pelota de ocho centímetros de diámetro con su mazo de mango largo e impulsarla a través de los postes de meta de su contrario. O quizás esté tratando de impedir que la pelota pase a través de sus propios postes de meta.
Con frecuencia los espectadores observando a los equipos de polo en acción disfrutan de unos momentos emocionantes a medida que los jugadores tratan de posesionarse de la pelota. No puede menos que despertar en uno excitada admiración ver el coraje, velocidad y vitalidad de los poney al correr de aquí para allá a través del campo.
Hablando de correr, ¿quién no ha visto u oído mencionar ese astro de los hipódromos, el pura sangre? Su velocidad, que logra con pasos largos, ha emocionado a innumerables personas. ¿Ha notado alguna vez la manera en que el jockey o jinete se sienta encaramado como un mono cerca del cuello de este caballo? Por experiencia los jockeys han aprendido que esto ayuda al caballo a hacer el mejor uso de sus poderosos miembros, consiguiendo así una mejor partida y puede obtener mayor velocidad a medida que se esfuerza tenazmente hacia la meta.
Jóvenes y ancianos se han emocionado al observar a los brincadores de circos y a los que dan saltos mortales realizar hazañas pasmosas sobre las anchas grupas de los caballos percherones. Y también han sido deliciosamente entretenidos por los saltos y bailes acrobáticos de los caballos Lippizan de Austria.
Por cierto, muchos caballos despliegan habilidades que emocionan al hombre. Hay también muchos otros que realizan tareas menos espectaculares. Sin embargo, los aprecian sus dueños por su confiabilidad y fuerza.
La necesidad de precaución
Tal vez a usted le gustaría experimentar la emoción de montar a caballo. En tal caso, sería provechoso recordar siempre que el caballo no nació con un conocimiento de lo que usted quiere que él haga. Hay que entrenarlo para que responda a ciertas señales que le indican si ha de caminar, trotar, galopar o detenerse. Aunque haya sido entrenado, si usted no sabe cuáles son las señales, el caballo se confundirá cuando usted se monte sobre él. Y esto puede ser peligroso.
Lo que es más, jinetes experimentados le dirán que el caballo percibe si la persona sentada sobre él sabe montarlo. Si la persona no sabe montar, entonces puede que el animal se aproveche de ella. ¿Cómo? Tal vez rehúse moverse, o quizás se detenga a comer pasto o a beber agua o simplemente vaya a donde él quiera. Lo peor de todo, algunos caballos han aprendido que una rama baja o unos cuantos corcovos a menudo sirven para librarlo de un pasajero no deseado. Por lo tanto, sería muy tonto y peligroso el que un novicio montara a caballo sin tener a su lado un jinete experimentado. Accidentalmente podría caerse del caballo y recibir serias lesiones o hasta perder la vida.
En algunas zonas hay caballerizas donde se puede alquilar un caballo por unas cuantas horas. Por lo general, estos lugares no dejan que uno salga solo, sino que harán que lo acompañe un guía que sabe de caballos. Si usted nunca ha montado antes, no deje de mencionarlo, en caso de que pida alquilar un caballo. Algunas caballerizas proveen instrucción básica sobre cómo montar a caballo. Le enseñarán la manera correcta de montar al lado izquierdo del caballo y los pasos correctos implicados en desmontar. Y se le enseñará cómo llevar las riendas, y las señales básicas de los pies para hacer que su caballo camine o trote.
Naturalmente, no se aprende todo acerca de montar a caballo en simplemente un corto jinetear. Así que, no espere salir galopando en su primera aventura de montar a caballo. Pero al seguir todas las sugerencias que le hagan los jinetes avezados y con la práctica, ¡tal vez usted también experimente el excitante placer y emoción de montar una de estas dádivas galopantes de Dios!