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Gobernante de la casa de DavidLa Atalaya 1964 | 15 de diciembre
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cumpliera en un tiempo cuando se hallaban en existencia los registros genealógicos que probaban su linaje es evidencia adicional que lo identifica como el Gobernante prometido de la casa de David.
El reino del Mesías no fue establecido por Dios en el primer siglo porque no había llegado entonces el tiempo señalado de Dios para esto. A la gente había que instruirla y mostrarle la necesidad de arrepentirse a causa de su desobediencia a Dios, como en el día de Jeremías. Desemejante a la obra preparatoria de Jeremías, que requirió cuarenta años y se limitó principalmente a Judea, la obra preparatoria para el reino del Mesías había de hacerse por toda la Tierra. Eso requiere tiempo. Cuando se termine la obra, entonces el Mesías instituirá los cambios revolucionarios que afectarán a toda la humanidad. Como se predijo en el Salmo 2:9, hará pedazos a los gobiernos políticos que el hombre ha hecho “como vaso de un alfarero,” y bendecirá a la gente de todas las naciones con un gobierno de justicia, rectitud y paz, como se predijo en Isaías 9:5, 6 en la traducción de Leeser (versículos 6 y 7 en otras).
Es durante la segunda presencia del Mesías, cuando gobierna desde su glorioso trono celestial, que él hará lo que los hebreos equivocadamente esperaban que hiciera en el primer siglo. De modo que el Rey Mesías todavía habrá de poner fin a los gobernantes inicuos, a la opresión, a la injusticia, a las guerras y al sufrimiento humano. Para sacar provecho de los cambios que efectuará, usted tiene que ejercitar fe en él y permitirse el ser guiado por la obra preparatoria para su gobierno del reino que él comenzó hace más de 1,900 años, tiempo en el cual él cumplió las profecías que identifican al Mesías. El que usted ejerza fe en este Gobernante de la casa de David y en su Dios significa vida eterna bajo el gobierno justo de su reino.—Juan 3:16.
Dijo un hombre que fue entrenado a los pies del famoso maestro de la Ley judío Gamaliel en el primer siglo de la era común: “De modo que nosotros les estamos declarando a ustedes las buenas nuevas acerca de la promesa hecha a los antepasados, que Dios la ha cumplido enteramente para con nosotros los hijos de ellos al haber resucitado a Jesús; así como está escrito en el salmo segundo: ‘Tú eres mí hijo, este día he venido a ser tu Padre.’”—Hech. 13:32, 33.
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El poder de la benignidadLa Atalaya 1964 | 15 de diciembre
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El poder de la benignidad
◆ La benignidad cristiana puede atraer a la verdad de Jehová a gente de buen corazón. Así sucedió en el caso de un individuo en el Canadá: “Un sábado en la tarde durante la visita del siervo de circuito mi esposo y yo estábamos haciendo nuestra última visita del ministerio del campo de ese día. La señora que vivía en la casa de al lado estaba en ese momento cerrando con llave la puerta de su casa para salir. Le preguntamos si quería que la lleváramos en nuestro automóvil, pues íbamos hacia Andover, y sucedió que esta señora iba a Andover a visitar a unos amigos. Cuando llegamos descubrimos que sus amigos estaban precisamente saliendo para cruzar la frontera y asistir a un funeral y no volverían esa noche. Por lo tanto, la señora se quedó sin saber qué hacer. Entonces la invitamos a ir a la reunión con nosotros, diciéndole que después de la reunión la llevaríamos a su casa. Aceptó nuestra invitación a la reunión y disfrutó tanto de ella que vino con nosotros al discurso público que presentó el siervo de circuito en Bristol la semana siguiente. Tanto disfrutó de esto que vino con nosotros a la conferencia de la semana después y ha expresado el deseo de ser testigo de Jehová.”
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