La felicidad de la “nación cuyo Dios es Jehová”
“Feliz es la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo a quien él ha escogido por herencia suya.”—Sal. 33:12.
1. (a) ¿Qué pudieran pensar las personas de más edad acerca del mundo de antes de 1914? (b) ¿Cuál ha sido el estado de los asuntos desde ese año?
¿FELICIDAD hoy día? ¿Hay alguna nación en la Tierra hoy que esté feliz? De veras, ¿cuál nación podría ser feliz en vista de las condiciones en que se encuentra el mundo hoy? Las personas de más edad quizás piensen en las condiciones que existían en la Tierra antes del estallido de la guerra mundial en el verano de 1914 y exclamen: “¡Aquéllos eran días felices!” Y, en efecto, en aquel tiempo antes de aquel primer conflicto mundial había algunas naciones que en general tenían una disposición a ser felices, o por lo menos alegres. Pero no es así hoy. Pues desde 1914 E.C. las naciones continuamente han estado en una condición de inestabilidad, intranquilidad, inseguridad, sospecha y temor, y angustia aumentante, sin que sepan los gobernantes políticos y los líderes religiosos cómo salir del desorden internacional y de los problemas humanamente irresolubles. Para la generación más joven de hoy día, cuyas esperanzas deberían estar vinculadas con el futuro, la perspectiva está haciéndose cada vez más desesperanzada. ¡Creen que todo el placer de que se puede gozar en la vida debe gozarse en la actualidad, y que por lo tanto ahora es el tiempo para divertirse!
2-4. (a) A pesar de los problemas del mundo, ¿hay verdaderamente una nación feliz hoy, y cuál nación quizás hayan creído algunos que era ésa? (b) ¿A qué problemas se ha enfrentado esa nación en particular desde la inauguración de su presidente número treinta y cuatro?
2 A pesar de todo esto, increíble como parezca, existe una nación feliz, y su felicidad y gozo aumentan a la vez que la situación mundial sigue adelante hacia su inevitable culminación. La gente que ahora está uniéndose a esa nación favorecida halla felicidad ahora. ¿Cuál es esa nación, y por qué razón tiene felicidad?
3 No, no es la más poderosa y próspera nación que hay sobre la Tierra hoy. No obstante, el hecho de que esa nación era una nación feliz y seguiría siéndolo puede haber sido sugerido por lo que ocurrió el día de la inauguración de uno de sus presidentes en la capital nacional, Washington, D.C., el 20 de enero de 1957. El presidente número treinta y cuatro de la nación estaba siendo inaugurado para un segundo período. Conforme a la costumbre, él hizo juramento con la mano derecha sobre una Biblia abierta. Esta Biblia no era la Biblia británica del Rey Jaime o sea la Versión Autorizada, sino la Versión Americana Normal de la Biblia que se publicó en el año 1901 E.C. Este ejemplar en particular se lo había regalado la madre de él, quien temía a Dios, cuando él estaba por graduarse en la Academia Militar nacional de West Point, Nueva York, en 1915, el segundo año de la I Guerra Mundial. Su mano descansaba de propósito sobre el texto de Salmo 33:12, que en la Versión Americana Normal dice así: “Bendita la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo que él ha escogido como su propia herencia.” En una versión que se publicó más tarde, Una Traducción Americana, en 1939, este versículo empieza así: “Cuán feliz es la nación . . .”—Vea el Times de Nueva York del 21 de enero de 1957.a
4 Al hacer esto, es probable que el presidente inaugurado por segunda vez haya estado dando a entender que los Estados Unidos de Norteamérica eran aquella nación bendita o feliz o que él serviría de presidente para lograr que así resultara. Pero durante sus dos términos de presidente, ¿condujo él a su nación al estado bendito o a la felicidad de que habla el Salmo 33:12? Bueno, durante su primer término su nación vino a implicarse en la contienda política entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. (Vea The Americana Annual, 1956, página 356, tocante a Indochina y bajo el subtítulo “Acontecimientos importantes, 1955.”) Tampoco terminaron las dificultades con Corea del Norte. Desde entonces se han multiplicado otros problemas de la nación, interiores así como exteriores, tanto de su propio país como de los extranjeros. ¿Por qué, pues, no se ha logrado desde entonces el estado bendito, la felicidad, que el presidente esperaba en su segunda inauguración en 1957? ¿Por qué no ha dado prueba la nación de que merece dicha felicidad?
5. (a) ¿Cuál es el secreto de la nación de cuya felicidad se habla en el Salmo 33:12, y por lo tanto, qué preguntas pertinentes se hacen? (b) ¿Llena los requisitos algún otro gobierno terrenal de modo que sea la nación feliz de Dios?
5 Se ha pasado por alto algún requisito fundamental. Si examinamos de nuevo el Salmo 33:12 fácilmente podemos ver lo que es la verdadera clave para la felicidad de una nación. El secreto es su Dios y el ser herencia escogida de él. Se ve claramente que el versículo no dice: ‘Feliz es la nación más próspera y la más poderosa militarmente,’ sino: “Bendita [o, Feliz] la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo que él ha escogido como su propia herencia.” (AN; UTA) Así que, muy apropiadamente, preguntamos: ¿Condujo el presidente número treinta y cuatro de la nación a la nación de él a que escogiera a Jehová como su Dios? El Tribunal Supremo de los Estados Unidos de Norteamérica ha designado a esta nación como una “nación cristiana,” pero, ¿ha adorado a Jehová como su Dios y ha demostrado que es “el pueblo que él ha escogido como su propia herencia”? ¿Dónde está la prueba a favor de una respuesta afirmativa a pesar de ser los Estados Unidos de Norteamérica la nación preponderante de la cristiandad? Tal prueba no existe. Tampoco existe a favor de ninguna de las otras 197 naciones entre las cuales el nombre de Jehová ha sido proclamado por sus testigos por muchos años, ni siquiera a favor de la República de Israel.
6. Según se manifiesta en el Salmo 33:10, 16, 17, ¿de qué no depende la nación “feliz” de Dios, por lo cual se elimina a qué nación como la que satisface los requisitos para ser la nación “feliz” de Dios?
6 Si examinamos los versículos del contexto del Salmo 33:12, notamos estos sorprendentes detalles adicionales acerca de la nación feliz: “Jehová mismo ha desbaratado el consejo de las naciones; ha frustrado los pensamientos de los pueblos. No hay rey que se salve por la abundancia de las fuerzas militares; un hombre poderoso mismo no se libra por la abundancia de pujanza. El caballo es un engaño para la salvación, y por la abundancia de su energía vital no depara escape.” (Sal. 33:10, 16, 17) Es decir, la nación “feliz” no dependía de las fuerzas militares de este mundo; su liberación del consejo hostil de las naciones y de los pensamientos malignos de los pueblos la efectuaba su Dios Jehová, no la efectuaban guerreros poderosos y caballos de guerra llenos de energía. Esos rasgos no distinguen a las naciones y los pueblos de este mundo en este período de la historia humana, aquel en que más fuertemente armadas han estado. Las naciones y los pueblos gimen bajo la carga que han impuesto sobre ellos los gastos y las demandas de sus ministerios militares, navales y de su fuerza aérea. A pesar de las oraciones de sus papas, sacerdotes, y otros clérigos religiosos y órdenes religiosas, para ellos no es cierto que, sin militarismo, Jehová Dios les dé liberación.
7. ¿Cómo se nos puede ayudar a determinar cuál es la nación feliz del Salmo 33:12, y qué nos dice la Biblia respecto a este asunto?
7 En estos días en que el nacionalismo y el orgullo patriótico se están extendiendo arrolladoramente por toda la Tierra, ¿cuál nación puede señalarse a sí misma como la nación y el pueblo en quien se cumple hoy el Salmo 33:12? ¿Cuál, pues, es la nación “feliz,” el pueblo “escogido”? El mirar hacia atrás a la nación de la cual era miembro el escritor inspirado del Salmo 33 nos ayudará a averiguarlo, pues él escribió acerca de su propia nación. Desde el principio de la historia de ésta como nación había sido favorecida con milagrosa liberación por este Dios, el único que lleva el nombre Jehová. ¡Qué liberación dramática fue aquélla al mismo tiempo del nacimiento de la nación, cuando fue librada del cautiverio y la esclavitud en Egipto después de haber celebrado la Pascua en el año 1513 a. de la E.C., a lo cual siguió pocos días después la asombrosa liberación a través del lecho seco del mar Rojo hacia la península de Sinaí, mientras las fuerzas militarizadas de los egipcios fueron ahogadas como animales roedores en las aguas del mar que se volvían! Ninguna otra nación en la historia antigua o moderna puede señalar a una liberación como aquélla ni a nada parecido a ello en su historia como nación. La ribera oriental del mar Rojo fue escena de gran felicidad para aquella nación milagrosamente rescatada. ¡Jehová Dios verdaderamente los había escogido!—Éxo. 12:1 a 15:21.
8. ¿Cuándo se organizó como nación a la gente que estaba bajo el mando de Moisés, y cuál fue el primer mandato que les dio Dios?
8 El tercer mes después de su liberación de Egipto, este pueblo bajo la dirección del profeta Moisés estaba reunido al pie del monte Sinaí en la península de Arabia. Allí verdaderamente se les organizó como nación, separada y distinta de todas las otras naciones de la Tierra. Allí fueron favorecidos con escuchar una voz de parte de Dios declarando los famosos Diez Mandamientos y después de eso con dárseles aquellos Diez Mandamientos en forma escrita sobre tablas de piedra, escritos éstos, no por el profeta Moisés, sino por el “dedo de Dios.” Estos Diez Mandamientos fueron las primeras leyes del contrato o pacto legal que se hizo entre la nación y su Libertador celestial. El Primero de estos Diez Mandamientos insistía en que Él tenía que ser el Dios de ellos. Decía: “Yo soy Jehová tu Dios, que te he sacado de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos. No debes tener otros dioses contra mi rostro.” Ningún otro dios había participado en la liberación de ellos y por lo tanto Jehová tenía derecho de exigir devoción exclusiva de ellos.—Éxo. 19:1 a 20:18.
MUERTE Y RENACIMIENTO DE UNA NACIÓN
9. ¿Cómo podía esta nación continuar en un estado de felicidad, y cómo la ayudó Jehová?
9 Mientras la nación se apegara a Jehová como su Dios se le hacía feliz. Mientras llevara a cabo su contrato o pacto nacional según fue mediado por el profeta Moisés, prosperaba en la tierra que manaba leche y miel a la cual su Dios la trajo en 1473 a. de la E.C. Solo cuando quebrantaban las leyes y mandamientos de su pacto nacional y se ponían a adorar dioses falsos de las naciones circunvecinas se metían en dificultades. Fiel a su pacto, Jehová Dios levantó a jueces especiales para librarlos de la mano de sus enemigos. Levantó a sus impávidos y francos profetas para advertirles en cuanto a la necedad de un mal proceder y en cuanto a las terribles consecuencias del mismo. Por oscilar entre la adoración del único Dios vivo y verdadero y los dioses falsos demoníacos, la nación sufrió altas y bajas. Debido a la bondad de Dios para con la nación, su segundo rey, a saber, David el hijo de Jesé de Belén, escribió: “¡Feliz es el pueblo cuyo Dios es Jehová!”—Sal. 144:15.
10. ¿Cuándo llegó a su punto culminante la felicidad de esta nación, pero qué acontecimientos condujeron a la caída de la nación como nación “feliz” de Dios?
10 Esta felicidad del pueblo escogido de Dios llegó a su punto culminante durante el reinado del hijo y sucesor de David, el rey Salomón de Jerusalén. (1 Rey. 4:20-25) Esta felicidad de la nación se perdió porque los gobernantes y la gente se entregaron a la adoración de ídolos y demonios. Los efímeros recobros de tales recaídas en la adoración falsa no resultaron suficientemente eficaces para salvar a la nación del desastre acerca del cual Jehová Dios les había advertido en los términos de su pacto solemne con la nación. Al tiempo que él había designado, él mismo maniobró el trastorno de la línea escogida de reyes de ella, la destrucción de la ciudad capital de Jerusalén y la desolación de su territorio nacional, la destrucción de su famoso templo construido por el rey Salomón en Jerusalén, y la deportación de un resto de sobrevivientes al distante país de Babilonia.
11. ¿Qué esfuerzos hizo Jehová para salvar a su pueblo, pero qué actitud adoptaron ellos?
11 De Jehová nadie puede mofarse por tiempo ilimitado, ni siquiera la nación y el pueblo que afirma tenerlo como su Dios. Este hecho recibe énfasis en 2 Crónicas 36:15-21, que describe los últimos días de la nación libre e independiente. Allí dice: “Y Jehová el Dios de sus antepasados siguió enviando avisos contra ellos por medio de sus mensajeros, enviando vez tras vez, porque sentía compasión por su pueblo y por su morada [el templo]. Pero continuamente estuvieron haciendo burla de los mensajeros del Dios verdadero y despreciando sus palabras y mofándose de sus profetas, hasta que la furia de Jehová subió contra su pueblo, hasta que no hubo curación.
12. Describa el fin de aquella nación que tenía la bendición de Dios.
12 “De modo que hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, que procedió a matar con la espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, y no sintió compasión por joven ni virgen, viejo ni decrépito. Todo lo dio El en su mano. Y todos los utensilios, grandes y pequeños, de la casa del Dios verdadero y los tesoros de la casa de Jehová y los tesoros del rey [Sedequías] y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia. Y procedió a quemar la casa del Dios verdadero y a demoler el muro de Jerusalén; y todas sus torres de habitación las quemaron con fuego y también todos sus objetos deseables, a fin de causar ruina. Además, a los que quedaron de la espada se los llevó cautivos a Babilonia, y llegaron a ser siervos para él y sus hijos hasta que la realeza de Persia empezó a reinar; para cumplir la palabra de Jehová por boca de Jeremías hasta que la tierra [de Judá] hubo pagado sus sábados. Todos los días de yacer desolada guardó sábado, para cumplir setenta años.”—Compare con 2 Reyes 24:20 a 25:26.
13. ¿Qué efecto tuvo la destrucción de Jerusalén en el nombre de Jehová y en el pueblo de Dios?
13 Con el derribo de su reino, la destrucción de Jerusalén y su templo de adoración, la desolación de toda la tierra de Judá, y el llevarse al resto de sobrevivientes al destierro en Babilonia, la nación murió. Porque era sabido por todas las naciones que su Dios era Jehová, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, este desastre nacional trajo gran oprobio sobre el nombre y reputación de Jehová. En cuanto a los que estaban en destierro en Babilonia, sus esperanzas llegaron a ser como un valle lleno de esqueletos desunidos, secos, sin fuerza humana para un resucitar. (Eze. 37:1-12) Su tierra natal, nacional, en Judá y Jerusalén ya no era la “tierra” de un pueblo con calidad de nación y que de acuerdo con ello llevara el nombre de “la tierra de Judá.” Llegó a ser una tierra declarada tabú, evitada por forasteros supersticiosos, la guarida de animales y pájaros salvajes, una desolación y una selva. Esto se había predicho en los mensajes de advertencia de los profetas Jeremías y Miqueas.—Jer. 32:43; 33:10, 12; Miq. 3:9-12; Jer. 26:18.
14. ¿Qué preguntas se hacen ahora respecto a esta nación, y qué dijo la profecía de la Biblia?
14 ¿Sería quitado alguna vez este oprobio contra el nombre de Jehová como Dios nacional y volvería a ser vestido de gloria su nombre de Soberano Universal? ¿Nacería de nuevo alguna vez la nación que estaba asociada con su nombre y gobernación? Y esta tierra declarada tabú, evitada, sobrecrecida de vegetación a semejanza de selva ¿volvería a ser restaurada alguna vez y sacada de su estado de ruina y desolación y sería conocida internacionalmente como la tierra de Judá? ¡Imposible como les hubiese parecido a las naciones paganas, especialmente a Babilonia, este renacimiento de la tierra, nación y adoración de Jehová en el templo figuraba en los propósitos de Jehová Dios! ¡Estaba escrito en las profecías de Jehová Dios en la Biblia!
15, 16. ¿Qué fue impulsado a predecir Isaías acerca de Jerusalén, y qué promesa hizo Jehová tocante a su pueblo?
15 El profeta Isaías fue uno que por inspiración predijo en términos explícitos el milagroso renacimiento. Para consolar al pequeño resto que se adhirió a la adoración pura de Jehová Dios, el profeta Isaías fue impulsado a predecir que en 607 a. de la E.C. Dios en calidad de Juez haría que el alboroto de la invasión y la destrucción llenara a Jerusalén y su templo y así pagaría en la misma moneda a todos los enemigos israelitas de su adoración lo que merecían pero que, después de eso, de una manera extraordinaria, la nación y tierra que habían sido destruidas nacerían de nuevo. Isaías dijo:
16 “Oigan la palabra de Jehová, ustedes que están temblando ante su palabra: ‘Sus hermanos que los están odiando, que los están excluyendo por motivo de mi nombre, dijeron: “¡Sea glorificado Jehová!” También tiene que aparecer con regocijo por parte de ustedes, y ellos son los que quedarán avergonzados.’ ¡Hay un sonido de alboroto desde la ciudad, un sonido desde el templo! Es el sonido de Jehová que paga lo merecido a sus enemigos. Antes que ella empezara a estar con dolores de parto dio a luz. Antes que le vinieran los dolores de alumbramiento, aun dio liberación a un hijo varón. ¿Quién ha oído cosa como ésta? ¿Quién ha visto cosas como éstas? ¿Acaso una tierra será producida con dolores de parto en un solo día? ¿O nacerá una nación de una vez? Porque Sion [Jerusalén] ha entrado en dolores de parto y también ha dado a luz sus hijos.”—Isa. 66:5-8.
17, 18. ¿Cuándo aconteció el “renacimiento,” y cómo fue semejante al milagro de dar a luz antes de experimentar dolores de parto?
17 Para sorpresa de todas las naciones paganas que despreciaban a Sion o Jerusalén, aquel maravilloso “renacimiento” aconteció en el año 537 a. de la E.C., o exactamente setenta años después de la desolación de la tierra de Judá y de Jerusalén o Sion. El renacimiento sucedió muy súbitamente como si no hubiese sido precedido de dolores de parto, como si hubiese ocurrido antes de que los dolores de parto hubieran tenido tiempo de afligir el cuerpo de la madre. ¿Cómo?
18 Babilonia, que rehusaba soltar a los de Judea de su destierro, mantuvo la dominación mundial hasta la noche del 16 de Tisri (o 5-6 de octubre) del año 539, el año sesenta y nueve de los setenta años de desolación predichos sobre Judá y Jerusalén o Sion. Durante la primera mitad del año setenta, alrededor de la primavera, Ciro el Grande, el conquistador persa de Babilonia, expidió su decreto que permitía a los desterrados de Judea regresar a su anterior tierra natal, y los instaba a ello, para reedificar el templo de Jehová en la ciudad de Jerusalén o Sion reedificada. A fines de aquel año setenta, a principios del otoño de 537 a. de la E.C. [1 de Tisri de 537 = 28-29 de septiembre de 537 a. de la E.C.] los del resto fiel ya estaban de nuevo en su amada tierra natal y establecidos allí, estableciéndose en muchos lugares donde anteriormente habían existido ciudades.—Esd. 1:1 a 3:6.
19. ¿Qué le sucedió a Jerusalén después de solo unos cuantos meses de haberse efectuado la liberación?
19 Así que no hubo ningún extenso período de dolores de parto en la forma de alguna dolorosa revuelta de parte de los “hijos” de Sion (o Jerusalén) para librarse del destierro babilónico y pelear de regreso a su tierra desolada y restablecerse como nación. Dentro de unos cuantos meses después del decreto de liberación de Ciro el Grande, un resto de adoradores verdaderos de Jehová Dios se hallaba de nuevo en la tierra, la cual ya no estaba bajo el tabú de Jehová. Llegó a ser la tierra de un pueblo con gobierno local, con un descendiente del rey David de Judea como su gobernador, y con un sumo sacerdote autorizado por Jehová Dios. Así fue que, con su propio territorio y su propio gobierno territorial, la nación de adoradores del único Dios vivo y verdadero nació de nuevo. Llegó a existir de nuevo una Sion o Jerusalén como gobierno nacional, y esta Sion tenía a sus “hijos” o habitantes y súbditos despejando y cultivando de nuevo el territorio de ella, la tierra de Judá. Se restauró allí la adoración de su Dios.
JEHOVÁ DIOS NO FUE FRUSTRADO
20, 21. “En un solo día” y “de una vez,” ¿qué había logrado Jehová, y en vindicación de qué?
20 ¿Quién había oído alguna vez cosa como aquélla? ¿Quién había visto alguna vez cosas como aquellos desenvolvimientos nacionales y religiosos? Todo sucedió tan repentinamente, tan inesperadamente, y sin precedente. Pues, sin experimentar las dificultades de los dolores de parto, Sion, la organización terrenal de Jehová, dio a luz, al campo de la realidad, el “hijo varón” en la forma de un grupo nacional de gente. De pronto, como “en un solo día,” una tierra con calidad de nación fue producida desde una condición de desolación. “De una vez” el Dios Todopoderoso Jehová hizo que naciera, sí, que renaciera, una nación organizada de gente en pacto con él. Como si hubiese sido al preciso momento para que empezaran los dolores de parto, Sion, la organización de Jehová, dio a luz “sus hijos,” aquellos que componían la nación “hijo varón.” ¿Qué otra cosa podría ser esto sino el cumplimiento de la profecía de Jehová, en vindicación de su infalible palabra? Él fue responsable de aquel nacimiento por parte de su organización terrenal Sion. Tenía que suceder, sin aborto, o parto muerto, aun como él lo había predicho, al decir en el siguiente versículo:
21 “‘En cuanto a mí, ¿haré que se rompa a través y no haré que se dé a luz?’ dice Jehová. ‘¿O estoy haciendo que se dé a luz y realmente causo un encerramiento?’ ha dicho tu Dios.”
22. ¿Quién en realidad se presentó en la escena para este asombroso acontecimiento, y para ser una bendición para quién?
22 Según esas palabras de Isaías 66:9 nada frustraría al Dios Todopoderoso Jehová en el momento último y crítico. Y la historia registrada prueba que así sucedió. Para este asombroso acontecimiento solo Jehová se presentó en la escena de los asuntos internacionales para el regocijo de aquellos “que están temblando ante su palabra.” Mientras que los religiosos que los odiaban y los perseguían quedaron avergonzados, ¡qué verdadero motivo tenía para sentir inefable felicidad la nación que había nacido de nuevo y “cuyo Dios es Jehová”! El “gozo de Jehová” llegó a ser su plaza fuerte.—Neh. 8:10.
[Nota]
a Vea el folleto publicado en 1957 e Intitulado “Se ha acercado la curación de las naciones,” página 5, párrafo 4.