Nuestro misterioso universo
HACE unos pocos años, los astrónomos creían que entendían los cielos muy cabalmente. Las leyes físicas de la Tierra parecían adecuadas para explicar fenómenos distantes. Pero en la actualidad ya no se sienten tan confiados. Hay más y más habla acerca de ‘nuevas leyes de la física.’ ¿Por qué?
Se han presentado desconcertantes nuevos misterios. El problema de resolver éstos no estriba enteramente en la falta de información. De hecho, se ha acumulado una colosal cantidad de conocimiento astronómico. Pero, hay incertidumbre en cuanto a su significado. Sin embargo, esto no debe sorprendernos mucho si tomamos en cuenta el inmenso tamaño del universo.
El Sol, el centro de nuestro sistema solar, está a más de ciento cuarenta y cinco millones de kilómetros de la Tierra. Pero este sistema solar en sí mismo solo es una minúscula fracción de la Galaxia Vía Láctea, la cual mide unos 100.000 años luz de extremo a extremo. (¡El año luz equivale a casi 9.460.800.000.000 de kilómetros!) Esta entera galaxia quizás contenga otros 100 mil millones de soles. Y no obstante el entero universo quizás tenga esta misma cantidad de galaxias. Sí, ¡el “horizonte” del universo posiblemente esté a la asombrosa distancia de doce mil millones de años luz!
Los astrónomos están hallando que el entero universo está lleno de incógnitas desconcertantes. Por ejemplo, considere nuestro pequeño recodo del universo, nuestro sistema solar.
Misterios en nuestro sistema solar
El sistema solar del cual nuestra Tierra es parte siempre ha presentado misterios. Aunque los antiguos tenían algún conocimiento de los movimientos de los astros, muchas teorías han cambiado. Tolomeo, que vivió unos 150 años después del nacimiento de Jesús, enseñó que la Tierra inmóvil era el centro del universo. Su error continuó sin ser puesto en tela de juicio hasta el tiempo del astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473 a 1543). Éste arguyó que el Sol, no la Tierra, era el centro del sistema solar.
Pero había que aprender mucho más. No fue sino hasta 1781, con el descubrimiento de Urano, que se supo que había más de seis planetas en nuestro propio sistema solar. Neptuno no fue descubierto sino hasta 1846. Y Plutón fue visto por primera vez en tiempos bastante recientes, en 1930. Pero hoy en día, ¿entienden verdaderamente los hombres nuestro sistema solar? ¿Está libre de misterios?
Algunas autoridades aseveran que es posible que haya otro, un décimo planeta en nuestro sistema solar. Un astrónomo ha predicho su existencia basándose en el cometa Halley. Él cree que un planeta desconocido ejerce atracción en el cometa, haciendo que éste tenga una órbita cada vez más amplia alrededor del Sol, lo cual es responsable por un “retraso” de varios días en cada aparecimiento cada setenta y seis años.
También hay asteroides. Estos son centenares de pequeños cuerpos, pequeños planetas, que flotan entre Marte y Júpiter. ¿De dónde vinieron? Nadie está seguro. La teoría actual dice que son parte de un planeta que nunca se formó. A los asteroides se les llama otro “misterio de los cielos.”
Así es que, aun ahora, el conocimiento de nuestro propio sistema solar permanece incierto. Es comprensible por qué Zdenek Kopal en The Solar System (1973) admite: “La mayoría de nuestro conocimiento del sistema solar ha sido adquirido tan recientemente que leer un libro acerca de este asunto escrito hace solo diez años sería como leer algo en latín o griego en comparación.”
Pero aún hay misterios más grandes que hacen tambalear teorías que por mucho tiempo se han tenido en gran estima.
Cuasares, pulsares y “simas negras”
Dice Worlds Beyond Ours: “De todos los objetos en el cielo ninguno ha resultado ser tan perplejo y enigmático como las misteriosas fuentes de energía conocidas como cuasares.” ¿Qué son las cuasares?
“Cuasar” es un nombre abreviado para fuentes de radio cuasiestelares. (Cuasiestelar, se deriva del latín, que significa ‘casi como una estrella.’) Cuando fueron observadas por primera vez en 1960, se les dio a las cuasares este nombre debido a que se pensó que eran estrellas distantes. No obstante, pronto se hizo evidente que eran otra cosa. Ahora a menudo se les considera como pequeñas galaxias. Muchos libros las llaman solamente “objetos.” Pero, ¿qué las hace ser tan sobresalientes?
La colosal cantidad de energía que las cuasares emiten en comparación con su relativamente pequeño tamaño. Algunas emanan aproximadamente 100.000 miles de millones de veces más luz y energía que nuestro propio Sol. ¡Esto sería comparable a una linterna que brillara con tanto fulgor como una gran metrópoli!
También está la velocidad de las cuasares. Se cree que todas las galaxias se están alejando unas de otras a fantásticas velocidades. Pero se cree que algunas cuasares se están alejando a velocidades aún mayores. Por lo general se considera que son las cosas materiales más distantes de la Tierra, tal vez hasta doce mil millones de años luz de distancia. ¿Cómo se hacen esos cálculos?
Basándose en lo que se llama el “corrimiento hacia el rojo.” La luz parece viajar en un patrón de ondas. Al pasar a través de un prisma, las ondas más largas producen un color rojo profundo; las más cortas producen un color azulado. El proceso del “corrimiento hacia el rojo” puede ilustrarse con el silbido del tren. A medida que el tren se acerca a uno (lo cual hace que las ondas del sonido se acorten), el tono del silbido parece aumentar. No obstante, después de pasar (y a medida que las ondas del sonido se alargan), el tono disminuye. Las ondas de luz se comportan de un modo similar. Según la ley del “corrimiento hacia el rojo,” los objetos que se alejan de la Tierra tienen una longitud de onda mayor y por lo tanto producen un aumento mayor del corrimiento hacia el rojo. Basándose en esto, se cree que las cuasares son los objetos más lejanos del universo. Pero hay aún más acerca del misterio de las cuasares.
Para algunos expertos, éstas implican contradicciones de la teoría de Einstein, en la cual se basan la mayoría de las opiniones acerca del universo. Su teoría dice que nada en el universo puede viajar más rápidamente que la velocidad de la luz. No obstante algunos científicos afirman que han hallado que partes de una cuasar están alejándose la una de la otra a ¡diez veces la velocidad de la luz!
En vez de decir que Einstein está equivocado, muchos ahora arguyen que la regla del corrimiento hacia el rojo está equivocada. Un argumento dice que las cuasares verdaderamente están más cerca de lo que parecen estar y que sus corrimientos hacia el rojo son producidos por ‘trucos espectrales.’ Otro argumento afirma que el peso del material de la cuasar ha cambiado a través de millones de años, produciendo una falsa impresión del corrimiento hacia el rojo. No obstante, unos cuantos astrónomos están dispuestos a aceptar la posibilidad de que la teoría de Einstein, si no está equivocada, está incompleta.
El debate continúa. ¿Qué son las misteriosas cuasares? No se han producido respuestas bien fundadas. El misterio solo se ha intensificado. Pero otros fenómenos celestiales también desconciertan a los cerebros científicos.
Por ejemplo, hay las pulsares. Por lo general se cree que éstas son estrellas neutrónicas que emiten periódicamente ráfagas de “ruido” de radio. Tan inesperado fue su descubrimiento allá en 1968 que aun astrónomos de gran conocimiento y vasta experiencia al principio especularon que las señales emitidas por los pulsares podrían venir de hombres que vivían en otro mundo tratando de comunicarse con el nuestro.
Además, también hay dudas acerca de las fuentes de los misteriosos rayos X y de la llamada “materia perdida” en el espacio. Tal vez, se especula actualmente, nubes de materia en el espacio son absorbidas por “simas negras.” ¿Qué significa esto?
Se cree —y recuerde que esto en su mayor parte es especulación— que cuando una estrella muy grande “se quema,” sus átomos interiores se desploman bajo el tremendo peso, lo cual produce un objeto denso. Sin embargo, según razona la teoría, éste retiene su fuerte campo gravitatorio; ninguna luz puede escapar. Se teoriza que la materia de estrellas acompañantes es absorbida dentro de esta “sima negra.” ¿Va esta materia a ‘algún otro lugar,’ en un sistema de antimateria? preguntan los científicos. Aun la pregunta parece misteriosa. Y los hombres no tienen la respuesta.
¿Se necesitan verdaderamente “nuevas leyes de la física” para responder a las preguntas que han surgido durante los últimos pocos años? Algunos afirman que sí. Pero D. W. Sciama de Oxford dice que por lo general un nuevo descubrimiento no exige una “nueva ley” sino que “generalmente muestra que no hemos deducido algunas de las consecuencias de las leyes ya conocidas. El inesperado descubrimiento de las galaxias de radio, y de los objetos cuasiestelares . . . probablemente sean ejemplos de tales fracasos. Como tales son dramáticos recordatorios de las enormes lagunas en nuestro entendimiento del comportamiento de la materia en grandes masas [como en estrellas, galaxias, y materia celeste semejante].”—Modern Cosmology, 1971.
La Biblia y la astronomía
Puesto que hay “enormes lagunas en nuestro entendimiento del comportamiento de la materia en grandes masas,” ¿por qué debía el hombre poner en duda lo que la Biblia dice acerca de ciertos sucesos astronómicos? No obstante muchos lo hacen. Por ejemplo, algunas personas desafían lo que la Biblia dice acerca de que el Sol y la Luna se quedaron inmóviles en los días de Josué. ¿Recuerda usted ese suceso? El relato bíblico dice:
“Josué procedió a hablar a Jehová en el día que Jehová abandonó a los amorreos en manos de los hijos de Israel, y pasó a decir ante los ojos de Israel: ‘Sol, tente inmóvil sobre Gabaón, y, luna, sobre la llanura baja de Ayalón.’ En conformidad, el sol se quedó inmóvil, y la luna de veras se paró, hasta que la nación pudo vengarse de sus enemigos. ¿No está escrito en el libro de Jaser? Y el sol se quedó parado en medio de los cielos y no se apresuró a ponerse por más o menos un día entero. Y no ha resultado haber día como aquél, ni antes de él ni después de él, en que Jehová escuchó la voz de un hombre, porque Jehová mismo estaba peleando por Israel.”—Jos. 10:12-14.
Hasta algunas personas religiosas han puesto en duda este relato. La New Catholic Encyclopedia declara: “En términos de la ciencia moderna y la teología moderna es tan imposible que Dios obedezca a un hombre como que el Sol permanezca inmóvil.” (1967; Tomo XIII, página 795) Pero, ¿basándose en qué puede calificarse el comportamiento del Sol como “imposible”? Por supuesto, ningún humano, ni siquiera el que cree en la Biblia, puede explicar definitivamente cómo permaneció inmóvil el Sol. Pero, ¿debía esto hacer debilitar la fe de uno en la Biblia? No. Como ya hemos visto, los hombres hoy en día no entienden los misteriosos sucesos astronómicos que están efectuándose ahora mismo. Pero, ¿quién puede negar que sí están ocurriendo? Nadie.
Dios, como Creador, puede si así lo desea, parar los movimientos del entero sistema solar. O, él puede parar el movimiento de solo la Tierra de modo que el Sol y la Luna parezcan permanecer en la misma posición según se les ve desde la Tierra. Por otra parte, es posible que el Sol, la Luna y la Tierra hayan continuado sus movimientos regulares, pero que la luz del Sol y la Luna continuó brillando por algún proceso de refracción que no entendemos en la actualidad. De cualquier modo, esto verdaderamente fue un suceso singular, porque la Biblia dice que “no ha resultado haber día como aquél, ni antes de él ni después de él, en que Jehová escuchó la voz de un hombre.”
El sencillo razonamiento de Henry Cooke del siglo pasado aún es válido con respecto a este suceso bíblico:
“Si aun los filósofos estuvieran mejor familiarizados con las causas de los movimientos anuales y diurnos [del día] de los astros, estarían en mejor posición para juzgar este milagro. Aunque todos los milagros son igualmente fáciles para la Omnipotencia, podría ser un hecho el que algún orden de sorprendente sencillez efectuó lo que parece ser tan estupendo a nuestros ojos. Algo que es tal vez más sencillo que el parar los latidos del corazón, . . . Si un síncope, o un desmayo, hubieran sido presenciados solo una vez hace varios miles de años, esto parecería tan increíble a los fisiólogos modernos como que el Sol permaneciera inmóvil a los filósofos incrédulos.”
La persona humilde sabe que la pregunta que Jehová Dios le hizo a Job todavía es apropiada: “¿Has llegado a conocer los estatutos de los cielos?” La respuesta todavía es, ¡No! (Job 38:33) Tal persona hasta se queda anonadada con la idea de que el Creador de los vastos cielos hasta condesciende a tratar con el hombre. El escritor bíblico David dijo: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre que cuides de él?”—Sal. 8:3, 4.
Esas personas humildes apartarán tiempo para aprender acerca de este maravilloso Dios. Y, en vez de desafiar a Él o a Su Palabra, esas personas tratarán de vivir en armonía con las inmutables normas de Jehová Dios.
[Ilustración de la página 13]
Los astrónomos dicen que hay nueve planetas en nuestro sistema solar. ¿Hay también un décimo planeta?
[Ilustración de la página 14]
Posiblemente hay 100 mil millones de galaxias en el universo. ¿Aplican de igual manera las leyes físicas de la Tierra en todas estas galaxias?