Luz de los Salmos sobre la calzada de la vida
“Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi calzada.”—Sal. 119:105
LA LUZ hace a uno feliz, especialmente la luz del Sol. Esto es aun más cierto de lo que pudiera llamarse luz espiritual, luz para la mente y el corazón. Sin esta luz los hombres están ciegos, perdidos, no saben a dónde ir, porque sencillamente no está el hombre mismo dirigir sus propios pasos. Prueba de esto se ve en el lamentable estado de cosas en que los hombres se hallan hoy día. Hacia cualquier lado que miremos, hallamos confusión, contiendas e iniquidad debidas al egoísmo y teorías contradictorias en cuanto a qué es lo mejor para el hombre en la ciencia y el arte, en la religión y en la política.—Jer. 10:23.
¿Quién tiene la culpa de este lamentable estado de cosas? El Creador no, porque le ha provisto al hombre luz espiritual, con una guía infalible, su Palabra, la Biblia. Concerniente a ella el hombre cuya vida afectó más grandemente a la humanidad para el bien que cualquier otro que jamás ha vivido, Jesucristo, dijo una vez: “Tu palabra es la verdad.” Es, como lo expresó un salmista hace mucho tiempo, ‘una lámpara para nuestros pies, una luz para nuestra calzada.’—Juan 17:17; Sal. 119:105.
Esta Palabra de Dios se conoce como El Libro y ella misma consta de sesenta y seis libros. El vocablo “libros” se usa aquí en un sentido especial, dado que veintiocho de éstos tienen menos de seis páginas de largo, y los cinco más cortos tienen un promedio de menos de una página cada uno de la Biblia común. El más grande y quizás también el mejor conocido entre los sesenta y seis libros es el libro de Salmos, que da cuenta de un 8 por ciento de las enteras Escrituras inspiradas.
En el hebreo original este libro era conocido como Tehillim, que significa “Alabanzas.” Hay 150 de estos salmos, casi la mitad de los cuales se atribuye a David, el rey pastor. Escritos a través de un período de más de mil años, en realidad tienen como su tema las alabanzas del Creador, Dios. En ellos sus escritores alaban a Jehová Dios, piden a otros que lo alaben y dan muchas, muchas razones para hacerlo. Entretejido entre estos muchos salmos está lo que pudiera llamarse un epítome de las Escrituras Hebreas, pues en ellos se encuentra mucho que esclarece la calzada de la vida a modo de historia bíblica, profecía bíblica, doctrina bíblica y exhortación a la conducta correcta.
LA LUZ DE LA HISTORIA BÍBLICA
La información concerniente a los poderosos hechos de Dios y sus tratos con las criaturas humanas en tiempos pasados esclarece la calzada de la vida. Nos muestra cómo llegamos a estar aquí y lo que Dios espera de nosotros, y esto ciertamente lo hace el libro de los Salmos, abarcando acontecimientos desde el tiempo de la creación hasta algún tiempo después que los judíos regresaron de Babilonia en 537 a. de J.C.
Para principiar, los Salmos elocuente y repetidamente llaman la atención al hecho de que Jehová Dios creó todas las cosas: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal?” (8:3, 4) “Antes que nacieran las montañas mismas, o tú procedieras a producir como con dolores de parto la tierra y el suelo productivo, aun desde tiempo indefinido hasta tiempo indefinido tú eres Dios.” (90:2) “Conozcan que Jehová es Dios. Es él quien nos ha hecho, y no nosotros mismos.” (100:3) “Te ensalzaré porque de manera que inspira temor he sido maravillosamente formado.”—139:14.
Entre los casos más tempranos de los tratos de Dios con sus criaturas que registra el libro de Salmos es el de cuando Jehová concluye un pacto con Abrahán y cuando hace declaraciones juramentadas a Isaac y Jacob. En cumplimiento de estas promesas Jehová Dios “sacó a su pueblo con regocijo” hacia la tierra prometida.—105:9, 10, 42-44.
El introducir a su pueblo Israel en su Tierra Prometida envolvió muchos actos poderosos, y a éstos también da prominencia especial el libro de los Salmos. Dice que Jehová envió diez plagas sobre Egipto, que dividió al mar Rojo para que pudieran pasar ellos y que milagrosamente los sustentó en el desierto, proveyendo pan, carne y agua. Notables también son las victorias sorprendentes que Dios ganó para su pueblo en los días de Barac y Gedeón.—Salmos 78, 83, 105, 106, 135.
Luego también, los Salmos registran que fue necesario que Jehová Dios castigara repetidamente a su pueblo, aun al grado de meterlo en cautiverio babilónico: “Junto a los ríos de Babilonia—allí nos sentamos. También lloramos cuando nos acordamos de Sion.” (137:1-9) Y también registran el retorno del cautiverio de Israel: “Cuando Jehová reunió a los cautivos de Sion, llegamos a ser como los que soñaban. . . . En ese tiempo procedieron a decir entre las naciones: ‘Jehová ha hecho una gran cosa en lo que ha hecho con ellos.’” (126:1, 2) Sí, al registrar cómo Jehová Dios trató con su pueblo en tiempos pasados y por qué, el libro de Salmos esclarece mucho la calzada de la vida, porque así nos familiariza con los atributos y principios de Dios.
LA LUZ DE LA PROFECÍA
El libro de los Salmos también sirve de luz sobre la calzada de la vida en virtud de las profecías que contiene, muchas de las cuales ya se han cumplido, dando confianza en que las demás también tendrán cumplimiento. Entre las muchas profecías de los Salmos con respecto a Jesucristo que las Escrituras Cristianas Griegas muestran que tuvieron cumplimiento se hallan: que vendría en dedicación a hacer la voluntad de Dios (40:8; Heb. 10:7-9); que celo por la casa de Dios lo devoraría, por decirlo así (69:9; Juan 2:17); que sería traicionado por alguien íntimo (41:9; Juan 13:18); que se echarían suertes por sus prendas de vestir (22:18; Juan 19:24); que ni un solo hueso de él sería quebrado (34:20; Juan 19:36) y que Jehová Dios no dejaría su alma en Sheol o Hades.—16:10; Hech. 2:29-31.
Además, el libro de Salmos predijo la exaltación de Jesús a la diestra de su Padre, para esperar allí el tiempo debido de Dios para que entrara en acción contra los enemigos de Dios y para que Dios sujetara todas las cosas bajo los pies de Cristo.—110:1, 2; 8:6; Heb. 1:13; 2:8.
El cumplimiento de esas profecías infunde fe en que las profecías que hay en los Salmos con respecto a las bendiciones del reino mesiánico del Hijo del Rey, Jesucristo, también se cumplirán: “Juzgue él a los afligidos del pueblo, salve él a los hijos del pobre, y aplaste él al defraudador. Descenderá como la lluvia sobre el césped cortado, como chubascos copiosos que mojan la tierra. En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea. Llegará a haber mucho grano sobre la tierra; en la cumbre de las montañas habrá sobreabundancia.”—72:4, 6, 7, 16.
ENSEÑANZAS BÍBLICAS
El libro de los Salmos también esclarece la calzada de la vida mediante las varias enseñanzas bíblicas que trata ligeramente. Aptamente recalca el papel de Jehová Dios de Soberano Universal. Aunque ‘los gobernantes de la tierra se reúnen como uno solo contra Jehová y su ungido, Jehová mismo se reirá de ellos con escarnio, les hablará en su ira y los perturbará con desagrado acalorado.’ (2:1, 2, 4, 5) Los pondrá en su lugar, contestando las oraciones de los salmistas: “¡Levántate, sí, oh Jehová! Ningún hombre mortal se muestre superior en fuerzas. Sean juzgadas las naciones ante tu rostro. Infúndeles temor, oh Jehová, para que las naciones sepan que solo son hombres mortales.” “Llena su rostro con deshonra, para que la gente busque tu nombre, oh Jehová. Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.”—9:19, 20; 83:16, 18.
El medio por el cual Jehová vindicará su soberanía es su reino; otra enseñanza hecha prominente en los Salmos, así como en el resto de las Escrituras. En realidad, hay varios salmos que pudieran llamarse “salmos del Reino,” porque su tema es el gobierno del Reino de Dios.—2, 45, 72, 96, 97, 99, 110.
En los Salmos también se halla la básica doctrina bíblica de la inconsciencia del hombre en la muerte. “Oh Jehová, rescata mi alma . . . Porque en la muerte no hay mención de ti; en Sheol ¿quién te alabará?” “Los muertos mismos no alaban a Jah, ni lo hace ninguno que baja al silencio.” “No deposites tu confianza en . . . hombre . . . , a quien no le pertenece salvación alguna. Su espíritu sale, él vuelve a su tierra; en ese día ciertamente perecen sus pensamientos.”–6:4, 5; 115:17; 146:3, 4.
También, los Salmos nos iluminan con respecto a la necesidad de un redentor del hombre: “Los que . . . continúan jactándose acerca de la abundancia de sus riquezas, ni uno solo de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él.” Aptamente el salmista pregunta: “¿Qué hombre físicamente capacitado hay vivo que no haya de ver la muerte? ¿Puede proveer escape de la mano de Sheol para su alma?”—49:6, 7; 89:48.
Pero debido a que Dios ha provisto un rescate hay esperanza de que los muertos vuelvan de Sheol (la región de los sepulcros), serán resucitados, una esperanza que los Salmos muestran que no está limitada solo a Jesucristo: “Tú no dejarás mi alma en Sheol.” “Dios mismo redimirá mi alma de la mano de Sheol.” “Has hecho subir mi alma de Sheol.” “Has librado mi alma de Sheol.”—16:10; 49:15; 30:3; 86:13.
EXHORTACIÓN CON RESPECTO A CONDUCTA
De una manera sumamente práctica los Salmos inspirados esclarecen la calzada de la vida mediante sus exhortaciones. Correctamente alejan la atención de la criatura y la dirigen al Creador. Centenares de veces nos exhortan a bendecir, ensalzar, loar, alabar y dar gracias a Jehová Dios; trece veces aparece el mandato de alabar a Jehová tan solo en el Salmo 150. Sí, “Alaben a Jah, porque es bueno producir melodía para nuestro Dios; porque es agradable—la alabanza es apropiada.” ¿Por qué? Porque “Jehová es benigno y misericordioso, lento para airarse y grande en bondad amorosa,” y por “sus obras de poderío.”—147:1; 145:8; 150:2.
A través de los Salmos también se nos amonesta a poner nuestra confianza en Jehová. “Confía en él a todo tiempo,” porque ¿no es él “la Confianza de todos los confines de la tierra”? Por eso, “ustedes que temen a Jehová, confíen en Jehová.” “Mejor es refugiarse en Jehová que confiar en el hombre terrestre.”—62:8; 65:5; 115:11; 118:8.
Sabiamente los Salmos nos muestran la necesidad de interesarnos en la ley de Dios; también en las otras partes de la Palabra de Dios: “Feliz es el hombre” cuyo “deleite está en la ley de Jehová, y en su ley lee en un tono de voz bajo día y noche.” “Ciertamente meditaré en toda tu actividad, y en tus tratos me interesaré.” “¡Cómo amo tu ley, sí! Durante todo el día es mi interés.”—1:1, 2; 77:12; 119:97.
Aunque tal exhortación, ya sea directa o indirecta, explícita o implícita, ha de esperarse en el libro de los Salmos, lo que a menudo se pasa por alto es que también está lleno de exhortación sabia en cuanto a la conducta diaria. Por ejemplo, vez tras vez sus escritores muestran que aprecian que “las malas asociaciones corrompen las costumbres provechosas.” (1 Cor. 15:33) “He odiado la congregación de los malhechores, y no me siento con los inicuos.” “A sus ojos cualquiera despreciable ciertamente es rechazado.” “A cualquiera de ojos altivos y de corazón arrogante, no lo puedo soportar.” “Apártense de mí, malhechores, para que observe los mandamientos de mi Dios.”—26:5; 15:4; 101:5; 119:115.
Los Salmos también esclarecen la calzada de la vida mediante su consejo sabio con respecto a cuál debería ser nuestra actitud cuando vemos que los inicuos prosperan: “Agítense, pero no pequen. Digan lo que quieran en su corazón, sobre su cama, y quédense callados. Sacrifiquen los sacrificios de la justicia, y confíen en Jehová.” “No te muestres acalorado a causa de los malhechores. No envidies a los que hacen injusticia. Pues los malhechores mismos serán arrasados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra.”—4:4, 5; 37:1, 9.
También, los Salmos iluminan por medio de mostrar lo que Dios aprueba y lo que desaprueba: “Oh Jehová, ¿quién será un invitado en tu tienda? . . . El que esté andando sin culpa y practicando la justicia y hablando la verdad en su corazón. No ha calumniado con la lengua. A su compañero no le ha hecho nada malo, y no ha levantado oprobio contra su conocido íntimo. . . . No ha tomado un soborno contra el inocente.” (15:1-3, 5) “Salvaguarda tu lengua de lo que es malo, y tus labios de hablar engaño. Apártate de lo que es malo y haz lo que es bueno; esfuérzate por hallar la paz, y sigue tras ella.” “Amadores de Jehová, odien lo que es malo.”—34:13, 14; 97:10.
Tenemos más luz sobre nuestra calzada mediante las mismas cosas por las que ora el salmista: “Los errores—¿quién los puede discernir? De pecados escondidos pronúnciame inocente. También de actos presuntuosos retén a tu siervo; no permitas que me dominen. En ese caso seré completo, y habré permanecido inocente de mucha transgresión. Los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser agradables delante de ti, oh Jehová.” (19:12-14) “Oh Jehová, mi corazón no ha sido altivo, ni mis ojos han sido orgullosos.” “Pon guardia, sí, oh Jehová, para mi boca; pon vigilancia, sí, sobre la puerta de mis labios. Si el justo me hiriese, sería una bondad amorosa; y si me reprendiese, sería aceite sobre la cabeza, que mi cabeza no querría rechazar.”—131:1; 141:3, 5.
Verdaderamente, hoy día hay necesidad de luz, de luz espiritual para guía en la calzada de la vida. Ciertamente tal luz ha de hallarse en el libro de los Salmos, junto con otros libros de la Biblia, pues los Salmos contienen mucha historia, muchas profecías, doctrina correcta y una abundancia de exhortación excelente además de sus muchas canciones de alabanza a Jehová Dios y expresiones de confianza en Jehová Dios. “Produzcan melodía para Dios, produzcan melodía. Produzcan melodía para nuestro Rey, produzcan melodía. Porque Dios es Rey de toda la tierra; produzcan melodía, obrando con discreción.”—47:6, 7.