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Viviendo en armonía con nuestra selecciónLa Atalaya 1980 | 15 de septiembre
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el que tuviera que morir como murió Cristo.
19, 20. (a) ¿Hasta qué grado permite Dios que tal sufrimiento venga sobre sus siervos? (b) ¿Cómo puede resultar al fin en alabanza para Dios la furia de opositores perseguidores? (c) ¿Qué otro factor en cuanto al grado del sufrimiento que Dios permite puede estimularnos a perseverar o aguantar?
19 Además, Pedro señala no solo que hay una recompensa, sino que cuando Dios permite el sufrimiento lo permite solo hasta el punto en que provee entrenamiento y disciplina para nosotros de las maneras en que necesitamos estas cosas como individuos. El salmista escribió: “La misma furia del hombre te elogiará.” (Sal. 76:10) Si Dios permite que el hombre dé rienda suelta a su furia contra nosotros, podemos estar seguros de que nuestro sufrimiento o muerte obrará para el bien. Esto no solo nos servirá de entrenamiento, Dios también frustrará el propósito de los inicuos al hacer que otros glorifiquen a Dios al observar que sufrimos fielmente por Su nombre. Además, el sufrimiento es por un período relativamente breve y tiene fin.
20 Así es que Pedro consuela a los cristianos de este modo: “Después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará él mismo el entrenamiento de ustedes, él los hará firmes, él los hará fuertes.”—1 Ped. 5:10.
21. (a) ¿Qué preguntas personales podemos hacernos ahora provechosamente? (b) ¿Qué puntos fortalecedores saca a relucir el apóstol Pedro al fin de su segunda carta?
21 ¿Le parece a usted que ha hecho la selección correcta? ¿Le parece que puede adherirse a esa selección, no solo por perseverancia pasiva ante lo que venga, sino también sirviendo activamente? ¿Está dispuesto a esforzarse por usar los dones que tiene para ayudar a sus hermanos? ¿Tiene el deseo, sí, el celo, de ayudar a otros a aprender las “buenas nuevas” y a hacer para sí la misma selección, y está dispuesto a ayudarles a permanecer firmes a medida que siguen en lo que escogen? Pedro nos consuela y fortalece con las palabras finales de su segunda carta: “Ustedes, por lo tanto, amados, teniendo este conocimiento de antemano, guárdense para que no vayan a ser llevados con ellos por el error de gente desafiadora de ley y caigan de su propia constancia. No, sino sigan creciendo en la bondad inmerecida y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea la gloria tanto ahora como hasta el día de la eternidad.”—2 Ped. 3:17, 18.
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Hasta las aves ‘conocen su tiempo’La Atalaya 1980 | 15 de septiembre
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Hasta las aves ‘conocen su tiempo’
UNA LAMENTABLE condición existía entre los israelitas en el tiempo de Jeremías. Su proceder estaba en desfavorable contraste con el de las aves migratorias. Leemos: “Aun la cigüeña en los cielos... bien conoce sus tiempos señalados; y la tórtola y el vencejo y el bulbul... observan bien el tiempo de la venida de cada uno. Pero en cuanto a mi pueblo, no ha llegado a conocer el juicio de Jehová.”—Jer. 8:7.
Aunque las aves migratorias como la cigüeña, la tórtola, el vencejo y el bulbul observan el tiempo de su venida e ida, los israelitas no tomaban en consideración alguna el juicio de Jehová. En el caso de las aves migratorias, su ida y venida son esenciales para la vida. De igual modo, el bienestar y prosperidad de Israel dependía de cumplir con el juicio de Jehová. Pero los israelitas no hacían esto, y, por lo tanto, ni siquiera mostraban el buen sentido que es característico de aves irracionales que observan el tiempo de sus vuelos migratorios.
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