El hombre... hecho para la Tierra
NUESTRA propia experiencia nos dice que necesitamos la Tierra. Suministra todo para satisfacer nuestras necesidades materiales, como alimento, agua y ropa. ¿Y quién no disfruta de la belleza de la Tierra, de sus montañas majestuosas, de sus bosques tranquilos y del rítmico golpeo de las olas en sus playas?
El estudio químico del cuerpo humano revela que todos los elementos de que se compone pueden hallarse en el suelo a nuestro alrededor. Esto está en armonía con la declaración de la Biblia de que el hombre fue hecho “del polvo del suelo.” (Gén. 2:7) Es interesante que la Biblia nos dice que el primer hombre fue llamado Adán, un nombre que se puede traducir “hombre terrestre.” Dios le mandó al hombre que atendiera la Tierra. De hecho, el Salmo 115:15, 16 muestra que la Tierra fue ‘dada’ al hombre como su hogar.
Pero hoy el hombre está experimentando con la exploración espacial. ¿Sería posible que el hombre encajara igualmente bien en la vida en algún otro planeta? Si verdaderamente ha sido hecho para la Tierra, ¿no debería hacerse patente esto de aun más maneras que solo en su necesidad de aire, agua y alimento?
Por ejemplo, en el planeta Júpiter un ‘día’ dura aproximadamente diez horas. Pero el ‘año’ de Júpiter equivale a aproximadamente doce años de la Tierra. Con un poco de experiencia ¿no podría el hombre adaptarse bien a tales rasgos del tiempo? ¿Está realmente hecho para los horarios de la Tierra? Es interesante el testimonio de la opinión científica actual sobre este asunto.
El profesor John D. Palmer de la Universidad de Nueva York dice: “Es bastante obvio que el poder medir períodos de aproximadamente 24 horas es una propiedad innata del protoplasma,” el cual se encuentra en todas las cosas vivas sobre esta Tierra, incluso el hombre. El profesor de biología Frank A. Brown de la Universidad Northwestern dice: “Existen en el hombre sistemas rítmicos de 24 horas medidos con reloj.”
En cuanto a estos ‘relojes’ diarios, llamados a veces ‘relojes biológicos,’ es más correcto referirse a ellos como “ritmos circadianos” (del latín circa, que significa “alrededor de,” y dies, que significa “día,” o “alrededor de un día”) puesto que la mayoría de los ritmos no son exactamente de veinticuatro horas.
RITMOS DE VEINTICUATRO HORAS EN EL HOMBRE
Se dice que el más obvio de estos ritmos en el hombre es el ciclo de dormir y estar despierto. De cada veinticuatro horas, la mayoría de los humanos pasa unas ocho horas durmiendo y dieciséis horas en actividad. ¿Ha tratado usted de alterar ese ciclo, quizás dejando de dormir una noche? No se puede hacer eso por mucho tiempo, ¿verdad? El cuerpo no lo permite.
Esfuerzos experimentales por alterar el ciclo de veinticuatro horas de dormir y estar despierto no han tenido buen éxito. Por lo tanto el experto en el tema de dormir Nathaniel Kleitman dice: “Esfuerzos por establecer un ritmo de 12 horas en el hombre han fallado uniformemente. . . . No tuvieron mejor éxito los esfuerzos por desarrollar un ritmo de 48 horas en nuestro laboratorio.” Los hábitos de dormir del género humano indican que fue hecho para un ciclo de veinticuatro horas.
La temperatura del cuerpo, también, se nos dice, sigue un ritmo semejante de veinticuatro horas. La temperatura media en el hombre sano es de 37 grados centígrados. Pero ésta varía todos los días, aproximadamente un grado; consistentemente la temperatura del cuerpo es más baja en las horas de la mañana y más alta en la tarde.
La mayor parte de las sustancias químicas emitidas en el cuerpo sigue, se cree, un horario de veinticuatro horas. Por ejemplo, considere lo que dice un libro de texto de 1968 acerca de las hormonas que emiten las glándulas suprarrenales y pituitarias:
“Hay una explosión de actividad ACTH pituitaria aproximadamente a las 3:00 a.m., llegando a un máximo alrededor de las 6:00 a.m. A esto sigue en breve un aumento animado en el nivel del plasma de cortisol y sus derivados. Es como si las baterías eléctricas se recargaran durante el tiempo de dormir, listas para ‘funcionar’ en la mañana cuando despierta el individuo. Durante todo el día hay una caída gradual de modo que para la medianoche se alcanzan los más bajos niveles de cortisol. Hay aproximadamente una diferencia doble entre el máximo en las primeras horas de la mañana y el mínimo ya entrada la noche.”
Sin embargo, supongamos que una persona duerme durante el día y está activa durante la noche. ¿Afectan estas condiciones el ritmo de veinticuatro horas de estas glándulas? Esta fuente continúa:
“El ritmo de la actividad suprarrenal es independiente del sueño como se demuestra en los trabajadores nocturnos, que mantienen su ritmo original; no está relacionado directamente con la visión, puesto que se sabe que personas ciegas tienen las mismas variaciones diurnas que los individuos normales.”—Textbook of Endocrinology, redactado por R. H. Williams, M.D.
Se cree haber demostrado un ritmo circadiano regular en muchas otras partes y procesos del cuerpo humano. Según doctores del Colegio de Medicina Baylor en Houston, Texas, hasta un “corazón de donador al cual se le han cortado los nervios mantiene un ritmo circadiano similar.”—Science del 14 de agosto de 1970.
Puesto que tantos ritmos parecen corresponder estrechamente con la duración del día de la Tierra, veinticuatro horas, se comprende por qué algunos científicos se inclinan a sugerir una relación ‘cósmica’ entre los dos. Por lo tanto el profesor Brown dice que el ‘reloj’ en las criaturas vivas de la Tierra es puesto por ciclos geofísicos naturales. Aunque este punto de vista no goza de amplia aceptación, pocos expertos están prontos a excluir enteramente su validez posible. Bueno, ¿podrían ser alterados estos ritmos en el espacio exterior?
No, según el libro The Physiological Clock (edición de 1967) por el profesor Erwin Bünning, que observa: “Las investigaciones en los problemas del viaje espacial han demostrado que los humanos igualmente pueden efectuar solo ajuste limitado a un ambiente que se desvía considerablemente de la periodicidad de 24 horas.” El profesor Bünning llega a la conclusión de que toda la evidencia demuestra la veracidad de la declaración que hizo allá en el siglo dieciocho el médico alemán C. W. Hufeland: “El período de veinticuatro horas . . . es, por decirlo así, la unidad de nuestra cronología natural.”
El hombre, de veras, pertenece a un ambiente que se basa en un horario de veinticuatro horas.
OTROS RELOJES EN EL HOMBRE
Los ritmos circadianos no son los únicos ‘relojes’ que se hallan en el hombre. Otros investigadores están informando evidencias de un ciclo que se basa en un año terrestre. Un artículo del Scientific American para abril de 1971 dice acerca de un estudio: “Durante los 15 años del estudio este individuo ha mostrado un ritmo anual definitivo.”
¿Qué hay de la Luna? La Biblia muestra que por la Luna, así como por el Sol, el hombre habría de marcar tiempo; hay referencias bíblicas al mes lunar de 29,5 días. (1 Rey. 6:37) La evidencia moderna basada en hechos sí indica que la Luna influye en muchas formas de vida animal, como las ostras. También controla en gran parte las mareas de la Tierra.
Debido a esto un escritor de Science Digest preguntó: “Si [la Luna] puede ejercer alguna atracción directa en los tejidos [animales] vivos así como en los mares, ¿por qué no debería tener alguna influencia en los humanos?’ Evidentemente hay algunas correspondencias interesantes entre el ciclo lunar y el género humano.
El profesor Palmer considera dos, diciendo:
“Aun libros de texto elementales promulgan que el ciclo menstrual promedia 28 días . . . La reexaminación cuidadosa de los datos reunidos por trabajadores más tempranos . . . ha mostrado ahora que el verdadero período medio del ciclo menstrual humano es de 29,5 días... la duración exacta del mes lunar sinódico. También se descubrió que el período medio de la gestación —el tiempo que pasa entre el día de la concepción y el alumbramiento— era exactamente de nueve meses lunares (266 días).”—Natural History, abril de 1970.
El conocimiento de una relación que parece tan evidente hizo que el escritor supracitado de Science Digest preguntara: ‘¿Es simple coincidencia?’
¿Es posible, como algunos han sugerido, que, tal como hay evidentes ritmos de veinticuatro horas, “hay ritmos protoplasmáticos inherentes que tienen la misma periodicidad que el ciclo lunar”?
Otra manera de discernir claramente que la Tierra es el hogar del hombre es considerando lo que sucede cuando sale de ella y entra en el espacio.
EL HOMBRE LEJOS DE SU HOGAR
Lejos de la Tierra, su hogar, el hombre está en un ambiente contranatural. El espacio exterior mismo es sumamente letal; el estar solo un momento expuesto a él, sin protección, mata a un hombre. Aun con equipo especial en el espacio exterior hay peligros omnipresentes que el hombre no tiene en su atmósfera natural.
Prominente entre éstos es la ingravidez. Debido a su efecto debilitador sobre el sistema circulatorio un hombre podría ser muerto al regresar a la gravedad normal de la Tierra. Por eso hay que idear métodos especiales para controlar la corriente sanguínea mientras los hombres están en el espacio. Puesto que estas medidas no son necesarias en la Tierra, no dan resultados enteramente satisfactorios en las aventuras espaciales.
Por ejemplo, en 1970, cuando dos cosmonautas rusos regresaron a la Tierra después de un vuelo que estableció marca en el Soyuz 9, descrito como un ‘éxito completo,’ un informe dice que tuvieron dificultad en reajustarse a la gravedad de la Tierra. No solo hubo la acostumbrada pérdida de peso y tono muscular durante el vuelo, sino que por unos diez días después “también tuvieron dificultad debido a un grado de inestabilidad en sus sistemas cardiovasculares y dificultad en dormir.” El no poder discernir colores debido a deficiente coordinación de la vista también se atribuyó a la prolongada ausencia de gravedad.
Estas cosas no son problemas comunes para los hombres sanos en su hogar terrestre. Pero, de aun más importancia, ¿realmente quieren los hombres alejarse de la Tierra? Considere a los que han estado en el espacio exterior. Han hecho algunas declaraciones reveladoras que directa e indirectamente indican que la Tierra realmente es el hogar del hombre.
Cuando el equipo espacial estadounidense de la cápsula Apolo 8 daba vueltas en el espacio a unos 111 kilómetros de la superficie de la Luna la describieron como “una vasta y solitaria expansión de nada, que hace sentir apatía y temor,” y un “lugar no muy atractivo donde vivir o trabajar.” La tripulación de tres hombres leyó del libro bíblico de Génesis, recalcando lo que dice acerca de ser ‘buena’ la Tierra.
Se dice que en 1970 dos cosmonautas rusos “tuvieron un deseo vehemente de ‘alimento de la Tierra.’” Y, en junio del año pasado, solo horas antes de su muerte con otros dos cosmonautas al tiempo de regresar a la Tierra en el Soyuz 11, el veterano astronauta V. N. Volkov transmitió sus observaciones acerca de la Tierra: “Uno mira allá abajo y siente nostalgia. Uno quiere la luz del sol, aire fresco y poder vagar en el bosque.” Él, también, sabía que la Tierra es el hogar del hombre.
Sí, el hombre es, hasta el detalle más mínimo, de la Tierra. Y la Tierra está de toda manera idealmente adaptada para él. Los hallazgos científicos apoyan ese hecho. La Biblia lo ha dicho por miles de años. Por lo tanto, ¿no puede usted confiar en lo que dice este libro acerca de tener Dios el propósito de hacer pronto de esta Tierra un paraíso, libre de toda iniquidad?—Mat. 6:9, 10; Luc. 23:43; Rev. 21:4, 5.
[Ilustración de la página 580]
Los hábitos de dormir de los humanos indican que la humanidad fue hecho para un ciclo de veinticuatro horas
[Ilustración de la página 581]
La Luna ejerce mucha influencia en la Tierra física y sus criaturas. ¿Es simple coincidencia el que haya correspondencias entre el ciclo lunar y las funciones reproductivas del cuerpo femenino?
[Ilustración de la página 582]
Lejos de su hogar terrestre, el hombre encuentra peligros siempre presentes; el efecto de la ingravidez en el sistema circulatorio, por ejemplo, puede matar a un hombre al regresar a la gravedad de la Tierra