Preguntas de los lectores
● ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo que sus seguidores harían obras más grandes que las que él había hecho?—V. W., Estados Unidos.
Jesús dijo: “Muy de cierto les digo: El que ejerce fe en mí, ése también hará las obras que yo hago, y hará obras mayores que éstas, porque yo prosigo mi camino hacia el Padre.” (Juan 14:12, NM) Él no quiso decir que las obras que sus seguidores harían serían más grandes en poder milagroso y producirían demostraciones más asombrosas de ese poder. Los hechos subsiguientes manifiestan que no fué así; por ejemplo, ellos no ejecutaron ningún milagro superior al que Jesús hizo al levantar a Lázaro, que tenía cuatro días de muerto. (Juan 11:38-44) Jesús dió como la razón para decir que ellos harían obras mayores el hecho de que él iba al Padre en el cielo. Eso pararía la actividad personal de él como predicador sobre la tierra, la terminaría, traería a un fin las maravillosas obras que había estado haciendo. Los seguidores, por otra parte, permanecerían sobre la tierra por un largo tiempo, durante el cual podrían hacer las obras que Jesús hizo y perseverar en ellas por mucho más tiempo que él, acumulando quizás más de ellas, y sin duda extendiendo la actividad sobre un área mucho más grande. Jesús se había limitado a Palestina, y por la mayor parte había limitado sus actividades a los judíos; pero sus seguidores trabajarían en todas las naciones.
También mediante su ida Jesús hizo posible el derramamiento de espíritu santo sobre sus seguidores, y por esta razón pudieron predicar en muchas lenguas y diseminar la obra, y usar otros dones del espíritu para ejecutar obras maravillosas. Como Jesús les dijo al tiempo de su ida, “Ustedes recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos míos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” (Hech. 1:8, NM) Por eso al partir Jesús de la tierra su obra sobre la tierra como predicador terminó, y a causa de su salida el espíritu santo vino sobre sus seguidores para habilitarlos a llevar a cabo un servicio ensanchado, abarcando todas las naciones. De modo que ellos cubrieron un área más grande y sirvieron por un espacio de tiempo más largo que el de Jesús, y en este sentido hicieron obras más grandes.
● ¿Es el juego por dinero una violación de principios bíblicos? ¿Es incorrecto que un cristiano tenga empleo seglar en una empresa de juegos por dinero, tal como una lotería legalizada o casa de juego?—V. W., Haití, Antillas.
Los cristianos deben trabajar por su salario. Deben “trabajar con las manos, tal como les ordenamos, para que estén andando decentemente en lo que respecta a la gente de afuera y no estén necesitando nada.” “Cuando estábamos con ustedes, les citábamos esta orden: ‘Si alguien no quiere trabajar, tampoco déjenle comer.’ A dichas personas les damos la orden y exhortación en el Señor Jesucristo de que trabajando con sosiego deben comer alimento que ellos mismos ganen.” Hagan “provisión honrada, no sólo a la vista de Jehová, sino también a la vista de los hombres.” “Provean las cosas correctas a la vista de todos los hombres.” “Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.” (1 Tes. 4:11, 12; 2 Tes. 3:10, 12; 2 Cor. 8:21; Rom. 12:17; 1 Tim. 5:8, NM) El jugar por dinero no es rendir servicio por el dinero que usted gana; es conseguir algo por nada de alguien que no quiere que usted lo tenga. Además, el juego por dinero frecuentemente llega a ser una fiebre para algunos pierden tanto que ya no pueden proveer lo necesario para los suyos.
Pero ¿qué hay si al jugador no le hace falta lo que pierde, si lo que pierde no estorba el que él provea lo necesario para su familia o cumpla con otras obligaciones? Si no le hace falta el dinero que pierde, ¿no puede hacer mejor uso de él que enriquecer a jugadores y hampones profesionales, estafadores y criminales? Aun si el dinero recogido del juego se dirige a sostener al gobierno, ¿no es incorrecto el motivo de aquel que juega por dinero? ¿no desea él ganar dinero sin dar ningún servicio por él en pago? Él no desea dar al gobierno, sino recibir de él. La mayoría se queja acerca de los impuestos del gobierno; no quiere dar más. Hay un mejor uso para el dinero del cristiano que el juego. Si no le importa perderlo, puede darlo. Mientras tenga hermanos espirituales que sean pobres puede usar su dinero sobrante para cumplir con una obligación: “En caso de que alguno de tus hermanos llegue a ser pobre en medio de ti en una de tus ciudades, en tu tierra que Jehová tu Dios te está dando, no debes endurecer tu corazón o ser como un puño con tu hermano pobre.” (Deu. 15:7, NM) Es mejor dar a su hermano que perder con los jugadores. También es mejor contribuir a la obra de Jehová que a los jugadores: “Honra a Yahveh con tu fortuna.” (Pro. 3:9, BC) Por eso un cristiano no desearía jugar y ganar algo por lo cual no dió servicio o efectos honrados, ni optaría por jugar y perder dinero que pudiera dedicar a un uso cristiano.
Otras razones bíblicas prohiben el jugar por dinero. Jesús dijo: “Por sus frutos ustedes los reconocerán. La gente nunca recoge uvas de espinos o higos de cardos, ¿verdad? Asimismo todo árbol bueno produce buen fruto, pero todo árbol podrido produce mal fruto; un árbol bueno no puede ciar mal fruto, ni puede un árbol podrido producir buen fruto. Todo árbol que no produce buen fruto es cortado y echado al fuego. De cierto, entonces, por sus frutos reconocerán a esos hombres.” (Mat. 7:16-20, NM) El juego por dinero apela al egoísmo y debilita la fibra moral; tienta a muchos a formar hábitos de engaño y perversidad. Sus empresas por la mayor parte son dirigidas o controladas por hampones y estafadores, y este imperio de rufianes produce cosechas podridas de violencia y asesinato. Los cristianos no desean ser partícipes de sus pecados ni recipientes de sus plagas. “El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y esforzándose para lograr este amor algunos han sido desviados de la fe y se han acribillado con muchos dolores.”—1 Tim. 6:10, NM.
Los operarios de juegos de azar jamás pierden a la larga; los jugadores como grupo jamás ganan. La ventaja matemática está de tal modo calculada que los operarios ganan excesivamente. Para ganar los jugadores tienen que confiar en la suerte y no en habilidad, en corazonadas y no en lógica. Como resultado casi todos los jugadores se inclinan a ser supersticiosos, jugando por corazonadas y confiando en la fortuna y el hado y el azar. Los antiguos jugaban, y tenían sus dioses y diosas a los cuales invocaban por suerte. Cuando los judíos reincidieron cayeron en las malas prácticas de las naciones paganas e hicieron sacrificios a dioses y diosas falsos, algunos de los cuales eran las deidades de los jugadores. En una de dichas ocasiones Jehová dijo a su pueblo delincuente: “Vosotros que abomináis a Jehová, que os olvidáis de mi santo monte, que aderezáis una mesa para la fortuna, y henchís de vino mixto la copa para el Hado; yo os numeraré a la espada, y todos vosotros os doblaréis para el degüello.” (Isa. 65:11, 12) O, como la traducción de Nácar-Colunga dice: “Que aderezáis mesa para la diosa fortuna y llenáis la copa para libar al destino.” La traducción de Móffatt declara: “Preparando mesas para la Buena Suerte, derramando libaciones al Hado.” Los judíos entraron en dificultad con Jehová cuando hicieron sacrificios a los dioses y diosas de los jugadores.
En la cristiandad tanto las organizaciones de la Iglesia católica como las organizaciones de las iglesias protestantes, conducen una variedad de actividades de juego por dinero. Tratan de justificar esto basándose en varios motivos. Dicen que no es perjudicial a la moralidad. Muchos gobiernos creen que sí es perjudicial, haciendo ilegal el juego por dinero. En algunas localidades donde esto es así grupos eclesiásticos han tratado con desprecio la ley, llegando a ser infractores de la ley para proseguir su juego por dinero. En vez de ciar guía elevada en asuntos morales, muchas iglesias tienen moralidad baja y estimulan a los miembros a descender con ellas. Los efectos debilitantes que el juego por dinero tiene en la fibra moral de los hombres son evidentes para todos los que no están cegados por su propia codicia. Fué en el interés de las buenas normas morales que la ley de Jehová ordenó: “No codiciarás.” (Rom. 7:7; Éxo. 20:17, NM) Los jugadores por dinero codician dinero que no es suyo, deseando conseguirlo sin trabajar por él. El codiciar no es edificante moralmente, sino que es degradante.
Hay iglesias que usan la disculpa de que las apuestas son pequeñas y por consiguiente de ninguna consecuencia para los jugadores. Jesús dijo: “La persona que es fiel en lo muy poco es fiel también en lo mucho, y la persona que es injusta en lo muy poco es injusta también en lo mucho.” (Luc. l6:10, NM) Si es incorrecto jugar por dinero, la cantidad no es el factor decisivo. No debemos violar principios. Satanás usa violaciones pequeñas y aparentemente triviales como cuña para abrir el camino para pecados más grandes. Algunas cosas, tales como el comer y beber, llegan a ser incorrectas sólo cuando una persona participa de ellas en exceso, a un grado fuera de la moderación. Pero ése no es el caso con el juego por dinero. Pérdidas pequeñas se acumulan y a través de un período de tiempo llegan a ser dólares o pesos que podrían haberse puesto a mejor uso o haberse dado gratuitamente, en vez de haber sido arrebatados usando la esperanza de ganancia como palanca. Pero peor que eso, el juego por sumas insignificantes puede convertirse en fiebre conducir a consecuencias penosas para el jugador.
Hay organizaciones religiosas que han tratado de justificar el juego por dinero señalando al hecho de que Israel echaba suertes. Cierto, Israel echaba suertes, pero no por deporte o poder o ganancia material. No había apuestas de ninguna clase, ni perdedores ni ganadores. No se hacía para enriquecer al templo o a los sacerdotes o en el interés de la caridad. Las suertes sólo se usaban para manifestar la decisión o dirección de Jehová en un asunto: “Las suertes se echan en el regazo; pero su entera decisión es de Jehová.” (Pro. 16:33) Era un medio de terminar disputas: “La suerte pone fin a los pleitos y decide entre los [rivales, UTA] grandes.” (Pro. 18:18, NC) No era para jugar por dinero, y no debe torcerse para hacer parecer que sí.
Muchos reconocerán que el juego por dinero es generalmente incorrecto, pero piensan que si es dirigido por una iglesia para financiar su obra o efectuar caridad está bien. Realmente; es solicitar sobre una base mala. Hace llamamiento a motivos incorrectos, seduciendo e induciendo a la víctima mediante sus esperanzas egoístas de ganar. El dador no quiere dar; quiere ganar, conseguir el dinero de otros jugadores en vez de dejar que todo vaya a la iglesia. Si los jugadores diesen sin la perspectiva de ganar, entonces todo el dinero pudiera usarse para obra eclesiástica, sin tener que devolver parte de él a los jugadores por dinero. El juego por dinero cundía desenfrenado en la Roma pagana y a través de su imperio, pero ni Jesús ni los apóstoles u otros cristianos autorizaron el juego como medio de obtener entradas para la iglesia.
La Biblia manifiesta cómo han de obtenerse los fondos para caridad: “Que el que roba no robe más, sino más bien que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que es buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien en necesidad.” (Efe. 4:28, NM) Hemos de dar por amor, no perder mediante jugar por dinero. Cuando Pablo estaba juntando dinero para el alivio de hermanos necesitados no elogió a los perdedores tristes, sino que dijo: “Que cada uno haga exactamente como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana o bajo compulsión, porque Dios ama al dador alegre.” (2 Cor. 9:7, NM) Jehová no está interesado en pérdidas en el juego, sino en dádivas ofrecidas alegremente. En los juegos de las iglesias los ganadores son Jos que están alegres, porque el dinero les vino a ellos en vez de ir a los objetos necesitados de la caridad. Se sienten alegres al embolsarse la ganancia, no al dar por medio de las pérdidas. Es debido a que los asistentes a la iglesia rehusan dar impulsados por amor cristiano que el clero prepara juegos de azar para hacerle frente al egoísmo anticristiano y extraer dinero de bolsillos renuentes. Cuando la caridad es forzada mediante la tentación de ganar algo, no es cristiana, no es como Jesús dijo que debería ser: “Cuando usted prepare una comida o cena, no llame a sus amigos, o a sus hermanos o a sus parientes o a vecinos ricos. Quizás alguna vez ellos también lo inviten a usted en cambio y eso sería corresponderle a usted. Pero cuando usted prepare un banquete, invite a los pobres, lisiados, cojos, ciegos; y usted será. feliz, porque ellos no tienen nada con que corresponderle. Pues a usted se le corresponderá en la resurrección de los justos.” (Luc. 14:12-14, NM) Los jugadores de la cristiandad quieren más que el que se les corresponda; quieren un pago por nada. No tienen fe en esperar un pago mediante la resurrección. A los verdaderos cristianos no se les obliga a perder para hacerlos dar.
¿Puede un cristiano ser un empleado en una empresa de juego por dinero que esté legalmente reconocida y permitida? Tal vez piense que puede hacerlo si se abstiene de jugar él mismo y no permite que sus hermanos espirituales jueguen por medio de sus servicios. Uno tal vez pueda hacer esto según su conciencia, mientras que otro no podría hacerlo con buena conciencia. Cada uno tendrá que decidir individualmente si puede hacerlo o no según su conciencia. Sin duda es preferible estar separado de la atmósfera que circunda a dichas actividades, y el cristiano puede estar obrando sabiamente al hacer arreglos para cambiar de ocupación. Es un asunto que cada uno tiene que decidir por sí mismo y de acuerdo con sus circunstancias y conciencia. La Sociedad Watch Tówer no decide tocante al empleo de las personas, como previamente declaramos en La Atalaya del 15 de enero de 1952, página 62.