Lealtad con un corazón unificado
“Oh guarda mi alma, sí, porque soy leal. . . .Instrúyeme, oh Jehová, acerca de tu camino. Andaré en tu verdad. Unifica mí corazón para temer tu nombre.”—Sal. 86:2, 11.
1, 2. (a) ¿Qué se busca en un caudillo, y a cuáles naciones se acude hoy día para acaudillamiento político? (b) ¿Qué otro acaudillamiento se pide, y por eso qué pregunta surge?
EN ESTE mundo de incertidumbre, cambios y perplejidad, pueblos, sí, naciones, están buscando acaudillamiento. Se quieren alinear tras un caudillo confiable, invariable, con una norma bien definida que prometa buenos resultados. El caudillo ha de mostrar prestigio por medio de buen éxito, por medio de logros, por medio de rango, por medio de valor en su convicción, por medio de madurez en el juicio. Él ha de ser uno que inspire lealtad en sus seguidores, porque él, a su vez, es leal a sus seguidores y a propósitos y reglas de acción establecidos.
2 Así que, en este mundo dividido por “la guerra fría,” algunos voceros de las naciones solicitan que los Estados Unidos de América tomen el acaudillamiento en los asuntos del mundo, especialmente en beneficio de naciones democráticas de Occidente. Debido a la grandeza, riqueza y poder de los EE. UU., ellos piensan que debería asumir el acaudillamiento, para lo cual el destino parece haberla formado. Otras naciones, las del bloque comunista, acuden a Moscú de la Rusia roja por acaudillamiento y públicamente declaran su lealtad a ella. Se está demandando lealtad aunque no haya persuasión del corazón. Añadido al clamor e insistencia por acaudillamiento político, hay el llamamiento por acaudillamiento religioso. Todo esto complica la cuestión de lealtades en estos días. ¿A quién deberíamos dar nuestra lealtad con un corazón unificado?
3. (a) ¿Qué lucha hay ahora entre los poderes políticos y religiosos, y en qué está aumentando la pérdida de la confianza? (b) Sin embargo, ¿qué mensaje suena verdadero, y por qué?
3 Verdadero como nunca antes es que éste es el día de la propaganda. Por todos los medios de alcanzar a la gente por los ojos y los oídos; está en acción la lucha entre los poderes políticos y los poderes religiosos por capturar la mente y la lealtad de la gente. El resultado ha sido confusión y división. La pérdida de confianza en lo que se ve y se oye sigue creciendo porque mucho de ello resulta “propaganda mentirosa.” Una gran cantidad de ello es parte de la “guerra fría” que ahora está en su furor. Pero en medio de todo el fragor y ruido ensordecedor de la guerra de propaganda se oye un mensaje que tiene el sonido de la verdad. Tiene el respaldo de autoridad libre de acusación y no lo deja a uno desilusionado. Es el mensaje de las buenas nuevas del reino de Dios. Es un mensaje que no nos engaña ni nos conduce a la esclavitud a los hombres ni a los sistemas de los hombres, porque proviene de “Dios, quien no puede mentir.” (Tito 1:2) “Es imposible que Dios mienta.”—Heb. 6:18.
4, 5. (a) ¿Cómo sabemos que no es por medio de simple casualidad o invento o proyecto humano que ahora resuena este mensaje del Reino? (b) ¿En respuesta a qué pregunta, y como prueba de qué hecho, se predijo esto?
4 No por mera casualidad, no por mera invención y proyecto humanos, este mensaje del reino de Dios ha resonado por todo el mundo desde 1914 d. de J.C. Fue predicho hace mucho tiempo, y hoy resuena en cumplimiento de la profecía. Hace diecinueve siglos el más grande predicador del reino de Dios que ha estado en la Tierra lo predijo como una señal de nuestros tiempos. Diciendo por anticipado la historia de nuestra generación, este predicador del Reino, Jesucristo, describió la primera guerra mundial, la cual marcó al año de 1914 como la crisis en la historia humana, junto con las escaseces de alimento, pestes, terremotos, deslealtad, el obrar todo lo que es contrario a ley, persecución religiosa, y perplejidad internacional y temor al futuro que han caracterizado a nuestra época desde 1914.
5 Pero Jesucristo no dejó la predicción del futuro toda oscura. Él también dijo: “Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la Tierra habitada para dar un testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:3-14) Todas esas cosas él las predijo contestando la pregunta en cuanto a cómo habríamos de saber cuándo él estaría presente en el trono del reino celestial de Dios y cuándo sería escrito el último capítulo, la conclusión, de este viejo sistema terrestre de cosas. En el capítulo final de la historia del viejo mundo desde 1914 se ha estado escribiendo el cumplimiento de este alegrador rasgo de la profecía de Jesús, a saber, la predicación de las buenas nuevas del Reino por todo el mundo. Pero, ¿por quiénes?
6, 7. (a) ¿Por qué clase de gente se esperaría razonablemente que las buenas nuevas del Reino se predicaran? (b) ¿Quiénes muestra la historia moderna que son los que están haciendo la predicación predicha?
6 Por supuesto, no por los enemigos del reino de Dios, aunque los enemigos con sus ataques publicados contra él y contra sus predicadores simplemente anuncian el Reino tanto más. La predicación la ha estado haciendo la misma clase de gente que predicó el reino de Dios en los días de Jesús y sus doce apóstoles: seguidores en las pisadas de él dedicados y bautizados. En cualquier campaña política, digamos, en los EE. UU., ¿quiénes son los que predican el partido democrático, su programa y su campaña de promesas? ¡Pues, los demócratas, por supuesto! ¿Quiénes son los que predican el partido republicano, sus normas y sus promesas? ¡Pues, los republicanos, por supuesto! ¿Quiénes son los que predican el partido socialista, sus propósitos políticos y sus candidatos? ¡Pues, los socialistas, por supuesto! ¿Quiénes, entonces, serían los que, en armonía con la profecía de Jesús, predicarían “estas buenas nuevas del reino. . .en toda la Tierra habitada para dar un testimonio a todas las naciones”? ¡Pues, los seguidores de Jesucristo, por supuesto! Estos están enteramente a favor del reino de Dios y son apoyadores leales de él. Estos están obrando como Jesús les dijo a sus discípulos en su sermón del monte: “Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia.”—Mat. 5:1, 2; 6:32, 33.
7 ¿Quiere decir esto que todos los 869 millones de personas que hoy afirman ser cristianos católicos y protestantes son los que están cumpliendo la profecía de Jesús de predicar las buenas nuevas del reino de Dios durante la conclusión de este sistema de cosas? De ninguna manera. La historia de nuestro día prueba que desde 1914 esto se ha estado haciendo y todavía se está haciendo por los cristianos dedicados, bautizados, conocidos como testigos de Jehová.—Vea The Americana Annual para 1961, página 396, columna 2.
8, 9. (a) ¿Qué preguntas en cuanto a testificar a favor del Reino debemos contestar ahora? (b) ¿Qué gente no entrará en las bendiciones del Reino, y por qué, entonces, son los testigos de Jehová los que son usados para predicar las buenas nuevas?
8 Esta predicación del Reino se tenía que hacer en nuestro día, porque Dios lo predijo por medio de Jesucristo, y Dios no puede mentir y no ha resultado ser mentiroso. Puesto que la predicación del Reino para dar un testimonio se está efectuando ahora en cumplimiento de la profecía inspirada, cada uno de nosotros debe enfrentarse a una pregunta importante y contestarla. Es: ¿Seremos simplemente aquellos a quienes se les predica para dar un testimonio y sin hacer nada favorable hacia ello, o estaremos entre aquellos que están haciendo la predicación y dando testimonio y así mostraremos que lealmente abogamos por ese reino como la única esperanza y remedio para toda la humanidad? Si afirmamos que somos cristianos, entonces, ¿qué hay de nuestros corazones? ¿Están nuestros corazones divididos por tomar parte activa nosotros en la política de este mundo, pensando que el “reino de Dios” es simplemente una condición de corazón ahora y que el cristiano solo se pondrá activo en cuanto al reino de Dios cuando se muera y vaya al cielo?
9 La gente cuya lealtad está dividida nunca entrará en las bendiciones del reino de Dios. En el último libro de la Biblia, Jesucristo, el hijo de Dios, dice: “Por cuanto eres tibio y no caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca.” (Apo. Rev. 3:16) No individuos a los que solamente se les testifica, sino personas que hacen la predicación y que dan testimonio—éstos son los que serán conservados vivos a través del fin de este sistema de cosas e introducidos en las bendiciones del Reino después de la “grande tribulación como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a acontecer.” (Mat. 24:21, 22) Por eso los testigos cristianos de Jehová son los que Dios está usando para cumplir la profecía por medio de predicar las buenas nuevas del Reino.
LA UNIFICACIÓN DEL CORAZÓN
10. (a) ¿Es razonable que los predicadores del Reino sean perseguidos? (b) ¿Por qué los cristianos nominales solo permiten que se les dé testimonio?
10 Aun en las batallas políticas, los hombres que abogan por una forma de gobierno en contra de otra tienen sus oponentes y se habla en contra de ellos. ¿Es razonable, entonces, que aquellos que predican y abogan por el reino de Dios como la soberanía legítima y como la única esperanza de la humanidad recibieran oposición, fueran difamados y aun perseguidos? Sí, de acuerdo con la propia profecía de Jesús sobre la “conclusión del sistema de cosas.” A sus discípulos oyentes Jesús dijo inmediatamente después de predecir la guerra mundial: “Entonces la gente los entregará a ustedes a la tribulación y los matará, y ustedes serán aborrecidos por todas las naciones por causa de mi nombre.” (Mat. 24:9) ¿Por cuántas naciones? “Por todas las naciones,” dijo Jesús, asegurando mediante ello que todas las naciones políticas estarían en contra del reino de Dios y odiarían a los predicadores de él. Esta es la razón por la cual la mayoría de la gente, aun cristianos católicos y protestantes, solo permiten que se les predique a ellos más bien que testificar ellos mismos.
11. ¿Qué cualidad exige la predicación del Reino, y por eso por qué ora el cristiano verdadero?
11 La predicación de las buenas nuevas del Reino exige lealtad del corazón al reino de Dios. ¿Pero cuál cristiano verdadero quiere ser desleal al reino de Dios por el cual Jesucristo murió? Un verdadero cristiano anhela ser leal a ese glorioso reino por el cual él ha orado en el padrenuestro, aunque ello signifique ser perseguido y odiado por todas las naciones. Él ora por ser leal al reino de Dios, tal como David lo hizo, quien fue ungido para sentarse “en el trono de Jehová” sobre la nación de Israel.—1 Cró. 29:23.
12. (a) ¿Qué cualidad mostró David para con Dios, y qué esperaba él que mostrara Dios, en cambio? (b) ¿Cuándo, y por qué, podemos esperar que Dios sea leal a nosotros?
12 En el Salmo ochenta y seis, en el cual él habla de ser perseguido, David dice: “Inclina, oh Jehová, tu oído. Respóndeme, porque estoy afligido y pobre. Oh guarda mi alma, sí, porque soy leal. Salva a tu siervo—tú eres mi Dios—que en ti confía.” (Sal. 86:1, 2, 14, 17) David tuvo amor leal a Jehová Dios, en cuyo reino había sido ungido para servir como el ejecutivo principal. En armonía con su propia lealtad, él confió en Jehová Dios. Él esperó que Dios fuera leal a él y a los que habían sufrido con él por el reino. En el Salmo 18:25 David le dijo a Dios: “Con alguien leal tú actuarás con lealtad.” (2 Sam. 22:1, 2, 26) Por lo tanto, si estamos dedicados a los intereses del reino de Dios y si lo estamos buscando primero, entonces también nosotros, como David, nos esforzaremos por ser leales a Dios, de quien es el reino. En tal caso podemos estar seguros de la lealtad de Dios a nosotros. ¡Qué maravilloso es pensar que Dios es leal a nosotros! Con todo, a pesar de lo maravilloso que es eso, leemos: “‘Soy leal,’ es la declaración de Jehová.” (Jer. 3:12) Es correcto que nosotros seamos leales a Jehová, quien es leal a nosotros.
13. ¿De qué órgano procede la lealtad, y por eso qué debemos hacer en lo que toca a lealtad?
13 La lealtad proviene del corazón. No podemos ser leales si nuestros corazones están divididos en sus afectos, su amor, su cariño. No podemos ser leales si tememos a cualquiera que se oponga al objeto de nuestro amor y devoción y que nos persiga por esta razón. Nuestros perseguidores y opositores actúan como siervos de Satanás el Diablo, y el propósito de ellos es romper nuestra lealtad a Dios y su reino. Si queremos buscar primero su reino y predicarlo como Jesucristo lo hizo, llega a ser necesario que cultivemos lealtad y que siempre la cuidemos, la alimentemos, y que desechemos el temor al enemigo. David nos indicó cómo hacer esto cuando dijo en el Salmo 86:10, 11: “Tú eres Dios, tú solo. Instrúyeme, oh Jehová, acerca de tu camino. Andaré en tu verdad. Unifica mi corazón para temer tu nombre.”
14. (a) ¿Qué sugiere la expresión “Unifica mi corazón” en cuanto a la condición de corazón? (b) ¿Por qué resultó ser desleal el rey Saúl?
14 ¡Qué expresión tan singular, “Unifica mi corazón”! Eso da la sugestión de que el corazón no está en condición unificada, que está dividido consigo mismo respecto a sus afectos y sus temores. Parece confesar que hay algo de temor al hombre en el corazón, lo cual quita algo del completo temor a Dios. “El temblar ante los hombres es lo que tiende una trampa,” dice Proverbios 29:25; y tal trampa quiere decir el ser capturados para nuestra muerte a manos de los que quieren devorarnos o destruirnos. El perseguidor de David, el rey Saúl, fue uno que temió a los hombres; y a causa de tal temor él olvidó su temor a Dios y traspasó las órdenes y mandamientos de Dios. El rey Saúl le dijo a Samuel profeta de Dios: “He pecado; pues he traspasado la orden de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y por tanto obedecí su voz.” (1 Sam. 15:24) Tal temor lo condujo a ser desleal a Jehová Dios.
15. Cuando envió a sus apóstoles a predicar, ¿qué instrucción les dio Jesús tocante a esto, y por qué?
15 David no quiso rendirse a tal temor. Cuando Jesucristo, el Hijo de David, envió a sus doce apóstoles como misioneros a predicar, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado,” él los amonestó en contra de tal temor a los hombres. Les estorbaría en cuanto a predicar el Reino intrépidamente. Jesús dijo: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo pero que no pueden matar el alma; sino más bien estén en temor de aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena.” (Mat. 10:5-7, 27, 28) A Este era correcto, por lo tanto, que David orara: “Oh guarda mi alma, sí, porque soy leal.”
16, 17. (a) ¿Qué tuvo que hacer Jehová para unificar el corazón de David para que éste temiera Su nombre? (b) Al ser traído Su nombre a la atención de los testigos de Jehová, ¿por qué el temor envuelve todo su corazón, y a qué conduce esto?
16 El Salmo inspirado de David fue preservado para nuestro beneficio hoy día. ¿Qué, entonces, hemos de entender por la oración de David a Jehová: “Unifica mi corazón para temer tu nombre”? ¿Qué tuvo que hacer Jehová Dios para contestar esa oración? Significó que Dios removiera todo otro temor que dividiera el corazón de David y obstruyera su temor al Todopoderoso Dios, quien puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena de la aniquilación. Significó unificar el corazón de David en temer el nombre de Jehová. Los hombres de este mundo pueden tener nombres o reputaciones impresionantes, y la simple mención de sus nombres puede infundir terror en el corazón de cualquiera que no conociera un temor más alto. Hoy día los hombres no tiemblan ante la mención de Dios. Pero amenazadoramente mencióneles el nombre de algún jefe de hampones, o algún dictador, algún médico brujo, y ellos se ponen serios; tiemblan; temen por su vida y por su cuerpo.
17 ¡Pero a David no le sucedió eso hace tres mil años! No les sucede eso a los testigos de Jehová hoy. Que el nombre de Jehová se les recuerde, que el nombre de Jehová se les mencione, y ellos piensan en toda su gloria con la cual él ha coronado ese nombre. Ellos recuerdan todos los maravillosos hechos y hazañas del pasado de él y todas las profecías que él está haciendo que se cumplan en estos días del siglo veinte. La simple mención de su nombre les recuerda todos los castigos y las destrucciones que él ejecutó en juicio sobre sus enemigos y sobre los que le fueron infieles. Sí, cómo él destruyó a un mundo completo de gente en el tiempo de Noé. (2 Ped. 2:5; 3:6) Entonces, el temor de ellos a Jehová domina todos los otros posibles temores. El temor a Su nombre envuelve su corazón entero como uno solo y dirige el corazón unificado en el camino de lealtad al Dios inspirador de temor.
18. ¿Por qué no es éste temor cobarde?
18 Este no es un temor pusilánime, no es el temer cobardemente. Dice el Salmo 19:9: “El temor de Jehová es puro, subsistiendo para siempre.” Lo resguarda a uno contra el ser cobarde delante de los hombres y lo conduce a pureza de vida. Elimina toda la indecisión en cuanto a si hay que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres. Con el corazón unificado en su temor a Dios uno ya no es un “hombre indeciso, [literalmente, hombre de ánimo doble], inconstante en todos sus caminos.” (Sant. 1:8, margen, NM, edición de 1950) Así que es el derrotero sabio para nosotros el ser de todo corazón en nuestro temor al Dios Altísimo.
19. ¿Qué muestra David que se necesita para que Dios unifique el corazón?
19 Una persona dedicada a Jehová Dios ora por esta unificación del corazón; ¿pero cómo contesta Dios la oración? ¿Qué hace el cristiano que ora así en armonía con esta oración, para trabajar junto con la operación de Dios? Exactamente antes de esta oración, David nos dice el papel de Dios en el asunto y luego su propio papel, diciendo: “Porque tú eres grande y estás haciendo cosas maravillosas; tú eres Dios, tú solo. Instrúyeme, oh Jehová, acerca de tu camino. Andaré en tu verdad.” (Sal. 86:10, 11) Era necesario que Jehová diera instrucción acerca de su camino; era necesario también que David anduviera en el camino y en la verdad de Jehová. Lo mismo es necesario ahora.
20. El orar a Dios por que nos instruya, ¿qué significa también de nuestra parte?
20 Si oramos, como lo hizo David, para que Jehová nos instruya, eso quiere decir que estamos dispuestos a ser instruidos, listos a ser instruidos, buscando el ser instruidos, acerca de todo lo concerniente a su camino. Esta ha sido la oración de los testigos de Jehová como David a través de los muchos siglos.
21. En respuesta a nuestra oración, ¿qué ha provisto Jehová en cantidad más inmensa que la que tuvo David?
21 En contestación a esa oración Jehová ha provisto una cantidad inmensa de instrucción, más inmensa que la que David tuvo en su día. David tuvo únicamente los primeros ocho libros de la Biblia, con posiblemente el libro de Job, si fue escrito por Moisés. Hoy nosotros tenemos la Biblia completa, de sesenta y seis libros inspirados. ¡Qué abundancia de instrucción hay en ella, instrucción que nunca pasa de moda de manera que un nuevo libro de texto religioso tenga que ser escrito para la congregación cristiana en esta era sideral!
22. (a) ¿Qué tocante a las profecías de Dios revela su camino para con nosotros? (b) Por eso, para recibir instrucción en cuanto a Su camino, ¿qué debemos hacer en primer lugar?
22 Aparte de las muchas profecías que la Biblia misma registra como habiendo sido cumplidas, ¡qué conjunto de sus profecías se ha cumplido desde que la Biblia fue completada hace mil novecientos años! Estos cumplimientos también son para nuestra instrucción hoy, y nos revelan el camino de Dios acerca del cual oramos que se nos instruyera. La manera de cooperar nosotros con Dios para la contestación de nuestra oración está clara, entonces. Si le oramos a él que nos instruya acerca de su camino, debemos ante todo dirigirnos a su Libro, su Palabra escrita, la cual nos dice más acerca de sus caminos que cualquier otro libro en existencia, más aun que el llamado Libro de la Naturaleza. Dios no hace a un lado su propio Libro y nos instruye directamente. Debemos hacer lo que hasta su propio Hijo hizo cuando estuvo en la Tierra: estudiar la Palabra escrita de Dios. Jesús dijo: “Aquí he venido, pues en el rollo del libro está escrito acerca de mí. En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado, y tu ley está dentro de mis entrañas.”—Sal. 40:7, 8; Heb. 10:5-9.
23. ¿Qué logra para nosotros tocante a Dios el investigar a través de la Biblia?
23 Para que recibamos instrucción acerca de sus caminos no hay otro derrotero que el emprender nosotros un estudio de su preciosa Palabra escrita. Hemos de buscar entre sus páginas información. Esa no es una tarea religiosa aburrida, fatigosa, penosa, sino que es tan excitante y recompensadora como la búsqueda de tesoros escondidos. “Los sabios son los que atesoran el conocimiento.” (Pro. 10:14) Esto nos familiariza con Dios y sus caminos. Edifica nuestra confianza en él y nuestro respeto a él. Induce en nosotros un temor puro y saludable a él. Que éste es el efecto del verdadero conocimiento acerca de él se nos declara apropiadamente en Proverbios 22:17, 19: “Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, para que puedas aplicar tu mismo corazón a mi conocimiento. Para que tu confianza llegue a estar en Jehová mismo te he dado conocimiento hoy, aun a ti.”
24. ¿Qué hecho aseguró Jesús para nosotros en Juan 17:3?
24 Nuestra vida eterna depende de que conozcamos íntimamente a Dios, un hecho que Jesucristo hizo cierto al decir: “Esto significa vida eterna, el que ellos adquieran conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú has enviado, Jesucristo.” (Juan 17:3) El hecho solemne de que la decisión final con respecto a nuestra vida eterna o nuestra destrucción eterna descansa en Jehová Dios debería bastar para unificar nuestros corazones a fin de temer su nombre.
25, 26. (a) ¿Qué debe hacerse además de efectuar un estudio personal de la Biblia, y por qué? (b) ¿Cuál es la suerte de personas que Jehová quiere en su nuevo mundo, y por eso por medio de quiénes buscaremos instrucción?
25 Sin embargo, el que seamos instruidos acerca del camino de Jehová no se logra del todo haciendo un estudio personal privado de su Palabra escrita. Las “cosas maravillosas” que él ha efectuado en la historia de la Biblia y el camino que ha seguido al cumplir la profecía de la Biblia desde que la Biblia fue terminada, han sido siempre en conexión con su pueblo, con sus testigos. Para adquirir la instrucción completa, para adquirir la instrucción directa, sencillamente tenemos que asociarnos con su pueblo, sus testigos. Aquellos que desean que su corazón se entregue completamente en el temor de Jehová no estudian para luego apartarse independientemente unos de otros. Ellos se reúnen. “En aquel tiempo,” dice Malaquías 3:16, “los que temían a Jehová hablaron unos con otros, cada uno con su compañero, y Jehová continuó poniendo atención y escuchando. Y delante de él comenzó a escribirse un libro de memoria para los que temen a Jehová y para los que piensan en su nombre.”
26 Si ellos están pensando en su nombre, estarán hablando de él unos con otros y así estarán engrandeciendo el aprecio que cada uno tiene de ese nombre. Esta es la clase de gente que Jehová quiere en su nuevo mundo. Por consiguiente, ésta es la clase de gente que él promete preservar viva a través del “día grande e inspirador de temor de Jehová,” el cual se está acercando más todo el tiempo. Así que en armonía con su camino señalado en la Biblia, su pueblo organizado, los que temen su nombre, son aquellos por medio de quienes él da instrucción adicional que arroja luz sobre su Palabra escrita y que ayuda a hacer la Biblia más entendible en muchos respectos. Por eso si nuestra oración por que Jehová nos instruya acerca de su camino es sincera, estaremos dispuestos a adquirir instrucción por medio de su pueblo organizado. Estaremos deseosos de ello.
27. ¿Cómo pone uno en uso la instrucción recibida y anda en la verdad de Dios?
27 David no terminó el asunto con orar por instrucción. Él inmediatamente agrega: “Andaré en tu verdad.” De esta manera uno pone en uso la instrucción recibida; uno la obedece. De esta manera uno camina en la verdad de Dios. Uno vive la verdad. Uno amolda su vida en armonía con esa verdad acerca de Dios y de su reino. Abandona las mentiras, tradiciones, ceremonias, prácticas y días santos que fueron recibidos de las religiones falsas de este mundo. Uno predica la verdad y da testimonio de ella por palabra y acción, como lo hizo Jesús; éste fue el propósito para el cual Jesús nació como criatura humana.
28. ¿Cómo nos libra la verdad, y cómo afecta a nuestro corazón el andar en la verdad?
28 Por medio de la verdad uno pierde sus supersticiones esclavizadoras y sus temores a dioses falsos y demonios. El temor al único “Dios vivo y verdadero” llega a dominar y modelar la vida de uno. Por lo tanto, es por medio de aceptar instrucción de Jehová acerca de su camino y luego andar en su verdad que Jehová contesta nuestra oración de unificar nuestro corazón para temer su nombre. ¡Qué alivio, qué libertad, trae a nuestras vidas tal corazón unificado!
29. ¿Qué condición de los hombres señala a éste como el “tiempo del fin,” y cómo se aprovechan egoístamente los hombres ambiciosos de esto y producen una prueba de lealtad?
29 Este es un día de temores internacionales a un grado nunca antes conocido. Es un temor que señala a éste como “el tiempo del fin” del mundo o “la conclusión del sistema de cosas.” Las condiciones son como Jesús las predijo: “Los hombres se desmayan debido al temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la Tierra habitada.” (Luc. 21:25, 26) Tal temor y expectativa terrible hace que la gente sin instrucción se esconda o se refugie en organizaciones humanas que ofrecen esperanza de protección, seguridad y preservación. Buscan una dirección competente. Así que no es raro que haya hombres y organizaciones que se aprovechan de los deseos y temores de la gente y que asuman el acaudillamiento y luego exijan la lealtad de la gente. Todo esto hace más intensa la pregunta en cuanto a quién o a qué dar nuestra lealtad sin cometer el error de dar nuestra lealtad al que no se debe y sufrir por ello sin remedio.
30, 31. (a) ¿Quiénes no participan de los temores del mundo, y qué hacen ellos? (b) ¿De qué resultado nos asegura el que seamos leales, y por eso qué recompensa presente da Dios a los leales?
30 Nosotros, es decir, los que tenemos el corazón unificado para temer el nombre de Jehová, no compartimos los temores y expectativas terribles de los pueblos y las naciones de este viejo mundo. En vez de compartir sus temores, obramos como Jesús nos dijo que obráramos en este tiempo en particular: “Al empezar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se está acercando.” (Luc. 21:28) No a alguna organización humana o dictador político, sino al Dios Todopoderoso decimos, con las palabras del salmista David: “Oh guarda mi alma, sí, porque soy leal.” (Sal. 86:2) Al ser leales a Jehová Dios y su reino no podemos equivocarnos y sufrir por ello sin remedio. Confiamos en que cumpla su promesa de dirigir nuestros pasos en el camino correcto. Acerca de él está escrito: “Él guarda los pies de sus leales; en cuanto a los inicuos, se les silencia en la oscuridad, porque no es por poder que un hombre se prueba superior.”—1 Sam. 2:9.
31 ¡Qué fuerza fortalecedora es esa promesa para nuestros corazones y nervios! Esta promesa también: “Para los que andan en integridad él es un escudo, por medio de observar las sendas de juicio, y él guardará el mismo camino de sus leales.” (Pro. 2:7, 8) ¡Qué recompensa presente es ésta por ser nosotros leales a Jehová Dios con un corazón unificado en el temor de su nombre! Él nos recompensa aun ahora porque desea que gocemos de recompensa duradera en su nuevo mundo, el cual será heredado y habitado por todos aquellos que por siempre son leales a él.