Regocijándose en asociaciones del nuevo mundo
“Debes regocijarte delante de Jehová tu Dios en toda empresa tuya.”—Deu. 12:18.
1, 2. (a) ¿Qué cualidad se ha propuesto Jehová que mostremos al adorarlo? (b) ¿Cómo se mostró esto en conexión con el establecimiento de la iglesia primitiva?
JEHOVÁ nuestro Dios es “el Dios feliz,” y ciertamente que él se regocija en todo lo que se propone hacer. (1 Tim. 1:11) Su propósito es que todas sus criaturas fieles se regocijen y sean felices al adorarlo. Por esto es muy adecuado que encontremos este mandato en la Biblia dirigido a Israel la nación típica de Dios: “Deben comer delante de Jehová su Dios y regocijarse en toda empresa suya, ustedes y los de sus casas, porque Jehová tu Dios te ha bendecido.” “Debes regocijarte delante de Jehová tu Dios en toda empresa tuya.”—Deu. 12:7, 18.
2 Más tarde, con el establecimiento de la congregación cristiana como el “Israel de Dios” espiritual, Jehová hizo manifiesto a los que habían sido llamados para ser sus miembros que los había llamado a una asociación feliz en la cual deberían regocijarse juntos. Jesús, en su sermón del monte, pronunció “felices” a los que apreciaban su necesidad espiritual, que tenían hambre y sed de justicia, y que seguían el sendero de la paz. Hasta cuando los persiguieran severamente ellos habrían de ‘regocijarse y saltar de gozo.’ Asimismo, encontramos al apóstol Pablo escribiendo en su carta inspiradora de felicidad a los filipenses: “Sigan regocijándose en el Señor.” “Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense!”—Gál. 6:16; Mat. 5:3-12; Fili. 3:1; 4:4.
3. ¿Qué razón sana ha suministrado Jehová para el regocijo de su pueblo?
3 Hoy Jehová Dios está invitando a todos los amantes de la verdad y la justicia para que se congreguen con la feliz sociedad del nuevo mundo de sus testigos. Dios mismo suministra razones sanas para regocijo entre su pueblo. En un tiempo los testigos modernos de Jehová se encontraron en un estado agobiado e infeliz, particularmente al fin de la primera guerra mundial, en 1918. Se les describía en la profecía como personas vestidas de saco, y hasta como cadáveres muertos tirados en las calles. (Apo. 11:3, 7-10) Pero Jehová hizo que la condición de su pueblo se cambiara de tristeza y llanto a gozo y felicidad. Libró a sus fieles testigos de su estado de inactividad parecido a la muerte, puso sobre ellos su espíritu e hizo que las palabras proféticas de Isaías se cumplieran en ellos, a saber: “Entonces los redimidos mismos de Jehová regresarán y deben venir a Sión con clamor alegre, y el regocijo hasta tiempo indefinido estará sobre la cabeza de ellos. Lograrán exultación y regocijo. La aflicción y el suspirar ciertamente huirán.”—Isa. 51:11.
4. ¿Qué notan las personas de buena voluntad, y qué cosa desean?
4 No es extraño entonces que tantas personas del mundo tomen nota de la felicidad del pueblo de Jehová. Por cierto, es uno de los factores que atraen a muchas personas a asociarse con nosotros. Se encuentran participando del deseo del salmista, que escribió: “Que pueda ver el bien a tus escogidos, que pueda regocijarme con el regocijo de tu nación.”—Sal. 106:5.
5. Mencione algunas cosas que contribuyen al gozo de la sociedad del nuevo mundo.
5 Muchas cosas contribuyen al gozo de la sociedad del nuevo mundo. ¡Qué gozo hay en conocer y entender la verdad bíblica, en estar enterado del hecho de que Jehová ya ha tomado su poder para gobernar mediante el establecer a Cristo Jesús como Rey en el reino celestial y que pronto la soberanía universal de Jehová será vindicada por medio de su reino cuando éste destruya a todos los que se oponen a su dominio! (Sal. 97:1-12) La esperanza que tenemos de vivir para siempre en el nuevo mundo que está cerca, la evidencia del derramamiento del espíritu de Jehová sobre su pueblo en estos últimos días, junto con revelaciones conmovedoras de verdad y el recogimiento de una grande muchedumbre de personas de buena voluntad dentro del aprisco del nuevo mundo, son causas adicionales para regocijo. Y, conociendo las necesidades de sus criaturas, Jehová suministra el ambiente apropiado para el regocijo—el compañerismo feliz y la asociación feliz de otros de la misma fe.
6, 7. ¿De qué depende la felicidad de las criaturas de Jehová? Por esto, ¿qué cosa debe resguardarse?
6 Jehová mismo no necesita el compañerismo de otros para estar feliz. Él es completo en sí mismo. No obstante él escoge deleitarse en sus siervos y hallar placer y causa de regocijarse en su pueblo. “Jehová tu Dios está en medio de ti. Como Un poderoso, él salvará. Él se alegrará por ti con regocijo. Él se hará silencioso en su amor. Él se hará gozoso sobre ti con gritos de felicidad.” Concerniente a la restauración de su pueblo a la prosperidad espiritual en estos últimos días, Jehová dice: “Estaré gozoso en Jerusalén y me regocijaré en mi pueblo.” Por otra parte, ninguna de las criaturas de Dios es completa en sí misma como Él lo es. Todas dependen de Jehová para su felicidad. Todas tienen ciertas necesidades, las cuales tienen que satisfacerse para que puedan ser verdaderamente felices. Y esto ciertamente es verdad en cuanto a nosotros los humanos imperfectos sobre la Tierra. Una de estas necesidades es la asociación correcta o el compañerismo apropiado, y esto lo suministra Jehová de varias maneras, especialmente en el compañerismo cristiano de la sociedad del nuevo mundo, —Sof. 3:17; Isa. 65:19.
7 Entonces, si queremos seguir regocijándonos en todas nuestras empresas como pueblo de Dios, tenemos que resguardar y mantener el gozo de nuestra asociación. El gozo no viene de sí mismo sino que es el resultado de seguir el curso correcto de conducta en el ambiente de armonía y paz con el pueblo de Dios. Es uno de los frutos del espíritu. (Gál. 5:22) Debemos por cierto orar para que el gozo esté entre nosotros, pero también tenemos que cultivarlo por medio de hacer nuestra contribución personal hacia la edificación de la felicidad en la asociación de la congregación.
EXPRESANDO GENEROSIDAD EN NUESTRAS ASOCIACIONES
8. ¿Quiénes reciben beneficio de la expresión de generosidad, y qué ejemplo sirve para ilustrar esto?
8 La generosidad es una cualidad que está estrechamente asociada con el regocijo. ¿Ha conocido usted jamás a una persona desconsiderada, tacaña, fanática e intolerante que pudiera describirse como regocijándose en todas sus empresas? La persona que siempre está tratando de conseguir algo de esta vida sin corresponder con alguna cosa nunca es persona feliz. El gozo produce generosidad, y la generosidad produce gozo. Refiriéndose a los cristianos de Macedonia, el apóstol Pablo escribió que “su abundancia de gozo . . . [hizo] abundar las riquezas de su generosidad.” La generosidad da gozo al dador, y aún más cuando reconoce que es únicamente debido a la bondad inmerecida de Jehová hacia él que él está en posición de poder dar, y también produce gozo en el recipiente y ciertamente en los que son testigos del resultado de la generosidad. Cuando el rey David estaba juntando materiales para el templo que habría de edificar más tarde su hijo Salomón, “el pueblo se entregó al regocijo porque hizo ofrendas voluntarias, porque fue con corazón completo que hizo ofrendas voluntarias a Jehová, y aun David el rey mismo se regocijó con gran gozo.” Y por eso David le oró a Jehová: “Mantén esto siempre como la inclinación de los pensamientos del corazón de tu pueblo y dirige su corazón a ti.”—2 Cor. 8:1, 2; 1 Cró. 29:9, 14, 18.
9. Además de ser generosos con nuestras posesiones materiales y esfuerzos, ¿de qué otra manera podemos demostrar esta cualidad?
9 Y por eso hoy cuando participamos juntos en alguna empresa, tal como en la edificación de un Salón del Reino o trabajando en una asamblea, cuando damos de nuestros esfuerzos o dinero voluntariamente, sin que se nos obligue o solicite, esto produce regocijo. Cuando somos testigos de la generosidad de nuestros hermanos en tal obra eso produce regocijo en nosotros, y por cierto despierta el espíritu de generosidad en el corazón de todos en la congregación. Pero la generosidad con nuestras posesiones materiales o con nuestro tiempo y esfuerzo no es suficiente en sí misma para hacernos participar cabalmente en el gozo del pueblo de Jehová. Necesitamos ser generosos con nosotros mismos, generosos en nuestros tratos, en ser misericordiosos y sufridos y en compartir nuestro compañerismo y asociación los unos con los otros, particularmente en conexión con nuestra actividad cristiana.
10. (a) ¿De qué brota básicamente el deseo de compañerismo? (b) ¿Qué es lo que gobierna muy a menudo la selección de amigos por la gente del mundo?
10 El buscar la asociación con otros es básicamente una expresión del amor hacia uno mismo, aunque no necesariamente de egoísmo en mal sentido. Necesitamos compañerismo; fuimos hechos de esa manera. Al mismo principio Dios vio que era bueno darle al hombre una compañera y ayudante, porque no era bueno que él estuviera solo. (Gén. 2:18) Este deseo de compañerismo es el motivo inicial que mueve al hombre o la mujer a contraer matrimonio. (Gén. 2:24) Igualmente el buscar amigos se hace básicamente en cumplimiento de la necesidad de compañerismo. En este mundo la gente busca como sus amigos a personas que tienen antecedentes sociales y educacionales parecidos, o con quienes pueden compartir un interés u obra común, para que haya terreno común para conversación o actividad. Se hacen amigos de personas que tienen algo que contribuir a su felicidad. Casi siempre estas amistades mundanas se limitan a solamente la satisfacción de la necesidad egoísta, y cuando uno ya no puede contribuir a la necesidad del otro, o si se presenta una amistad más ventajosa, se deshacen del asociado original. La falta de verdadero cariño en las llamadas amistades es muy notable hoy día, porque los hombres se han hecho muy “amantes de sí mismos.”—2 Tim. 3:2, 3.
11. ¿Contra qué tenemos que vigilar mientras gozamos del compañerismo en la sociedad del nuevo mundo?
11 En la asociación cristiana de la sociedad del nuevo mundo necesitamos vigilar para que nuestras asociaciones con nuestros hermanos no vayan a limitarse por el interés propio y la satisfacción de nuestra necesidad de compañerismo. Cuando entramos a la verdad nos hallamos entre toda clase de personas que tienen toda clase de antecedentes sociales, educacionales y raciales. Si todavía estuviéramos en el mundo quizás no hubiéramos procurado a algunos de éstos como amigos nuestros, por creer que no tendrían cosa alguna que contribuir a nuestra felicidad. Y aun dentro de la sociedad del nuevo mundo nos hallamos atraídos hacia ciertas personas más que a otras, ¿no es verdad? Ciertamente que es cosa natural buscar la asociación de aquellos con quienes nos sentimos más cómodos y cuyo compañerismo hallamos estimulante y satisfaciente. Pero si limitamos nuestra asociación a solamente aquellos con quienes hallamos que es fácil llevarnos bien, ¿no sería eso ceder al interés propio? Si siempre nos asociamos con solamente los mismos cuando estamos en el Salón del Reino, ¿no contribuiría eso a la formación de grupos y divisiones? Sí, quizás hallemos que sin pensarlo estamos haciendo distinciones parciales sobre la base de lo que otros son según la carne.—Sant. 2:4.
12, 13. ¿Es incorrecto tener amistades especiales? Sin embargo, ¿qué debemos hacer?
12 ¿Quiere decir esto, entonces, que es incorrecto gozar de amistades especiales con algunos de la congregación, amistades de más apego que las que gozamos con otros? No, no necesariamente. Las Escrituras se refieren a Juan como el “discípulo a quien Jesús amaba [prefería, margen],” y otras referencias indican que existía más que una amistad ordinaria entre Juan y Jesús. Pero el tener dicha amistad no hizo que Jesús excluyera a los otros de su asociación y amor. Fue muy generoso con sus expresiones de amor hacia sus hermanos, desgastándose a favor de ellos, hasta el punto de entregar su vida por ellos. Ciertamente que en su caso él ‘se regocijó en toda empresa suya. Porque él quería que sus seguidores participaran del gozo que él recibía al hacer la voluntad del Padre y al mostrar amor tan altruista hacia otros, les exhortó poco antes de su muerte: “Estas cosas se las he dicho para que mi gozo esté en ustedes y su gozo sea hecho pleno. Este es mi mandamiento, que ustedes se amen los unos a los otros igual como yo les he amado a ustedes.”—Juan 21:7; 15:11, 12.
13 Pero tenemos que reconocer que existirán amistades personales aparte del compañerismo que gozamos en común con todos nuestros hermanos. Personas que han estado juntas en la verdad por mucho tiempo, que han participado de ciertas experiencias y que han aguantado las mismas pruebas de fe, naturalmente llegan a un entendimiento común y a una amistad mutua. Esta amistad ha crecido debido al conocimiento personal que ambos tienen acerca de las cualidades de fidelidad e integridad del otro, y dichas amistades son cosas en las cuales podemos regocijarnos y ciertamente que no deberían ser causa para celos o envidia. La envidia algunas veces puede ser la causa por la cual unos buscan tener amistad personal con ciertos hermanos, especialmente con los que están en puestos prominentes en la organización; pero, siendo el producto de interés propio, tal amistad no produce felicidad. Según vamos creciendo en la verdad, participando con nuestros hermanos en el ministerio del Reino, aguantando juntos la persecución y vituperio, los vínculos del amor y compañerismo cristianos se harán cada vez más fuertes de manera natural y perdurable y producirán gozo mutuo.
ENSANCHANDO NUESTRO AFECTO
14. ¿Cómo puede aplicarse el principio de que “hay más felicidad en dar que la que hay en recibir” a nuestras asociaciones en la sociedad del nuevo mundo?
14 No queremos hallarnos ‘constreñidos por lugar en nuestro afecto’ por los hermanos. Más bien, ‘ensanche’ su amor para con los hermanos, incluyéndolos a todos, compartiendo su propia asociación generosamente con ellos. El principio de que “hay más felicidad en dar que la que hay en recibir” aplica muy apropiadamente a este asunto de la asociación. Por ejemplo, una persona de buena voluntad empieza a asistir a las reuniones. Debido a timidez y falta de educación tiene dificultad en expresarse. Al principio hallamos que es difícil conversar con ella, pero porque le tenemos amor a esta oveja nueva, seguimos nuestros esfuerzos para hacer que se sienta cómoda entre nosotros. En el ambiente de compañerismo cristiano feliz ella empieza a perder su timidez. Por medio de entrenamiento en la escuela del ministerio ella aprende a expresarse en cuanto a los propósitos de Dios, y luego a participar efectivamente en el ministerio. Pronto empieza a regocijarse en experiencias felices en la obra de predicar, y comparte éstas con nosotros. Su timidez y reserva son cosas del pasado. En vez de eso está burbujeando de gozo, y nos regocijamos con ella al ver su adelantamiento en la verdad y su feliz asociación con nosotros como hermanos. Esto no lo hubiéramos experimentado si nuestros corazones hubieran permanecido ‘constreñidos,’ sin ‘ensancharse’ para incluir a este nuevo entre nosotros.—2 Cor. 6:12, 13; Hech. 20:35.
15, 16. ¿Cómo podemos mostrar interés en nuestros hermanos?
15 Ser generoso en sus asociaciones quiere decir estar interesado en sus hermanos, “vigilando, no con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás.” Tenga usted un interés sincero en el progreso espiritual de sus hermanos, regocijándose en cada paso de adelanto que ellos dan en el camino hacia la madurez cristiana. ¡Cuán felices nos sentimos cuando alguien con quien hemos estado estudiando empieza a venir a las reuniones, hace su primer comentario en el estudio de La Atalaya y empieza a salir en el servicio del campo! Con deleite conversamos con nuestros compañeros publicadores del Reino acerca del progreso de este nuevo. Cuando viene a las reuniones tenemos gusto en presentarlo a los siervos y a otros que están reunidos allí. Todo considerado, ¿no es ésta una carta de recomendación para nosotros como ministros? Pero para resguardarnos de cualquier tendencia a jactarnos, como si esto fuera el resultado de nuestros propios esfuerzos, debemos estar igual de listos para regocijarnos con nuestros hermanos en las experiencias parecidas que ellos tienen con otros nuevos que están dando los mismos pasos en crecimiento cristiano.—Fili. 2:4; Rom. 12:15,16.
16 Tenga interés también en los que son débiles e irregulares en asistir a las reuniones y que están en peligro de enfermarse espiritualmente. Esté listo para hablar con ellos y animarlos cuando vienen a las reuniones o cuando usted los visita. Haga posible que se sientan animados por dicha asociación. Pablo escribió: “Siga buscando cada uno, no su propio provecho, sino el de la otra persona.” Algunas veces una sonrisa amigable, el estrecharse la mano o el compartir con ellos una experiencia pueden ser la manera de incitar los corazones de los enfermizos espiritualmente para que deseen reanudar su actividad en el servicio de Jehová. Esta manera de dar generosamente de nosotros mismos, el estar interesados los unos en los otros, contribuye grandemente al gozo de la congregación con la cual estamos asociados.—1 Cor. 10:24.
17. Cuándo le parece a uno que hace falta cordialidad en la asociación con los hermanos, ¿qué sería bueno hacer?
17 De vez en cuando quizás se oiga la queja: “Algo no camina bien en nuestra congregación. No hay cordialidad entre los hermanos, y parece que ni me conocen cuando voy a las reuniones.” Ciertamente si hay una falta del espíritu de Jehová y por eso una falta de gozo entre la congregación, éste es un asunto de importancia para todos los de la congregación, y especialmente para el superintendente. Pero ¿no sería cosa buena que el que siente la falta de cordialidad mejor se pregunte a sí mismo: “¿Qué estoy haciendo yo para promover gozo entre los hermanos? ¿Estoy yendo a las reuniones solamente para adquirir algo para mí mismo, o voy con el deseo de contribuir algo en son de comentarios y asociación con los hermanos? ¿Me encargo de saludar cordialmente a otros y de presentarme a los nuevos? ¿Estoy verdaderamente interesado en mis hermanos, o estoy concentrado en mí mismo, vigilando solamente mis propios intereses? Posiblemente es el mismo quejoso quien es frío, falto de cordialidad, inaccesible. Para que el amor produzca verdadero gozo tiene que hacerse una contribución de ambos lados. Al mismo tiempo, porque una persona rehúsa corresponder no dejaremos de hacer lo que es correcto en cuanto a seguir hablando amistosamente a dicha persona según se ofrezca la oportunidad.
18. ¿En qué asuntos concernientes a nuestros hermanos deberíamos mostrar interés, pero qué debe evitarse?
18 Tener “interés personal” en nuestro compañero cristiano no quiere decir meternos en sus asuntos privados y familiares, llegando a ser de esta manera un “entremetido en los asuntos de otras personas.” Ciertamente debemos gozar del compañerismo social de nuestros hermanos según tengamos oportunidad, y esos tiempos pueden ser muy gozosos y contribuir mucho a nuestra felicidad. (Vea La Atalaya del 15 de julio de 1960, páginas 436, 437.) Pero el meterse en los asuntos privados de otra persona, o sencillamente pasar demasiado tiempo en visitas sociales, prestamente puede detraer, o arruinar completamente, el gozo de compañerismo espiritual. (1 Ped. 4:15; Pro. 25:17) Es en cuanto a las actividades teocráticas y el bienestar espiritual de nuestros hermanos que debemos interesarnos, derivando nuestro gozo de su asociación teocrática, regocijándonos en sus experiencias del servicio, sintiéndonos felices porque participamos con ellos en alabar el nombre de nuestro Dios, Jehová. Sí, hallamos gran gozo en nuestros hermanos. Así como el apóstol Pablo escribió a los filipenses: “Hermanos míos amados y anhelados, [mi] gozo.”—Fili. 4:1; 1 Tes. 2:19, 20.
19, 20. (a) ¿Qué cosas nos ayudarán a edificar nuestras asociaciones del nuevo mundo sobre fundamentos correctos? (b) ¿De qué manera es parecida la asociación en la sociedad del nuevo mundo a la de una familia?
19 Para gozar cabalmente del privilegio de la asociación del nuevo mundo tenemos que asegurarnos de que nuestra relación con nuestros hermanos se ha edificado sobre el fundamento correcto. Si somos jóvenes debemos resguardarnos contra el manifestar falta de respeto hacia los de mayor edad en la congregación, tratándolos con familiaridad excesiva. Más bien, tratémoslos como a “padres.” Manifestemos respeto por la diferencia en los sexos, manteniendo nuestra asociación limpia y pura, sin nunca abusar del privilegio que disfrutamos de tener compañerismo cristiano. El regocijarse en la asociación de nuestros hermanos no quiere decir que debemos mostrar demasiada efusión o ser extremosos. Tenemos que resguardarnos contra el hacer solamente una demostración hipócrita de amistad que carezca de interés genuino de unos para con otros.—1 Tim. 5:1, 2; Rom. 12:9.
20 Cuando uno llega a asociarse con los de la sociedad del nuevo mundo es parecido a entrar a una familia. Entre una familia los miembros llegan a conocerse bien los unos a los otros, tanto en cuanto a sus faltas como en cuanto a sus buenas cualidades. Pero son indulgentes los unos con los otros. No tratan de aparentar justicia propia, porque saben bien que los otros miembros de la familia pronto se darían cuenta. Y, por cierto, se muestran agradecidos por eso, porque pueden portarse naturalmente, como realmente son, y confían en que los otros miembros de la familia les tendrán consideración y no los rechazarán debido a que quizás tienen manerismos y hacen cosas de una manera diferente a la de ellos. Asimismo en la sociedad del nuevo mundo, nuestros hermanos confían en nosotros y por eso se portan como realmente son, naturalmente, sin aparentar una justicia propia. Esto resulta en una relación feliz. Al mismo tiempo todos estamos interesados en ayudarnos los unos a los otros a rehacer nuestras mentes para conformarnos al modo de vivir del nuevo mundo. Tratemos siempre como individuos de contribuir al espíritu de gozo dentro de la sociedad del nuevo mundo por medio de ser generosos, bondadosos, considerados, interesados más en las otras personas que en nosotros mismos, edificándonos los unos a los otros en el servicio gozoso del Reino para alabanza de Jehová.—Rom. 12:2; Pro. 19:22.