Estudio 1
Hablando palabras deleitables de verdad
1-3. ¿Cuál fue el origen del habla humana, y cómo recibió desarrollo?
1 Jehová es el gran Creador del habla. A él debe atribuírsele todo el mérito por este medio maravilloso de comunicación entre las criaturas inteligentes. Y puesto que todo lo que Dios hace es bueno, podemos estar seguros de que su dádiva del habla al hombre originalmente fue uno de esos ‘dones perfectos’ a que se hace referencia en la Biblia en Santiago 1:17. Acerca del habla humana, el filólogo Ludwig Koehler escribió lo siguiente: “Lo que realmente sucede en el habla, cómo la chispa de la percepción enciende el espíritu, . . . para convertirse en la palabra hablada, es incomprensible para nosotros. El habla humana es un secreto; es un don divino, un milagro.”
2 Así, pues, al tiempo de su creación Adán recibió un vocabulario. También podía formar nuevas palabras. Ciertamente fue dotado con la facultad de comunicarse eficazmente. No solo podía expresar sus pensamientos con buena habla, sino que también podía entender el habla. Aprendemos esto por el hecho de que Dios le habló a Adán, dándole instrucciones. En cambio, Adán pudo comunicarse con Eva.—Gén. 1:27-30; 2:16-20.
3 Sin embargo, en un tiempo en que hubo gran iniquidad en la Tierra, en la torre de Babel, Dios confundió el habla de los hombres. (Gén. 11:4-9) Y por eso hoy día hay muchos idiomas, la mayoría de los cuales tienen varios dialectos. Algunas de estas lenguas son el idioma de pequeños grupos tribuales y otras el de millones de personas. El habla del hombre, como el hombre mismo, ha degenerado mucho desde su perfección original. Frecuentemente su habla se usa para esparcir falsedad y apartar de Dios a la gente.
4. ¿Cómo debemos usar nuestra facultad del habla?
4 Nosotros, como ministros de Jehová, por otra parte, queremos usar la facultad del habla correctamente. Tenemos el privilegio de hablar a la gente acerca del Dios verdadero y compartir con ella el emocionante mensaje de vida eterna en un justo nuevo mundo. Para ayudarnos a efectuar esto eficazmente se suministra esta Guía para la Escuela del Ministerio Teocrático.
5, 6. ¿Por qué es tan importante el que lo que hablemos sea la verdad?
5 Hablando palabras de verdad. El uso correcto de la facultad del habla exige que lo que hablemos siempre sea la verdad, en armonía plena con la Palabra de Dios. La falsedad no puede impartir salud espiritual a los que escuchan. Por eso el apóstol Pablo dio esta sabia amonestación: “Sigue reteniendo el modelo de sanas palabras que oíste de mí.” ¿Por qué? Porque ese “modelo de sanas palabras” había venido de Dios. (2 Tim. 1:13) Pablo advirtió que algunos ‘apartarían sus oídos de la verdad,’ pero mostró que lo correcto es ‘predicar la palabra,’ la Palabra de Dios. Por lo tanto debemos apegarnos a la Palabra de verdad de Dios, usándola como la base para toda la predicación y enseñanza que efectuemos.—2 Tim. 4:1-5.
6 Bien sabemos que la palabra correcta hablada al tiempo apropiado puede hacer que alguien comience a andar en el camino a la vida eterna o ayudarlo a mantenerse en el camino de la vida. (Pro. 18:21; Sant. 5:19, 20) Por lo tanto, el uso correcto de las palabras es de gran importancia para cada uno de nosotros los que somos ministros, y la Escuela del Ministerio Teocrático se esfuerza por dar énfasis a este hecho.
7-9. ¿Qué clase de palabras son por lo general las más eficaces?
7 Selección de palabras. Las palabras tienen el propósito de comunicar pensamientos o ideas desde la mente del hablante a sus oyentes. Esto solamente se puede hacer con buen éxito si el que habla selecciona palabras que expresen con exactitud sus pensamientos y que les sean conocidas a sus oyentes o puedan ser fácilmente identificadas por estos. Al principio no es fácil hacer una eficaz selección de palabras. Hasta el sabio rey Salomón, el congregador de Israel, “meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente. El congregador procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad.” (Ecl. 12:9, 10) Se ve, pues, que se necesita esfuerzo mental, escudriñamiento y buen juicio para hallar palabras deseables. En el versículo once de Ec 12 del mismo capítulo de la Biblia se señala la eficacia de las palabras bien seleccionadas. “Las palabras de los sabios” son comparadas a “aguijones” que aguijonean y estimulan a la gente en la senda que lleva a la vida.
8 La sencillez de palabras es uno de los primeros principios que debemos aprender. Las palabras no tienen que ser complicadas o difíciles para que el habla sea eficaz. De hecho, la sencillez es una clave al entendimiento y por eso una gran ayuda para la memoria. ¿Qué podría ser más sencillo y sin embargo más majestuoso que estas palabras de apertura del Registro Bíblico: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”? Es imposible olvidarlas. Lo mismo sucede con la conclusión a que llegó el sabio congregador después de toda su meditación: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque esto es el deber todo del hombre.”—Ecl. 12:13.
9 Queremos evitar palabras que ahoguen y confundan el sonido claro de la verdad de Dios. No queremos ‘oscurecer el consejo con palabras sin conocimiento.’ (Job 38:2) Porque, ¿quién oirá y entenderá “si la trompeta da un toque de llamada indistinto”?—1 Cor. 14:8.
10, 11. ¿De qué manera es Jesús un ejemplo para nosotros en el habla?
10 A todos puede aprovecharnos el excelente ejemplo de Cristo Jesús. Su frasear sencillo y sus ilustraciones tomadas de los sucesos ordinarios de la vida tuvieron efecto poderoso en los que le escucharon. Recuerde el discurso que pronunció en la montaña cerca de Capernaum, como se da en los capítulos cinco al siete de Mt inclusive del Evangelio de Mateo. ¿Oratoria florida? No. ¿Palabras ambiguas? Ninguna. Jesús estaba interesado en poner la verdad en las mentes de modo que afectara los corazones de la gente. Él en verdad tenía la mente o pensar de su Padre, Jehová. El ejemplo de él es el más excelente en cuanto al habla para todos los ministros de Jehová.
11 Jamás estimemos en menos de su valor el poderoso efecto que tienen palabras de verdad que sean claras, sencillas y bien escogidas. Pueden deleitar, pueden inspirar, pueden mover a acción. Del habla de Jesús, Lucas 4:22 dice que los que escucharon “todos daban testimonio favorable acerca de él y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que procedían de su boca.” Muchos también escucharon solícitamente a sus apóstoles. Esto a pesar del hecho de que judíos prominentes de aquel tiempo percibieron que aquellos apóstoles eran hombres “iletrados y del vulgo” (Hech. 4:13) ¿Qué explicación había para aquello? Ellos habían aprendido su método de su Amo, Cristo. ¿No es eso un gran estímulo para los ministros de Dios hoy día, tanto jóvenes como ancianos?
12. ¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a aprender a expresarse bien?
12 Los padres pueden lograr mucho en cuanto a ayudar a sus hijos a expresarse bien. En el hogar se puede inculcar habla cotidiana excelente, tanto por ejemplo como por enseñanza. Los principios de la Biblia, que deben guiar el habla de uno, pueden grabarse en las mentes jóvenes. (Deu. 6:6-9) Muchas familias separan unos cuantos minutos cada mañana para considerar el texto bíblico para el día según se da en el folleto Examinando las Escrituras diariamente, y en otras ocasiones leen juntos puntos de La Atalaya o ¡Despertad! Esto constituye una magnífica educación familiar, pues añade nuevas palabras a su vocabulario y muestra cómo se pueden frasear deleitablemente estas palabras para comunicarlas más eficazmente a otros. De esta manera, también, la familia está obteniendo la mente o pensar de Jehová en cuanto a los asuntos, y su habla reflejará eso.
13-16. Para obtener pleno provecho de la Escuela del Ministerio Teocrático, ¿qué debemos hacer personalmente?
13 Progresando por medio de participar en la Escuela del Ministerio Teocrático. Con el auxilio del curso de estudio bosquejado en esta Guía, todos los que sinceramente deseemos adelantar en el ministerio recibiremos ayuda para usar “palabras deleitables . . . palabras correctas de verdad.” Prescindiendo de cuál sea su edad o condición en cuanto a educación académica, si usted confía en la dirección de Jehová y en el espíritu de él puede progresar y adelantar en el ministerio cristiano. Pero es necesario que usted haga el esfuerzo que se precisa. Se le insta a ‘reflexionar sobre estas cosas; hallarse intensamente ocupado en ellas, para que su adelantamiento sea manifiesto a todos.’—1 Tim. 4:15.
14 El esfuerzo de parte de cada uno de nosotros incluye el resolvernos a estar presentes en todas las reuniones de congregación del pueblo de Jehová, y entonces cumplir con esa resolución. Particularmente en las sesiones semanales de la Escuela del Ministerio Teocrático se le suministrará ayuda para que pueda seguir este consejo del apóstol Pablo: “Haz lo sumo posible para presentarte aprobado a Dios, trabajador que no tiene de qué avergonzarse, manejando la palabra de la verdad correctamente.”—2 Tim. 2:15.
15 Cada persona, varón o hembra, joven o anciano, que asiste a las reuniones de la congregación puede matricularse en esta escuela y obtener sus beneficios. Usted puede matricularse sea que se haya bautizado o no. Los que quizás carezcan de alguna educación académica deben recordar que Dios previó que el mensaje del Reino sería oído por muchas personas que son sabias carnalmente, que han nacido en la nobleza, que son muy educadas desde un punto de vista mundano, pero que no responderían al mensaje. (1 Cor. 1:26-29) Pero también previó que muchas personas que desde el punto de vista del mundo son despreciadas prestarían atención al mensaje y de buena gana lo pasarían a otras personas que tendrían hambre de la verdad. Al matricularse en esta escuela y aplicarse fielmente al estudio de sus lecciones usted será guiado a la adquisición de conocimiento que verdaderamente le hará posible hablar palabras deleitables de verdad a las personas de corazón honrado y sincero. Esto será un refrigerio para usted así como un refrigerio para los que lo oigan.
16 Sobre todo, al ser un estudiante diligente de este curso usted estará esforzándose, por palabra y acción, por alcanzar aquello acerca de lo cual el rey David de Israel oró con estas palabras: “Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová mi Roca y mi Redentor.” (Sal. 19:14) Todo cristiano debería tener un fuerte deseo de poder hablar bien, usando en toda ocasión palabras que sean agradables al Creador. La Escuela del Ministerio Teocrático le ofrece ayuda valiosa en la consecución de esa meta.