¿Por qué leer la Biblia?
“NO ME interesa.” Esa es la respuesta que frecuentemente reciben los cristianos cuando hablan a sus vecinos en su esfuerzo por ayudarles a entender la Biblia.
Puede haber una amplia variedad de razones para esa respuesta negativa. Hay personas que no se inclinan a lo religioso y quizás ni crean en Dios. Para esas personas, la lectura de la Biblia pudiera parecer una pérdida de tiempo. Las personas que son muy religiosas quizás crean que basta con los textos bíblicos que se leen y comentan en el lugar donde efectúan su adoración.
No obstante, hay razones poderosas para que todo individuo, sin importar su actitud para con la religión, deba leer la Biblia. Pero el solo hecho de que la Biblia es el libro que más influencia ha tenido en la historia humana debería hacer que la gente deseara familiarizarse con su contenido. The Encyclopædia Britannica (edición de 1971) dice que la Biblia constituye “probablemente la más influyente colección de libros de la historia humana.” Esa misma obra de consulta declara: “Piense uno lo que piense en cuanto al contenido de la Biblia, el papel que ha desempeñado en el desarrollo de la cultura occidental y en la evolución de muchas culturas orientales hace que por lo menos alguna familiaridad con su literatura e historia sea una marca indispensable del hombre educado en el mundo de habla inglesa.”
¿Cómo puede beneficiar la lectura de la Biblia hasta a personas que no se interesan mucho en la religión? Pues bien, ¿no es cierto que casi toda persona tiene que tratar con otros seres humanos día tras día? La Biblia ofrece consejo sin igual respecto a las relaciones humanas. Consideremos algunos ejemplos.
AME A OTROS COMO A SÍ MISMO
Las Escrituras recomiendan el amor como el principio guiador para el trato de uno con su semejante. Una manera excelente de mostrar amor es prestar atención a una pauta que ha logrado tanta alabanza que, como resultado, se le llama la regla áurea: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas.” (Mat. 7:12) Con este consejo no se nos estimula simplemente a asegurarnos de no maltratar a otras personas. El Hijo de Dios nos insta aquí a esforzarnos en gran manera por hacer bien positivo a otras personas, sí, lo mismo que desearíamos que otros hicieran para nosotros.
El consejo bíblico acerca del amor es especialmente provechoso en lo relativo a las relaciones matrimoniales. Los consejeros profesionales sobre el matrimonio educados en lo mejor de la sabiduría humana no han podido detener el aumento masivo en la disolución de los matrimonios en los últimos años. Pero ¿no se eliminaría gran parte de la contienda doméstica si se aplicaran los siguientes principios bíblicos?
“Como la congregación está en sujeción al Cristo, que así también las esposas lo estén a sus esposos en todo. Esposos, continúen amando a sus esposas, así como el Cristo también amó a la congregación y se entregó a sí mismo por ella . . . De esta manera los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa a sí mismo se ama, porque nadie jamás odió a su propia carne; antes bien la alimenta y la acaricia, como también el Cristo a la congregación, . . . que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa así como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa le debe tener profundo respeto a su esposo.”—Efe. 5:24-33.
¡Qué refrescante es el que un hombre tenga una esposa que demuestre consecuentemente “sujeción” y “profundo respeto”! ¡Y cuánto más fácil se le hace esto a una mujer si su esposo muestra, no solo en palabras, sino también en la conducta diaria, que ‘ama a su esposa como se ama a sí mismo.’!—Compare con 1 Pedro 3:1-4, 7.
EVITANDO PROBLEMAS
La Biblia también contiene excelente consejo para evitar problemas antes de que surjan. ¿No reconoce usted la sabiduría que encierran las declaraciones bíblicas que se muestran en la página 7?
¿No concuerda usted en que el prestar atención a principios y advertencias como éstos contribuiría a hacer que la vida fuera más feliz, saludable y significativa? En los siguientes comentarios de un consejero de escuela secundaria de Flint, Michigan, E.U.A., se destaca la eficacia de la Palabra de Dios a este respecto: “Opino que la Biblia, con su consejo, es cosa más práctica, a la vez que superior, por mucho, a cuanto he estudiado en la universidad. Aunque he sido consejero de escuela secundaria con grados de bachiller y maestro y he leído una gran cantidad de libros acerca de salud mental y sicología, he descubierto que el consejo de la Biblia sobre cosas como el tener un matrimonio de éxito, prevenir la delincuencia juvenil y la manera de obtener y retener amistades es superior, por mucho, a cuanto había leído o estudiado en la universidad.”
¿QUÉ HAY DEL QUE ESTÁ ACTIVO EN LO RELIGIOSO?
Las personas que con frecuencia participan en actividades religiosas quizás piensen que debido al material bíblico que se considera en los servicios eclesiásticos y otras reuniones religiosas ya no sea necesario un estudio de la Biblia que se extienda más allá de eso. Sin embargo, respecto a esto uno debe recordar dos importantes declaraciones bíblicas: “Toda Escritura es inspirada de Dios.” (2 Tim. 3:16) “Día y noche tienes que leer en él [el libro que es la Palabra de Dios] en tono bajo, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente.”—Jos. 1:8; compare con Deuteronomio 6:6-9.
Tal vez las personas que presiden en las reuniones religiosas a las cuales usted asiste sí usan la Biblia con frecuencia. No obstante, usted probablemente admita que la cantidad de las Escrituras que esas personas consideran en, digamos, un año, es una cantidad mínima al compararse con el entero contenido de la Biblia. Puesto que Dios habla a la humanidad por medio de su Palabra escrita, el adquirir una relación íntima con el Creador exige leer la Palabra de Dios con frecuencia.
Además, la lectura frecuente de las Escrituras ayuda a las personas a resistir tentaciones que pudieran llevarlas a abandonar la adoración de Dios. “Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado,” señala el apóstol Pablo, “fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4) Ciertamente el meditar en la manera en que Dios protegió a sus siervos de la antigüedad, hasta en medio de las más peligrosas circunstancias, es algo que fortalece la fe y mueve hoy a las personas a seguir haciendo lo que saben que es correcto a la vista de Dios. Un excelente ejemplo de ese estímulo bíblico es el Salmo 116. Le sería provechoso leer ese salmo ahora mismo, y, mientras lo hace, comparar lo que lee con 2 Corintios 4:7-13.
Sea que a usted le interese lo religioso o no, hay razones importantes por las cuales usted debe leer la Biblia. Esta no solo ofrece el más excelente consejo para una vida feliz y significativa, sino que también es lo que le permite discernir la voluntad y propósito de Dios. Mientras más lee uno la Palabra de Dios, más aprecia estas palabras del salmista:
“La ley de Jehová es perfecta, hace volver el alma. El recordatorio de Jehová es fidedigno, hace sabio al inexperto. Las órdenes de Jehová son rectas, hacen regocijar el corazón; el mandamiento de Jehová es limpio, hace brillar los ojos. El temor de Jehová es puro, subsiste para siempre. Las decisiones judiciales de Jehová son verídicas; han resultado del todo justas. Más han de desearse que el oro, sí, que mucho oro refinado; y más dulces son que la miel y la miel que fluye de los panales. También, tu propio siervo ha sido advertido por ellas; en guardarlas hay grande galardón.”—Sal. 19:7-11.
[Recuadro de la página 7]
● LA INSENSATEZ DEL MATERIALISTA
“Los que están determinados a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales.”—1 Tim. 6:9, 10.
“Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos. Esto también es vanidad.”—Ecl. 5:10.
“Tal como ha salido uno del vientre de su madre, desnudo volverá a irse, tal como vino; y absolutamente nada puede uno llevarse por su duro trabajo, que pueda llevarse con la mano.”—Ecl. 5:15.
● SE APRECIA AL TRABAJADOR DILIGENTE
“El que trabaja con mano floja será persona de escasos recursos, pero la mano del diligente es lo que enriquece a uno.”—Pro. 10:4.
“El perezoso se muestra deseoso, pero su alma nada tiene. No obstante, la mismísima alma de los diligentes será engordada.”—Pro. 13:4.
● ‘El TRABAJO EXTRA’ PARA OBTENER PROMINENCIA ES PÉRDIDA DE TIEMPO
“Y yo mismo he visto todo el duro trabajo y toda la pericia sobresaliente en el trabajo, que significa la rivalidad de uno para con otro; esto también es vanidad y un esforzarse tras el viento. . . . Mejor es un puñado de descanso que un puñado doble de duro trabajo y esforzarse tras el viento.”—Ecl. 4:4, 6.
● EVITE EXCESOS EN COMIDA Y BEBIDA
“No llegues a estar entre los que beben vino en exceso, entre los que son comedores glotones de carne. Porque el borracho y el glotón vendrán a parar en la pobreza, y el adormecimiento [que proviene de esos excesos] vestirá a uno de meros andrajos.”—Pro. 23:20, 21.
● EVITE LA INMORALIDAD SEXUAL
“Miel destilan los labios de la mujer extraña, y es su paladar más suave que el aceite. Pero su fin es amargo como el ajenjo, punzante como espada de dos filos. . . . Aleja tu camino de ella y no te acerques a la puerta de su casa. Para no dar tu honor a los extraños y tus años a un cruel; no sea que se harten los extraños de tu hacienda y vayan tus trabajos a casa de un forastero. Y al fin tengas que llorar cuando veas consumidos tu carne y tu cuerpo [quizás por una repugnante enfermedad venérea]. Y hayas de exclamar: ¡Ay de mí, que odié la disciplina y mi corazón despreció la corrección! No escuché la voz de los que me educaban y no di oídos a los que me enseñaban. Por poco no he llegado al extremo de mis males, en medio de la congregación y de la asamblea.”—Pro. 5:3-14, “Versión Nácar-Colunga.”
“Huyan, pues, de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que una persona comete, se comete fuera del cuerpo; pero el que tiene relaciones sexuales fuera del matrimonio peca contra su propio cuerpo.”—1 Cor. 6:18, “Versión Popular.”