¿Tiene sentido la moralidad sexual?
Hechos útiles que desean saber los jóvenes
HOY a muchas personas les parece que el tener relaciones sexuales fuera del matrimonio tiene sentido. Entre éstas las personas jóvenes se destacan cada vez más.
A los que se mantienen firmemente contra esto debido a persistir en normas morales a menudo se les considera con un grado de lástima o hasta escarnio como anticuados, débiles, ingenuos o sencillos. ¿Lo son? ¿Qué muestran los hechos?
¿ES REALMENTE NUEVA LA “NUEVA MORALIDAD”?
Realmente, no hay nada nuevo o “moderno” acerca de relajamiento sexual. Ha existido por largo, largo tiempo. La gente de Sodoma y Gomorra lo practicó casi dos mil años antes del nacimiento de Jesús. Si tú lees la historia del antiguo Imperio Romano verás que se hizo notable por relajamiento sexual de todas las clases que se llevan a cabo hoy día. De hecho, su caída se debió en gran parte a la deterioración moral.
Por eso, ¿por qué deberíamos pensar que la llamada “nueva moralidad” de hoy realmente sea algo nuevo? Es la misma cosa antigua; los únicos aspectos extraordinarios son que ahora está muy generalizada en vez de localizada, y que se ha hecho muy prominente en países que afirman ser cristianos.
Tal vez hayas leído artículos sobre el tema diciendo que la presente ola de “libertad” sexual resulta del perfeccionamiento moderno de anticoncepcionales, que supuestamente libran a las personas del temor de las preñeces fuera del matrimonio. O que el progreso médico que se ha logrado para impedir las enfermedades venéreas ha ayudado hacia la “libertad” sexual. ¿Somos ingenuos si no estamos de acuerdo con estas explicaciones? Por otra parte, ¿cuál es la realidad?
La realidad es que las preñeces no deseadas abundan ahora más que nunca. El número de hijos ilegítimos aumenta constantemente, y esto es cierto en los llamados países “progresivos” donde se usan extensamente los anticoncepcionales. En los Estados Unidos, por ejemplo, aproximadamente uno de cada doce nacimientos es ilegítimo; en Suecia es alrededor de uno de cada siete.
Agrega a esto el tremendo número de abortos que se lleva a cabo, aproximadamente un millón cada año tan solo en los Estados Unidos. De modo que es fácil ver que los anticoncepcionales no dan libertad “garantizada” de la preñez. Es ingenuo pensar de otra manera.
Además, las autoridades médicas de muchos países están preocupadas al ver que las enfermedades venéreas se esparcen a proporción epidémica, con un número sobresaliente de víctimas entre jóvenes en su adolescencia. Actualmente en los Estados Unidos la sífilis ocupa el segundo lugar en relación con la tuberculosis entre las enfermedades contagiosas que causan el mayor número de muertes. Las autoridades médicas dicen que las drogas modernas están resultando ineficaces para detener el desarrollo tanto de la gonorrea como de la sífilis. Y muy a menudo los afectados se dan cuenta demasiado tarde para evitar daño serio e irrevocable a sus cuerpos. ¿Por qué arriesgar la posibilidad de sufrir daño permanente, quizás hasta ceguera o esterilidad como resultado de la inmoralidad?
LA MORALIDAD, ¿UNA SEÑAL DE DEBILIDAD?
¿Es una señal de debilidad el que uno rehúse entrar en relaciones sexuales antes del matrimonio? Bueno, ¿qué dirías que requiere más fuerza, ceder a la pasión o contenerla?
En realidad, cualquier alfeñique puede ceder al impulso sexual. Pero se requiere un verdadero “hombre” (o una verdadera “mujer”) para controlar ese impulso hasta tomar un cónyuge en matrimonio. Se requiere aun más fuerza ahora cuando la tendencia global va en la dirección opuesta; significa resistir tenazmente la corriente, luchar contra ella.
El libro bíblico de Proverbios presenta un relato que ilustra este punto. Relata la manera en que un joven de entre los “inexpertos,” por carecer de buen motivo de corazón, vaga hasta una sección donde una prostituta lo aborda. Bajo la presión de su persuasión astuta, cede y “de repente está yendo tras ella, como toro que viene aun al degüello, y justamente como si estuviera en grillos para la disciplina de un tonto.” (Pro. 7:6-23) No tuvo la fuerza moral para resistir.
En contraste, El Cantar de los Cantares nos da un cuadro de una atractiva doncella joven de Sunem que resistió todas las tentaciones que pudo ofrecerle un rey acaudalado, prefiriendo permanecer fiel al pastor joven con el que esperaba casarse. Sí, en vez de ser como una “puerta” que fácilmente podía abrirse, ella les probó a sus hermanos mayores que era tan firme como un “muro” en su determinación de guardar su virginidad para el hombre que esperaba.—Cant. de Cant. 8:8-10.
POR QUÉ LA MORALIDAD SEXUAL TIENE SENTIDO
La razón principal por la que tiene sentido la moralidad sexual es que es el modo determinado por Aquel que conoce más acerca de la felicidad humana, Aquel que, de hecho, hizo posibles las relaciones sexuales: Jehová Dios. Por ser nuestro Dador de Vida tiene el derecho de decirnos qué hacer, sí, de fijar reglas de conducta en cuanto al uso de nuestros órganos de procreación con sus facultades para transmitir la vida.
Por medio del apóstol Pablo, Dios nos dice: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.” (Heb. 13:4) La fornicación no solo incluye las relaciones sexuales promiscuas con cualquier persona... también incluye el sexo premarital, como entre personas que están comprometidas pero no casadas.
La Palabra de Dios es muy definida al condenar la fornicación y otra conducta relajada. Dice que las personas que practican tales cosas no participarán en el reino de Dios. (Gál. 5:19-21; Efe. 5:5) Esta calidad positiva de la ley de Dios realmente es para nuestro bien. Los impulsos sexuales pueden ser muy fuertes, y hay ocasiones en la vida de la mayoría de las personas cuando sería fácil ceder bajo la presión de la tentación. Si la ley de Dios sobre el asunto fuera indefinida o débil ciertamente no nos ayudaría mucho en esas ocasiones. Pero porque es tan clara y vigorosa nos ayuda a mantener nuestros sentidos, refuerza nuestro valor moral y, lo más importante, nos ayuda a aprender a odiar el derrotero incorrecto. ¿Odias el derrotero de la inmoralidad sexual? ¿Por qué deberías odiarlo?
Si ese derrotero a veces parece atrayente, pregúntate: ‘¿Me gustaría que los de mi propia familia se entregaran a él, mis padres o mis hermanos y hermanas? ¿Me gustaría que tuvieran hijos ilegítimos? ¿Aumentaría esto el amor y respeto que les tengo?’ Si no, entonces ¿no vale la pena odiar ese derrotero?
¿Qué hay de los hijos que nacen de dicho proceder inmoral? Supongamos que tú tuvieras un hijo en esas circunstancias... ¿quién lo cuidaría? ¿Tu madre y tu padre? ¿Tú misma? ¿Cómo lo harías? Y, ¿qué pensaría el niño cuando creciera y supiera cómo fue concebido? O, si rehusaras asumir la responsabilidad y ofrecieras al niño para ser adoptado, ¿qué opinarían otras personas acerca de ti? ¿Qué opinarías acerca de ti misma? Tal vez trates de encubrir el nacimiento, luego quitar de la vista al niño entregándolo para ser adoptado y así tratar de huir de la vergüenza y la responsabilidad. Pero tú jamás puedes huir de ti misma, ¿verdad?
Realmente, ¿qué bien ha resultado alguna vez del proceder de inmoralidad sexual? ¿Por qué es que tantas cosas indeseables están asociadas con ello, incluso enfermedades venéreas que dejan lisiadas a las personas, abortos, peleas por celos y hasta asesinatos? ¿Por qué es que en países donde se permite gran “libertad” sexual, como en Dinamarca y Suecia, las proporciones de divorcios se hallan entre las más altas del mundo? ¿Significa éxito o fracaso el divorcio? ¿Es una señal de verdadera felicidad o de infelicidad y descontento?
La moralidad sexual también tiene sentido porque hay mucha más probabilidad de que tengan un feliz matrimonio los que se adhieren a ella. Esto se debe a que han mantenido el matrimonio en alta estima, respetando el arreglo de Dios y respetando a sus futuros cónyuges y su derecho mutuo de recibir un cónyuge limpio en el matrimonio.—Compare con 2 Corintios 11:2; Efesios 5:26, 27.
De hecho, mientras más cuidado tengas para evitar conducta relajada o el tomarte libertades durante los períodos de cortejo y compromiso, más probabilidad hay de que tengas éxito en el matrimonio. Entonces ni tú ni tu cónyuge tendrán dudas atormentadoras de lo genuino que es el amor del otro debido a sospechas de que el sexo fue el único motivo para casarse. Pues el matrimonio, después de todo, no es simplemente la unión de dos cuerpos... es la unión de dos personas. Y tiene que haber alta estima y amor mutuos para la persona si el matrimonio ha de traer felicidad duradera.
ESCOGIENDO SABIAMENTE CON RESULTADOS DURADEROS
El amor que se basa en pasión no es amor duradero. Es amor egoísta, ávido. El amor de esa clase se ilustra bien en el caso de un hijo de David llamado Amnón. Se “enamoró” de su hermosa media hermana Tamar. Entonces por medio de trampería la obligó a tener relaciones con él. Después de eso, ¿qué? El registro nos dice: “Y Amnón empezó a odiarla con un odio sumamente grande, porque el odio con que la odió fue mayor que el amor con que la había amado.” La echó a la calle. (2 Sam. 13:1-19) Ahora bien, si tú eres una joven, ¿deberías pensar ingenuamente que debido a que algún muchacho te expresa amor apasionado y quiere que tengas relaciones sexuales con él que esto significa que él te ama sinceramente? Bien puede resultar ser exactamente como Amnón.
La esposa del oficial egipcio Potifar expresó la misma clase de interés en el joven José. Cuando él resistió todo esfuerzo de ella por seducirlo, entonces ella mostró lo que verdaderamente era. Malignamente le mintió a su esposo acerca de José, haciendo que fuera encarcelado injustamente.—Gén. 39:7-20.
Sí, la llamada “libertad” sexual cambia lo que debería ser hermoso y limpio en algo vulgar y aborrecible.
De modo que, ¿cuál prefieres... un breve momento de placer sexual ilícito de vez en cuando con todos los riesgos y problemas que envuelve, o la satisfacción de tener una conciencia limpia delante de Dios y delante de toda persona, con pundonor, día tras día?
Si quieres permanecer libre de inmoralidad, entonces permanece libre de las cosas que llevan a ella: conversación que siempre se espacía en el sexo opuesto, materia de lectura o películas que solo tienen una mira... excitar la pasión sexual.
En lugar de ocuparte en esas cosas, mantén tu mente, tus ojos y tu lengua ocupados con cosas positivas, trabajando hacia metas que valen la pena, que producen beneficios duraderos y que no dejan vergüenza o congoja alguna.
Sobre todo, fortalece tu conocimiento y aprecio de tu Creador y de la rectitud y sabiduría de sus caminos y propósitos. Acude a él en oración y fija tu corazón en las cosas que él promete a los que le sirven. Puedes adherirte firmemente al derrotero de moralidad sexual si realmente quieres hacerlo, porque Jehová Dios y su Hijo te darán las fuerzas que necesitas para hacerlo.