¿Se perdieron las diez tribus?
¿Son descendientes del reino de las diez tribus de Israel las naciones de habla inglesa? ¿Son éstas el instrumento que Dios ha escogido para bendecir a todo el género humano? ¿Qué manifiestan los hechos y la Biblia?
¿QUÉ les pasó a las diez tribus de Israel después que se las llevaron cautivas en 740 a. de J.C.? ¿Se extinguieron por completo? ¿O se unieron algunos miembros de ellas con el resto del reino de dos tribus de Judá y así sobrevivieron? ¿O se perdieron y luego reaparecieron como los antepasados de la gente de habla inglesa del mundo?
Entre aquellos que en tiempos pasados llamaron la atención de la cristiandad a las diez tribus “perdidas” estuvo cierto David Rubini, impostor del siglo dieciséis. Debido a su proyecto para libertar a Palestina de los turcos él logró conseguir una entrevista con el papa y lo persuadió de que él, Rubini, era de la tribu de Rubén y que las otras nueve tribus también existían aún. Rubini recibió del papa cartas de recomendación a favor de su proyecto. ¡Sin embargo, su prestigio en círculos católicos romanos terminó repentinamente cuando se hizo patente que sus ambiciones mesiánicas como judío era lo que más le interesaba!
A base de la teoría de que los británicos eran descendientes de las diez tribus “perdidas” muchos judíos emigraron a Inglaterra en el siglo diecisiete. El apóstol moderno de esta teoría era cierto Ricardo Brothers, inglés, quien en 1822 publicó un tratado con el título “Informe correcto acerca de la invasión de Inglaterra por los sajones, mostrando que los descendientes de las diez tribus perdidas son la nación inglesa.” Hoy día mucho más de dos millones de personas se apegan a esta teoría y se conocen como angloisraelitas.
La teoría angloisraelita dice que poco después que los asirios tomaron cautivas a las diez tribus en 740 a. de J.C., aparecieron los escitas por la primera vez en Babilonia y, poco después de eso, en las Islas Británicas. Se presenta un argumento parecido respecto a ciertos otros pueblos, tales como los “khumri.” Se supone que esto explique el papel dominante que ha desempeñado el pueblo británico en la política, el comercio y la religión durante los tres siglos próximo pasados, y el hecho de que ellos hayan tenido bajo su dominio una cuarta parte de la superficie y población de la tierra hasta tiempos recientes. También se pretende que los idiomas hebreo e inglés son sorprendentemente parecidos y que el amor a la libertad que hay en las gentes de habla inglesa se remonta hasta estos israelitas.
Se pretende además que la actual familia real de Inglaterra ha descendido de ciertos danitas que llegaron a Irlanda hace muchos siglos; que éstos trajeron consigo la piedra en la cual durmió Jacob, y que ésta es la mismísima piedra que se usa cuando se corona a un rey o a una reina de Inglaterra, la piedra de Scone que está en la abadía de Wéstminster.
Los angloisraelitas recalcan mucho la semejanza de nombres. La tribu de Dan se ve en tales nombres como Danzig, Danubio, Danés, etc. Se supone que el nombre común inglés “Jack” es una corrupción de Jacob, y las palabras de Dios a Abrán, “Engrandeceré tu nombre,” se dicen cumplirse en el nombre Gran Bretaña. Se presume que las “islas” que la Biblia menciona sean las Islas Británicas.
La teoría angloisraelita también coloca mucha confianza en la pirámide de Gizeh, reputándole origen divino aunque sus teorías que se basan en la pirámide recibieron un gran revés en 1953, cuando algo extraordinario debiera de haber ocurrido según las medidas de la pirámide. Los angloisraelitas también sostienen que, después de la división de la nación de Israel en dos reinos, Israel siempre se refiere al reino de diez tribus y Judá al reino de dos tribus. Tanto las profecías mesiánicas como las que predicen la restauración y prosperidad de Israel se hacen aplicar a las naciones de habla inglesa. Incidentalmente, los angloisraelitas no están de acuerdo entre sí respecto a quiénes se incluyen entre los descendientes de las diez tribus “perdidas,” pues algunos incluyen a prácticamente todos los pueblos nórdicos de Europa, mientras que otros sólo incluyen a la gente de habla inglesa.
TEORÍA ANGLOISRAELITA DESACREDITADA
Respecto a esta teoría The Encyclopcedia Britannica, tomo I, pág. 686, declara: “Ella asume que los ingleses descendieron de las 10 tribus perdidas de Israel; pero no hay base científica alguna sobre la cual pueda sostenerse la teoría, porque las tribus desaparecieron por medio de la absorción entre pueblos vecinos y no se perdieron en ningún sentido verdadero.”
Después de resumir los argumentos que hay a favor de la teoría, la Jewish Encyclopedia, tomo I, pág. 60, dice: “Juntos, por medio de la aplicación de la conjetura descabellada acerca de orígenes históricos y analogías filológicas, y mediante la interpretación servilmente literal de frases selectas de profecía, se construyó una causa para la identificación de la raza británica con las Diez Tribus Perdidas de Israel la cual fué suficiente para satisfacer a personas no críticas que deseaban hallar su orgullo de raza confirmado por Sagrada Escritura.” También muestra que el vocablo “islas” no se refiere a las Islas Británicas, ya que la palabra original significa tierras lejanas, no islas.
Y dice otro: “Usando el mismo método de la semejanza de nombres, es posible ‘probar’ que los indios norteamericanos son descendientes de los griegos antiguos: ¡los kiowas vinieron de Chios, los croatanes de Crotona, los aleutes de Eleusis, los chilcates de Chalkis! . . . En realidad, no hay misterio acerca de la suerte de las Diez Tribus. Casi todos los que fueron desterrados a Media murieron de maltrato; los asirios fueron los nazistas de su día; los pocos sobrevivientes se casaron con nativos de la región y fueron absorbidos por éstos.”—Time, del 28 de septiembre de 1953.
NINGUNA TRIBU PERDIDA
Sin embargo, la prueba más fuerte de que no es verdad la teoría angloisraelita se halla en la Biblia misma, porque ella muestra que en todo tiempo había algunos de entre las diez tribus asociados con el reino de dos tribus de Judá. Así, leemos que después que la nación se dividió en dos reinos el rey Roboam de Judá siguió reinando sobre “los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá.” También acerca del reinado del rey Asa, más de treinta años más tarde, leemos que debido a que él instituía reformas, “grandes cantidades” de personas procedentes de varias tribus de Israel desertaron y se unieron a él porque “vieron que Jehová su Dios estaba con él.” De manera que, mucho antes de que Israel fuera llevado cautivo, grandes cantidades de israelitas vivían en el reino de Judá.—1 Rey. 12:17; 2 Cró. 15:9, NM.
En segundo lugar, las Escrituras no dejan duda alguna en cuanto a que tanto Israel como Judá estaban implicados en el regreso desde el cautiverio en Babilonia. Tal vez no regresaron muchos de entre el reino de diez tribus, pero tampoco lo hicieron muchos del reino de dos tribus, es decir, hablando comparativamente. Así que leemos: “Porque aunque tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, solo un resto de él volverá.” (Isa. 10:22) Parecería, por lo tanto, que los aproximadamente 55,000 que volvieron a Palestina fueron sólo una pequeña parte de los israelitas que vivían en Babilonia al tiempo en que Ciro expidió su decreto de liberación.
El que el regreso desde Babilonia se entendió como un regreso representativo de las doce tribus lo manifiestan varios hechos. Por ejemplo, encontramos muchas más referencias acerca de Israel que las que encontramos acerca de Judá en los libros de Esdras y Nehemías escritos después del destierro. No deberíamos encontrar referencia alguna a Israel si fuera correcta la teoría angloisraelita. Y de nuevo, hallamos que la expresión “todo Israel” se aplica repetidas veces a los repatriados del destierro, empleándose el mismísimo estilo que Nehemías usó al hablar acerca de la colocación del rey Salomón como rey sobre “todo Israel.” (Esd. 2:70; Neh. 13:26) Y el hecho de que los repatriados del destierro se consideraban ellos mismos como uno, como representantes de las doce tribus, se ve adicionalmente porque presentaron en la inauguración del templo “como ofrenda por el pecado por todo Israel doce machos cabríos, conforme al número de las tribus de Israel.”—Esd. 6:17, NM.
Esta unión de los dos reinos se predijo en profecías que tuvieron un cumplimiento en miniatura en ese tiempo: “He aquí que voy a tomar el palo de José, que está en mano de Efraim, con las tribus de Israel, compañeros suyos, y lo pondré sobre el otro, es decir sobre el palo de Judá; y los haré un solo palo, y vendrán a ser uno mismo en mi mano. . . . Y los haré una sola nación en su tierra, sobre las serranías de Israel; y un solo Rey será rey de todos ellos; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más estarán divididos en dos reinos.” Y también fué verídica la profecía de que “Efraim no envidiará a Judá, y Judá no hostigará a Efraim.”—Eze. 37:19, 22; Isa. 11:13.
Y en tercer lugar, la falsedad de la teoría angloisraelita se demuestra además por medio de las Escrituras Cristianas Griegas, en las cuales se usa Israel unas setenta y cinco veces para hacer referencia a los judíos. Jesús declaró repetidas veces que él fué enviado a las “ovejas perdidas de la casa de Israel,” no solamente a las ovejas perdidas de la casa de Judá, sino a las doce tribus. También se informa acerca de una profetisa, Ana, “de la tribu de Aser,” que servía en el templo. Y cuando Jesús fué empalado en el madero las expresiones “Rey de los Judíos” y “rey de Israel” se usaron indistintamente.—Mat. 10:6; Luc. 2:36, NM; Mat. 27:37, 42.
Considere: si sólo los de las dos tribus hubieran regresado a Palestina, ¿por qué diría Pedro en el día de Pentecostés: “Por lo tanto sepa toda la casa de Israel con certeza que Dios” hizo a este Jesús Señor y Cristo? Y si diez de las doce tribus se hubieran ido a las Islas Británicas y se hubieran perdido, ¿por qué, bajo inspiración, dirigiría Santiago su carta a las doce tribus? Note también las palabras de Pablo: “Nuestras doce tribus esperan alcanzar el cumplimiento de esta promesa [de la resurrección] por medio de rendirle servicio sagrado intensamente noche y día.” ¿Cómo podría Pablo hacer semejante declaración si diez de las doce tribus hubiesen estado perdidas y ya no procuraran servir a Dios?—Hech. 2:36; 26:7; Sant. 1:1, NM.
PROMESAS A ISRAEL ESPIRITUAL
Escribe un angloisraelita: “Todo inglés nace a una gran herencia, y por lo tanto a una gran responsabilidad.” Pero la Palabra de Dios muestra que los vínculos de la carne no son de manera alguna base para jactancia: “No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre” en la congregación cristiana. Sí, “de ahora en adelante nosotros no conocemos a nadie según la carne.”—Gál. 3:28; 2 Cor. 5:16, NM.
Las Escrituras muestran además que Jesús resultó ser una piedra de tropiezo y “roca de caída a las dos casas de Israel.” Las palabras de Jesús, “Su casa se les deja a ustedes,” aplican al templo de las dos casas de Israel; se rechazó a las doce tribus y no sólo a las dos tribus de Judá y Benjamín.—Isa. 8:14; Mat. 23:38, NM.
El arreglo de la ley no era sino una “sombra de las cosas buenas por venir,” era meramente un “maestro para guiarnos a Cristo.” (Heb. 10:1; Gál. 3:24, NM) Tal como ese arreglo fué reemplazado con un “nuevo sistema de cosas,” del mismo modo el Israel natural fué reemplazado con el Israel espiritual. No son la simiente prometida de Abrahán las diez tribus “perdidas,” así como no lo son las dos tribus. El inspirado apóstol Pablo identifica a la Simiente como Cristo, y les dice a los cristianos: “Si ustedes pertenecen a Cristo, son realmente la simiente de Abrahán.” (Gál. 3:16, 29, NM) En los capítulos 7 y 14 de Apocalipsis vemos que esta simiente de Abrahán se compone del Cordero de Dios y de un Israel espiritual de 144,000 miembros. Estos “serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.”—Apo. 20:6, NM.
Los angloisraelitas quizás apliquen Isaías 54 a las naciones de habla inglesa, pero el apóstol Pablo bajo inspiración aplica esa profecía a la esposa u organización celestial de Dios, la cual produce tantos hijos espirituales al tiempo que Dios señala que tiene que ensanchar sus tiendas. (Gál. 4:26, 27) Los angloisraelitas quizás apliquen a Inglaterra y a los Estados Unidos las profecías que tienen que ver con la “Roca” y con la “Piedra,” pero el inspirado apóstol Pedro aplica esas profecías únicamente a Cristo Jesús. (Hech. 4:11, 12; 1 Ped. 2:7, 8) Los angloisraelitas quizás se arroguen Isaías 43:10, pero los hechos muestran que ninguna nación del mundo está sirviéndole de testigo a Jehová; sólo los testigos cristianos de Jehová lo están haciendo.
Hoy las naciones de habla inglesa están perdiendo la iniciativa ante las naciones comunistas y puede que esté a la vista el fin del dominio de los asuntos mundiales por aquéllas. Pero aunque tal no sea el caso, en pie queda el hecho de que la corrupción política, la inestabilidad económica, la delincuencia de adultos y de jóvenes y la hipocresía y confusión religiosas de las naciones de habla inglesa son prueba notoria de que por ningún esfuerzo de la imaginación pueden aplicarse a ellas las profecías maravillosas en que se habla de paz sin fin, gran prosperidad y felicidad y el triunfo de la justicia por medio del Mesías y del Israel espiritual.
No, las diez tribus de Israel no se perdieron y luego reaparecieron en forma de las naciones de habla inglesa. Hubo muchos miembros de ellas con el reino de dos tribus antes del destierro a Babilonia, así como durante y después de él hasta el tiempo de la desolación de Jerusalén en 70 d. de J.C., tiempo después del cual ningún descendiente de Jacob puede probar a qué tribu pertenece. Y las profecías de Dios tocantes a la restauración y prosperidad de Israel aplican a su Israel espiritual, una organización celestial cuya cabeza es Jesucristo.