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¿Adónde se dirige la moderna erudición católica?¡Despertad! 1973 | 8 de julio
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El Rollo “A” de Isaías del Mar Muerto da testimonio en el mismo sentido. Su copista no sabía nada de una supuesta división entre Isaías capítulos 39 y 40, porque en el rollo lo que ahora se conoce como el Isa capítulo 40 comienza en el último renglón de la columna que contiene el Isa capítulo 39. También es digno de notarse que los versículos finales del Isa capítulo 39, por medio de hablar del venidero cautiverio a Babilonia, provee una transición lógica a lo que sigue. El Isa capítulo 40 señala al tiempo en que ese cautiverio terminaría.
En este asunto también, temprano en este siglo la Comisión Bíblica Pontifical, el 28 de junio de 1908, refutó los argumentos de los que mantenían que la profecía de Isaías tenía varios escritores, y concluyó diciendo: “No hay argumentos sólidos presentes, ni siquiera tomados en conjunto, para probar que el libro de Isaías no se debe atribuir solamente a Isaías, sino a dos o más bien a muchos autores.” Y la Catholic Biblical Encyclopedia, Old Testament, apropiadamente hace notar: “La anonimia del llamado Deutero- [Segundo] y Trito- [Tercero] Isaías permanece como un obstáculo insalvable para la escuela crítica. No pueden explicar cómo es que uno de los libros más importantes ha permanecido con su autor desconocido, mientras que al mismo tiempo los escritos proféticos menores,” a saber, Abdías y Ageo, “han retenido los nombres de sus autores.”
Muy bien podría preguntarse: ¿Por qué es que la moderna erudición católica ha escogido pasar por alto toda la evidencia en cuanto a la unidad del libro de Isaías? ¿Por qué? Porque han perdido fe en el poder y sabiduría del Autor de la Biblia. Los que adoptan la teoría de muchos escritores de Isaías lo hacen principalmente porque rehúsan creer que un profeta de Jehová haya podido predecir acertadamente los detalles que Isaías dio con respecto a la conquista de Babilonia por Ciro y acontecimientos parecidos. Pero al hacer eso van en contra de uno de los temas de Isaías, a saber, que el Dios verdadero puede predecir los acontecimientos y que los dioses falsos no pueden predecir. Por lo tanto leemos: “Acuérdense de las primeras cosas de mucho tiempo atrás, que yo soy el Divino y no hay otro Dios, ni nadie semejante a mí; Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho; Aquel que dice: ‘Mi propio consejo subsistirá, y todo lo que es mi deleite haré’ . . . lo he hablado; también lo haré venir.” Y también, “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.”—Isa. 46:9-11; 55:11.
Sí, este Dios verdadero que puede predecir el futuro desafía a los adoradores de los dioses de imitación: “Que todas las naciones se junten en un solo lugar, y que los grupos nacionales se reúnan. ¿Quién hay entre ellos que pueda anunciar esto? ¿O pueden ellos hacernos oír siquiera las cosas primeras? Que suministren sus testigos, para que sean declarados justos, o que oigan y digan: ‘¡Es la verdad!’”—Isa. 43:9.
El hecho de que la moderna erudición católica se está apartando más y más de la fe en la Biblia como la Palabra inspirada e infalible del Creador, el Dios de los cielos cuyo nombre es Jehová, debería preocupar seriamente a todos los católicos que todavía tienen fe en que la Divina Providencia dirigió la escritura y preservación de la Biblia como la Palabra de Dios.
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Pensando en otros¡Despertad! 1973 | 8 de julio
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Pensando en otros
● El énfasis que Jesús puso en que un cristiano debe amar a su prójimo, le evita a uno el peligro de pensar en sí mismo cada vez que piense.
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