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Quitando la mancha del pecadoLa Atalaya 1981 | 15 de marzo
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palabras de estímulo del salmista son muy oportunas: “Apártate de lo que es malo y haz lo que es bueno, y por lo tanto reside hasta tiempo indefinido. Porque Jehová es amador de la justicia, y no dejará a sus leales. Hasta tiempo indefinido ciertamente serán guardados.”—Sal. 37:27, 28.
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¿Qué da verdadera tranquilidad mental?La Atalaya 1981 | 15 de marzo
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¿Qué da verdadera tranquilidad mental?
TRANQUILIDAD mental. ¿Quién puede hallarla en el mundo turbulento de hoy? Los terroristas frecuentemente ponen en peligro la vida de su semejante humano. Los refugiados recurren a huir de un país a otro. Las armas nucleares abundan y están apostadas como centinelas potencialmente mortíferos sobre toda la raza humana. La inflación consume rápidamente los fondos que se han ido acumulando, que a menudo representan ahorros de toda la vida. Si se agregan a estas preocupaciones las muchas “batallas” personales con problemas de salud, el dolor que resulta de la muerte de un ser querido —y las innumerables inquietudes que son comunes a la gente en todas partes— uno ciertamente se da cuenta de que la verdadera tranquilidad mental es escasa en la sociedad del día presente.
Pero, ¿dónde buscan muchas personas la seguridad y la tranquilidad mental que anhelan? Frecuentemente acuden a la posesión de dinero y de muchos bienes materiales. Sin embargo, ¿proporciona esto verdadera tranquilidad mental?
Podría parecer que sí. Pero sin ruido que lo delate —de manera casi imperceptible— el valor de las cosas materiales va disminuyendo con el transcurso de los años. Por ejemplo, tal vez un hombre adinerado posea mucha ropa costosa. Pero, ¡qué insensato es dar demasiada importancia a la ropa que uno tiene! Un insecto de cuatro alas —particularmente cuando está en su forma larval— puede hacer estragos en ropa de alto valor. Sí, la polilla puede constituir una amenaza y, por lo menos hasta cierto grado, puede privar a uno de su sentido de seguridad y de su supuesta tranquilidad mental. De hecho, aun si la ropa no sufre los estragos de las polillas, sí se gasta, o un ladrón puede robársela.
Un tesoro “que nunca falla”
Isaías, profeta de Dios, mostró que lo que aguardaba finalmente a sus enemigos porfiados sería comparable a lo que sucede a una prenda de vestir gastada o apolillada. Pero, en el mismo contexto, Isaías señaló a la fuente verdadera de seguridad y de tranquilidad mental, al decir: “¡Miren! El Señor Soberano Jehová mismo me ayudará. ¿Quién hay que pueda pronunciarme inicuo? ¡Miren! Todos ellos, cual prenda de vestir, se gastarán. Una mera polilla se los comerá.” (Isa. 50:7-9) Mientras que las cosas materiales son meramente de valor transitorio, una estrecha relación personal con Dios ciertamente es sustentadora. Proporciona verdadera paz mental.
Jesucristo llevó más allá el asunto, pues dijo: “No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino. Vendan las cosas que les pertenecen y den dones de misericordia. Háganse bolsas que no se gastan, tesoro en los cielos que nunca falla, donde ladrón no se acerca ni polilla consume. Porque donde está su tesoro, allí también estará su corazón.” (Luc. 12:32-34) En aquel tiempo Jesús estaba hablando a sus seguidores ungidos que llegarían a ser coherederos con él en el reino celestial. (Rom. 8:12-17) Pero el principio básico es aplicable a todo cristiano. Los asuntos espirituales son de valor superlativo.
Preciada “intimidad con Jehová”
Una relación personal con el Dios Altísimo es de más valor que cualquier otra cosa. Con relación a este “tesoro,” el salmista David dijo: “La intimidad con Jehová pertenece a los que le temen.” (Sal. 25:14) ¡Qué maravilloso es asociarse con otras personas que disfrutan de estrecha relación personal con Dios como pueblo suyo! En otra ocasión, David declaró alegremente: “Ciertamente te elogiaré en la congregación grande; entre un pueblo numeroso te alabaré.”—Sal. 35:18.
No obstante, por importante que sea el asociarnos con el pueblo de Dios, para merecer la aprobación divina nuestro servicio no puede ser meramente un formalismo rutinario. De hecho, si uno sencillamente participa en las actividades cristianas sin tener el motivo apropiado, puede que le falte la verdadera tranquilidad mental. A una joven le gustaba mucho asociarse con los testigos de Jehová antes de dedicar su vida a Dios. Pero admite:
“. . . Me sentía atraída a la gente que practicaba esta nueva religión. Eran personas felices y amigables a quienes les gustaba adherirse a las altas normas bíblicas de moralidad. Me gustaba estar con aquellas personas. Asistía a sus reuniones y hasta participaba en ir de casa en casa para hablar a otros acerca de la Biblia.
“Entonces, un día se me ocurrió una pregunta de mucha importancia. ¿Debería una religión consistir en una relación con otras personas, o más bien en una relación con Dios? Me di cuenta de que estaba haciéndome activa como testigo de Jehová, no porque amara a Dios, sino debido a que me gustaba muchísimo esta gente y también porque quería agradar a mi suegra [que era Testigo]. Yo iba de casa en casa con la Biblia, pero no sabía por qué lo hacía. Dejé de hacer lo que estaba haciendo.”
Al transcurrir unos meses, la joven valoró “lo que significa el tener una relación personal con Jehová Dios.” Además, recibió ayuda de las Escrituras mediante cierta cristiana y sintió el interés amoroso que desplegó para con ella la congregación local de los testigos de Jehová. ¿Con qué resultado? ‘Halló una esperanza viva en su relación personal con Jehová.’ La joven se bautizó en símbolo de su dedicación a Dios y, en unión con Su pueblo, se puso a servir a Jehová con felicidad.
Los que tienen una relación íntima con Jehová disfrutan de tranquilidad o paz mental y de un verdadero sentido de seguridad. Y a pesar de la variedad de inquietudes que trae la vida, ellos, al igual que sus compañeros de creencia, ‘sirven a Jehová con regocijo.’ (Sal. 100:2) Pero escudriñemos más profundamente para saber por qué los cristianos genuinos disfrutan de verdadera paz mental y tranquilidad de corazón en este mundo turbulento.
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