El “hombre” en las Escrituras Hebreas
¿CÓMO considera Dios al hombre? Su Palabra nos dice: “¡Mira! Las naciones son como una gota que cae del cubo; y como la capa delgada de polvo en las balanzas han sido estimadas. . . . Hay Uno que mora por encima del círculo de la tierra, los moradores de la cual son como saltamontes.”—Isa. 40:15, 22.
Verdaderamente, cuando consideramos la Personalidad sin par, la Persona gloriosa, la posición exaltada, la existencia eterna y la autoridad soberana de Jehová Dios, el Creador, debemos maravillarnos como el salmista de que Él nos tome en cuenta.—Sal. 144:3.
Pudieran señalarse muchísimas expresiones bíblicas como éstas, mostrando cómo Dios considera al hombre, pero nuestro interés en esta ocasión está puesto en cierta manera singular por la cual él también nos revela esta verdad. Y ¿cómo es eso? Por las diferentes palabras que se usan en las Escrituras Hebreas para referirse al hombre.
En el idioma español “hombre” sencillamente significa hombre. Pero en el hebreo se usan diferentes palabras, cada una considerando al hombre desde cierto punto de vista. De éstas, las cuatro principales son ish, que significa sencillamente hombre; adam, que significa humano o terrestre; enosh, que significa débil o mortal; y geber, que significa un hombre físicamente fuerte o físicamente capacitado.
Muchos traductores pasan por alto los diferentes matices de significado que estas palabras tienen, pero una vez que estamos conscientes de ellas le llama a uno la atención el cuidado que ejercieron vez tras vez los escritores de las Escrituras Hebreas al escoger exactamente la palabra correcta cuando querían aclarar un punto. Por ejemplo, casi todas las traducciones vierten el Salmo 8:4 de manera muy parecida a como lo hace la Versión Valera (Revisión de 1960): “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” Ahora bien, la palabra hebrea traducida más lógicamente “hombre” es ish, mas al escribir este salmo David no usó ish en ambos casos. Estaba haciendo un contraste entre Jehová Dios el Creador y su criatura, el simple hombre, y por eso escribió: “¿Qué es enosh. . .y adam?” O, como se vierte por la Traducción del Nuevo Mundo, una de las pocas traducciones al inglés que hace justicia a estos excelentes matices de significado: “¿Qué es el hombre mortal que lo tienes en cuenta, y el hijo del hombre terrestre que cuidas de él?” Sí, comparado con el Espíritu todopoderoso, inmortal, divino, ¿qué es esta criatura débil mortal hecha de la tierra, para que Él la tome en cuenta?
“ISH” E “ISHSHAH”
Ish, junto con su forma plural anashim (que a veces también sirve de plural de enosh), principalmente tiene el pensamiento de “hombre,” o una persona, un individuo. No tiene connotaciones como humano, mortal o físicamente capacitado, aunque inherente en ello está el pensamiento de fuerza como la de un varón. La palabra ish no aparece en las Escrituras hasta después de aparecer la palabra para mujer, ishshah—un hombre con matriz—, porque en el sentido más estricto de la palabra solo entonces llegó a ser manifiesto un ish; antes de eso él era llamado el humano, adam. Cuando se menciona hombre en las Escrituras Hebreas en relación con la mujer o con el coito, invariablemente se usa ish, unas setenta veces en total, aunque la palabra para “varón” es zakhar y aparece setenta y nueve veces de Génesis 1:27 en adelante. Típico de esto es Levítico, capítulo 20, que trata de la ley de Dios con respecto a las relaciones sexuales.
Ish, con su énfasis puesto en la persona, el individuo, es lo que escogen los escritores de la Biblia cuando escriben con respecto a un “varón de Dios,” y un “hombre de discernimiento.” Cuando Natán enfrentó al rey David con su pecado, Natán usó esta palabra. ¿Dijo él: “Tú mismo eres el hombre”—mortal? ¿humano? ¿físicamente capacitado? No, sino que, “¡Tú mismo eres [él] el hombre!”—Jos. 14:6; Pro. 10:23; 2 Sam. 12:7.
Hay veces en que las otras palabras para “hombre” sencillamente no serían apropiadas. Así, cuando el salmista predijo que los nombres de los del cuerpo de Cristo que consiguen la gloria celestial serían conocidos él solo pudo usar ish. “‘Todos y cada uno de ellos nacieron en ella.’. . .Jehová mismo declarará, al registrar los pueblos: ‘Este es uno que nació allí.’” También Moisés, cuando se regocijó por la victoria de Jehová en el mar Rojo, no pudo haberse referido a Jehová como un débil mortal o un humano terrestre, y por eso tuvo que usar ish para transmitir su pensamiento, así como se vierte en la Traducción del Nuevo Mundo: “Jehová es persona varonil de guerra.”—Sal. 87:5, 6; Éxo. 15:3.
“ADAM”
Adam, el humano, el terrestre, es lo que se escoge siempre que los escritores de las Escrituras Hebreas se refieren a la creación del hombre: “Yo mismo he hecho la tierra y he creado aun al hombre [el humano] sobre ella.” Adam no denota masculinidad, como no lo denota humano, y por eso leemos que Adán, es decir, el humano, el hombre terrestre, llamó a la primera pareja humana, el ish y la ishshah, el hombre y la mujer.—Isa. 45:12; Gén. 5:1, 2; 6:7; Deu. 4:32; Ecl. 7:29.
Adam, el humano, casi sin excepción es también la palabra preferida cuando se menciona al hombre junto con los animales inferiores o bestias. Este enlazamiento aparece en los relatos de la creación, el Diluvio, las plagas de Egipto y la desolación de setenta años. El salmista alaba a Jehová Dios por preservar tanto a adam (el humano) como a la bestia. Y es del humano de quien el Congregador muestra que es como la bestia: “Pues hay una contingencia con respecto a los hijos del género humano [adam] y una contingencia con respecto a la bestia, y ellos tienen la misma contingencia. Como muere el uno, así muere el otro; y todos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre [humano, adam] sobre la bestia, porque todo es vanidad.”—Gén. 1:26; 6:7; Exo. 8:17; Jer. 33:10; Sal. 36:6; Ecl. 3:19-21.
Aptamente, adam, el terrestre, el humano, también es lo que se escoge cuando se habla de las características generales de la humanidad: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud en adelante.” “No hay hombre que no peque.” “El hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación.” “Ciertamente que todo hombre terrestre. . .no es nada salvo una exhalación,” un soplo. “No hay hombre que tenga poder sobre el espíritu para restringir el espíritu,” es decir, para evitar el morir. “Yo bien sé, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre [ish, a uno] que está andando aun el dirigir su paso.”—Gén. 8:21; 1 Rey. 8:46; Job 14:1; Sal. 39:5; Ecl. 8:8; Jer. 10:23.
Así como adam aparta al hombre de los animales inferiores, así también llama la atención a la inferioridad del hombre ante el Creador, Jehová Dios. Por eso a Moisés le fue dicho que ningún humano podía ver a Dios y vivir. A Samuel se le recordó que un humano solo puede ver lo exterior, pero Dios puede ver el corazón. David oró para que no cayera en manos humanas sino en las manos de Dios, por haber presuntuosamente contado a los hombres de combate de su nación. El templo de Salomón, dijo David, había de ser construido, no para los humanos, sino para Dios. Josafat aconsejó a los jueces que recordaran que estaban juzgando, no para humanos, sino para Dios. Eliú rehusó dar títulos lisonjeros a simples humanos.—Exo. 33:20; 1 Sam. 16:7; 1 Cró. 21:13; 29:1; 2 Cró. 19:6; Job 32:21.
El salmista preguntó dos veces por qué el gran Creador debería tomar en cuenta a simples humanos; también, dijo que, aunque ciertos individuos eran “dioses,” morirían como el hombre terrestre. El temor a los humanos produce una trampa, mas el que confía en Jehová estará a salvo. ¿Por qué descender a Egipto por ayuda? Los egipcios no son espíritus sino simples humanos, personas mortales. Y para poner de relieve la seriedad del egoísmo de los sacerdotes en el día de Malaquías, Dios preguntó: “¿Le robará a Dios el hombre terrestre?”—Sal. 8:4; 144:3; 82:7; Pro. 29:25; Isa. 31:3; Mal. 3:8.
“ENOSH”
El pensamiento detrás de enosh, débil o mortal, muestra, entre otras cosas, que los escritores de las Escrituras Hebreas no tuvieron ilusiones con respecto a que el hombre fuera inmortal. ¡Cómo podrían tenerlas, dado que recibieron su “teología,” no de fuentes paganas, sino de Dios mismo, quien aclaró la naturaleza mortal del hombre tanto por advertirle que moriría en caso de pecar como por sentenciarlo, después de haber pecado, a regresar al polvo del cual había sido tomado el hombre.—Gén. 2:17; 3:19.
Enosh siempre tiene una connotación desfavorable y, por lo tanto, nunca se usa en sentido elogioso. Aptamente, se enlaza frecuentemente con adam, humano, cuando el hombre se contrasta con su Hacedor inmortal, Jehová Dios. Los Salmos 8:4 y 144:3 son típicos de este enlazamiento de enosh con adam cuando contrastan al hombre con Dios. Por eso Moisés escribió también: “Tú haces que el hombre mortal [enosh] vuelva a la materia triturada, y dices: ‘Vuelvan atrás, hijos de los hombres [adam].’” Debido a la iniquidad del hombre, Dios advirtió que haría a ‘enosh más escaso que el oro refinado y a adam más escaso que el oro de Ofir.’ Poniendo a enosh y a adam en su lugar se hallan las palabras de Jehová a Isaías: “Yo mismo soy Aquel que los está consolando a ustedes. ¿Quién eres tú que debas tenerle miedo a un hombre mortal [enosh] que morirá, y a un hijo de la humanidad [adam] que será hecho como simple hierba verde? ¿Y para que olvides a Jehová tu Hacedor, El que extiende los cielos y pone el cimiento de la tierra?”—Sal. 90:3; Isa. 13:12; 51:12, 13.
En particular en el libro de Job, que da importancia a la soberanía de Dios en contraste con la pequeñez del hombre, enosh es un vocablo favorito cuando se aclara este punto: “¿Cómo puede el hombre mortal tener razón en un caso con Dios?” “¿Qué es el hombre mortal para que lo críes, y para que pongas tu corazón en él?” “¿Tienes [Jehová] ojos de carne, o es como ve un hombre mortal que tú ves? ¿Son tus días como los días del hombre mortal, o tus años exactamente como los días de un hombre físicamente capacitado?” “Así como uno bromea con el hombre mortal, ¿bromearás con [Dios]?” “Dios es mucho más que el hombre mortal.”—Job 9:2; 7:17; 10:4, 5; 13:9; 33:12.
De sus oraciones podemos ver que David tuvo una apreciación aguda similar: “¡Levántate, sí, oh Jehová! Ningún hombre mortal se muestre superior en fuerzas.” “Para juzgar al muchacho huérfano de padre y al quebrantado, para que el hombre mortal que es de la tierra ya no cause temblor.” “En cuanto al hombre mortal, sus días son como los de la hierba verde.”—Sal. 9:19; 10:18; 103:15.
“GEBER”
El vocablo geber significa uno físicamente capacitado, bien desarrollado, físicamente fuerte, es decir, un poderoso en el caso de un hombre. Aunque tiene inferencias elogiosas, la manera en que lo usan los escritores de las Escrituras Hebreas mantiene al hombre consciente de su relación de inferior ante su Hacedor, Jehová Dios. Así, cuando al fin Jehová Dios llamó a cuentas al paciente Job debido a su punto de vista equivocado de las cosas, Dios se dirigió dos veces a Job, no como un simple ish, un simple adam ni un simple enosh, sino que usó el vocablo geber: “Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado, y déjame interrogarte, y tú me informarás,” ¡dado que estabas tan seguro de ti mismo que no me justificaste! ¡Cuán adecuado!—Job 38:3; 40:7.
Faraón, cuando comenzó a ceder bajo el impacto de las plagas, al principio solo concedió permiso para que los hombres físicamente capacitados fueran al desierto a adorar. Y cuando finalmente los israelitas salieron de Egipto leemos que 600,000 hombres físicamente capacitados, mayores de veinte años y capacitados para pelear, salieron de Egipto junto con sus pequeños.−Éxo. 10:11; 12:37.
Debido a que un hombre físicamente capacitado propende a ser “arrogante,” confiando en su propia fuerza, repetidas veces es señalado con especialidad para recordatorios de la insensatez de tal actitud mental: “Aquí está el hombre físicamente capacitado que no pone a Dios como su fortaleza.” “¿Qué hombre físicamente capacitado hay vivo que no haya de ver la muerte?” “El hombre físicamente capacitado muere y yace vencido.” Sí, “maldito es el hombre físicamente capacitado que cifra su confianza,” no en Jehová, sino en lo que, después de todo, es un simple “hombre terrestre [adam].”—Hab. 2:5; Sal. 52:7; 89:48; Job 14:10; Jer. 17:5.
Geber se usa frecuentemente para recalcar un punto por medio de contraste. Así, el salmista se queja: “He llegado a ser como un hombre físicamente capacitado sin fuerza.” No habría recalcado ningún punto si hubiera dicho que llegó a ser como un mortal débil, un enosh, porque, para empezar, ¡tal individuo no tiene fuerza! Recalcando el mismo punto, Salomón declaró que no es bueno que “el hombre físicamente capacitado peque por un simple pedazo de pan.” Pudiera haber una excusa para que lo hiciera un enosh, pero ciertamente ninguna para un geber. Las malas nuevas que recibió Jeremías hicieron que sus huesos temblaran como “un hombre físicamente capacitado a quien el vino ha vencido,” por consiguiente fue una sacudida violenta. También recalcó la vileza de los hombres de Israel al emplear este vocablo: “¿Por qué es que he visto a todo hombre físicamente capacitado con las manos sobre sus lomos como una hembra que está dando a luz, y todas las caras han palidecido?” ¡Sí, esto era grave cuando aun los hombres físicamente capacitados, no simples enosh o mortales débiles, estaban afectados así!—Sal. 88:4; Pro. 28:21; Jer. 23:9; 30:6.
Lógicamente se nos dice que “el que es sabio en fuerza es,” no un adam, ish o enosh, sino un geber, “un hombre físicamente capacitado.” Un geber sabio no confía en su propia fuerza sino en Jehová: “Bendito es el hombre físicamente capacitado que cifra su confianza en Jehová, y cuya confianza ha llegado a ser Jehová.”—Pro. 24:5; Jer. 17:7.
Verdaderamente, el notar la manera en que “hombre” se usa en las Escrituras Hebreas fortalece nuestra fe y nos ayuda a conseguir el punto de vista de Dios sobre el hombre. Es saludablemente instructivo para mantener nuestra relación apropiada con nuestro Creador y para conseguir su aprobación y bendición.