Respondiendo a la pregunta del gobernador romano: “¿Qué es la verdad?”
“Le dijo Pilato: ‘¿Qué es la verdad?’”—Juan 18:38.
EL INQUIRIDOR que hizo la pregunta fue el gobernador o procurador de las provincias romanas de Judea, Samaria e Idumea en el Oriente Medio durante los años de 20 a 36 de nuestra era común. Su capital era la ciudad de Cesarea en el mar Mediterráneo; pero él hizo la pregunta a un hombre bajo juicio delante de él en el palacio del gobernador en Jerusalén el día de la Pascua judía, el 14 de Nisán, del año 33 E. C. Como gobernador, se hallaba en la Santa Ciudad judía con sus tropas para mantener el orden durante la celebración del festival de la Pascua. Aparentemente, a fin de impedir cualquier dificultad en Jerusalén aquel día, los caudillos religiosos de la ciudad entregaron al gobernador romano un hombre a quien tildaban de malhechor, para que fuera enjuiciado y castigado de acuerdo con la ley romana seglar. Durante el interrogatorio privado que siguió, el gobernador como juez hizo la pregunta al hombre acusado de maldad: “¿Qué es la verdad?” Solo hasta ese grado llegó el interés del gobernador por la verdad. Tres años después para que respondiera por su mala conducta en el puesto se le citó a Roma. Según el historiador Eusebio, fue desterrado a Viena (Vienne) en la provincia romana de Galia y más tarde se suicidó. Murió sin obtener la respuesta a su pregunta.
1. ¿Cómo apoyan escritores la historicidad del encuentro de Pilato y Cristo, pero quién escribió más detalladamente en cuanto a ello?
EL GOBERNADOR romano era Poncio Pilato. El hombre a quien hizo su famosa pregunta fue Jesucristo. La historicidad de la reunión de estos dos hombres en esa ocasión trascendental está apoyada, no solo por testigos judíos, sino también por el famoso historiador romano de nuestro primer siglo, Publio Cornelio Tácito. Cuando escribió en cuanto al nombre “cristiano,” este historiador no judío dice: “El autor de ese nombre, Cristo, fue afligido con castigo [fue ejecutado] por el procurador Poncio Pilato, Tiberio actuando como emperador.”a Pero el hombre que informó sobre los detalles de este encuentro entre Jesucristo y Poncio Pilato fue el más amado amigo terrestre de Jesucristo, a saber, Juan hijo de Zebedeo. (Juan 18:28-38) El informe de Juan tuvo fuertes antecedentes de veracidad, porque más que cualquier otro escritor de la Biblia escribió acerca de la verdad y la veracidad, en un campo de interés que es sumamente importante para todos nosotros.
2. ¿Qué preguntas surgen en cuanto a la propia pregunta de Pilato, y qué podemos decir en respuesta?
2 Aparentemente el gobernador romano Poncio Pilato dejó que la pregunta: “¿Qué es la verdad?” se quedara con él, sin ser contestada. Realmente, sin embargo, ¿se quedó con él la pregunta? ¿Ha quedado la pregunta sin ser contestada hasta este día? Aunque Jesucristo no le contestó verbalmente la pregunta de Pilato a él mismo, ¿realmente dejó la pregunta sin ser contestada para otros, sí, para nosotros? Estamos obligados a contestar ¡No! La pregunta de Pilato ha sido contestada, y la respuesta puede darse a los que buscan y aman honradamente “la verdad.”
3. ¿Qué es “la verdad,” y acerca de qué verdad inquirió Pilato?
3 La verdad significa “amoldarse a los hechos.” Hay toda clase de cosas en cuanto a las cuales tenemos que establecer los hechos auténticos a fin de conocer la verdad en cuanto a ellas. Cuando conocemos una cosa exactamente como realmente es, nuestro conocimiento de tal cosa es formalmente cierto o es cierto en forma. Para ser cierto, nuestro conocimiento de una cosa tiene que conformarse a lo que esa cosa es en realidad. Ahora bien, cuando Jesucristo estuvo bajo juicio delante de Poncio Pilato, el gobernador se interesaba en aprender determinados hechos en cuanto a este hombre acusado. Su interés no era en la verdad en general; sus deberes y responsabilidades asignados no le daban lugar para investigación tan amplia. El hombre que estaba delante de él bajo acusación fue quien hizo surgir el tema de la verdad. Por eso, fue la verdad en este respecto concerniente a la cual Pilato preguntó: “¿Qué es la verdad?” ¿Cuál, entonces, era la verdad que aquí llegó a estar enfocada? Veamos.
INDAGANDO PARA HALLAR LA RESPUESTA
4. De acuerdo con el informe de Juan, ¿cómo surgió la pregunta de Pilato?
4 El informe hecho por Juan hijo de Zebedeo dice: “De modo que Pilato entró otra vez en el palacio del gobernador y llamó a Jesús y le dijo: ‘¿Eres tú el rey de los judíos?’ Contestó Jesús: ‘¿Es de ti mismo que dices tú esto, o te dijeron otros acerca de mí?’ Contestó Pilato: ‘Yo no soy judío, ¿verdad? Tu propia nación y los principales sacerdotes te entregaron a mí. ¿Qué hiciste?’ Jesús contestó: ‘Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente.’ Por lo tanto le dijo Pilato: ‘Bueno, pues, ¿eres tú rey?’ Jesús contestó: ‘Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.’ Le dijo Pilato: ‘¿Qué es la verdad?’”—Juan 18:33-38; Mat. 27:11-14.
5. Cuando estuvo bajo juicio delante de Pilato, ¿cómo se mostró Jesús ser fiel a su misión al venir al mundo?
5 En esta ocasión decisiva Jesús fue fiel a la misión por la cual vino al mundo. El temor de la muerte no ejerció influencia en él de modo que negara los hechos del caso. Cuando sus aprehensores lo entregaron a Pilato, lo acusaron diciendo: “A este hombre lo hallamos subvirtiendo a nuestra nación y prohibiendo pagar impuestos a César y diciendo que él mismo es Cristo, un rey.” (Luc. 23:1-3) Por lo tanto, cuando se le preguntó directamente si él era un rey, él no lo negó. En respuesta a Pilato, él habló de “mi reino,” pero explicó que éste no era parte de este mundo. A causa de esta explicación Pilato llegó a la conclusión de que Jesús era rey. Esto le indujo a preguntar por segunda vez concerniente al puesto de rey de Jesús, diciendo: “Bueno, pues, ¿eres tú rey?” Es decir, aun si tu reino no es parte de este mundo. Jesús contestó que Pilato había llegado a la conclusión correcta, al decir: “Tú mismo dices que yo soy rey.” De otro modo, Pilato no habría preguntado por segunda vez si él era rey.
6. En vista de ¿qué propósito estuvo determinado Jesús a ser fiel en esa ocasión, costara lo que costara?
6 Jesús dejó que la conclusión judicial de Pilato subsistiera como la verdadera. Jesús estaba en el banquillo de los testigos y él no podía negar ahora la verdad. Tal como le dijo entonces a Pilato, él había nacido con este mismísimo propósito y había venido al mundo con este mismísimo propósito, para dar testimonio a la verdad de su puesto de rey. Y todo el que estaba de parte de la verdad aceptaría el testimonio de Jesús como la verdad. Él había nacido para dar testimonio a la verdad. A los treinta años de edad había sido bautizado y había venido al mundo para dar testimonio a la verdad. Por lo tanto, ahora en el momento culminante de su vida terrestre él no le haría caso omiso al propósito de su nacimiento humano y de su entrada pública en el escenario del mundo. Él sería fiel a la verdad, aun si ello le costara la vida. Si el punto en disputa no fuera la verdad, ciertamente no estaría anuente a morir por ella; no moriría por una mentira.
7. ¿De qué tenemos que estar convencidos en cuanto al testimonio de Jesús, y a qué conduce el que estemos convencidos?
7 Jesús estaba anuente a morir por la verdad. ¿Estamos convencidos por el valor y fidelidad de su derrotero que su testimonio, no solo ante el gobernador romano, sino ante toda la nación, era la verdad? Si estamos convencidos, ¿qué significa? Si escuchamos su voz aceptando lo que él dice, entonces le aceptamos como rey. Al hacerlo así, probamos que estamos “de parte de la verdad.” Esto significa que nosotros también estamos de parte de Jesús, que es donde queremos estar.
8. (a) ¿Por qué fue ésa la verdad sobre la cual debemos informarnos? (b) ¿Por qué Jesús mismo tenía que ser la verdad?
8 Debe ser una verdad muy importante, si una persona nace con el propósito mismo de dar testimonio a ella. Debe ser verdad digna de dedicar la vida entera de uno a ella, si una persona viene a este mundo con el propósito mismo de dar testimonio a ella. En verdad ésta era justamente así de importante. Por lo tanto, si existe verdad alguna sobre la cual informarnos, debe ser esta verdad. No obstante, en el caso de Jesús, la verdad no se trató tan solo de lo que él dijo; también se trató de lo que él hizo, cómo vivió y cómo murió. Fue un caso de vivir para hacer que la verdad se realizara o llegara a hacerse realidad. Había muchas cosas envueltas en Jesús como hombre que eran de importancia universal, sí, de importancia para el cielo y la tierra; y él tenía que vivir y actuar en cumplimiento de esas cosas. Él mismo tenía que ser la verdad.
9. En armonía con eso, ¿qué dijo Juan en cuanto a Jesucristo en Juan 1:14, 16, 17, y fue con extravagancia de lenguaje?
9 No fue tan solo una extravagancia de palabras o un lenguaje exagerado cuando Juan el discípulo amado de Jesús escribió de su venida del cielo a la Tierra para nacer como hombre perfecto y dijo: “De modo que la Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que pertenece a un hijo unigénito de parte de un padre; y estaba lleno de bondad inmerecida y verdad. Porque todos nosotros recibimos de su plenitud, sí, bondad inmerecida sobre bondad inmerecida. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo.”—Juan 1:14, 16, 17.
CÓMO ‘LA VERDAD VINO A SER’
10, 11. (a) ¿Significa tal contraste hecho entre Jesús y Moisés que la Ley dada por medio de Moisés no era la verdad? (b) En Romanos 7:10-12, ¿qué dice Pablo en defensa de la benignidad de la ley de Dios?
10 Bueno, entonces, ¿cómo estaba Jesús “lleno de . . . verdad”? ¿Cómo era él aquél mediante el cual ‘la verdad vino a ser’? ¿Por qué contrasta el apóstol Juan a Jesús con Moisés? ¿No trajo el profeta Moisés la verdad en su día, más de catorce siglos antes de Cristo? ¿No era la verdad la Ley que Dios dio a Moisés para la nación judía? Sí. Siglos después de darse la Ley por medio de Moisés, el salmista inspirado dijo a Dios el Legislador: “Se acercan los que siguen la conducta relajada; se han alejado mucho de tu propia ley. Tú estás cerca, oh Jehová, y todos tus mandamientos son verdad.” (Sal. 119:150, 151) El mismísimo hecho de que la Ley tal como se dio por medio de Moisés condenó a su propio pueblo como pecadores prueba que esta Ley era fiel a la justicia y la santidad. Debido a su perfección, aquella Ley condenaba a los judíos a la muerte. Por lo tanto, en defensa de la bondad de la ley de Dios, el apóstol Pablo escribe:
11 “Y el mandamiento que era para vida, éste lo hallé ser para muerte. Porque el pecado, recibiendo incentivo por medio del mandamiento, me sedujo y por medio de él me mató [es decir, mediante el mandamiento que condenaba a los pecadores a la muerte]. De manera que, por su parte, la ley es santa, y el mandamiento es santo y justo y bueno.”—Rom. 7:10-12.
12, 13. (a) ¿Qué requería la ley de Moisés para que los judíos obtuvieran la vida mediante ella, y por qué esa Ley no dejó de cumplir su propósito? (b) ¿Cómo aclaró ese punto el apóstol Pablo, en Gálatas 3:23-25?
12 Por lo tanto la Ley dada por medio de Moisés no era errónea. Más bien, señalaba qué era el error. La Ley dada por medio de Moisés no era una equivocación. Los Diez Mandamientos que fueron una parte de aquella Ley no eran un error. La Ley requería obediencia perfecta de parte de los judíos a fin de que ellos obtuvieran la vida eterna por medio de guardarla. Pero ninguno de los judíos de nacimiento común podía guardar la Ley de manera perfecta y obtener la vida eterna mediante las obras de la Ley. No obstante, aquella Ley sirvió su propósito, porque identificó o señaló al Perfecto que sí guardó sin falta la Ley, Aquél que así escapó a la condenación mediante la Ley y quien fue, por lo tanto, pronunciado enteramente justo y merecedor de la vida eterna debido a su justicia sin mancha. El apóstol judío-cristiano Pablo aclaró con estas palabras el hecho de que la Ley dada por medio de Moisés no dejó de cumplir su propósito y que no fue un intento equivocado o fracaso:
13 “Antes de que llegase la fe [cristiana], estábamos guardados bajo ley, entregados juntos en custodia, esperando la fe que estaba destinada a ser revelada. Por consiguiente la Ley ha venido a ser nuestro tutor que nos conduce a Cristo, para que seamos declarados justos debido a fe. Mas ahora que ha llegado la fe, ya no estamos bajo tutor [la Ley].”—Gál. 3:23-25.
14. (a) ¿Cómo era la ley de Moisés más que solo un código legal? (b) ¿Cómo fue cierto esto con respecto al sacerdocio provisto por la Ley?
14 La Ley dada por medio de Moisés era más que tan solo un código legal, más que un conjunto sistematizado de leyes para la conducta humana. De muchas formas era profética. Mandó muchas cosas que señalaban proféticamente cosas buenas por venir. Por ejemplo, la Ley estableció un sacerdocio para la nación judía en la familia de Aarón, el hermano mayor de Moisés. Esto señaló proféticamente que Jehová Dios establecería un Sumo Sacerdote que ofrecería sacrificio para el beneficio duradero de toda la humanidad. Este Sumo Sacerdote espiritual, celestial, tendría también subsacerdotes, siendo tomados éstos de entre los hombres y estando en condiciones de tener conmiseración con los hombres en su condición pecaminosa e imperfecta.
15. ¿Qué señalaron proféticamente los rasgos del día de expiación judío anual?
15 La Ley ordenaba que anualmente se debía celebrar un día nacional de expiación en el décimo día del séptimo mes lunar de los judíos. Ese día, se debía hacer expiación tanto por el sacerdocio como por todo el resto de la nación judía por medio del sacrificio de un toro y un macho cabrío sin tacha, la sangre de los cuales debía ser rociada en el Santísimo del santuario. Además, sus pecados debían ser llevados fuera al olvido por una víctima expiatoria. Todo eso señaló proféticamente cómo el gran Sumo Sacerdote de Dios ofrecería un sacrificio para expiar el pecado de la humanidad y serviría como Portador del Pecado verdadero para llevar fuera el pecado de la humanidad al olvido. Toda esta provisión sería una expresión de bondad amorosa de parte de Dios.
16. Por eso, además de mandamientos, ¿qué suministró la ley de Moisés, de acuerdo con el escritor de Hebreos 8:4, 5?
16 Así, hubo mucho más incluido en cuanto a la Ley dada por medio de Moisés que tan solo mandamientos para señalar qué era el pecado y para decir a los judíos cuál era la cosa pura, correcta, santa y desinteresada que hacer, para mantenerlos caminando en armonía con Dios. Además de eso, la Ley mandaba que se efectuaran regularmente ciertas ceremonias llenas de significado a fin de trazar modelos proféticos que dan un cuadro verdadero de cosas grandiosas por venir de acuerdo con el propósito de Dios. El escritor inspirado llama a estos modelos proféticos ‘sombras,’ diciendo: “Hay hombres que ofrecen los dones según la Ley, pero los cuales hombres están rindiendo servicio sagrado en una representación típica y sombra de las cosas celestiales; así como Moisés cuando estaba para hacer la tienda en su entereza, recibió el mandato divino: Porque dice él: Ve que hagas todas las cosas conforme a su modelo que te fue mostrado en la montaña [de Sinaí].’”—Heb. 8:4, 5.
17. ¿De qué manera proveyó la Ley ‘sombras’ del cuerpo humano perfecto que tenía que ser presentado por los pecados?
17 De nuevo menciona ‘sombras’ el mismo escritor cuando raciocina sobre la necesidad de que un cuerpo humano perfecto fuera presentado en sacrificio a Dios, diciendo: “Puesto que la Ley tiene una sombra de las buenas cosas por venir, pero no la sustancia misma de las cosas, nunca pueden los hombres con los mismos sacrificios que ofrecen continuamente de año en año hacer perfectos a los que se acercan. De otro modo, ¿no hubieran dejado de ofrecerse los sacrificios, por cuanto los que rendían servicio sagrado, habiendo sido limpiados una vez para siempre, no tendrían ya ninguna conciencia de pecados? Al contrario, por estos sacrificios se hace recordar los pecados de año en año, porque no es posible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados. Por eso cuando viene al mundo dice: ‘Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo.’”—Heb. 10:1-5.
18. ¿Cuáles fueron algunas de las ‘sombras’ de la ley mosaica, y por qué pudieron ser llamadas apropiadamente ‘sombras’?
18 Muchas otras cosas que fueron mandadas en la Ley, tales como la cena de la pascua, la fiesta de las semanas o Pentecostés, el día sabático semanal, el año de Jubileo, el primer día festivo de cada mes o Luna nueva, particularmente la séptima Luna nueva de cada año, todas éstas eran ‘sombras.’ Eran veraces en sí mismas, dando un modelo verdadero o cuadro pequeño de cosas más grandes por venir. No obstante, tan solo eran ‘sombras.’ Una sombra es una imagen o diseño oscuro que arroja sobre una superficie alguna sustancia sólida, no transparente, que se coloca en el camino de la luz. La sombra no es algo sustancial; no es la cosa verdadera. La sustancia o cuerpo que la sombra bosqueja o refleja es la cosa verdadera. Si la sustancia o cuerpo está delante de la luz, entonces su sombra se extiende delante de la sustancia o cuerpo. Por esa razón es un dicho común: “Los acontecimientos venideros arrojan sus sombras delante de ellos.” En el propósito de Dios, la sombra vino primero, para dar una idea en pequeña escala de las cosas grandiosas que él tenía pensadas para el futuro de la humanidad. Esas sombras despertaron expectativas verdaderas en personas que guardaban obedientemente la ley de Dios. Debido a que las ‘sombras’ eran verdaderas, estas personas no serían desilusionadas en sus expectativas.
19. ¿Por qué, entonces, pudo decir correctamente Juan: ‘La Ley fue dada por medio de Moisés, . . . la verdad vino a ser por medio de Jesucristo’?
19 La sombra es verídica pero no es la verdad total sobre el asunto. Solo cuando llega la sustancia que fue prefigurada llega la verdad. Entonces la verdad se realiza. La sustancia o cuerpo es la verdad. Puesto que la ley mosaica solo contenía las sombras, tenía que ceder lugar al advenimiento de la cosa real, la sustancia o cuerpo que la Ley prefiguraba. Por lo tanto, las reglas establecidas en la ley mosaica en cuanto al comer, beber, la observancia de ceremonias y el guardar días santos tenían que desaparecer como cuadros o sombras. Así fue, porque el apóstol Pablo escribe a la congregación cristiana en Colosas, Asia Menor: “Por lo tanto que nadie los juzgue en el comer y beber, o respecto de una fiesta, o de una observancia de la luna nueva, o de un sábado; porque esas cosas son una sombra de las cosas por venir, mas la realidad pertenece al Cristo.” (Col. 2:16, 17) Por lo tanto, fue en completa armonía con los hechos históricos que el apóstol Juan dijera: “La Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo.”—Juan 1:17.
20, 21. Para hacer completamente cierta la declaración de Juan, ¿qué se requirió de parte de Jesús en lo que toca a hacer expiación por el pecado?
20 Para hacer cierta esta declaración en su sentido más completo, se requería más de parte de Jesucristo que el simplemente hablar, predicar, enseñar. Se requería que este Hijo de Dios se desprendiera de su gloria espiritual en el cielo y naciera como niño humano perfecto a fin de poder cumplir la verdad de los sacrificios del Día de Expiación que de manera figurada quitaban los pecados de toda la nación judía. Se requería que él se presentara a la edad de treinta años como una víctima humana adecuada para un sacrificio aceptable a Dios a fin de que fuera nombrado como el Sumo Sacerdote de Dios, para expiar los pecados de toda la humanidad. (Heb. 5:1-5; 7:27; 8:1-4) Esto lo hizo cuando se presentó él mismo para inmersión en el río Jordán por Juan el Bautista, siendo sepultado su cuerpo momentáneamente fuera de la vista en el agua. Así él ciertamente ‘vino al mundo’ con el cuerpo humano de sacrificio que Dios le había preparado.—Heb. 10:5-10; Sal. 40:6-8; Juan 18:37.
21 Al morir tres años y medio más tarde él, como el Sumo Sacerdote de Jehová, hizo una ofrenda de su sacrificio humano “una vez para siempre.” Para que él pudiera presentar el valor de su sacrificio humano perfecto a Dios en el cielo, tenía que ser resucitado de entre los muertos. Esto aconteció al tercer día después de su muerte. Entonces, tal como el sumo sacerdote judío que pasaba más allá del velo interior del templo al Santísimo o cuarto recóndito, Jesucristo se levantó de entre los muertos y entró en la región de los espíritus y al debido tiempo apareció en la presencia literal de Dios para presentar el valor vital de su sacrificio.
22. ¿Cómo fue todo esto parte del dar Jesús testimonio a la verdad?
22 Todo esto probó la veracidad de las sombras que contenía la Ley dada por medio de Moisés. Estableció al sumo sacerdocio de Jesucristo como una verdad real, como algo que se llevó a cabo con éxito. A causa de este hecho las bendiciones más preciosas han de fluir a la humanidad. Todas estas cosas fueron parte del que Jesús diera testimonio a la verdad, de que pusiera las cosas que fueron predichas y prefiguradas por la ley de Moisés en el campo de la verdad auténtica.
VERDAD DEL REINO
23. (a) ¿Fueron las cosas que tenían que ver con el servicio sacerdotal por el pecado toda la verdad de interés para nosotros, y cómo se aclaró esto en el juicio de Jesús? (b) Por eso, ¿qué otras cosas de la ley de Moisés necesitaban ser probadas para ser ‘sombras’ correctas?
23 No obstante, ¿es la verdad con respecto al servicio sacerdotal y al hacer sacrificio propiciatorio por los pecados de la humanidad toda la verdad que es de importancia y que nos concierne a nosotros? ¡No! Porque cuando Jesús estaba siendo interrogado por el gobernador Poncio Pilato, el asunto del gobierno real resaltó de manera principal. Los enemigos que le habían entregado para juicio romano le acusaban de pretender ser “Cristo, un rey.” (Luc. 23:1, 2) En realidad, en ese mismo momento había mucha verdad por establecerse con respecto al asunto de gobierno, no solo el gobierno local de los judíos sino el gobierno de todo el mundo de la humanidad. Muchísimo dependía de Jesucristo en ese momento, y él apreciaba este hecho y estaba enteramente resuelto a ser fiel. No de manera inesperada, cosas de la ley de Moisés que tenían que ver con el gobierno venidero del pueblo de Dios tenían que ser probadas profecías correctas, ‘sombras’ correctas que estarían de acuerdo con hechos futuros. ¿Cómo se les probó así?
24. (a) ¿Qué puesto en Israel instituyó Dios en Aarón y su familia? (b) ¿Por qué no instituyó Dios también un rey humano sobre Israel?
24 Cuando se dio la Ley mediante Moisés en el monte Sinaí no había rey humano visible sobre Israel. Moisés no era el rey de Israel sino que estaba sirviendo como mediador entre Jehová Dios y la nación de Israel. El hermano mayor de Moisés era Aarón, el hijo primogénito de Amram el levita. En la familia de Aarón, Jehová Dios estableció el sacerdocio sobre Israel. ¿Por qué no estableció Dios también un rey humano sobre Israel? O, ¿por qué no hizo a Aarón rey-sacerdote? Fue porque Jehová Dios, aunque invisible, era el Rey legislador sobre Israel. Él no podía ser también el Sacerdote de Israel. Las cosas en Israel eran tal como Moisés cantó de ellas junto al mar Rojo, unos tres meses antes de que la Ley fuera dada por medio de Moisés: “Jehová gobernará como rey hasta tiempo indefinido, aun para siempre. Cuando los caballos de Faraón con sus carros de guerra y su caballería entraron en el mar, entonces Jehová hizo volver sobre ellos las aguas del mar, mientras los hijos de Israel anduvieron en tierra seca por en medio del mar.” (Éxo. 15:18, 19) De modo que Jehová no se quitó a sí mismo del puesto de Rey.
25. ¿Qué referencias a un rey humano sobre Israel hizo Dios en la Ley dada por medio de Moisés?
25 En la ley mosaica Jehová Dios sí sugirió que vendría el tiempo cuando los israelitas querrían ser como las naciones paganas, no teocráticas, y tener un rey visible sobre ellos. Entonces, dijo Jehová: “Sin falta deberías establecer sobre ti un rey que Jehová tu Dios escogerá. De entre tus hermanos debes establecer un rey sobre ti mismo. No se permitirá que pongas sobre ti mismo a un extranjero que no sea tu hermano . . . cuando él se siente en el trono de su reino, debe escribir en un libro para sí mismo una copia de esta ley de la que está al cuidado de los sacerdotes, los levitas.” (Deu. 17:14-18) Más tarde Moisés advirtió que si los israelitas no llevaban a cabo su contrato o pacto solemne con Dios, entonces “Jehová te hará marchar a ti y a tu rey a quien constituirás sobre ti a una nación que no has conocido, ni tú ni tus antepasados; y allí tendrás que servir a otros dioses, de madera y de piedra.” (Deu. 28:35, 36) Más de trescientos cincuenta años después la entera nación de Israel pidió semejante rey, y a ellos Dios les dio a Saúl el hijo de Cis.—1 Sam. 8:4 al 12:5.
26. (a) ¿A qué tribu israelita perteneció Saúl hijo de Cis? (b) Pero, ¿en quién profetizó el patriarca Jacob que vendría el poder real de Israel, y por eso, quién habría de venir en esa tribu?
26 El rey Saúl era de la tribu de Benjamín. Pero mucho antes de que se le diera la Ley a Moisés, Jehová Dios inspiró al patriarca Jacob o Israel a profetizar que el poder real en Israel vendría a las manos de la tribu de Judá y que el cetro y el báculo de comandante nunca se apartarían de aquella tribu. Alguien llamado Silo (que quiere decir “Aquél de Quien Es”) vendría en aquella tribu, “y a él le pertenecerá la obediencia de la gente.”
27. ¿Cómo pudo decirse que la profecía de Jacob estaba en la Ley dada por medio de Moisés?
27 Esta profecía concerniente a la dignidad real fue registrada en el primer libro de la Biblia, en Génesis 49:8-10. No obstante, el libro de Génesis fue escrito por Moisés. Lo que es ahora los primeros cinco libros de la Biblia era al principio solo un libro escrito por Moisés. En los días de Jesucristo, cuando los judíos hablaban de las divisiones grandes de los libros de las Escrituras Hebreas, los primeros cinco libros de la Biblia escritos por Moisés eran llamados la Ley o “Tora,” de modo que el libro de Génesis vino a estar bajo el encabezamiento de “la Ley,” la Tora. Después de ser resucitado de entre los muertos Jesús dijo a sus discípulos: “Estas son mis palabras que les hablé estando aún con ustedes [en la carne], que tenían que cumplirse todas las cosas escritas en [1] la ley de Moisés y en [2] los Profetas y en [3] los Salmos acerca de mí.” (Luc. 24:44) Por esa razón la expresión “la ley” podía incluir las cosas que se habían registrado en el libro de Génesis, incluyendo esta profecía por el patriarca Jacob concerniente a la dignidad real de la tribu de Judá.
28. (a) Para que Jesús plenamente ‘diera testimonio a la verdad,’ ¿por qué tuvo que nacer de una familia en particular además de una tribu en particular? (b) ¿Cómo hizo Dios aun más fuerte la promesa del reino, y a quién pertenecía realmente el reino?
28 A fin de “dar testimonio a la verdad” concerniente al reino de Dios Jesús nació de la tribu de Judá. (Heb. 7:14) Pero a fin de que él ‘diera testimonio a la verdad’ plenamente, el nacimiento de Jesús no podía ser en cualquier familia inconspicua de la tribu de Judá. Su nacimiento tenía que ser en la línea de familia de David de Belén; y lo fue. (Rom. 1:1-4) ¿Por qué fue esto? Fue porque David de la tribu de Judá fue hecho rey de Israel, para suceder al rey Saúl y a su hijo Isboset, y entonces, Jehová Dios hizo un contrato o pacto solemne con el rey David para que la dignidad real del pueblo de Dios permaneciera para siempre en la línea de familia real de David. Eso quiso decir que por fin David tendría un heredero permanente para el reino. (2 Sam. 7:11-16; 1 Cró. 17:11-15) Jehová Dios no solo hizo esta promesa al fiel rey David sino que se obligó a esta promesa aun más fuertemente haciendo un juramento. Al jurar así, Dios estaba en realidad jurando a favor de su propio reino, porque el mismo rey David reconoció que el reino sobre Israel en realidad pertenecía a Jehová y que el trono sobre el cual se sentaba en Jerusalén realmente era “el trono de Jehová.” (1 Cró. 29:10, 11, 23) Concerniente a este juramento que era para confirmar el pacto con David para un reino eterno, leemos:
29. ¿Qué tuvo que decir el Salmo 89 en cuanto a este pacto y el juramento de Dios en cuanto al reino de David?
29 “He concluido un pacto para con mi escogido; he jurado a David mi siervo: ‘Aun hasta tiempo indefinido estableceré firmemente tu descendencia, y edificaré tu trono hasta generación tras generación.’ . . . No profanaré mi pacto, y la expresión que salió de mis labios no la cambiaré. Una vez he jurado en mi santidad, a David no le diré mentiras. Su descendencia misma resultará ser aun hasta tiempo indefinido, y su trono como el sol en frente de mí. Como la luna será establecido firmemente por tiempo indefinido, y será un testigo fiel en los cielos.”—Sal. 89:3, 4, 34-37; Hech. 2:30.
30. Por eso, ¿qué fueron las “bondades amorosas para con David” mencionadas en Isaías 55:3, y por qué habrían de ser de seguro fieles?
30 Este pacto del reino y todos sus rasgos son lo que la Palabra de Dios llama las “bondades amorosas para con David,” y el que Dios jurara a ello añadió a la fidelidad y confiabilidad de ello. Por lo tanto, en un tiempo de persecución el pueblo de Dios que depende de que Él cumpla este pacto del reino bien puede adoptar las palabras del salmista, no como duda alguna acerca del pacto, sino como una súplica a Dios concerniente a éste, y decir: “¿Dónde están tus antiguos actos de bondad amorosa, oh Jehová, acerca de los cuales juraste a David en tu fidelidad?” (Sal. 89:49) De manera considerada Dios asegura a su pueblo de su fidelidad al pacto, diciendo: “Prestamente concluiré con ustedes un pacto que durará indefinidamente respecto a las bondades amorosas para con David que son fieles.” (Isa. 55:3) Jesucristo en particular podía adquirir consuelo de esta promesa divina.
31. (a) Por eso, ¿por qué nació Jesús en la línea de familia real de David? (b) ¿Cómo respondió así Jehová a la oración del Salmo 132:1-18?
31 Por lo tanto, a fin de hacer del pacto del reino una verdad eterna, Jesús nació en la línea de familia real de David, para llegar a ser el Heredero Permanente de David. Así Jehová no se probó falso al rey David y no se retrajo de dar a aquel rey ungido un heredero permanente. Jehová contestó la oración hecha a él en el Salmo 132:1-18: “A causa de David tu siervo, no vuelvas atrás el rostro de tu ungido. Jehová ha jurado a David, verdaderamente él no se retirará de ello: ‘Del fruto de tu vientre pondré en tu trono. . . . Allí haré crecer el cuerno de David. He puesto en orden una lámpara para mi ungido. Vestiré de ignominia a sus enemigos; pero sobre él florecerá su diadema.’”
32, 33. ¿Cómo dio testimonio Pedro el día del Pentecostés al juramento del reino de Dios a David y a su cumplimiento?
32 El apóstol Pedro fue uno que dio testimonio a la verdad de todo eso. El día de la fiesta del Pentecostés, cincuenta días después que Jesucristo fue resucitado de entre los muertos, Pedro explicó el derramamiento del espíritu santo de Dios sobre los discípulos de Cristo allí en Jerusalén y dijo:
33 “Hermanos, es permisible hablarles con franqueza de expresión respecto al cabeza de familia David, que falleció y también fue sepultado y su tumba está entre nosotros hasta este día. Por lo tanto, porque era profeta y sabía que Dios le había jurado con juramento que sentaría a uno del fruto de sus lomos sobre su trono, vio de antemano y habló respecto a la resurrección del Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne vio corrupción. A este Jesús lo resucitó Dios, del cual hecho todos nosotros somos testigos. Por eso, debido a que fue ensalzado a la diestra de Dios y recibió del Padre el espíritu santo prometido, él ha derramado esto que ustedes ven y oyen. De hecho David no ascendió a los cielos, sino que él mismo dice: ‘Jehová dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra, hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies.”’ Por lo tanto sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero.”—Hech. 2:29-36.
“SEÑOR” DEL REY DAVID
34. (a) ¿Cómo llegó a ser Jesucristo el Señor de David, y dónde predijo David este giro de acontecimientos? (b) ¿Cuándo reconocerá personalmente David el señorío de Jesús?
34 Aquí el apóstol Pedro, bajo inspiración del espíritu santo derramado, declaró que el ensalzado Jesucristo era el Señor del rey David, es decir, superior al rey David. El trono del rey David había sido simplemente un trono terrestre llamado “el trono de Jehová”; pero la posición de Jesucristo en un trono era una posición celestial, a la propia diestra de Dios. Él sería un rey celestial, inmortal, eterno. En el futuro cercano, cuando David sea resucitado de entre los muertos, él aprenderá acerca de su descendiente, Jesucristo, y reconocerá a éste que ha sido exaltado como su Señor, el verdadero Cristo o Ungido. En el Salmo 110, el rey David predijo el señorío de Jesucristo. El apóstol Pedro citó el primer versículo de este salmo y lo aplicó a Jesucristo, como cumpliéndose en él. Así, en realidad, el inspirado Pedro aplicó el salmo entero a Jesucristo. El apóstol Pablo también lo aplica a él.
35. ¿A quién juró Jehová en el Salmo 110:4, y en cuanto a qué?
35 Este salmo de David informa de Jehová como jurando de nuevo, pero esta vez no al rey David sino al Señor de David a la diestra de Dios en los cielos. Dirigiéndolo a él mismo, el versículo cuatro del Salmo 110 anuncia: “Jehová ha jurado (y no sentirá pesar): ‘¡Tú eres sacerdote hasta tiempo indefinido a la manera de Melquisedec!”’ Por consiguiente, Jehová juró así a su Hijo, Jesucristo.
36. ¿Qué había de especial en cuanto a la “manera” de Melquisedec, y cómo se mostró ser superior a Abrahán?
36 ¿Quién era este Melquisedec cuya “manera” iba a ser imitada en el Señor de David, Jesucristo? La Ley dada por medio de Moisés, incluyendo el libro de Génesis, nos informa. Melquisedec no era tan solo un sacerdote, sino también un rey. De acuerdo con Génesis 14:17-20, él salió de la ciudad real para encontrar al patriarca Abrahán cuando éste volvía victorioso de la batalla. Leemos: “Melquisedec, rey de Salem, sacó pan y vino, y él era sacerdote del Dios Altísimo. Entonces lo bendijo y dijo: ‘¡Bendito sea Abrán del Dios Altísimo, Productor del cielo y la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado a tus opresores en tu mano!’ Con eso Abrán le dio el décimo de todo.” Melquisedec, por lo tanto, era superior a Abrán.
37. (a) ¿De quién heredó Jesús el reino? (b) ¿Obtuvo Jesús su sacerdocio para siempre del Sumo Sacerdote Aarón, o cómo?
37 En Hebreos 6:20 al 7:17 la declaración juramentada del Salmo 110:4 se aplica a Jesucristo. La “manera” en que él es como el rey-sacerdote Melquisedec se explica punto por punto. Melquisedec como rey-sacerdote no tuvo sucesor en la Tierra. Jesucristo no heredó ni el sacerdocio ni el reino de Melquisedec. Llegó a ser el Heredero Permanente del rey David de acuerdo con el pacto del reino, pero él no heredó su sacerdocio del Sumo Sacerdote Aarón de la tribu de Leví. Jesús no había nacido en la tribu de Leví, porque él tenía que ser descendiente de David. ¿Cómo obtuvo Jesús su sacerdocio para siempre? Fue mediante el juramento de Jehová tal como se da en el Salmo 110:4.
38. ¿Cómo se cumplió en Jesucristo lo que prefiguró Melquisedec, y por eso, a causa de qué no le pesará a Jehová?
38 Dado que el Melquisedec antiguo iba a mostrar la “manera” de un futuro Rey-Sacerdote, Melquisedec fue una figura histórica profética y prefiguró al Rey-Sacerdote mayor, Jesucristo. Lo que Melquisedec prefiguró llegó a ser cierto en Jesucristo. El nombre de Melquisedec significa “Rey de Justicia”; y como rey de Salem, cuyo nombre significa “Paz,” él también era “rey de paz.” No obstante, Jesucristo fue el Melquisedec verdadero a quien Dios tenía pensado mucho tiempo antes; él fue el verdadero “Rey de justicia,” el verdadero “Rey de paz.” Él es el verdadero Rey-Sacerdote que hace expiación eterna para toda la humanidad y quien reinará pacíficamente sobre toda la Tierra. A Jehová Dios nunca le pesará el haber jurado hacerle Rey-Sacerdote.
LA VERDAD PERSONIFICADA
39. ¿Cómo fue la verdad Jesucristo, y cómo dio testimonio realmente a la verdad?
39 A causa de todo esto se manifiesta que Jesucristo es la Verdad. Es la realización de la verdad a la cual habían señalado las sombras de la ley mosaica como también las profecías de las Escrituras Hebreas. Todas esas cosas de clase profética estaban enfocadas en él. Para esto nació y para esto vino al mundo a fin de dar testimonio a la verdad de esas cosas mediante el cumplirlas. Él fue la Verdad viviente de aquellas revelaciones del propósito de Dios, las cosas de las cuales Dios había jurado.
40, 41. (a) En estos respectos, ¿por qué estuvo en lo correcto Jesús al decir que era la verdad? (b) Como tal, ¿a qué personas beneficia, y cómo muestra Pablo esto en Romanos 15:8-12?
40 Cuando estuvo sobre la Tierra como hombre, Jesús estuvo resuelto a dar testimonio a la verdad de la palabra registrada de Dios en las Escrituras Hebreas. La noche en que cayó en las manos de sus enemigos dijo a sus apóstoles fieles: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí.” (Juan 14:6) ¿No estaba en lo correcto al decir esto? Sí, porque él realmente era la Verdad. Él no era Mesías o Cristo en sombra. Él era el verdadero prometido. Él no era rey-sacerdote en sombra. Él era sustancialmente el verdadero que había sido prefigurado. Siendo así, él beneficia no solo a los judíos circuncisos sino también a todas las naciones no judías. Por lo tanto, el apóstol Pablo dice:
41 “Digo que Cristo realmente vino a ser ministro de los circuncisos a favor de la veracidad de Dios, para confirmar las promesas que Él hizo a los antepasados de ellos, y para que las naciones glorificasen a Dios por su misericordia. Así como está escrito: ‘Por eso es que abiertamente te reconoceré entre las naciones y tocaré melodía a tu nombre.’ Y de nuevo dice: ‘Alégrense, naciones, con su pueblo.’ Y otra vez: ‘Alaben a Jehová, todas las naciones, y alábenlo todos los pueblos.’ Y otra vez dice Isaías: ‘Habrá la raíz de Jesé [padre del rey David], y habrá uno levantándose para gobernar naciones; en él cifrarán su esperanza naciones.’”—Rom. 15:8-12; Sal. 18:49; 117:1; Deu. 32:43; Isa. 11:10.
42. (a) ¿Cómo llegó a ser Jesús realmente “ministro de los circuncisos”? (b) ¿Cómo ‘confirmó’ Jesús las promesas de Dios hechas a los antepasados?
42 Una vez cuando se encontró con una mujer fenicia, Jesucristo dijo: “No fui enviado a nadie aparte de las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Cuando envió a sus doce apóstoles a predicar el reino de los cielos, Jesús les dijo: “No se vayan por el camino de las naciones, y no entren en ciudad samaritana; sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” (Mat. 15:24; 10:5, 6) Así, debido a que nació y fue circuncidado como judío bajo la ley mosaica, Jesús “realmente vino a ser ministro de los circuncisos.” Este ministerio de Jesucristo a los judíos circuncisos fue hecho “a favor de la veracidad de Dios,” debido a que Jehová Dios le había dicho a los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob que todas las naciones de la Tierra se bendecirían por medio de su descendencia. Naturalmente, por nacimiento humano, su “descendencia” se compondría de israelitas o judíos, hebreos. (Gén. 22:18; 26:4; 28:14) Por lo tanto, de acuerdo con el orden natural de las cosas fue necesario que Jesucristo estableciera “la veracidad de Dios” en lo que respecta a aquellas promesas hechas a los tres patriarcas hebreos; ¿cómo? Mediante el ofrecer primero a los judíos la oportunidad de recibir la bendición abrahámica y llegar a ser la descendencia espiritual de Abrahán. Era absolutamente obligatorio sobre Jesús el respetar el juramento de Jehová Dios, porque Dios había jurado que sus promesas a los patriarcas eran verídicas, y Jesús tenía que “confirmar” esas promesas.
43. (a) A fin de mantener ¿qué cosa sacó Jehová a los descendientes de los antepasados fuera de Egipto? (b) ¿Cómo fortaleció Sus promesas a los antepasados?
43 A los descendientes circuncisos de los patriarcas, Moisés dijo: “Fue debido a amarlos Jehová y debido a cumplir la declaración jurada que él había jurado a sus antepasados que Jehová los sacó . . . de la mano de Faraón el rey de Egipto.” (Deu. 7:8) El juramento de Dios a los patriarcas se menciona además en el Salmo 105:7-11,b que dice: “Él es Jehová nuestro Dios. Sus decisiones judiciales se hallan en toda la tierra. Él ha recordado su pacto hasta tiempo indefinido, la palabra que mandó, a mil generaciones, el cual pacto concluyó con Abrahán, y su declaración juramentada a Isaac, y cuya declaración mantuvo subsistiendo como disposición reglamentaría aun a Jacob, como un pacto indefinidamente duradero aun a Israel, diciendo: ‘A ti te daré la tierra de Canaán como la porción de tu herencia.’”—Vea también Génesis 24:6, 7; 50:24; Éxodo 6:8; Jeremías 11:4, 5.
44. ¿Qué personas, principalmente, respetan el juramento de Dios?
44 Jehová Dios respeta su propio juramento y nunca le falla. Así mismo, Jesucristo, cuando estuvo en la Tierra, respetó el juramento de Jehová y se esforzó por probar su veracidad.
45. (a) ¿En quiénes se cumplen los juramentos de Dios en cuanto al reino y el sacerdocio? (b) ¿Con qué acontecimientos históricos llegó la verdad de Dios?
45 Así es que en Jesucristo hallamos cumplido el juramento de Dios en afirmación del pacto que hizo con David para un reino eterno, y el juramento de Dios que apoya su asignación de un sacerdote para siempre según la manera de Melquisedec. Con el nacimiento de Jesús en la Tierra, su venir al mundo al tiempo de su bautismo en agua, sus tres años y medio de servicio público a favor del reino de Dios, su muerte en fidelidad a Dios, su resurrección de entre los muertos y su ensalzamiento al cielo, con todos estos acontecimientos históricos llegó la verdad, llegó la verdad de Dios. La entera carrera de Jesucristo fue así un dar testimonio a la verdad.
¡POR FIN LA RESPUESTA!
46. ¿Cuál, entonces, es la respuesta de la Biblia a la pregunta del gobernador romano: “¿Qué es la verdad?”?
46 ¿Cómo, entonces, contestaremos la pregunta que hizo a Jesús el gobernador romano Poncio Pilato, es decir, “¿Qué es la verdad?” ? Según las circunstancias bajo las cuales se hizo la pregunta, la respuesta de la Biblia debe ser: La “verdad” es el reino de Dios con Jesucristo el “Hijo de David” sirviendo como Rey-Sacerdote en el trono.
47. (a) ¿Qué, por lo tanto, no es raro en cuanto a la doctrina de la Biblia? (b) ¿Cómo se recalca el puesto de rey de Dios en el último libro de las Escrituras Hebreas y en el primer libro de las Escrituras Griegas Cristianas?
47 ¿Ha de sorprendernos, entonces, que el reino de Dios por Cristo sea la doctrina o enseñanza principal de la Santa Biblia? Desde su primer libro, Génesis, el cual refiere de la figura profética, Melquisedec, hasta su último libro, Revelación, el cual describe el nacimiento del Reino y su dominio por mil años, la Biblia se adhiere al tema del reino mesiánico de Dios. En armonía con eso, en el último libro escrito de las antiguas Escrituras Hebreas Dios llama la atención a su propio puesto de rey, diciendo: “‘Rey grande soy,’ ha dicho Jehová de los ejércitos, ‘y mi nombre inspira temor entre las naciones.’” (Mal. 1:14) Y, de acuerdo con el primer libro de las Escrituras Griegas Cristianas, cuando Jesús el Hijo de Dios vino al mundo para comenzar su servicio mesiánico a Dios, fue precedido por un precursor, Juan el Bautista, que proclamó a los judíos circuncisos: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.”—Mat. 3:1, 2.
48. ¿Cómo recalcó Jesús la doctrina del Reino cuando vino después de Juan el Bautista y cuando predijo la conclusión de este sistema de cosas?
48 Cuando Jesucristo vino después de Juan el Bautista, él dijo también: “El tiempo señalado se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas.” (Mar. 1:14, 15) Finalmente, cuando Jesucristo predijo la predicación que marcaría su retorno y segunda presencia y la conclusión del sistema de cosas, ¿cuál doctrina bíblica en particular dijo él que sería predicada por sus discípulos? Sus palabras registradas en Mateo 24:14 dan la respuesta: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:3, 14.
49, 50. (a) De acuerdo con Revelación 11:15-18, ¿por qué hay buena razón hoy en día para predicar esa doctrina bíblica de manera preeminente? (b) El arrojar a Satanás del cielo había de seguirse ¿por qué anuncio pertinente a través del cielo?
49 Hoy en día, hay buena razón para que esa doctrina bíblica sea predicada de manera preeminente. ¿Por qué? Porque esta “conclusión del sistema de cosas” habría de ser el tiempo para que naciera el reino mesiánico de Dios en los cielos, tal como se representa proféticamente en el último libro de la Biblia, Revelación. Ante este acontecimiento muchas voces en el cielo se unirían en anunciar: “El reino del mundo ha llegado a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él gobernará como rey para siempre jamás.” También al Señor Dios, quien es el Poder real detrás del reino mesiánico, habría de ofrecerse agradecimiento con estas palabras: “Te damos gracias, Jehová Dios, el Todopoderoso, el que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder y has empezado a gobernar como rey. Pero las naciones se airaron, y vino tu propia ira.” (Rev. 11:15-18) Además, después de arrojar del cielo abajo a la Tierra a Satanás el resistidor principal del reino celestial, habría de hacerse el anuncio en voz alta a través de todo el cielo:
50 “¡Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado hacia abajo el acusador de nuestros hermanos, que los acusa día y noche delante de nuestro Dios!”—Rev. 12:5-10.
LA “PALABRA DE LA VERDAD”
51. A causa de los detalles que nos proporciona y a causa de sus escritores, ¿qué se llama correctamente la Biblia?
51 El reino mesiánico de Dios es la “verdad,” para dar testimonio a la cual Jesús nació y vino al mundo. Dado que la Santa Biblia nos suministra plenamente los detalles acerca de este reino, se habla correctamente de la Santa Biblia como de “la palabra de la verdad.” Los hombres que participaron en escribir la Biblia bajo inspiración buscaban la verdad. Por ejemplo, el rey Salomón se refirió a sí mismo como el congregador del pueblo de Dios y escribió: “El congregador procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad.” (Ecl. 12:10) El ángel que fue enviado para decirle al profeta Daniel mucha información vital concerniente al “tiempo del fin,” en el cual estamos viviendo hoy en día, dijo: “Te diré las cosas anotadas en la escritura de la verdad . . . Y ahora te diré lo que es la verdad.” (Dan. 10:21; 11:2; 12:4) El apóstol Pablo, un sobresaliente contribuyente a la Biblia, escribió a compañeros cristianos: “Que sirviésemos para la alabanza de su gloria, nosotros los que hemos sido los primeros en esperar en el Cristo. Pero ustedes también esperaron en él después que oyeron la palabra de la verdad, las buenas nuevas acerca de su salvación.”—Efe. 1:12, 13.
52, 53. (a) Para servir como instrumento de la verdad, ¿cómo tiene que manejarse la Biblia, y qué muestra si la cristiandad la ha manejado de esta manera o no? (b) ¿En qué deben andar los cristianos, hoy así como en el primer siglo, y cómo se puede hacer esto?
52 A fin de que la Biblia sirva como el instrumento para nuestra predicación y enseñanza de la verdad, debe ser manejada de la manera correcta. Por lo tanto, cuando el apóstol Pablo le dijo a un superintendente de una congregación cristiana que prestara constante atención a sí mismo y a su enseñanza, él dijo: “Haz lo sumo posible para presentarte aprobado a Dios, trabajador que no tiene de qué avergonzarse, manejando la palabra de la verdad correctamente.” (2 Tim. 2:15; 1 Tim. 4:16) Hoy en día la cristiandad hace alarde de tener más de 900.000.000 de miembros y ha tenido la Biblia en forma escrita o impresa por muchos siglos. ¿Ha manejado ella correctamente esta “palabra de la verdad”? No; porque ella enseña religión de mil diferentes maneras, tal como se representa en sus centenares de sectas religiosas. La cristiandad, como representación del cristianismo, es una mentira. Por el contrario, el cristianismo, el cual está basado en la Santa Biblia y el cual maneja correctamente la Biblia, es la verdad. Los cristianos verdaderos deben seguir la Biblia si han de andar en la verdad.
53 Eso es lo que hicieron los cristianos en el primer siglo, en la pureza de su fe. Dando testimonio a este hecho, el apóstol Juan escribió a un compañero creyente de nombre Gayo y dijo: “Me regocijé muchísimo cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de la verdad que tienes, así como sigues andando en la verdad. No tengo mayor causa de sentir agradecimiento que estas cosas, que oiga yo que mis hijos siguen andando en la verdad.”—3 Juan 3, 4.
54. (a) En aquel entonces ¿qué “palabra” se necesitaba para que uno fuera engendrado como hijo espiritual de Dios? (b) A fin de ser cristianos verdaderos, ¿con qué tenemos que originar, y cómo debemos amar?
54 En aquel entonces un individuo no podía llegar a ser cristiano verdadero, engendrado como hijo espiritual de Dios, a menos que oyera y estudiara y creyera la verdad. El discípulo Santiago llama la atención a esta necesidad de la verdad cuando escribe: “No se extravíen, mis amados hermanos. Toda dádiva buena y todo don perfecto es de arriba, porque desciende del Padre de las luces celestes, y con él no hay la variación del giro de la sombra. Porque fue su voluntad, él nos produjo por la palabra de la verdad, para que fuésemos ciertas primicias de sus criaturas.” (Sant. 1:16-18) Un cristiano verdadero puede surgir únicamente de la verdad. El apóstol Juan, a quien le gustaba mucho escribir acerca de la verdad, escribió a cristianos a quienes quería mucho: “Hijitos, no amemos de palabra, ni con la lengua, sino en hecho y verdad. En esto conoceremos que nos originamos de la verdad, y aseguraremos nuestro corazón delante de él.” (1 Juan 3:18, 19) Por lo tanto, si deseamos asegurar nuestros corazones delante de Dios de que somos cristianos genuinos, debemos originarnos de la verdad que se nos trae y debemos tener amor fraternal. Si nos originamos del mundo, estaremos en el error.—1 Juan 4:4-7.
55. ¿Cómo podemos evitar estar en el error y ser un anticristo?
55 En vista del hecho de que Jesucristo es “la verdad,” como él mismo dijo en Juan 14:6, debemos tener la creencia correcta acerca de él si hemos de originarnos de la verdad y estar en la verdad, y no ser un anticristo. Si no creemos que él nació en la carne y vino al mundo para ser el testigo principal de Dios para testificar a “la verdad,” entonces estamos en el error y nos originamos del mundo y no somos cristianos verdaderos.—1 Juan 4:1-6.
56. A causa de conocer la verdad, queremos asociarnos ¿con qué organización, de acuerdo con 1 Timoteo 3:14, 15?
56 Por medio de la Santa Biblia, la “palabra de la verdad” de Dios, sabemos la respuesta a la pregunta: “¿Qué es la verdad?” También deseamos asociarnos con la organización visible de Dios de la verdad. Él se valió de Jesucristo su Hijo glorificado para fundar esta organización el día del Pentecostés, cincuenta días después de su resurrección. De acuerdo con las palabras inspiradas de 1 Timoteo 3:14, 15, esta organización es la “casa de Dios, que es la congregación del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad.”
57. ¿Qué, por lo tanto, estamos determinados a hacer tocante a la verdad?
57 Por lo tanto, en vez de tratar de derribar la verdad—una cosa imposible—haremos nuestra parte en apoyar la verdad del Reino, poniéndola en alto para que todos la vean. A todas las naciones les presentaremos la respuesta de la Biblia a la pregunta: “¿Qué es la verdad?” Participaremos con la “congregación del Dios vivo” en predicar la verdad, “estas buenas nuevas del reino,” haciéndolo así en toda la tierra habitada para un testimonio a todas las naciones antes de que llegue el fin. (Mat. 24:14) Todo el que es de la verdad escuchará nuestra voz mientras servimos como sustitutos por Cristo.—Juan 18:37; 2 Cor. 5:20.
[Notas]
a La declaración en latín dice: “Auctor nominis eius Christus, Tiberio imperitante, per procuratorem Pontium Pilatum supplicio affectus est.”
b Vea las Obras de Tácito, tomo 1, página 423, edición de 1858, por Harper y hermanos, Nueva York, N.Y. También la Cyclopœdia de M’Clintock y Strong, tomo 8, página 199, columna 2. También, The Encyclopedia Americana, tomo 22 de la edición de 1929, página 83, bajo “Pilato.”
Otros casos en que Dios juró verbalmente o alzando la mano son: A los antepasados: Números 11:12; 32:11; Deuteronomio 1:8, 35; Miqueas 7:20. A Israel: Números 14:16, 28, 30; Nehemías 9:15; Salmo 95:10, 11; Hebreos 3:17, 18; 4:3; Ezequiel 20:5, 6. A Moisés: Deuteronomio 4:21.
Es interesante notar que Jehová Dios jura por su propio nombre (Jer. 44:26, 27); por su propia alma (Jer. 51:14; Amós 6:8); por su santidad (Amós 4:2); por la “Superioridad de Jacob” (Amós 8:7); por sí mismo (Isa. 45:23; Jer. 49:13; 22:5); así como él vive para siempre (Deu. 32:40, 41); y concerniente a su propósito (Isa. 14:24); concerniente a otro diluvio (Isa. 54:9); y concerniente al comer y el beber de sus siervos.—Isa. 62:8, 9.