Preguntas de los lectores
● ¿Cuándo aplica el período en que se pone a alguien a prueba? ¿Antes de la expulsión, durante el período de expulsión, o después del restablecimiento?—L. D., Estados Unidos.
Si un hermano ha cometido algún mal por el que merezca expulsión, pero el comité de la congregación cree que no debe ser expulsado por causa del arrepentimiento sincero de él o por otras circunstancias atenuantes, el comité puede someterlo a prueba más bien que expulsarlo. Los miembros del comité determinarían los términos de esta prueba según el juicio de ellos, teniendo presente los hechos o necesidades del caso particular implicado. Si el hermano que ha errado obra completamente de acuerdo con los términos de la prueba durante el período determinado por el comité, la prueba puede darse por terminada y no se efectúa la expulsión.
Si se expulsa a algún hermano, sin embargo, no se le pondría a prueba al mismo tiempo. A él se le ha separado terminantemente de la congregación y la congregación no tiene nada que ver con él, no ejerce dominio sobre él fuera de la congregación, no le restringe en sus actividades afuera en el mundo. El que la congregación tratara de hacer tal cosa contradiría el acto de expulsión, lo cual quiere decir un rompimiento completo de relaciones entre el expulsado y la congregación. Él no tiene ninguna responsabilidad ante la congregación, y la congregación no tiene que ver con él, no trata de tener dominio sobre él afuera, no intenta ordenar su conducta afuera.
Si una persona que ha sido expulsada demuestra arrepentimiento sincero y un deseo de que se le restablezca, el comité puede restablecerle terminado el período de tiempo que se considere conveniente al caso. Al haberse hecho esto, puede que el comité quiera imponerle unas restricciones y poner a la persona a prueba. El comité puede hacer esto ahora, puesto que la persona ha sido restablecida y es nuevamente parte de la congregación, y la congregación ha vuelto a tratar con la persona.
De modo que, para contestar la pregunta: se puede poner a alguien a prueba sin ser expulsado o después de ser restablecido, pero es completamente ilógico el que el comité tratara de imponer una prueba a uno que ha echado fuera y con quien ni tiene relaciones ya. Hablan a él solamente si se acerca para discutir con ellos el asunto de su restablecimiento. Para ilustrar: puede que una persona en la sociedad viole una ley. Se le condena y se le encarcela. Se le ha separado de la comunidad; no está a prueba cuando ha sido expulsada de la sociedad y mientras cumple prisión. Pero cuando se le pone en libertad y regresa a la sociedad puede ser que se le ponga a prueba y tenga que dar cuenta de sus acciones regularmente a algún funcionario. O puede ser que cuando se le halle culpable en vez de enviarla a la cárcel le suspendan la sentencia y le sometan a prueba sin que tenga que ser separada de la sociedad. Lo mismo puede ser con relación a la congregación cristiana. Un punto final. Lo susodicho no quiere decir que se debe poner a prueba a todo ofensor sin expulsarlo, ni tampoco que necesariamente tenga que sometérsele a prueba después de ser restablecido. Todo esto se deja al juicio del comité de la congregación local.
● Una nota al pie de la página 138 de “New Heavens and a New Earth” se refiere a ciertos números como números perfectos. Uno de ellos es el número “3.” ¿En qué sentido es un número perfecto?—R. I., Estados Unidos.
El número “3” es un número de énfasis perfecto o completo. En diferentes lugares en la Biblia se declararon algunas cosas tres veces con el propósito de dar énfasis. Por ejemplo, antes de que los judíos fueran derrocados y llevados cautivos por Babilonia se les amonestó: “No confiéis en las palabras mentirosas, de aquellos que dicen: ¡El Templo de Jehová, el Templo de Jehová, el Templo de Jehová son estos edificios!” Los judíos apóstatas habían contaminado el templo, no obstante venían a él para que se les perdonaran sus abominaciones. Jehová manifestó que no preservaría a ese templo contaminado, así como no preservó el tabernáculo en Silo cuando fué contaminado, y que el llamarlo “el Templo de Jehová” era mentira. Estas palabras mentirosas fueron declaradas tres veces para dar énfasis. También mediante una repetición triple Jehová recalcó el trastorno del reino infiel: “Haré que haya trastorno, trastorno, trastorno.”—Jer. 7:4-14; Eze. 21:27.
En el jardín de Getsemaní Jesús estuvo afligido y sumamente atribulado, y tres veces oró que si fuera posible la copa que había de beber fuera quitada, sin embargo que se hiciera la voluntad de Jehová. Esto dió énfasis completo a la oración, así como después de su muerte y resurrección su instrucción declarada tres veces a Pedro de que alimentara a las ovejas hizo el mandato perfectamente enfático. En otra ocasión se le hizo enfático un asunto a Pedro por medio de repetírsele éste tres veces, a saber, cuando estuvo en el techo y en un arrobamiento vió animales considerados inmundos pero sus objeciones a comer por esa razón fueron vencidas por el mandato divino de comer, mandato que fué hecho perfectamente enfático al ser declarado tres veces. El énfasis y la intensidad de la altura superlativa del arrobamiento de Pablo se indican por el hecho de que él fué arrebatado “hasta el tercer cielo.” Otra ilustración de perfección de énfasis mediante el declarar algo tres veces es la de las cuatro criaturas vivientes que dicen: “Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso, que era y que es y que viene.”—2 Cor. 12:2; Apo. 4:8; Mat. 26:39-44; Juan 21:15-17; Hech. 10:9-16, NM.
Información adicional sobre números perfectos puede hallarse en las páginas 537 y 538 de La Atalaya del 1 de septiembre de 1952.
● ¿Cómo deben entenderse correctamente las palabras de Jesús registradas en Lucas 20:34-36 (NM): “Los hijos de este sistema de cosas se casan y se dan en matrimonio, pero los que se han juzgado como dignos de alcanzar ese sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos ni se casan ni se dan en matrimonio. De hecho, ni pueden ellos morir más, porque son como los ángeles, y son hijos de Dios por ser ellos hijos de la resurrección”?—H. K., Canadá.
Jesús habló de esta manera al contestar una pregunta propuesta por los saduceos, los cuales no creían en la resurrección. Ellos presentaron su pregunta a Jesús respecto a una mujer bajo la ley de matrimonio de levirato, y por eso bajo la ley mosaica y no una cristiana. Querían saber si ella o los de su clase entre la humanidad se casarían en la resurrección, y, si fuera así, la esposa de quién sería en caso de que hubiera tenido siete hermanos como esposos, en armonía con el arreglo de matrimonio de levirato. Esta mujer bajo la ley de Moisés no tendría una esperanza celestial, y los saduceos no tenían conocimiento en cuanto a una clase celestial. La pregunta se hizo concerniente a alguien que fuera resucitado en la carne para vivir en la tierra. Por eso la contestación de Jesús tiene que ver con una clase terrenal.—Luc. 20:27-33.
Cuando se le pone fin a “este sistema de cosas” en el Armagedón, entonces las personas ya no podrán ser hijos de él. En consecuencia, los que en un tiempo eran hijos de este sistema de cosas pero que murieron no pueden ser hijos de él si se levantan en una resurrección. Es sólo por medio de una resurrección que persona alguna de entre los muertos entra en el nuevo mundo, “ese sistema de cosas.” Habiendo sido juzgados dignos de una resurrección de entre los muertos, ni se casarán ni se darán en matrimonio, como dijo Jesús. En este respecto serán como los ángeles, que ni se casan ni procrean de su clase.—Mat. 22:30; Mar. 12:25.
Pero después de su resurrección durante el reinado de mil años de Cristo bajo ese nuevo sistema de cosas, la pregunta es: ¿Se probarán dignos de llegar a ser hijos de ese sistema de cosas para siempre? “Alcanzar ese sistema de cosas” quiere decir más que sencillamente levantarse del sepulcro, entrar y dar los primeros pasos en el nuevo mundo sin fin. ¿Abrazarán el camino de integridad a Jehová y se mantendrán en él los que vuelven de la muerte en la resurrección de los injustos? Sabemos que algunos no harán esto en la prueba final que viene al fin del milenio, que no lo alcanzarán, pues descenderán a la muerte, y por eso no estarán entre aquellos de quienes se dice: “Ni pueden ellos morir más.” Sin embargo, muchos otros mantendrán integridad a través de esta prueba final y serán juzgados “como dignos de alcanzar ese sistema de cosas,” y por esta razón no pueden morir más a manos de cualquier otra criatura.—Apo. 20:7-9.
Es cosa segura que después de esa prueba final los que han sido juzgados dignos del nuevo mundo y que tienen el derecho a la vida eterna, así como los ángeles tienen ese derecho, no se casarán ni se darán en matrimonio. Pero aun antes de alcanzar el perpetuo nuevo sistema de cosas éstos que vuelven a la vida en la resurrección de la humanidad no se casan, porque aun antes de la prueba final ellos son hijos de la resurrección. El privarlos de casarse y de que sean dados en matrimonio no espera hasta que sus nombres sean escritos en el libro de la vida y hasta que sean juzgados como dignos del sistema de cosas sin fin. (Apo. 20:12, 15) Para el tiempo que ellos vuelvan de entre los muertos mediante una resurrección, el paraíso se habrá extendido a través de la tierra y el cumplimiento representativo del mandato de procreación habrá sido efectuado por los sobrevivientes del Armagedón y la prole de ellos. (Gén. 9:1; Mat. 24:37; Luc. 23:43) Ese trabajo habrá sido llevado a cabo por los de la clase de las “otras ovejas” que viven ahora y que sobrevivan al Armagedón. Las palabras de Jesús en Lucas 20:34-36 no excluyen a éstos de casarse y de procrear, puesto que no mueren nunca y por eso no son hijos de la resurrección.
Es aun razonable y permisible abrigar el pensamiento consolador de que aquellos de las otras ovejas que ahora mueren en fidelidad tendrán una resurrección temprana y vivirán durante el tiempo en que el mandato de procreación esté en cumplimiento y en que las condiciones paradisíacas se estén extendiendo a través del globo y que ellos participarán en este servicio divinamente otorgado. Jehová les extiende la esperanza de ese servicio ahora, y no parece razonable que él deje que pierdan el privilegio por causa de una muerte inoportuna en estos días, tal vez una muerte que les venga por ser fieles a él.—Véase “La verdad os hará libres”, páginas 362, 363.