-
Oportunidad terrestre hecha accesible por la resurrecciónLa Atalaya 1965 | 15 de agosto
-
-
Dios sobre la base de la fe, a fin de conocerle a él y el poder de su resurrección y una participación en sus sufrimientos, sometiéndome a una muerte como la de él, para ver si de algún modo puedo lograr alcanzar la resurrección más temprana de entre los muertos.”—Fili. 3:8-11, NM; Ro.
23. (a) En cuanto a fe en la resurrección, ¿a quiénes hacemos bien en imitar? (b) ¿En qué respectos queremos que la esperanza de la resurrección nos ayude, y por qué damos gracias a Dios?
23 Hacemos bien en imitar al apóstol Pablo. Pero principalmente imitamos al Señor Jesucristo, que también cifró su esperanza en el poder del Dios Todopoderoso para resucitarlo de entre los muertos al tercer día y que ahora a él mismo se le ha confiado el poder de levantar a los muertos durante su reino. Imitando tanto a Jesucristo como a su apóstol, seamos hechos valerosos como ellos por medio de la esperanza de la resurrección. Consuélenos la esperanza de la resurrección concerniente a los que se han dormido en la muerte para quienes está reservado un despertamiento. Estimúlenos la esperanza de la resurrección a continuar haciendo la obra del Señor Dios, aun ante la muerte ahora antes del Armagedón, porque sabemos que, a causa de la resurrección de los muertos, nuestra fiel “labor no es en vano en lo relacionado con el Señor.” ¡Gracias sean dadas al Dios Todopoderoso que nos da la victoria sobre la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo!—1 Cor. 15:57, 58.
-
-
La religión falsa y los sacrificios humanosLa Atalaya 1965 | 15 de agosto
-
-
La religión falsa y los sacrificios humanos
◆ Un explorador que ha realizado por lo menos siete expediciones en las selvas de la América del Sur informó recientemente acerca de una tribu que quema sus víctimas. Después pulverizan los huesos y esparcen lo que queda en una hoja de plátano y se lo comen. “En rigor no son caníbales,” explica él. “Se trata de un rito religioso. También lo practican entre su propia gente.” (Daily News de Nueva York, 27 de marzo de 1965) Esto ha sido cierto a través de la historia: La religión falsa ha matado atrozmente a decenas de miles de víctimas en sacrificios humanos. Los indios aztecas, por ejemplo, practicaron el sacrificio humano en grande escala. Jacques Soustelle, en su libro Daily Life of the Aztecs, refiere como los aztecas consideraban el sacrificio humano como un deber sagrado que tenían hacia el Sol como dios. Al describir cómo los sacerdotes aztecas, de mantos negros y pelo largo, efectuaban sus sangrientas funciones religiosas, él escribe: “En la forma más usual del rito acostaban a la víctima de espaldas encima de una piedra ligeramente convexa y cuatro sacerdotes sujetaban sus brazos y piernas, mientras que un quinto lo rajaba con un cuchillo de pedernal y le arrancaba el corazón.” Esta, no obstante, solo era una de cierta variedad de formas de efectuar sacrificios humanos. En cuanto a otros tipos, él escribe:
“Mujeres eran dedicadas a las diosas de la Tierra, y mientras bailaban, pretendiendo no estar al tanto de su destino, se les decapitaba; ahogaban niños como ofrenda al dios de la lluvia Tlaloc; las víctimas del dios del fuego, anestesiadas por yauhtli (hachís), eran arrojadas en las llamas; y a los que personificaban el dios Xipe Totec los ataban a una especie de armadura, les disparaban flechas y luego los despellejaban—vistiéndose los sacerdotes mismos con la piel. En la mayoría de los casos, vestían a la víctima, la pintaban y la adornaban para que así representara al dios que se adoraba.”—Págs. 97, 98.
En tiempos antiguos los cananeos comúnmente ofrecían sus hijos como sacrificios humanos a sus dioses falsos, siendo el fuego el medio acostumbrado para sacrificar, tal como ha sido siempre en muchas religiones falsas. Aun el pueblo del Dios verdadero, los israelitas, se pusieron a imitar a los paganos en esta forma abominable de rito religioso. La Biblia nos muestra el punto de vista que Jehová Dios tiene sobre este asunto: “Han construido los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, a fin de quemar a sus hijos y sus hijas en el fuego, cosa que yo no mandé y que no había subido a mi corazón.” (Jer. 7:31) Esta práctica constituye una de las muchas razones por la cual, como muestra la Biblia, no sobrevivirá ningún vestigio de religión falsa para entrar en el nuevo orden de justicia de Dios.
-