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Jehová, Dios de producciónLa Atalaya 1957 | 1 de junio
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palizas, y luego la dramática muerte de un discípulo fiel, Esteban. Dicha persecución causó una dispersión de los ministros cristianos, pero no causó ninguna diminución de su predicación. “Sin embargo, los que habían sido esparcidos fueron por toda la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra.” (Hech. 8:4, NM) Los apóstoles, golpeados y encarcelados, se regocijaban “porque habían sido tenidos por dignos de ser afrentados por causa de su nombre. Y todos los días en el templo y de casa en casa continuaban sin parar enseñando y, declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hech. 5:17, 40-42, NM) El crecimiento continuó a pesar de la persecución. Después de tres años y medio de esta predicación entre los judíos en Palestina, Jehová extendió a personas de otras naciones la oportunidad de llegar a ser ministros cristianos y participar en el testimonio productivo. (Hech. 10:44-48, NM) El núcleo que Jesús había formado con los doce apóstoles rápidamente creció en el primer siglo, esparciéndose hasta remotos rincones del Imperio Romano y fuera de él. Jesús había puesto un buen ejemplo de testificación productiva. Sus apóstoles y discípulos siguieron ese ejemplo para gloria de Dios y para la propia salvación eterna de ellos.—1 Tim. 4:11-16; 2 Tim. 4:1-5, NM.
21. De acuerdo con la profecía bíblica, ¿cuándo lograría alcance global la testificación productiva, y con qué resultado?
21 Después de la muerte de los apóstoles de Cristo esa testificación productiva disminuyó gradualmente y casi cesó por completo. (Hech. 20:29-35; 2 Ped. 2:1-3, NM) Pero, ¿significó eso su fin total? No; al contrario, las palabras de Jesús, los escritos de sus apóstoles y discípulos, así como las profecías dadas por Dios y escritas por hombres fieles que vivieron antes de ellos, todo da testimonio de un período de testificación productiva de extensión global, pero futuro, considerando el tiempo en que ellos vivieron. (Apo. 14:6, 7, NM; Isa. 52:7, 8; Eze. 9:3, 4, 11; Dan. 12:3) Jesús había dicho que al fin del sistema de cosas gobernado por Satanás, las buenas nuevas del reino establecido de Jehová tenían que predicarse en todo el mundo; y que el punto en cuestión del Reino serviría para dividir a las personas de todas las naciones, separándolas como “ovejas y cabras.” (Mat. 24:14; 25:31-46; Mar. 13:9-13, NM) Además, estas “ovejas,” recogidas “de entre todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas,” tienen que llegar a ser una “grande muchedumbre,” que ningún hombre pueda contar; sí, ‘el pequeño llegará a ser mil,’ todo en medio de prosperidad espiritual ilimitada. (Apo. 7:9, NM; Isa. 60:22; 66:14; Miq. 5:2-9) Ese tiempo que en aquel entonces era futuro ha llegado ahora, en nuestro día. Estas cosas, así como otras, realmente están aconteciendo para nosotros ahora. Nosotros tenemos el privilegio indescriptible de ocuparnos en la testificación productiva para alabanza del gran Dios Jehová, el principal Productor de todos.—Salmo 149; Isaías 12.
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No es digna de aceptarse la blanca de la viudaLa Atalaya 1957 | 1 de junio
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No es digna de aceptarse la blanca de la viuda
● El Jersey Journal del 26 de marzo de 1956 decía: “El Monsig. P. B. O’Connor, pastor de la Iglesia católica romana Reina de la Paz, en North Arlington, le causó un sobresalto a su congregación ayer. ‘A los de ustedes que no hayan estado aquí desde el último domingo de ramos,’ dijo el pastor, ‘quiero decirles que no aceptamos plata en el cepillo de colectas. En realidad, pienso conseguir un cepillo que, si se echa una moneda en él, automáticamente haga sonar una campana y dispare dos tiros al aire.’ Se informa que después de esta admonición pastoral los cepillos de colecta estaban tan verdes como los ramos.”
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