Preguntas de los lectores
● Ezequiel 24:16, 17 declara: “No te lamentes, ni llores, ni dejes correr tus lágrimas. Gime, mas en silencio; no harás el duelo de muertos.” Sin embargo en otras ocasiones los israelitas hicieron duelo por los muertos, con aprobación divina. Por eso ¿por qué lo prohibe Jehová en el texto que se cita aquí?—T. M., África ecuatorial francesa.
Porque fué un caso especial. Para enterarnos de las circunstancias, notemos los versículos que rodean el texto: “Y tuve revelación de Jehová; que decía: Hijo del hombre, he aquí que voy a quitarte el deleite de tus ojos de un golpe; pero no te lamentes, ni llores, ni dejes correr tus lágrimas. Gime, mas en silencio; no harás el duelo de muertos; átate el turbante; y ponte el calzado en los pies; y no cubras el labio, ni comas el pan de hombres que están de luto. Hablé pues al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana siguiente hice conforme me había sido mandado. Entonces me decía el pueblo: ¿No nos dirás qué tienen que ver con nosotros estas cosas que haces? Y les contesté: He tenido una revelación de Jehová, que dice así: Di a la casa de Israel: Así dice Jehová el Señor: He aquí que voy a profanar mi Santuario, el orgullo de vuestro poder, el deleite de vuestros ojos, y del cual tiene lástima vuestra alma; y vuestros hijos y vuestras hijas, a quienes dejasteis en la Judea, caerán a cuchillo. Y vosotros haréis como yo he hecho: no cubriréis el labio, ni comeréis el pan de hombres que están de luto; vuestros turbantes estarán sobre vuestras cabezas, y vuestro calzado sobre vuestros pies: No plañiréis, ni lloraréis; sino que os desfalleceréis en vuestras iniquidades, y gemiréis, mirándoos los unos a los otros. Ezequiel pues os servirá de tipo; conforme a todo lo que él ha hecho, haréis vosotros; y cuando esto sucediere, entonces conoceréis que yo soy Jehová el Señor.”—Eze. 24:15-24.
Es posible que la esposa de Ezequiel haya sido infiel a él o a Jehová, y de repente haya sido quitada mediante juicio divino. Ezequiel no debía lamentarse o llorar por ella. Exactamente contrario a los israelitas generalmente, los sacerdotes se descubrían la cabeza en el duelo; pero a Ezequiel, que era de una familia sacerdotal, se le dijo que usara su turbante. El quitarse los zapatos y cubrirse los labios indicaba duelo. Los dolientes comían “el pan de hombres que están de luto,” el cual era alimento que otros les enviaban asumiendo que los dolientes estaban demasiado preocupados con su dolor para proveerse lo necesario físicamente. (Lev. 10:6; 21:1-3, 10; 2 Sam. 15:30; Miq. 3:7) Ezequiel no había de adoptar ninguna de estas señales o evidencias de duelo. Todo esto fué una señal para los israelitas que entonces estaban con él en cautiverio babilónico. Jerusalén, y especialmente el santuario que estaba allí, era el deseo de sus ojos; pero Jehová iba a profanarlo dejando que los babilonios paganos arrasaran la ciudad y el santuario. Muchos de sus parientes allegados en Jerusalén serían muertos; el resto sería llevado cautivo. Empero los israelitas que estaban con Ezequiel en Babilonia no debían lamentarse. Jerusalén se había vuelto infiel y el templo contaminado y ningún arrepentimiento se había manifestado a pesar de años de amonestación paciente. Por eso ahora no deberían apesadumbrarse por este justo juicio procedente de Jehová. El castigo justo que les sobreviene a los inicuos debería aceptarse sin duelo por los malhechores.
Allá en Jerusalén Jeremías estaba amonestando acerca de la destrucción venidera, así como Ezequiel lo estaba haciendo acá en Babilonia. Jeremías registra instrucciones semejantes concernientes al duelo: “Pues así dice Jehová: No entres en la casa del luto, ni vayas a llorar a los muertos, ni los lamentes; porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice Jehová, es decir, mi ternura y compasión. Así grandes como pequeños morirán en esta tierra: no serán sepultados; y nadie los lamentará, ni se sajará por ellos; ni por ellos se hará calvez: y no quebrarán el pan por ellos en su duelo, para consolar los deudos por el muerto; ni les darán a beber la copa de consolación por su padre ni por su madre.” ¿Por qué no? “Por cuanto me dejaron vuestros padres, dice Jehová, y anduvieron en pos de otros dioses, y les sirvieron y los adoraron; y me dejaron a mí y no guardaron mi ley; y en cuanto a vosotros, habéis hecho peor que vuestros padres; pues he aquí que andáis cada uno según la dureza de su perverso corazón, por no escucharme a mí. Por lo tanto os arrojaré de esta tierra a una tierra que no habéis conocido, ni vosotros ni vuestros padres; y allí serviréis a otros dioses, día y noche; porque no os mostraré favor.”—Jer. 16:5-7, 11-13.
Los juicios de Jehová son justos, y la ejecución de ellos se hace con justicia. Los siervos de Jehová, que tienen su espíritu y que aman la justicia y odian la iniquidad, no lamentan la destrucción de los malhechores a mano del ejecutor nombrado de Jehová. La destrucción de los inicuos se hace en vindicación del nombre de Jehová, nombre que ellos han despreciado y blasfemado y reprochado, y de tal vindicación los testigos dedicados de Jehová Se regocijan más bien que lamentarse. Durante cuarenta años Jeremías amonestó a Jerusalén, pero ella no se arrepintió. Las amonestaciones de Ezequiel no trajeron arrepentimiento. Hoy los testigos de Jehová dan una amonestación concerniente a la destrucción del “esclavo malo” y la religión hipócrita y de todos los inicuos; pero no hay arrepentimiento general y el Armagedón aniquilará a los malhechores. Los que sobrevivan al Armagedón no lamentarán la destrucción de aquellos que Jehová juzgue dignos de ella: “Y los muertos por Jehová en aquel día estarán tendidos de cabo a cabo de la tierra: no serán llorados, ni recogidos, ni enterrados, sino que serán como estiércol sobre la haz del campo.”—Jer. 25:33.