El fin de Tiro... ¿fue casualidad?
¿HA OÍDO usted hablar alguna vez de Sur? Probablemente no, pues este puerto en la costa del Líbano no es muy conocido. Se calcula que su población es de menos de 20.000 personas. Los habitantes de Sur viven principalmente de la pesca o de la construcción de botecitos. En Sur y en las ruinas cercanas se ven pocos indicios de la gloria que anteriormente tenía la ciudad. Sí, esto es todo lo que en un tiempo fue la ciudad de Tiro.
Ya para el siglo once antes de la era común, durante el reinado de los reyes judíos David y Salomón, Tiro era el puerto principal de Fenicia. (Compare con 1 Reyes 9:11, 26-28.) Su flota hacía servicio regular en las aguas del Mediterráneo y llegaba aun hasta España. Tiro se hizo rica por sus actividades comerciales, entre ellas la venta de esclavos.
Pero ¿por qué ha dejado de ser Tiro una ciudad importante? ¿Se trata simplemente de una coincidencia?
Hay evidencia clara de que el fin de Tiro no ocurrió por casualidad. Los profetas hebreos habían predicho su fin con siglos de anticipación. ¿Por qué? Porque los habitantes de Tiro, que en un tiempo habían mantenido relaciones amistosas con los reyes judíos, luego se habían hecho traidores, y habían vendido a sus anteriores amigos a la esclavitud.
Entre las declaraciones proféticas contra Tiro figuran las siguientes: “[Yo Jehová] pagaré de vuelta su trato sobre sus cabezas Porque . . . [a] los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén los han vendido a los hijos de los griegos.” (Joel 3:4-6) “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Debido a tres sublevaciones de Tiro, y debido a cuatro, no lo volveré atrás, debido a que entregaron a un cuerpo completo de desterrados a Edom, y porque no recordaron el pacto de hermanos. Y ciertamente enviaré un fuego sobre el muro de Tiro, y tendrá que devorar sus torres de habitación.’”—Amós 1:9, 10.
El Soberano Supremo, Jehová Dios, no iba a tolerar indefinidamente tal acción traidora. Los hechos de la historia afirman innegablemente que las profecías acerca de Tiro se cumplieron progresivamente.
El sitio de Nabucodonosor
La ciudad sufrió su primer gran golpe a manos del rey babilonio Nabucodonosor en el sexto siglo antes de la E.C. Según Josefo, historiador judío del primer siglo, el sitio de Tiro duró 13 años. (Contra Apión, Libro I, párr. 21) Las pérdidas en vidas y en propiedad tienen que haber sido enormes.
También, los soldados de Nabucodonosor estaban bajo gran presión. Tenían toda la cabeza “hecha calva” debido al roce de los yelmos, y los hombros ‘pelados por frotación’ a causa de los materiales que llevaban para usarlos en la construcción de mecanismos de sitio. No obstante, las riquezas de Tiro no cayeron en las manos de los sitiadores. El profeta Ezequiel, contemporáneo de Nabucodonosor, escribió: “En cuanto a salario, no resultó haber ninguno de Tiro para [Nabucodonosor] y su fuerza militar por el servicio que había ejecutado contra ella.” (Eze. 29:18) ¿Por qué no?
La ciudad de Tiro fue construida en territorio continental y sobre una isla que quedaba a 0,8 kilómetros de la costa. Parece que solo cayó la ciudad que estaba en territorio continental y no la que estaba en la isla. Eso explica por qué Tiro se recuperó tan rápidamente del golpe que le sobrevino. Cuando los israelitas regresaron de su exilio en Babilonia, los habitantes de Tiro estuvieron dispuestos a suministrarles madera para la reconstrucción del templo. (Esd. 3:7) Más tarde, comerciantes de Tiro llevaron a cabo negocios prósperos en Jerusalén.—Neh. 13:16.
Se predice el fin completo de Tiro
No obstante, la palabra de Jehová estaba en contra de Tiro. Su fin completo vendría todavía.
Los profetas hebreos Zacarías y Ezequiel declararon acerca de Tiro: “Jehová mismo la desposeerá, y al mar ciertamente abatirá su fuerza militar; y en el fuego ella misma será devorada.” (Zac. 9:4) “Aquí estoy [Jehová] contra ti, oh Tiro, y ciertamente haré subir contra ti muchas naciones, tal como el mar hace subir sus olas. Y ciertamente reducirán a ruinas los muros de Tiro y demolerán sus torres, y sí rasparé de ella su polvo y haré de ella una superficie brillante y pelada de peñasco. Un secadero para redes barrederas es lo que ella llegará a ser en medio del mar.”—Eze. 26:3-5.
El sitio por Alejandro Magno
En el año 332 a. de la E.C. se vio el cumplimiento de estas profecías, y otras anteriores, con relación a Tiro. Alejandro Magno había lanzado su campaña de conquista en el Oriente Medio.
Después que Sidón se rindió ante él, Alejandro dirigió su ejército hacia Tiro. Una delegación de hombres prominentes de Tiro, entre los cuales estuvo el hijo de su rey Azemilco, fueron al encuentro de Alejandro y se declararon dispuestos a acceder a sus peticiones. Alejandro expresó el deseo de ser admitido en la ciudad para poder presentar una ofrenda a Heracles (no a Hércules, el poderoso héroe de la mitología griega, sino al dios Melcarte o Baal). Cuando la delegación informó esto a los habitantes de Tiro, éstos rechazaron rotundamente la petición.
Puesto que el resultado del conflicto entre Alejandro y el rey persa Darío todavía estaba en duda, los tirios pensaron que les beneficiaba el negar la entrada a cualquier macedonio o persa.a El proceder de ellos impulsó a Alejandro a actuar sin demora.
Dirigiéndose a sus hombres, Alejandro dijo: “Amigos y compañeros soldados, no veo cómo podemos avanzar con seguridad sobre Egipto mientras Persia controle el mar; y el perseguir a Darío con la ciudad neutral de Tiro a nuestras espaldas y con Egipto y Chipre aún en manos enemigas sería un grave riesgo, especialmente en vista de la situación que hay en Grecia. . . . Pero si se destruyera a Tiro, toda Fenicia sería nuestra, y la flota fenicia, que en números y en calidad es el elemento predominante del poder marítimo de Persia, muy probablemente pasaría a nuestro lado.”—Arrio, Las campañas de Alejandro, Penguin Classics, págs. 131, 132.
Los oficiales de Alejandro quedaron convencidos y Tiro fue puesta bajo sitio. Los esfuerzos iniciales en el sitio resultaron estar en armonía con la profecía bíblica. Ezequiel había escrito: “Rasparé de ella su polvo y haré de ella una superficie brillante y pelada de peñasco.” (Eze. 26:4) Alejandro decidió construir un murallón o terraplén hasta la ciudad que estaba en la isla. Con este fin, usó las piedras y los escombros de la antigua ciudad que había estado en territorio continental.
A medida que fue progresando el trabajo en el terraplén, los tirios, con sus barcos, hicieron todo cuanto pudieron por desbaratar el proyecto. Para contrarrestar los ataques de los tirios, Alejandro erigió dos torres en el extremo del murallón. Sin embargo, los tirios lograron pegarles fuego. Alejandro ordenó entonces un ensanchamiento del terraplén, a fin de proveer espacio adicional para las torres. Comenzó también a reunir una flota enorme desde Sidón, Rodas, Malus, Licia, Macedonia y otros lugares, para así cortar el acceso libre de Tiro al mar.
Aunque la construcción del terraplén cumplió profecía, la campaña naval fue lo que ocasionó la caída de Tiro después de un sitio de siete meses. Según Arrio, durante el sitio perecieron 8.000 personas, y 30.000 fueron vendidas a la esclavitud.
Verdaderamente la caída de Tiro no se puede atribuir a simple casualidad. Ocurrió según el propósito expreso de Jehová Dios debido a la propia conducta inicua de Tiro. Este Dios de profecía verídica podía decir con relación a sí mismo: “Tal como la lluvia fuerte desciende, y la nieve, desde los cielos y no vuelve a ese lugar, a menos que realmente sature la tierra y la haga producir y brotar, y realmente se dé semilla al sembrador y pan al que come, así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.”—Isa. 55:10, 11.
La destrucción de Tiro no es simplemente un suceso de la antigüedad. Queda como garantía inmutable de que todos los juicios del Altísimo se cumplirán. En su Palabra, Jehová Dios ha decretado el fin del entero sistema de cosas impío, en el cual abundan traiciones como la de Tiro. (2 Ped. 3:9-12) Instamos a usted a familiarizarse con lo que dice la Biblia acerca de esto y aprender cómo usted puede escapar de la calamidad que rápidamente se aproxima.
“Porque ustedes saben esto primero, que ninguna profecía de la Escritura proviene de interpretación privada alguna. Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.”—2 Ped. 1:20, 21.
[Nota a pie de página]
a Esto es según el relato del antiguo historiador Arrio. Sin embargo, el historiador Diodoro sostiene que los tirios favorecían a Darío.