El tiempo para un atalaya como Ezequiel
1. (a) ¿Desde cuándo ha tenido Dios a su clase del “atalaya” dando la advertencia, y con qué propósito? (b) Más bien que difundir la advertencia, ¿qué ha hecho la cristiandad?
Más de 30 años antes de la explosión de las bombas atómicas en el Lejano Oriente, misericordiosamente Jehová había apostado su vigilante o atalaya para que diera la advertencia sobre lo que obviamente está cerca ahora, dentro de esta generación. Aun antes de que estallara la I Guerra Mundial en 1919, él tenía apostada su clase del “atalaya” para que diera la advertencia. Esto se hizo no solo para dar advertencia a los que deseaban saber cómo sobrevivir, sino también para dar aviso a los enemigos voluntariosos de Jehová. Así, esos enemigos sabrán de qué fuente viene la destrucción. Ningún criticón tendrá base alguna para quejarse de que Dios no le dio advertencia por adelantado. La cristiandad, que tiene la Santa Biblia en más de mil idiomas, debería haber sido la agencia que difundiera la advertencia, debido a lo que afirma ser. Pero no ha servido de tal agencia. En vez de eso, ha tomado parte en las dos guerras mundiales y en otras guerras de este siglo, que hasta cierto grado han arruinado la Tierra. Entonces, ¿quién es el “atalaya” compuesto?
2, 3. (a) ¿A quién escogió Dios para que diera la advertencia acerca del diluvio mundial que venía, y a quién ha usado para dar una advertencia similar hoy día? (b) ¿Por qué no se puede culpar a Jehová por ninguna vida que se pierda?
2 En el día de Noé, Noé no solo predicó, sino que también construyó una enorme arca en confirmación de su mensaje verbal. Así Noé fue entonces el sobresaliente testigo y atalaya de Jehová. Los siete miembros de la familia de Noé participaron con él en los deberes de atalaya. Hebreos 11:1-7 nos dice que Noé recibió testimonio de que Dios se había complacido en él. Fue testigo aprobado de Jehová Dios. Fue “predicador de justicia.” (2 Ped. 2:5) Hoy día nosotros nos enfrentamos a un acto de intervención divina de alcance mundial como lo que fue el diluvio del día de Noé. ¿A quiénes indican los registros que Dios está usando para notificar a todo el mundo acerca de esto? A cristianos devotos, a quienes en todo lugar se conoce como “testigos de Jehová.” Por consiguiente, Jehová se mantiene sin culpa alguna hasta el día de hoy. ¡No ha dejado de difundir la advertencia divina por medio de millones de sus testigos!
3 Por eso la responsabilidad por las vidas humanas que se pierdan por todo el mundo durante el venidero fin del sistema de cosas no recaerá en Jehová. Recaerá inequívoca y directamente en todos los que no hayan obrado en armonía con la notificación divina. La cristiandad misma no ha prestado atención a la advertencia que han dado los testigos de Jehová. ¿Qué hubiera sucedido si ella hubiese participado con los testigos de Jehová en difundir la advertencia dada por Dios? ¡Qué diferentes hubiesen sido los asuntos humanos!
ATALAYA PARA EL ANTIGUO ISRAEL
4. (a) ¿A quién levantó Jehová para que fuera profeta a su propio pueblo de Israel, y a quiénes prefiguró este profeta? (b) ¿Qué comisión recibió Ezequiel?
4 Por sus facultades divinas Jehová sabía de antemano que la cristiandad misma necesitaría que se le presentara la advertencia final procedente de él. Sabía lo que indicaba, o prefiguraba, la historia de su pueblo escogido de tiempos precristianos. En el año 613 a. de la E.C. él levantó a un judío llamado Ezequiel para que fuera profeta a su propio pueblo. Así, aunque Ezequiel entonces se hallaba exiliado en la tierra de Babilonia, fue el atalaya de Jehová para Israel. Lo que él profetizó fue llevado hacia el sudoeste a Jerusalén en la tierra de Judá. Lo que Jehová dijo a Ezequiel en aquel tiempo es de interés a nosotros hoy día, porque Ezequiel representó a los testigos ungidos de Jehová de hoy día. Esta clase ungida ha obrado en armonía con lo que Jehová dijo a Ezequiel en las siguientes palabras: “Hijo del hombre, atalaya es lo que te he hecho a la casa de Israel, y tienes que oír habla de mi boca y tienes que advertirles de mi parte. Cuando yo le diga a alguien inicuo: ‘Positivamente morirás,’ y tú realmente no le adviertas y hables para advertir al inicuo de su camino inicuo para conservarlo vivo, siendo él inicuo, en su error morirá, pero su sangre la reclamaré de tu propia mano.”—Eze. 3:17, 18.
5, 6. (a) ¿En qué período de tiempo vivía Ezequiel? (b) ¿Por qué no se podía acusar a Dios de haber impuesto a Ezequiel una comisión difícil?
5 ¿Por qué habló Jehová de manera tan seria a este judío Ezequiel? Porque en aquel año de 613 a. de la E.C. Ezequiel vivía en los últimos días del reino de Judá, que junto con su capital en Jerusalén estaba condenado a destrucción. El pueblo de Ezequiel que estaba allá en aquel reino había sido introducido en un pacto nacional con Jehová por medio de Su mediador, el profeta Moisés, y por lo tanto Ezequiel, como miembro de aquel pueblo, tenía la obligación de servir a Jehová durante toda su vida. Ezequiel era sacerdote también, y debería haber estado sirviendo a Jehová en Su templo en Jerusalén. Se ve, pues, que Ezequiel naturalmente le debía algo a Dios. Por eso, no se podía acusar a Dios de haberle impuesto impropiamente a Ezequiel una misión difícil, puesto que Ezequiel había nacido bajo el pacto nacional y bajo los deberes del sacerdocio aarónico, encabezado entonces por el sumo sacerdote Seraya.—2 Rey. 25:18.
6 Había sido al pueblo de Ezequiel a quienes Jehová había dicho anteriormente por medio de su profeta Isaías: “‘Ustedes son mis testigos,’ es la expresión de Jehová, ‘aun mi siervo a quien he escogido.’” (Isa. 43:10-12) Por lo tanto, Ezequiel prefiguró a los que hoy día forman el cuerpo organizado de testigos de Jehová ungidos por espíritu, los israelitas espirituales. Estos testigos ungidos viven en un tiempo mucho más significativo que el día de Ezequiel.
7. (a) ¿Qué gobierno se hallaba en peligro en el día de Ezequiel, pero qué se puede decir acerca de hoy día? (b) ¿Por cuánto tiempo dio Ezequiel la advertencia antes de llegar la destrucción predicha?
7 Lo que estaba en peligro en aquel tiempo era solamente un gobierno, el pequeño reino de Judá. Lo que está en peligro hoy día es lo que aquel reino antiguo prefiguró, a saber, la cristiandad, junto con todos sus asociados mundanos. De hecho, el entero sistema de cosas de todo el mundo está bajo juicio, tal como en el día de Noé el mundo era lo que estaba condenado a destrucción. Se necesitaba con más urgencia la advertencia de Dios mediante Ezequiel, pues Ezequiel comenzó a dar la advertencia solamente cuatro años antes de que el ejército babilonio invadiera su país, o seis años antes de que los babilonios destruyeran a Jerusalén y su templo después de haber sitiado la ciudad. Muchos habitantes de la asediada Jerusalén murieron del hambre, de la peste y por la espada de la guerra. Muchos de los sobrevivientes fueron arrastrados al exilio para morir en la lejana Babilonia. De modo que la propia generación de Ezequiel se hallaba en peligro de aquella calamidad.
8. (a) ¿Qué destrucción que era inminente en el primer siglo nos ayuda a determinar el tiempo en que vendrá de Dios la destrucción mundial? (b) ¿Quiénes difundieron la advertencia divina en aquel tiempo, y cuán importante fue su obra de advertencia?
8 De lo que ha estado sucediendo en la Tierra de acuerdo con la profecía bíblica, solo podemos inferir cuán corto período de tiempo nos queda todavía. En la profecía de Jesús, como se registra en los capítulos 24 y 25 de Mateo, Jesús dio a sus discípulos que compondrían la primera parte de la clase del “esclavo fiel y discreto” la advertencia acerca de la destrucción que le sobrevendría a Jerusalén dentro de la propia generación de ellos. Así hizo que sus discípulos se dieran cuenta de la responsabilidad que tenían para con los habitantes judíos de la provincia de Judea. Estos estaban en tan grave peligro debido a la inminente calamidad nacional. Si, en el momento crítico, la clase cristiana del “esclavo” de aquel entonces no advertía e instaba a los judíos afectados por aquella situación a salir de la zona de peligro lo más pronto posible, entonces cargaba con parte de la responsabilidad por la pérdida de vida y libertad que sufrieran los judíos por no habérseles dado la advertencia.
9. ¿Cómo sirvió Ezequiel de excelente ejemplo para los que son el “esclavo” ungido de Dios hoy día?
9 ¿Qué hay si Ezequiel en aquel tiempo no hubiese desempeñado la tarea asignada a él de advertir desde la distancia a sus conciudadanos que estaban en peligro? No hubiese sobrevivido a la destrucción de Jerusalén en 607 a. de la E.C., porque Jehová lo hubiera considerado responsable de la sangre de ellos. Es patente que Ezequiel cumplió fielmente con su comisión divina mientras pudo comunicarse con la Jerusalén condenada a destrucción, pues Jehová se complació en dejarle seguir viviendo. Jehová se complació en utilizarlo para pronunciar una profecía en el año vigésimo séptimo del exilio de Ezequiel en Babilonia. Eso fue 16 años después de la horrible matanza que ocurrió en Jerusalén en 607 a. de la E.C. (Eze. 29:17; 40:1) A este respecto Ezequiel fue excelente ejemplo para la clase ungida del “esclavo” de nuestros peligrosos tiempos. Es cierto que si algunos de entre la clase del “esclavo” se retraen de seguir difundiendo la advertencia y notificando a la gente inicua, estos individuos tendrán que rendir cuentas a Jehová. Pero, en su mayoría, la clase del “esclavo” resultará ser como Ezequiel. No se les podrá imputar culpa por sangre derramada.
10. (a) ¿De cuánta importancia es el puesto de atalaya? (b) ¿Cómo muestra Dios que se interesa tanto por los que necesitan la advertencia como por su atalaya?
10 Muy claro está que el puesto de atalaya encierra gran responsabilidad. En tiempos de guerra se da muerte al soldado que se duerme cuando está de guardia, porque así se ha puesto en peligro la vida de otros, junto con el riesgo de sufrir derrota. (Jue. 7:19) Se ve, pues, que Dios no solo se interesa por la vida de los que necesitan recibir la advertencia, sino también por la vida de su atalaya. Esto lo manifiestan las siguientes palabras que él dirigió a Ezequiel: “Pero en cuanto a ti, en caso de que hayas advertido a alguien inicuo y él realmente no se vuelva de su iniquidad y de su camino inicuo, él mismo por su error morirá; pero en cuanto a ti, habrás librado tu propia alma. Y cuando alguien justo se vuelva de su justicia y realmente haga injusticia y yo tenga que poner un tropiezo delante de él, él mismo morirá porque tú no le advertiste. Por su pecado morirá, y sus hechos justos que él hizo no serán recordados, pero su sangre la reclamaré de tu propia mano. Y en cuanto a ti, en caso de que hayas advertido a alguien justo para que el justo no peque, y él mismo realmente no peca, sin falta él seguirá viviendo porque se le había advertido, y tú mismo habrás librado tu propia alma.”—Eze. 3:19-21; 33:2-9.
11. ¿En qué sentido es la obra del “esclavo fiel y discreto” como la de un atalaya?
11 Salmo 127:1 dice: “A menos que Jehová mismo guarde la ciudad, de nada vale que el guarda se haya quedado despierto.” No obstante, al atalaya que está sobre la muralla de una ciudad se le ha confiado la protección de la vida de la gente que vive en ella. Tiene la obligación de advertir a los ciudadanos de cualquier peligro que amenace la vida y libertad de ellos. Correctamente, él no querría que la sangre de ellos se le imputara a él. Por haberse mantenido despierto y vigilante se le ha de atribuir el mérito de haber salvaguardado la vida de otras almas humanas. Esa es la situación en que se encuentra la clase del “esclavo fiel y discreto” en este tiempo en que el viejo sistema de cosas está a punto de terminar. Jehová ha nombrado a la clase del “esclavo” como “atalaya” suyo para proteger los intereses eternos de los que afirman ser Su pueblo, como en el caso de Ezequiel.
ADVERTENCIAS POR EL ATALAYA MODERNO
12, 13. (a) Al hacer que se difunda la advertencia, ¿qué respuesta desea ver Dios? (b) El que se difunda la advertencia hace posible ¿qué?, pero, ¿qué hay de los que no le prestan atención?
12 Pero, ¿son solo los que alegan ser cristianos los que se encaran a la amenaza de la destrucción que viene al fin de este sistema de cosas? No, pues todos los demás religiosos están en la misma situación, y también las personas que rehúsan afiliarse a cualquier sector de la religión organizada. Jehová Dios, el Creador de la Tierra, sabe eso. Él preferiría no destruir al mundo de la humanidad. Su deseo primordial es que se salve de la destrucción eterna al mayor número posible de personas y que muestren ser dignas de la vida en su justo nuevo sistema de cosas. Por eso mismo ha hecho que se difunda su advertencia por todas partes.
13 Misericordiosamente Dios notificó primero a la clase del “esclavo,” representada por Ezequiel. De ese modo hizo de esta clase su “atalaya” compuesta. A esta clase del “atalaya” se le ha encargado especialmente la responsabilidad de dar la advertencia divina. Debido a que han estado dando la advertencia oportuna, cada vez más personas han tenido la oportunidad de oírla y obrar en armonía con lo que oyen, con la esperanza de salir con vida del fin de este viejo mundo. En cuanto a los que rehúsan prestar atención a la advertencia que Dios da, su sangre recaerá sobre la cabeza de ellos mismos.
14, 15. (a) ¿Quiénes, a pesar de haber tratado de hacerlo, no han podido silenciar a los que dan la advertencia, pero quiénes han escuchado y respondido? (b) Cuando termine el período de “la buena voluntad de parte de Jehová,” ¿qué significará?
14 La clase del “atalaya” de Jehová ha llegado a ser conocida mundialmente. A los enemigos de ésta les gustaría silenciar su voz de advertencia. Consideran que la advertencia es subversiva a su sistema de cosas. ¡Pero todo esfuerzo que han hecho ha sido en vano! La advertencia ha sonado ensordecedoramente en sus oídos, especialmente desde 1919, el año en que el mundo empezó a tratar de recobrarse de las heridas que le había infligido la I Guerra Mundial. El período desde ese año en adelante ha sido parte de lo que Isaías 61:2 llama “el año de la buena voluntad de parte de Jehová.” Esto significa que la ira de Jehová todavía no ha sido derramada sobre el sistema de cosas que desafía a Dios. ¿Para qué ha servido esto? Ha hecho posible que se lleve a cabo hasta ahora esto que Jesús profetizó: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” (Mat. 24:14) Como resultado de esto, muchos que hoy día forman parte del resto de herederos de ese reino han respondido al mensaje del reino. Así se han aprovechado de “la buena voluntad de parte de Jehová.” A éstos se les ha hecho parte de la clase del “atalaya.” Participan en dar la advertencia divina.
15 El “año” simbólico que se asigna para “la buena voluntad de parte de Jehová” es un tiempo limitado. Según todas las indicaciones del día actual está a punto de terminar. El fin de éste no significará un “¡Feliz año nuevo!” sino el momento para un cambio desde la “buena voluntad” de Jehová a su ira. Eso significa la llegada del “día de la venganza de parte de nuestro Dios.” (Isa. 61:1, 2) Ese será el día más tenebroso que este mundo de la humanidad habrá experimentado hasta entonces.
16. ¿Qué logra la clase del “atalaya” al difundir la advertencia?
16 Esto hace urgente el que la clase del “atalaya” dé la advertencia de que el “año” de la buena voluntad de Jehová está a punto de terminar y que su “día de la venganza” está a punto de desatarse. El que obedientemente proclamen la advertencia divina no salvará a este viejo sistema de cosas lleno de remiendos ni a sus apoyadores devotos de ser destruidos en la venidera “grande tribulación.” Pero este hecho no desanima a la clase del “atalaya”. Se les asegura que si hacen que personas inicuas se vuelvan de su camino inicuo y emprendan la justicia se salvará a estas personas de ser aniquiladas con este viejo mundo. Así, la clase del “atalaya” no llevará culpa de sangre en el caso de aquellos a quienes se ha advertido y quienes se han apartado de su mortífera iniquidad. A los de la clase del “atalaya” también se les asegura que por continuar dando su advertencia persistentemente disuadirán a muchas personas justas de hacerse malas y unirse al mundo inicuo y por lo tanto condenarse a perecer con éste en la “grande tribulación.” Esto es algo muy grato para la clase del “atalaya.” ¡Su servicio no ha de ser en vano!
17. (a) ¿Qué recompensa ha visto realizada la clase del “atalaya”? (b) ¿Quiénes participan ahora con esta clase en dar la advertencia?
17 A la clase del “atalaya” todavía no se le ha agotado la voz debido a proclamar la advertencia acerca del “día de la venganza de parte de nuestro Dios.” Tampoco ha bajado su voz, y está resuelta a no hacerlo. Como recompensa, ¡qué espectáculo que glorifica a Jehová se presenta ante los ojos atentos de ellos! Una incontable “grande muchedumbre” de oyentes que han respondido a la advertencia se levanta ante la vista de la clase del “esclavo.” (Rev. 7:9) Se les han abierto los ojos a los de esa “grande muchedumbre” para que vean la “espada” del oficial de ejecución nombrado por Jehová que está a punto de derribar de un tajo a los inicuos opositores de Su reino mesiánico. Cuatro años antes de que estallara la II Guerra Mundial, esta “grande muchedumbre” comenzó a tomar forma precisa y a ponerse del lado de la clase del “atalaya.” Misericordiosamente, la II Guerra Mundial no culminó en el “día de la venganza de parte de nuestro Dios.” Tampoco detuvieron ni disminuyeron la II Guerra Mundial y su secuela la afluencia de los de la “grande muchedumbre” al lado de la clase del “atalaya” en medio de persecución mundial. Por afluir éstos al lado de la clase del “atalaya,” han quedado obligados a participar con ella en anunciar denodadamente la advertencia divina. No han rehuido de emprender esta responsabilidad. Al proceder así no solo desean expresar su amorosa obediencia a Jehová Dios, sino que también quieren expresar su amor a su prójimo, su semejante.
18, 19. (a) ¿De qué actividad hay apremiante necesidad ahora en conformidad con las palabras de Isaías 52:8? (b) ¿Qué debe estimularnos a participar en difundir la advertencia divina?
18 En esta fecha tardía, en los días finales de la cristiandad y de todo el resto de este sistema de cosas condenado a destrucción, hay apremiante necesidad de acción unida. Hace mucho tiempo el profeta Ezequiel y el profeta contemporáneo de él, Jeremías, a pesar de estar separados por centenares de kilómetros, unieron sus voces en advertir a su descarriada nación acerca del “día de la venganza” que estaba a punto de desatarse sobre ellos. Ahora, en nuestro siglo, desde el fin de la I Guerra Mundial, las siguientes palabras de Isaías 52:8 han aplicado al pueblo dedicado de Jehová: “¡Escucha! Tus propios atalayas han levantado la voz. Al unísono siguen clamando gozosamente; porque será ojo a ojo que verán cuando Jehová haga volver a Sión.” Todos los que llegaron a ser recogidos bajo la ‘Sión celestial’ vieron la misma visión a la luz de la profecía bíblica que entonces estaba cumpliéndose; juntos vieron la mano de Jehová en acción a favor de ellos. Levantaron un mensaje unido a todo el mundo. Hoy día, más de 60 años después, tienen que seguir dando unidamente su testimonio, solo que éste ahora incluye la advertencia urgente acerca del “día de la venganza” de Jehová. Los de la “grande muchedumbre” procedente de muchas naciones y de muchas lenguas tienen que unir sus voces a las del “atalaya.”
19 Entonces, ¡adelante, dando en unión la advertencia del “día de la venganza de parte de nuestro Dios”! Mantengámonos libres de culpa por sangre derramada. Esto se debe a que queremos que se nos deje con vida durante ese “día de la venganza.” Muchos de nuestros vecinos quisieran disfrutar de la misma salvación. Que nuestro amor supremo a Jehová y Cristo y nuestro amor humanitario y compasivo a nuestro prójimo, nuestro semejante, nos estimulen de manera irresistible a difundir la advertencia que salva vidas. ¡Eso nos proporcionará inmenso gozo! Y lo que es mejor, ¡Jehová quedará vindicado, pues se habrá demostrado su interés amoroso!
[Ilustración en la página 23]
Como Ezequiel había advertido, el ejército babilonio destruyó a Jerusalén y se llevó a muchos sobrevivientes al exilio
[Ilustración en la página 25]
Como Ezequiel, la clase del “atalaya” de nuestros días difunde la advertencia... ayudada ahora por la “grande muchedumbre” de colaboradores