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La más extraña ciudad construída por el hombreLa Atalaya 1958 | 1 de enero
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salvar a la gran Petra misma cuando Jehová, el Dios vivo y verdadero, resolvió arruinarlos. Hoy día Petra está desolada; nadie vive allí. Pocos son los visitantes que pasan por allí para ver las ruinas. En cumplimiento en miniatura de la profecía de Jehová acerca de Edom, el Edom típico ya no existe; y su poderosa metrópoli, Petra, es una guarida de animales salvajes. Sus ruinas permanecen como monumento al hecho de que las palabras de Dios nunca dejan de cumplirse: “En desolaciones perpetuas te convertiré; y tus ciudades nunca serán habitadas: y conoceréis que yo soy Jehová.”—Eze. 35:9, Mod.
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La gran contiendaLa Atalaya 1958 | 1 de enero
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La gran contienda
¿Qué es esta contienda? ¿De qué manera nos afecta? ¿Qué peligros están envueltos en ella? ¿Cómo nos es posible protegernos?
¿SE HA fijado usted cómo Juan en las declaraciones de apertura tanto de su evangelio como de su primera carta revela que existe una gran contienda, una contienda entre las tinieblas y la luz? Refiriéndose a la Fuente de toda luz él dice: “Dios es luz y no hay tiniebla alguna en unión con él.” (1 Juan 1:5) Luego, respecto a la Palabra, el Hijo de Dios, que fué enviado al mundo y que vino a ser el centro del conflicto, Juan escribe: “La luz está brillando en las tinieblas, pero las tinieblas no la han vencido.”—Juan 1:5.
La contienda se pelea acerca de un punto en disputa de importancia universal que surgió allá durante la existencia prehumana de Cristo Jesús. Estuvo implicada otra criatura celestial. Esta usó, o mejor dicho malversó, aquel precioso don del libre albedrío, aquel don que eleva a la creación inteligente muy arriba de la creación animal. En su puesto como querubín cubriente, habiéndosele dado la superintendencia en Edén y especialmente agraciado de muchas maneras, vió la posibilidad de hacer que el hombre viniera a estar bajo el dominio de él, de manera que el servicio y la adoración del hombre fueran desviados y dados al querubín a costa de la lealtad y obediencia a Jehová, el Creador del hombre. Él abrigó esta idea y así vino a ser “atraído e inducido por su propio deseo,” lo que al fin lo condujo a rebelarse contra el Altísimo. Pero ¿cómo llegó eso a ser una contienda entre las tinieblas y la luz?—Eze. 28:13-17, Mod; Sant. 1:14.
Dios es el Creador de la luz literal, física, y su primer mandato registrado según se cita por Pablo es: “De las tinieblas resplandezca la luz.” El apóstol entonces da a esto una aplicación simbólica cuando dice: “Y él [Dios] ha resplandecido en nuestros corazones para iluminarlos con el glorioso conocimiento de Dios por el rostro de Cristo.” (2 Cor. 4:6) Esto muestra que en las Escrituras la luz se usa como símbolo de la verdad que da iluminación. Sí, “Dios es luz” y es “abundante en . . . verdad.” (1 Juan 1:5; Exo. 34:6) En contraste, las tinieblas son un símbolo de error y falsedad, causan confusión, ignorancia y corrupción.
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