El cristadelfianismo—¿de Dios o de los hombres?
“¿CREE usted en la trinidad?” “No,” respondió el más bien religioso desconocido. “¿En tormento eterno?” “No.” “¿En la destrucción de la Tierra?” “No.” “¿En ir al cielo?” “No.” “¿En el pagar diezmos?” “No.” “¿En ir a la guerra?” “No, no en cuanto a lo que concierne a nosotros mismos.” “¿Y cuál es su religión?” “Soy cristadelfiano.”
Los cristadelfianos afirman basar sus respuestas a tales preguntas en su aceptación de la Biblia como totalmente inspirada. Estimulan el estudio personal de la religión, y como resultado generalmente saben mucho más acerca de su religión que lo que sabe la mayor parte de los otros que alegan ser cristianos. Entre ellos no hay clero asalariado, no hay distinción entre clero y lego. Cada eclesia o congregación elige a sus propios “hermanos servidores,” por un período de tres años, para cuidar de asuntos, y todos éstos tienen que ser varones, aunque no hay objeción a que las mujeres contribuyan a sus periódicos religiosos. El rasgo más importante de su manera de adorar es la celebración semanal dominical de la “Cena del Señor.”
Los cristadelfianos no votan ni se hacen miembros de sindicatos de clase alguna. Se oponen al fumar, divorciarse, ir a los tribunales y casarse con los de afuera. Según la rigurosidad de ellos desaprueban las diversiones mundanas.
El nombre “cristadelfiano” significa “de los hermanos de Cristo,” y fue adoptado por su fundador, el Dr. Juan Thomas, y sus asociados para distinguir a ellos y su posición respecto a la guerra de otros que afirmaban ser cristianos y que no tenían semejantes escrúpulos. El Dr. Thomas, naufragado en ruta desde Inglaterra a los Estados Unidos en 1832, había hecho voto de servir a Dios si su vida le fuera perdonada. En el cumplimiento de este voto él llegó a asociarse con los campbelitas, conocidos más tarde como los Discípulos de Cristo, pero rompió relaciones con el fundador de ellos en 1834; un punto principal de desacuerdo fue la insistencia de Thomas en que el bautismo (inmersión) tenía que acompañar un cambio de creencia.
Antes que pasara mucho tiempo el Dr. Thomas estaba dedicando todo su tiempo a Sus intereses religiosos, y entre 1844 y 1847 él cristalizó su posición en cuanto a lo que él consideraba que era cristianismo, por lo que se hizo bautizar de nuevo. Ganó adherentes en los Estados Unidos y particularmente en Gran Bretaña, a donde regresó en tres ocasiones. Cuando murió en 1871, un asociado íntimo, Roberto Roberts, tomó la delantera hasta su muerte en 1898. Él fue seguido por cierto C. C. Walker, a cuya muerte, a su vez, se hizo prominente Juan Carter. Él, como lo habían hecho sus dos predecesores, encabeza la rama principal, la Birmingham Christadelphian Temperance Hall Ecclesia (la Eclesia del Salón de Temperancia Cristadelfiano de Birmingham) y las eclesias asociadas con ella, principalmente en virtud de redactar él su órgano oficial, The Christadelphian.
El cristadelfianismo es una de las sectas más pequeñas de la cristiandad. Unos 20,000, muy probablemente la mayoría, se hallan en Gran Bretaña, y los demás están esparcidos principalmente a través de otros países de habla inglesa.
CUATRO DEFECTOS BÁSICOS
El tenor de lo susodicho quizás haga que algunos concluyan que el cristadelfianismo en realidad es de Dios. Sin embargo, al examinarlo más estrechamente hallamos que contiene defectos y doctrinas falsas tan crasos que sencillamente no podría ser de Dios sino que tiene que ser de los hombres.
El cristadelfianismo en primer lugar es deficiente por no saber nada del punto en disputa de la soberanía universal; tampoco se entera uno al leer sus muchas publicaciones de que la vindicación del nombre de Jehová sea más importante que la salvación de criaturas humanas. (Eze. 36:22, 23) Estas verdades llenan la Palabra de Dios desde su comienzo hasta su fin. En realidad, el nombre de Jehová ocurre casi 7,000 veces en las Escrituras Hebreas, y tan solo en el libro de Ezequiel hallamos aclarado unas sesenta veces el punto de que “tendrán que saber que yo soy Jehová.” (Eze. 25:17) Entre otros, Moisés, Josué, David, Salomón y el rey Ezequías apreciaron la importancia de estas verdades. Véanse Éxodo 7:5; 9:16; 12:12; 32:7-13; Josué 7:7-9; 1 Samuel 17:45-47; 1 Reyes 8:43; 2 Reyes 19:15-19; Job, capítulos 1 y 2; Salmo 83:18; Proverbios 27:11.
El mismísimo nombre de Jesús significa “Jehová Es Salvación.” Repetidamente Jesús llamó atención al nombre de su Padre. Sus seguidores hicieron lo mismo. En realidad, ellos mostraron que la precisa razón por la que Dios “dirigió su atención a las naciones” fue “para tomar de entre ellas un pueblo para su nombre.” Pero todo este énfasis en el nombre de Jehová y en el punto en disputa falta en el cristadelfianismo.—Mat. 6:9; Juan 12:28; 17:6; Hech. 15:14.
Un segundo defecto vital y básico del cristadelfianismo es su carencia de esa unidad por la cual oró Jesús: “Para que todos ellos sean uno, . . . para que ellos sean perfeccionados en uno.” Sí, tal como manifestó Pablo, los cristianos ‘deberían hablar todos de acuerdo, estar sin divisiones pero unidos aptamente en la misma mente y en el mismo modo de pensar.’ Él incluyó divisiones y sectas en las “obras de la carne.”—Juan 17:21-23; 1 Cor. 1:10-13; Gál. 5:19, 20.
Pero dentro del cristadelfianismo ha habido un espíritu de división casi desde el principio. Una declaración que apareció hacia fines de 1923 en The Christadelphian admite esta debilidad: “El año que ahora termina ha presenciado un fenomenal ‘sembrar de discordia entre hermanos.’” Como resultado hay un sinfín de sectas y divisiones. Cada nuevo grupo que se aparta afirma que es el único verdadero y que todos los demás están equivocados. Respecto a este espíritu de división, un cristadelfiano prominente, F. G. Janaway, declaró en una ocasión en Christadelphians and Fellowship: ‘Hay por lo menos doce fraternidades que se llaman cristadelfianas, cada una rehusando asociarse con las otras once.’ Eso fue en 1934. No se puede decir cuántos grupos separados existen hoy, ya que muchos se componen de solo un puñado o de una sola eclesia. Muchos cristadelfianos condenan esta división y algunos están trabajando por la reunión. Entre ellos no son pocos los que sostienen que todo ello se debe al pararse en pelillos.
Lo vehementes que se sienten algunos acerca de los puntos en disputa que los dividen puede verse de la declaración que aparece regularmente en el órgano oficial de una de las facciones, el grupo de Clapham:
“Los representantes y eclesias suscritos reconocen en compañerismo solamente a aquellos que resisten los errores de la inspiración parcial, de la responsabilidad no resurreccional, la emergencia inmortal de los muertos, la naturaleza de ‘carne limpia’ de Cristo; que niegan que tenemos libertad para servir en las Fuerzas del Estado, recurrir a los tribunales, o procurar divorciarnos; y que estén preparados a retirarse de cualquiera que se uniera a una comunidad donde estos errores existen.”
¿Por qué tanta separación? ¿Por qué tantas divisiones? ¿No indica ello una falta de amor? ¿una forma de orgullo? ¿No podría ser “porfía” la palabra para ello? Jesús no solo oró que sus seguidores estuvieran unidos sino que dijo que por medio del amor de unos para con otros todos podrían reconocer a sus seguidores. Seguramente falta este amor entre los cristadelfianos y por lo tanto esto marca su obra como siendo, no de Dios, sino de los hombres.—Juan 13:34, 35.
Un tercer defecto básico del cristadelfianismo se relaciona con su aceptación de la responsabilidad de dar testimonio, la cual Jesús impuso a sus seguidores. No reconoce de manera alguna la obligación de predicar “estas buenas nuevas del reino . . . a todas las naciones” y de ‘hacer discípulos de gente de todas las naciones,’ como se menciona en Mateo 24:14; 28:19, 20. Más bien, sostiene que su “providencia es de dar a conocer el verdadero Evangelio a las personas de la llamada cristiandad que han sido descarriadas de la sencillez de la verdad predicada por Cristo y sus apóstoles.”—U.S. Census Report, 1941.
¿Cómo puede esta secta ser de Dios y sin embargo faltar tanto en cuanto a cumplir esta comisión de suma importancia? ¿Dejará Dios casi toda la Tierra sin un testimonio acerca de su verdad, especialmente en estos últimos días? ¿Cómo, entonces, podría ser reunida de entre todas las naciones la “grande muchedumbre” predicha de adoradores de Dios?—Apo. Rev. 7:9.
El cuarto defecto básico del cristadelfianismo es su falta de esperanza para los muertos del género humano. Sostiene que solamente los que hayan llegado a conocer lo que él considera que es la verdad llegan a ser responsables y que solamente los tales serán resucitados, o a la vida o a la muerte.a Quisiera hacernos creer que, a excepción de este número pequeño, todo el resto del género humano permanecerá muerto para siempre, incluyendo a todos los niños—aun los de padres cristadelfianos—que hayan muerto antes de alcanzar la edad (adolescente) de responsabilidad.
Pero las promesas de la Biblia de una resurrección no se limitan de tal manera. “Jesucristo . . . es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, empero, no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Esas palabras manifiestan claramente que hay esperanza para otros además del “rebaño pequeño” de la eclesia o congregación cristiana. Sí, todos los que están en el “mar,” en la “muerte” y en el “Hades” saldrán, pero no los que están en el “lago de fuego,” en “Gehena,” o en la “muerte segunda.”—1 Juan 2:1, 2; Apo. Rev. 20:13-15; 21:8; Mat. 23:33; Juan 5:28, 29; Hech. 24:15; Heb. 2:9.
El que la resurrección no se limita a los “responsables” también se hace patente por la aplicación que Mateo hizo de Jeremías 31:15, 16 a los bebés de Belén, porque Jeremías sigue mostrando que estos bebés regresarán de la tierra del enemigo y que Raquel será recompensada por sus labores. (Mat. 2:17, 18) Además, ¿se clasificaría de “santos” a los hijos de creyentes si su destino fuera el del género humano impío en el caso de que murieran antes de llegar a la edad de responsabilidad?—1 Cor. 7:14.
Todos estos textos bíblicos y argumentos seguramente muestran lo que el raciocinio indicaría, a saber, que la sabiduría, el poder y el amor de Jehová Dios tienen en reserva algo mejor que la aniquilación para los del género humano que murieron sin oír la verdad de Dios pero que se inclinaban hacia la justicia. Sí, ¡Dios es ‘un Dios que da esperanza’!—Rom. 15:13.
PRODUCTO DE RAZONAMIENTO HUMANO
Aunque los susodichos defectos marcan al cristadelfianismo como siendo el producto de sabiduría humana más bien que de sabiduría divina, este hecho se hace aun más manifiesto a medida que consideremos los argumentos que se usan para apoyar sus enseñanzas. En caso tras caso el razonamiento parece ser admisible, persuasivo, creíble y bastante verdadero en la superficie, pero tras un examen más cabal se descubre que es incompleto, tenue, tramado, esforzado, a lo más una explicación ingeniosa para justificar una enseñanza, pero una que no resiste la prueba de la sana erudición bíblica. Y ¿no podrá ser que esto explique por qué hay tanta división en el cristadelfianismo basada en el “pararse en pelillos”?
Entre los errores cardinales del cristadelfianismo están su negación de la personalidad de Satanás y los demonios; su negación de que Jesús tuvo una existencia prehumana; su negación de que el sacrificio de Jesús fuese un rescate correspondiente y su negación de la naturaleza espiritual del reino de Dios.
Estos errores tienen ciertas cosas en común. Por una parte, requiere menos fe el hacer estas negaciones que la que requiere el aceptar estas enseñanzas; su negación es común entre el clero modernista, cuyos miembros no creen que la Biblia sea inspirada; tercero, parece que cada uno a su manera representa una rebelión contra conceptos erróneos populares, la cual rebelión fue al otro extremo.
No parece necesario dar a nuestros lectores una declaración comprensiva de la posición bíblica respecto a estas enseñanzas en vista de lo a menudo que éstas han sido publicadas en esta publicación y en otras de la Sociedad Watch Tower. Tampoco permite el espacio que contestemos aquí todas las interpretaciones erróneas que se han hecho en literatura cristadelfiana. Sin embargo, se darán ejemplos representativos en prueba de las susodichas declaraciones al grado que lo permite el espacio.
LA EXISTENCIA PREHUMANA DE JESÚS
Al argüir en contra de la existencia prehumana de Jesús, una publicación cristadelfiana declara que cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,” él no usaba los pronombres plurales para incluir a su Hijo el Verbo, sino solamente para hacer referencia a sí mismo, puesto que su título en hebreo, Elohim, está en la forma plural. (Gén. 1:26) Pero si esto es lo que sucede aquí, entonces debería haber otros casos que mostraran que Dios (Elohim) acostumbraba hablar acerca de sí mismo de esta manera. Pero ¿qué hallamos? Delitzsch, uno de los principales eruditos bíblicos del siglo diecinueve, declara en A New Commentary on Genesis: “No puede mostrarse en las Santas Escrituras un plural donde Dios esté hablando acerca de sí mismo.” El que Dios estaba hablando al Verbo, su Hijo, cuando dijo: “Hagamos al hombre,” se manifiesta de Juan 1:3 y Colosenses 1:15, 16, donde se muestra que el Verbo fue el agente activo de Dios en la creación.
Además, se sostiene que cuando Jesús oró: “Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuese,” él se refería a una gloria que solo existía en la mente de Dios. (Juan 17:5) Pero de acuerdo con la versión dada aquí por la Traducción del Nuevo Mundo las palabras de Jesús no pueden interpretarse de modo que se refieran a alguna situación que solo existiera en la mente de Dios, porque él ora pidiendo estar otra vez al lado de su Padre. El que esto no es una traducción arbitraria lo manifiesta Tafel’s Interlinear Bible, la cual dice palabra por palabra bajo el texto griego: “Y ahora glorifícame, tú Padre, cerca de ti mismo con la gloria (con) la cual tuve antes (de) el mundo estando cerca de ti.” Obviamente Jesús se refería a cierto lugar que él ocupaba al lado de o cerca de su Padre antes que el mundo existiera.
PERSONALIDAD DE SATANÁS Y DE LOS DEMONIOS
Entre los argumentos que usan los cristadelfianos contra la personalidad de Satanás y de los demonios está el de que, puesto que las palabras satan (hebreo) y satanas y diabolos (griego) a veces se traducen y se usan como apelativos, estas palabras nunca deberían traspasarse a los caracteres de otros idiomas y usarse como nombres propios, “Satanás,” “Diablo.” Usan el mismo argumento respecto a “Verbo.”
Pero eso de ninguna manera tiene que ser así. Adam, es una palabra hebrea que literalmente significa “de la tierra; humano,” y por lo general se traduce “hombre.” Pero eso no quiere decir de ninguna manera que no pueda a veces referirse a cierto hombre y que por lo tanto debería ser traspasada a los caracteres de otro idioma como “Adán.”—Gén. 5:1, 2.
Se sostiene además que los demonios existen solo en la mente y que al echarlos Jesús meramente acompañó las supersticiones populares. De modo que cuando él dijo a una legión de ellos que entraran en una piara de cerdos, sostienen que él estaba transfiriendo la locura, la desviación mental del hombre. Pero, entonces, ¿cómo hemos de entender las palabras de Santiago: “Los demonios creen y se estremecen”?—Sant. 2:19.
Aunque todos los cristadelfianos sostienen que Satanás el Diablo es meramente el pecado en la carne, se desavienen extensamente en cuanto a la identidad de la serpiente que tentó a Eva y respecto a quién o qué tentó a Jesús en el desierto. Según Roberts, en Christendom Astray, la serpiente “estaba dotada del don del habla (sin duda, especialmente teniendo en mira el papel que ella tendría que desempeñar en poner a prueba a nuestros primeros padres.)” Pero el sostener esa idea es hacer a Dios responsable por la mentira que la serpiente contó, mientras que “es imposible que Dios mienta.” Además, hace que Dios sea un seductor, uno que tienta, engatusa o engaña a otros para que pequen, en contradicción de la declaración clara de Santiago de que “con cosas malas Dios no puede ser probado ni prueba él mismo a nadie.” Aunque Dios prueba en el sentido de que exige obediencia, él no tienta a uno a hacer lo malo.—Heb. 6:18; Sant. 1:13; Gén. 22:1.
JESÚS EL RESCATADOR
Los escritores cristadelfianos niegan que Jesús llegara a ser un “rescate correspondiente” o sustituto, pero dicen que Jesús murió meramente en una capacidad representativa y para sí mismo así como para el resto de los creyentes. Se oponen en particular a esta expresión “rescate correspondiente” en la Traducción del Nuevo Mundo. (1 Tim. 2:6) Sin embargo, mientras que la palabra griega lutron en sí misma significa solamente rescatar o liberar, la partícula griega anti al aparecer o antes o después de lutron tiene la idea de “correspondiente.” Así, el Greek Lexicon de Strong dice respecto a anti: “Partícula primitiva; contrario, i.e., en lugar de o debido a . . . Usada a menudo en composición para denotar contraste, retorno, sustitución, correspondencia, etc.” Este artículo griego sí aparece antes o después de lutron en Mateo 20:28; Marcos 10:45 y 1 Timoteo 2:6, enseñando claramente un rescate correspondiente o un rescate dado en cambio.
EL REINO CELESTIAL
En apoyo de su punto de vista de que nadie de la Tierra jamás irá al cielo y que el reino de Dios será enteramente terrenal escritores cristadelfianos citan tales textos como: “El Señor de los ejércitos reinará en el monte de Sion, y en Jerusalén.” “El Señor será rey sobre toda la tierra.” “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes; y reinaremos en la tierra.”—Isa. 24:23; Zac. 14:9; Apo. Rev. 5:10, VA.
Debido a tales profecías los cristadelfianos cifran grandes esperanzas en el regreso de los judíos a Palestina, pasando por alto el hecho de que todos éstos se están reuniendo en incredulidad, meramente para consideraciones egoístas, y que todo el tenor de las Escrituras Griegas Cristianas es que lo importante no es ser judío según la carne sino según el espíritu.—Rom. 2:25-29; Gál. 3:28.
En cuanto al primer texto citado para probar su posición, tómese en cuenta que para los cristianos la Jerusalén está arriba, es una ciudad u organización celestial. (Gál. 4:26) El segundo texto no dice nada acerca de que Jesús reine en la Tierra, sino que se refiere a Jehová (como lo manifiesta el hebreo) reinando sobre la Tierra. Y en cuanto al tercer texto, que cuenta acerca de cristianos reinando “en” la Tierra, la palabra griega que aquí se traduce “en” es epi, y puede verterse “sobre” con igual exactitud que “en,” y en realidad la vierten “sobre” traductores bíblicos como Goodspeed, Knox, Weymouth y el Comité de la Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo.”
Sí, a primera vista el cristadelfianismo parece de Dios, pero no cuando se le examina más estrechamente. El hecho de que pase por alto la importancia del nombre de Jehová y el punto en disputa de la soberanía universal, su crasa falta de unidad, el no llevar a cabo el mandato de Jesús de predicar las buenas nuevas en todas las naciones, el que pase por alto la esperanza bíblica para la humanidad en general, su negación de la existencia prehumana de Jesús, su negación de la personalidad de Satanás y de sus demonios, su negación de un rescate correspondiente provisto por Jesús y su negación de la naturaleza celestial espiritual del reino de Dios y de la recompensa celestial de los santos, todo ello se combina para marcarlo como merecedor de la descripción bíblica: “Este proyecto o esta obra proviene de hombres.”—Hech. 5:38.
[Nota]
a Algunos cristadelfianos insisten en que solamente los que también hayan sido bautizados han llegado a ser responsables y serán resucitados.