Probando que somos amigos de Dios
“Oh Jehová, ¿quién será un invitado en tu tienda? ¿Quién residirá en tu montaña santa? El que esté andando sin culpa y practicando la justicia y hablando la verdad en su corazón.”—Salmo 15:1, 2.
1. ¿Cómo describe la Biblia el nuevo mundo de Dios, y qué requisitos deberían interesarnos?
NADIE conseguirá entrar en el nuevo mundo de Dios, para permanecer allí permanentemente como invitado de Dios, a menos que sea amigo de Dios. Dado que Dios congrega alrededor de él solo a los puros y a los buenos, hay requisitos para ser un invitado en la tienda de Jehová. Cuáles son estos requisitos debería ser el interés de cada cristiano verdadero, porque solo satisfaciéndolos puede alcanzar la bendita realización de la vida eterna en un lugar de habitación del cual la Biblia declara: “Yo vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado. . .Oí a una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos.”’—Apo. Rev. 21:1, 3.
2. ¿Qué descripción divina se da del amigo de Dios?
2 Al salmista David se le inspiró a poner por escrito los requisitos para ser invitado de Dios, por consiguiente amigo de Dios: “Oh Jehová, ¿quién será un invitado en tu tienda? ¿Quién residirá en tu montaña santa? El que esté andando sin culpa y practicando la justicia y hablando la verdad en su corazón. No ha calumniado con la lengua. A su compañero no le ha hecho nada malo, y no ha levantado oprobio contra su conocido íntimo. A sus ojos cualquiera despreciable ciertamente es rechazado, mas honra a los que temen a Jehová.”—Sal. 15:1-4.
3. ¿Por qué es cuidadoso correctamente Jehová con respecto a los que serán sus invitados, y cómo se demostró este cuidado en el día de David?
3 Que el Todopoderoso Dios recibe en su tienda como invitados solo a ciertos individuos no sorprende. Cualquiera que tiene una casa propia no recibe en ella como invitado a cualquier persona; no agasaja a toda persona. Muchos dueños de casa no permitirían que personas malas se quedaran con ellos ni aun por un corto tiempo. El mismo principio aplica en cuanto a Jehová Dios. Él no recibe a todos en su tienda: “Nadie malo puede morar por tiempo alguno contigo.” (Sal. 5:4) Esto fue cierto en el día de David, con respecto a la tienda de Dios. David había traído el arca de Jehová desde la casa de Obed-edom hasta Jerusalén: “Así que metieron el arca de Jehová y la colocaron en su lugar adentro de la tienda que David había armado para ella.” (2 Sam. 6:17) El entrar en esta tienda era entrar en la presencia del Altísimo. David escogió a ciertos individuos para que sirvieran en esta tienda, Asaf estando entre aquéllos tan privilegiados. (1 Cró. 16:4-6) Solo los que andaban sin culpa y que eran puros y rectos podían asistir constantemente a la tienda de Jehová sobre su montaña santa.
4. ¿Qué se dice con respecto al requisito para permanecer en la presencia de Dios, y por eso cuál debería ser la actitud del cristiano?
4 Jehová tiene mucho cuidado con respecto a los que permanecen en su santa presencia. Si los requisitos en el día de David para ser un invitado en la tienda de Jehová allá en su montaña santa fueron estrictos, entonces ¡cuánto más estrictos deben ser los requisitos para morar en la tienda de Jehová como invitado permanente, como miembro de su familia santa! Para que se nos pueda considerar dignos de este privilegio incomparable y podamos decir con David: “Seré un invitado en tu tienda por tiempos indefinidos,” debemos probar que somos amigos de Dios. Dado que “Su intimidad es con los rectos,” es absolutamente imperativo que los que quieran disfrutar de su protección y hospitalidad para siempre aprendan lo que Dios requiere para ser rectos a los ojos de él. (Sal. 61:4; Pro. 3:32) Por consiguiente todo cristiano debería hacerse estas preguntas: “Oh Jehová, ¿quién será un invitado en tu tienda? ¿Quién residirá en tu montaña santa?” Y todo cristiano debería estar cabalmente familiarizado con lo que contestó el salmista: “El que esté andando sin culpa y practicando la justicia y hablando la verdad en su corazón.”—Sal. 15:1, 2.
ANDANDO SIN CULPA
5. ¿Cómo fracasó Adán en cuanto a andar sin culpa, y por eso qué perdió?
5 Para andar sin culpa, a la vista de Dios, el cristiano debe confiar en Jehová Dios implícitamente y demostrar esa confianza siendo obediente a sus mandamientos. Adán, el primer hombre, fue invitado de Dios en el Paraíso de Edén. Adán pudo haber disfrutado de ese Paraíso como un lugar de habitación eterno, uno bendecido con la presencia de Dios. Pero Adán no se probó amigo de Dios. Debido a que Adán no obedeció a su Padre y Anfitrión celestial, perdió su lugar de habitación en el Paraíso y él mismo se descalificó de ser un invitado en “el jardín de Dios.” (Eze. 28:13) Adán no anduvo sin culpa, y por eso no pudo ser amigo de Dios.
6. ¿Quién fue llamado “amigo de Jehová,” y por qué?
6 Pero la Biblia abunda de ejemplos de los que tuvieron éxito en probarse amigos de Dios. Una lista de los que se probaron amigos de Dios se halla en el libro de Hebreos 11, en el capítulo once. Mencionado en ese capítulo se halla Abrahán, de quien Santiago escribió: “La Escritura se cumplió que dice: ‘Abrahán ejerció fe en Jehová, y se le contó por justicia,’ y se le llegó a llamar ‘amigo de Jehová.’” (Sant. 2:23) ¡Qué privilegio ser llamado “amigo de Jehová”! ¿Estamos, como Abrahán, dispuestos a llenar los requisitos para ser amigos de Jehová? No podemos ser amigos de Dios con simplemente desear serlo; debemos probar que somos amigos de Dios. Abrahán demostró su fe y confianza en Dios al obedecer el mandato de Jehová de salir de Ur de los caldeos y más tarde al intentar ofrecer a su único hijo mediante Sara, su amado Isaac. Así declara el escritor de Hebreos: “Por fe Abrahán, cuando fue llamado, obedeció al salir a un lugar que él había de recibir como herencia; y salió aunque no sabia adónde iba. Por fe Abrahán, cuando fue probado, puede decirse que ofreció a Isaac, y el hombre que gustosamente había recibido las promesas trató de ofrecer a su hijo unigénito, aunque se le había dicho: ‘Lo que será llamado “tu simiente” será por medio de Isaac.’” (Heb. 11:8, 17, 18) Abrahán anduvo sin culpa, probando su fe y confianza en Dios mediante su obediencia; “y se le llegó a llamar ‘amigo de Jehová.’”
7. ¿Cuál es la justipreciación apropiada de ser amigo de Dios?
7 ¿Puede compararse alguna satisfacción con la de ser amigo de Jehová? ¿Qué es el llamado éxito en las empresas comerciales de este mundo comparado con ganar la amistad de Dios? Nada puede traer felicidad y satisfacción como las que provienen de ser “rico para con Dios.” (Luc. 12:21) Los hombres hacen tremendos esfuerzos para aprender a tener éxito en el mundo comercial; el aprender a andar sin culpa a los ojos de Dios para llegar a ser su amigo vale esfuerzos mucho mayores.
CONSTANCIA EN ANDAR SIN CULPA
8. (a) ¿Qué ejemplos hay de los que fueron constantes en andar sin culpa? (b) ¿Cómo es posible el andar sin culpa, como se demuestra en el caso de Daniel?
8 Cuando examinamos la vida de los que se probaron amigos de Dios, hallamos que fueron constantes en andar sin culpa. “Enoc siguió andando con el Dios verdadero.” “Noé era un hombre justo. Se demostró sin culpa entre sus contemporáneos. Noé andaba con el Dios verdadero.” (Gén. 5:23, 24; 6:9) El profeta Daniel fue constante en su andar sin culpa. En momentos críticos de su vida no confió en la sabiduría humana; se dirigió a Dios para instrucción. Esto, a su vez, fue porque constantemente dependía de Jehová Dios. Daniel se comunicó con su Dios aun cuando eso estuvo contra la ley; oraba con regularidad, mostrando constancia en depender de su mayor Amigo. Daniel fue arrojado al foso de los leones a causa de su lealtad a Jehová, y aun el rey pagano Darío observó la confianza constante de Daniel en su Dios: “Tu Dios a quien estás sirviendo con constancia, él mismo te rescatará.” (Dan. 6:16, 20) Por su constancia en andar sin culpa Daniel llegó a ser muy amado de Dios, y el ángel de Jehová, Gabriel, le dijo a Daniel: “Eres alguien muy deseable.”—Dan. 9:23.
9. ¿Cuál es un requisito vital para andar sin culpa?
9 Para ser constantes en andar sin culpa como anduvieron Enoc, Noé, Abrahán y Daniel, debemos tomar en cuenta a Jehová en todo lo que hacemos, como Proverbios 3:5, 6 declara: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo enderezará tus sendas.” Nadie jamás puede ser amigo de Dios si no está dispuesto a obedecer este consejo. Nadie, en realidad, puede hacer de veras una dedicación a Dios a menos que obedezca este mandamiento de confiar en Jehová y de buscar su dirección divina para andar constantemente en sendas derechas.
10, 11. (a) ¿Qué puede suceder si uno no toma en cuenta a Jehová? (b) ¿Qué instantes críticos entraron en la vida de un varón de Dios, y cómo se enfrentó a ellos?
10 ¡Qué insensatez la de no tomar en cuenta a Jehová en todos nuestros caminos—especialmente para el siervo de Dios! Fácilmente puede el desastre alcanzar al que no toma en cuenta a Jehová, especialmente en un instante crítico, como le sucedió a cierto profeta. El capítulo trece de Primero de Reyes nos habla con respecto a “un varón de Dios que había salido de Judá por la palabra de Jehová hasta Betel, mientras Jeroboam estaba de pie junto al altar para hacer humo sacrificatorio.” El varón de Dios, cuyo nombre no se menciona, entonces pronunció una notable profecía con respecto a la ruina del altar y de aquellos idólatras que sacrificaban en él. El rey inicuo Jeroboam se enfureció. Estiró la mano y ordenó que fuera arrestado el profeta valeroso. Inmediatamente la mano del rey se endureció y se secó; y el altar se rajó en dos. Jeroboam imploró la oración del profeta, para que su mano sanara. El profeta convino; y la mano del rey retornó a un estado saludable. El ladino Jeroboam, por razones egoístas, invitó entonces al profeta a su mesa real. Este era un instante crítico en la vida del profeta. ¿Andaría sin culpa? Sí; obedeció a Jehová y decisivamente rehusó cualquier asociación con un odiador de Jehová y un adorador de ídolos, aunque era rey: “El varón del Dios verdadero le dijo al rey: ‘Aunque usted me diera la mitad de su casa yo no vendría con usted ni comería pan ni bebería agua en este lugar. Pues es de esa manera que él me mandó por la palabra de Jehová, diciendo: “No debes comer pan ni beber agua, y no debes regresar por el camino que fuiste.”’”
11 Si ese hombre de Dios hubiera seguido andando sin culpa ante la vista de Jehová, todo hubiera salido bien. Pero casi inmediatamente otro instante crítico entró en la vida del profeta. Al salir de la ciudad, el varón de Dios fue atajado por “cierto profeta viejo” que moraba allí. Este profeta viejo invitó al varón de Dios a acompañarle a su casa y comer pan. “No puedo regresar contigo ni entrar contigo,” contestó el varón de Dios. “Pues me ha sido hablado por la palabra de Jehová: ‘No debes comer pan ni beber agua allí.’” En esto el insistente profeta viejo dijo una mentira, aunque su motivo para hacerlo no se menciona: “Yo también soy un profeta como tú, y un ángel mismo me habló por la palabra de Jehová, diciendo: ‘Haz que regrese contigo a tu casa para que coma pan y beba agua.’” En violación del mandamiento específico de Jehová, el varón de Dios regresó para comer pan y beber agua. Esto resultó en consecuencias desastrosas.
12. ¿Por qué no anduvo sin culpa el varón de Dios, y con qué consecuencias?
12 Mientras estaban sentados a la mesa, la palabra de Jehová vino al mentiroso profeta viejo, que habló estas palabras al varón desobediente de Dios: “Esto es lo que Jehová ha dicho: ‘En virtud de que te rebelaste contra la orden de Jehová y no guardaste el mandamiento con el cual Jehová tu Dios te mandó, sino que regresaste para poder comer pan y beber agua en el lugar con respecto al cual te habló: “No comas pan ni bebas agua,” tu cuerpo muerto no entrará en el lugar de entierro de tus antepasados.’” Esta vez el profeta viejo realmente había hablado la palabra de Jehová. El varón de Dios se puso en camino, yendo montado en un asno. “Más tarde un león lo halló en el camino y lo mató, y su cuerpo muerto llegó a estar arrojado en el camino.” El león no devoró ni al cadáver humano ni al asno, sino que mantuvo guardia sobre ambos, proveyendo así una señal de que lo que había sucedido no fue accidental sino que fue una visitación de Dios.—1 Rey. 13:1-28.
13. Para haber andado sin culpa, ¿qué debería haber hecho el varón de Dios?
13 ¡Qué trágicas consecuencias por no andar sin culpa! El varón de Dios había tenido bastante conocimiento para evitar el andar en sendas torcidas; había recibido órdenes directas de Jehová sobre cómo andar. ¿Qué hay si el mentiroso profeta viejo hubo dicho que “un ángel” había cambiado estas órdenes? El varón de Dios no debería haber aceptado un mensaje por conducto ajeno que contravenía el mensaje directo que había recibido de Jehová. ¿Qué debería haber hecho el varón de Dios? Debería haber obedecido el mandamiento de Jehová. En vez de desobedecer órdenes directas de Jehová, el varón de Dios debería haber buscado aclaración de parte de Jehová antes de emprender acción adicional. Pudo haber orado a Jehová pidiendo dirección divina en este instante crítico. Sin orar y aparentemente sin poner en tela de juicio el mensaje por conducto ajeno de parte de “un ángel,” el varón de Dios se apresuró a entrar en sendas torcidas; y a pesar de su anterior registro meritorio, no anduvo sin culpa con Dios.
EVITANDO ACTOS PRESUNTUOSOS
14. ¿Qué lección sobre andar sin culpa aprende el cristiano?
14 ¿Qué aprende el cristiano de esto? Para ser constante en andar sin culpa a los ojos de Jehová, siempre busque su dirección, especialmente en instantes críticos y que causan perplejidad en la vida. Nunca se apresure a obrar presuntuosamente ya sea según sus propias ideas o a instancias de algún otro individuo, aunque esa persona ocupe un puesto de responsabilidad o afirme ocupar tal puesto en la organización de Dios. Al buscar la dirección de Jehová, evitamos el ser desviados por impostores o por los que tengan buenas intenciones pero que están obrando según su propio entendimiento. Al hacer esto continuamos andando sin culpa y en sendas derechas para evitar una ruina como la que le vino al hombre de Dios que ‘se rebeló contra la orden de Jehová.’—1 Rey. 13:21.
15. (a) ¿Cuál debería ser la oración del siervo de Dios, y por qué? (b) Con respecto a esto, ¿cómo dejó el rey Saúl de andar sin culpa, y con qué resultado?
15 El probar nosotros ser amigos de Dios requiere por lo tanto que busquemos la ayuda de Dios para retraernos de actos presuntuosos. Sea la oración del cristiano la del salmista: “De actos presuntuosos retén a tu siervo; no permitas que me dominen. En ese caso seré completo, y habré permanecido inocente de mucha transgresión.” (Sal. 19:13) Que el cristiano no copie al rey Saúl en su presunción. En la guerra contra los filisteos, el profeta Samuel le había dicho al rey Saúl que no obrara con anticipación sino que aguardara en Gilgal hasta que llegara Samuel. Hallando difícil el mantener junta a la gente hasta que Samuel viniera y ofreciera sacrificio, Saúl se apresuró a entrar presuntuosamente en sendas torcidas. “Se puso a ofrecer el sacrificio quemado,” a pesar de no tener autoridad para hacer eso. Cuando Samuel llegó inmediatamente después, Saúl trató de justificar su acción, refiriéndose a la actitud de temor de los israelitas y la demora de Samuel. “De modo que me compelí,” admitió Saúl, “y me puse a ofrecer el sacrificio quemado.” ¡Qué insensatez! Confiando en su propia sabiduría, Saúl ‘se compelió’ y se apresuró a obrar presuntuosamente. Por no andar sin culpa Saúl perdió su reino y la amistad de Jehová. “Ahora tu reino no durará,” declaró Samuel. “Jehová ciertamente hallará para si un hombre que concuerde con su corazón.”—1 Sam. 13:8, 9, 12, 14.
16. (a) ¿Cómo nos retiene Dios de actos presuntuosos, y cómo mostró el apóstol Pablo que andaba sin culpa? (b) Cuando está en duda, ¿qué debería evitar el cristiano?
16 Dios nos retiene de actos presuntuosos por medio de su Palabra y por medio de la oración. Podemos estudiar la Palabra escrita de Dios, la Santa Biblia, y aprender los principios por los cuales Jehová quiere que andemos. Debemos consultar su Libro de sabiduría. La oración nos retiene de actos presuntuosos, porque mediante ésta podemos tomar en cuenta a Jehová en todo lo que hacemos. Dios nos retiene de actos presuntuosos, también, mediante consejo de su organización. Cuando surgió una disputa por el asunto de la circuncisión para los gentiles, Pablo y Bernabé no se apresuraron a obrar presuntuosamente. Pablo sabía cuál era la decisión correcta en el asunto, pero ¡no la apresuró! Fue a Jerusalén, y allí un consejo de apóstoles y hombres de mayor edad examinó el asunto. Se llegó a una decisión, una que tuvo la aprobación del espíritu santo. Se preparó una carta de organización y esta declaración formal autorizada pudo leerse a la congregación. Pablo procedió solo después de conseguir autoridad de la organización. (Hech. 15:1-31) De modo que hoy el cristiano es retenido de actos presuntuosos no solo por oración y por la Palabra de Dios sino también por consejo de la organización de Dios. Cuando se está en duda en cuanto a cuál camino emprender en un instante crucial, que no se obre únicamente por sabiduría humana; refrénese de tal acción, aguardando aclaración de parte de Jehová por medio de estudiar su Palabra. Entonces avanzaremos en sendas derechas y seremos constantes en andar sin culpa.
PRACTICANDO LA JUSTICIA Y HABLANDO LA VERDAD
17. ¿Qué más requiere Dios de sus amigos, y qué incluye esto con respecto a los tratos con los compañeros de uno?
17 Para ser amigos de Jehová a todo tiempo debemos estar “practicando la justicia.” (Sal. 15:2) La vida personal del cristiano debe conformarse a las normas justas de la Palabra de Dios; su conducta debe ser santa: “Háganse también santos en todo su comportamiento, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo.’” (1 Ped. 1:15, 16) Debido a que Jehová es santo, no introduce en su tienda como invitados a los que son malos, a los que tratan injustamente con sus semejantes y sus compañeros cristianos. Para practicar la justicia uno no puede tratar con falta de honradez a sus amigos ni defraudarlos, ni puede calumniarlos con la lengua. “Porque tú no eres un Dios que se deleite en la iniquidad; nadie malo puede morar por tiempo alguno contigo. Ningún fanfarrón puede colocarse delante de tus ojos. Odias, sí a todos los que practican lo que es perjudicial; destruirás a los que hablan una mentira. Al hombre derramador de sangre y engañador Jehová lo detesta.”—Sal. 5:4-6.
18. (a) ¿Qué se dice con respecto a actos pequeños de injusticia? (b) ¿Cuál es la obligación del cristiano tocante al pedir prestado?
18 Es un error pensar que Dios recibirá en su tienda como invitados a cualesquiera que se contaminan con prácticas injustas. Note la descripción del amigo de Dios: “A su compañero no le ha hecho nada malo.” (Sal. 15:3) Esto incluye cosas pequeñas así como grandes, pues “la persona que es injusta en lo muy poco es injusta también en lo mucho.” (Luc. 16:10) El cristiano que pide prestado de su compañero y rehúsa pagar de vuelta, por ejemplo, no es excusado por Dios porque la cantidad o el artículo envuelto no sea grande. “El inicuo está pidiendo prestado y no devuelve.” (Sal. 37:21) Parece difícil para muchas personas el pagar de vuelta lo que piden prestado; mas si verdaderamente están “practicando la justicia” tratarán de pagar de vuelta lo que piden prestado, aunque no puedan pagar de vuelta todo de una sola vez y aunque el lapso de tiempo sea considerable. El hacer el esfuerzo por volver a pagar muestra que uno está “practicando la justicia” en su corazón.
19. (a) Explique qué significa estar ‘hablando la verdad en el corazón de uno.’ (b) ¿Qué dijo Jesús con respecto a probar nuestra amistad, y cómo está relacionado esto con hablar la verdad?
19 “Hablando la verdad en su corazón”—éste es otro requisito para el que quiere ser invitado de Dios. (Sal. 15:2) El que habla la verdad en su corazón es honrado con otros y consigo mismo. Si habla la verdad en su corazón, también hablará la verdad con la boca. No solo evitará la falsedad sino que será un predicador de la verdad, la verdad de Dios. Las verdades que Dios requiere que los cristianos hablen se hallan en su Palabra e incluyen los mandamientos de Jesucristo, el Hijo de Dios, especialmente aquéllos con respecto a la predicación del reino de Dios. Dijo el Señor Jesús cuando estuvo en la Tierra: “Ustedes son mis amigos si”—si ¿qué? “Si hacen lo que les estoy mandando.” (Juan 15:14) Y ¿qué es lo que el Señor Jesús mandó hacer a sus seguidores durante este “tiempo del fin”? ¡Pues, hablar la verdad concerniente al reino de Dios y su establecimiento! “Estas buenas nuevas del reino,” predijo Jesús, “se predicarán en toda la tierra habitada como testimonio a todas las naciones.”—Mat. 24:14.
20. ¿Qué resulta de hablar las verdades del Reino, y por eso qué obligación descansa sobre cada cristiano?
20 Esta gran obra de hablar las verdades del Reino, entonces, es algo en lo cual todos los que quieren ser amigos de Dios y de su Hijo querrán participar. Por medio de las verdades con respecto al reino de Dios millares de personas que en otro tiempo fueron enemigas de Dios ahora han llegado a ser sus amigas. Sí, el convertir a muchos que son enemigos de Dios en amigos suyos—éste es el magnífico privilegio y obligación de cada cristiano verdadero. Para hacer esto debe ser un predicador de la verdad. Todo el que está “hablando la verdad en su corazón” hablará la verdad con la lengua, enseñando a otros con respecto al reino de Dios. Con respecto a la obligación del cristiano de convertir enemigos de Dios en amigos de él por medio de la verdad, el apóstol dijo: “Somos por lo tanto embajadores sustituyendo por Cristo, como si Dios estuviera haciendo súplica mediante nosotros. Como sustitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios.’”—2 Cor. 5:20.
21. Con el nuevo mundo que se ha acercado, ¿cuál debería ser nuestro proceder, y con qué resultado bendito?
21 El nuevo mundo de justicia se ha acercado, un mundo en el cual “la tienda de Dios” estará con la humanidad. “Oh Jehová, ¿quién será un invitado en tu tienda?” Seamos diligentes, entonces, en hablar a otros las verdades del reino de Dios mediante las cuales pueden reconciliarse con Dios. Hablemos desde un corazón lleno de la verdad, practicando a todo tiempo la justicia en nuestros tratos con toda la humanidad. Y siempre andemos con constancia sin culpa para con nuestro Dios, como anduvieron Enoc, Noé, Abrahán y Daniel, buscando siempre la dirección divina en lo que hacemos. ¡Oh que demos prueba, hasta el fin de este mundo y en el glorioso nuevo mundo, de ser los amigos leales de Dios! Entonces podemos regocijarnos con el salmista: “Seré un invitado en tu tienda por tiempos indefinidos,” porque seremos invitados de Dios, teniendo el privilegio de morar en la tienda de Jehová para siempre.—Sal. 61:4.