La Biblia... el libro que da esperanza
ELLA había sido paciente de un sanatorio de Indonesia por años. Al morir su esposo perdió todo su ánimo. Le parecía desesperanzado el seguir y por eso comenzó a hacer planes para suicidarse. Al enterarse de esto, una de las enfermeras le habló a un testigo cristiano de Jehová, que también era paciente, acerca de ello. El visitó a esta señora y prudentemente trató de interesarla en la esperanza de la Biblia.
Al principio ella rehusaba escuchar, pero con bondadosa perseverancia el Testigo pudo interesarla en estudiar la Biblia. En el espacio de tres meses tenía un punto de vista enteramente diferente sobre la vida. Ahora estaba llena de esperanza y gozo. Todavía está en el sanatorio, pero hoy, en vez de pensar en suicidarse, está activa hablando a otros pacientes acerca de su esperanza basada en la Biblia. En realidad, está conduciendo cuatro estudios bíblicos con otros pacientes.
Exactamente, ¿cuál es la naturaleza de la esperanza bíblica que efectuó tal cambio en la vida de ella? Veremos esto al examinar este asunto, puesto que no hay duda de que la Palabra de Dios, la Biblia, cuando se entiende apropiadamente, en realidad es el Libro de la esperanza. Esa es una de las razones principales por las que se escribió la Biblia: “Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” Muy aptamente al Autor de la Biblia se le llama “Dios que da esperanza.”—Rom. 15:4, 13.
SE NECESITA ESPERANZA
Vez tras vez se menciona la esperanza del cristiano en la parte de la Biblia que se conoce como el “Nuevo Testamento” o las Escrituras Griegas Cristianas, en realidad unas cincuenta veces. La importancia de esa esperanza para los cristianos la indican también las palabras del apóstol Pablo según se encuentran en 1 Corintios 13:13. Allí, al considerar el tema del amor, él alista la esperanza junto con las cualidades importantísimas de la fe y el amor, diciendo: “Ahora, sin embargo, permanecen la fe, la esperanza, el amor, estos tres.” Sí, la esperanza merece ser colocada junto con la fe y el amor.
Los griegos de sabiduría mundana que vivían en tiempos antiguos no compartían el aprecio que el apóstol Pablo tenía de la esperanza. Desdeñosamente se referían a ella como “el alimento de los desterrados,” y como “la maldición del hombre.” Evidentemente hombres de sabiduría mundana del día presente tampoco atribuyen mucha importancia a la esperanza, porque ni la Encyclopedia Americana ni la Encyclopædia Britannica en sus extensos índices alfabéticos alistan “esperanza,” aunque sí alistan “fe” y “amor.”
Pero sin esperanza muchos se desesperan. La mismísima palabra “desesperar” proviene de dos raíces latinas, dis, que significa “privación; negación,” y sperare, que significa “tener esperanza.” De modo que la gente que no tiene esperanza se desespera.
Sin esperanza el hombre se inclina a darse a la conducta relajada. La historia registra que cuando el filósofo alemán Nietzsche perdió su fe y esperanza en Dios no solo se mofaba diciendo que “la esperanza es el peor de los males,” sino que se dio a un modo de vivir desenfrenado, relajado. Tal como hace notar la Palabra de Dios, los que no tienen esperanza a menudo dicen: “Comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir.”—1 Cor. 15:32.
Ilustra la diferencia que la esperanza produce en la vida de uno la experiencia de cierto joven que estaba recluido en un hospital para enfermos mentales del estado de Nueva York. Estaba bajo medicación constante, se le negaba todo privilegio o libertad y no recibía educación. Era poco más que un vegetal, encorvado, sin nada que decir y completamente desinteresado en cuanto a sí mismo o en cuanto a su futuro.
Entonces un día su hermano mayor, que acababa de llegar a entender y abrazar la esperanza de la Biblia, lo visitó y se esmeró en compartir con él su esperanza recién hallada. Aunque este joven no tenía conocimiento alguno de la Biblia, la verdad de ella inmediatamente lo atrajo y logró un efecto notable en él. Después de solo dos meses de considerar su contenido con su hermano y otros Testigos que lo visitaban, pudo pasarla sin medicación alguna. Pronto caminó erecto, desarrolló interés en cuanto a su apariencia y hasta se puso a hablar a otros enfermos acerca de esta esperanza bíblica. Su hermano, que le había traído esta esperanza, logró, después de mucho esfuerzo, hacer arreglos para que fuera dado de alta de la institución para enfermos mentales. Ahora él está aprendiendo a leer para, entre otras cosas, poder estudiar la Biblia por sí solo. Ahora ambos hermanos están asistiendo con regularidad a las reuniones donde la esperanza de la Biblia recibe prominencia especial, y su progreso se ha hecho patente a todos.
No es sin buena razón que la Biblia recalca tanto la esperanza. La esperanza no es un lujo. No es algo desechable, algo de lo que podamos prescindir. Es una necesidad. La esperanza es esencial para la salud tanto de la mente como del cuerpo.
BUENA PARA EL CORAZÓN LITERAL
La Dra. Frances Dunbar, autoridad sobre medicina psicosomática, informa que la esperanza es provechosa tanto para el corazón literal como para el corazón figurado. Para los pacientes de angina de pecho, una afección del corazón que se caracteriza por agudas punzadas en el pecho, “el restablecimiento de una actitud esperanzada es una de las principales tareas terapéuticas.” De hecho, en ningún otro grupo de pacientes se dice que es tan importante la esperanza como en éste.
Lo que la esperanza, y en particular la esperanza que da la Biblia, puede efectuar para los que padecen del corazón se puede discernir de la experiencia de una paciente del corazón en Italia. Estaba postrada en cama, pues su médico le había prohibido estrictamente todo esfuerzo o levantarse de la cama por razón alguna. Entonces un día un testigo cristiano de Jehová la visitó y persuadió a esta paciente del corazón a celebrar un estudio con regularidad.
A medida que ella progresaba en entender la Biblia y su maravillosa esperanza de vida eterna en un nuevo sistema de cosas, su salud física también comenzó a mejorar. Pronto pudo salir de la cama y hasta efectuar parte del trabajo doméstico. Todo esto sorprendió a su médico, el cual comenzó a preguntarse si ella estaría tomando alguna medicina que él desconocía. Cuando se enteró de la realidad, de que era la esperanza de la Biblia la que estaba ayudando a su paciente de manera física, él dijo: “Sin duda la mejor medicina para el corazón es el estudio de la Santa Biblia.” Hoy ella está predicando celosamente las buenas nuevas del reino de Dios a sus vecinos de casa en casa, pues ahora su corazón está bastante fuerte para tal actividad.
POR QUÉ DA ESPERANZA LA BIBLIA
¿Por qué da la Biblia tan fuerte esperanza? Porque es la Palabra del único Dios verdadero Jehová, que no puede mentir. Como muestra el apóstol Pablo, los cristianos cifran su fe “sobre la base de una esperanza de la vida eterna que Dios, que no puede mentir, prometió antes de tiempos de larga duración.”—Tito 1:2.
La Biblia da esperanza porque todo lo que Dios ha prometido se ha cumplido y exactamente a tiempo. Así sucede que por su profeta Jeremías Dios predijo que la tierra de Israel estaría desolada durante setenta años mientras su pueblo serviría al rey de Babilonia. Y cuando se cumplieron esos setenta años, los israelitas que esperaban en Dios no quedaron desilusionados. Dios los había libertado y, exactamente a tiempo, habían regresado a su tierra natal.—Jer. 25:11; Dan. 9:2; Esd. 1:1-4.
La promesa de Dios también se cumplió en cuanto a la venida del Mesías. En Daniel 9:24-27, Dios hizo que su profeta registrara que “desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas,” o sesenta y nueve semanas de años. Y la historia seglar verifica que desde el mandato dado para reedificar los muros de Jerusalén en el tiempo de Nehemías (455 a. de la E.C.) hasta que Jesús vino como el Mesías (29 E.C.) pasaron exactamente sesenta y nueve semanas de años, o 483 años. Sí, Jesús el Mesías se presentó exactamente a tiempo para cumplir las esperanzas de su pueblo.—Luc. 3:15.
El hecho de que estas profecías y otras como ellas se han cumplido da fuerte seguridad de que las demás promesas proféticas de Dios se cumplirán. Es tal como Josué registró acerca de la experiencia de su pueblo Israel: “No falló ni una promesa de toda la buena promesa que le había hecho Jehová a la casa de Israel; todo se realizó.” A causa de esto, hoy los cristianos pueden hacer eco a los sentimientos del rey Salomón al tiempo de la dedicación del templo de Jehová: “Bendito sea Jehová, que le ha dado un lugar de descanso a su pueblo Israel conforme a todo lo que ha prometido. No ha fallado una sola palabra de toda su buena promesa que él ha prometido por medio de Moisés su siervo.”—Jos. 21:45; 1 Rey. 8:56.
ESPERANZA BÍBLICA PRONTO SE CUMPLIRÁ
Un estudio cuidadoso de la Palabra de Dios revela que se está cumpliendo también en nuestro día, dándonos esperanza de liberación temprana de las condiciones terribles de la actualidad. Jesucristo predijo que el fin de este sistema de cosas sería señalado por guerras internacionales, escaseces de alimento esparcidas, terremotos y desafuero en aumento. Más que eso, dijo que la generación que viera todas estas cosas también vería el fin de este sistema inicuo. ¿Comprende lo que eso significa para usted?—Mat. 24:3-34.
¿Se aflige usted y teme debido a las constantes guerras entre las naciones, que acarrean incalculable penalidad y la pérdida de personas amadas? Entonces no se desespere, sino consuélese con la esperanza de que Dios hará cesar todas las guerras, como prometió: “Vengan, contemplen las actividades de Jehová, . . . Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra.” Acerca del reinado del reino de su Hijo, Jesucristo, el “Príncipe de Paz,” se nos asegura que habrá “abundancia de paz hasta que la luna ya no sea,” y que de la abundancia de su paz “no habrá fin.” ¡Imagínese lo que significará eso! ¡No más impuestos elevados que pagar para presupuestos bélicos costosos, no más destrucción desenfrenada de vida y propiedad!—Sals. 46:8, 9; 72:7; Isa. 9:6, 7.
¿Se inclina usted a desanimarse a causa de los dolores corporales? Entonces cobre esperanza, porque éstos también serán eliminados con el régimen del reino de Jehová tal como él ha prometido: “El limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” ¡Qué perspectiva! ¡No habrá más necesidad de doctores y enfermeras para tratar enfermedades ni empresarios de pompas fúnebres para enterrar a los muertos! ¡Estos tendrán que hallar alguna otra cosa que hacer!—Rev. 21:4.
¿Ha perdido usted a una persona amada en la muerte? Entonces cobre esperanza en la promesa de Dios de “que va a haber resurrección así de justos como de injustos.” Como Jesús mismo prometió: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.” Entonces en vez de que la gente envejezca y muera, la gente estará regresando de los sepulcros y será restaurada a la salud y vigor de la juventud.—Hech. 24:15; Juan 5:28, 29.
¿Qué puede significar todo esto para usted? Significará que si usted sobrevive al fin de este viejo sistema de cosas del que Jesús habló, jamás será necesario que usted descienda a la muerte.—Isa. 25:8.
Pero, ¿qué hay si muriera antes de que el reino de Dios introduzca ese nuevo sistema de cosas? Entonces las palabras consoladoras de Jesús a Marta cuando murió su hermano le aplicarán a usted: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir.”—Juan 11:25, 26.
FORTALEZCA SU ESPERANZA
Aunque por medio de su Palabra inspirada Jehová Dios ha suministrado razón y base amplias para tener esperanza, le toca a usted fortalecer su propia esperanza. ¿Cómo puede hacerlo?
Ante todo alimentándose con regularidad del Libro de la esperanza, la Santa Biblia. Lea una porción de él todos los días. Sin embargo, para conseguir el mayor provecho de sus páginas hará bien en aprovecharse de las ayudas que Dios ha provisto para ayudarle a entender la Biblia. La Sociedad Watch Tower publica estas ayudas y los testigos cristianos de Jehová se las traen a usted. La revista que usted está leyendo es una de éstas.
Para fortalecer su esperanza usted también debe desear asociarse con otros que tienen esta esperanza fuerte y segura, prestando atención así al mandato apostólico de ‘no abandonar el reunirnos.’ Esto lo puede hacer en los Salones del Reino y en otros lugares de reunión de los testigos de Jehová. También es importante el que usted ponga su vida personal en armonía con los principios justos manifestados en la Biblia, porque usted no puede tener esperanza fuerte a menos que viva en armonía con esos principios. Eso significa prestar atención al mandato profético: “Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra . . . Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová.”—Heb. 10:25; Sof. 2:3.
La Palabra de Dios, la Santa Biblia, de veras es el Libro de la esperanza. La evidencia no deja lugar a duda. Dios sencillamente no puede mentir. Lo que predijo que sucedería en el pasado siempre ha acontecido. Por lo tanto usted puede tener fuerte esperanza en que todas sus promesas en cuanto al futuro de esta Tierra y la humanidad él también las cumplirá. Él tiene tanto el deseo como la habilidad y los medios para hacerlo. ¡Qué bendita seguridad!
[Ilustración de la página 645]
La esperanza es esencial para nuestro bienestar. ¿Está bien fundada su esperanza?