Preguntas de los lectores
● Apocalipsis 13:18 (NM) dice: “Aquí es donde entra la sabiduría: Calcule el número de la bestia salvaje el que tenga inteligencia, porque es el número de un hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis.” ¿Qué significa este número?—E. J., Estados Unidos.
No es bíblica la afirmación de que este número se refiere al papa de la Jerarquía católica romana. No podría aplicarse al puesto de papa. Es el número de una bestia. La Biblia usa bestias como símbolos de gobiernos humanos bestiales, como es el caso en el capítulo 7 de Daniel. En el capítulo 13 de Apocalipsis se usa “bestia salvaje” para simbolizar la organización visible de Satanás, de manera que es de esta organización que se dice que su número es 666.
Desde el tiempo del primer gobierno político en Babilonia hasta nuestro día, los gobiernos humanos se han compuesto de tres elementos principales: el religioso, el político y el comercial. Ahora el número 666, una gradación de tres múltiplos de seis, nombra o representa estos tres elementos de la organización visible bestial de Satanás. ¿Por qué seis? Porque la Biblia usa el número seis para simbolizar imperfección. Siete designa totalidad o perfección espiritual, y seis es deficiente con relación a eso y, por consiguiente, es incompleto o imperfecto. El número 666 en el idioma original se indica por tres diferentes letras alfabéticas o símbolos en el texto griego, a saber, χ (600), ξ (60) y ς (6).
Seis simboliza imperfección, cosa que es abominable a la vista de Dios, y, por lo tanto, reprensible. Seiscientos atañería al elemento más reprensible, el cual es la religión falsa. Son las religiones falsas del mundo las que hipócritamente pretenden ser adoradoras de Dios pero que realmente le representan en falsos colores, y como resultado alejan a las personas de Dios o las ponen en pugna con él por medio de sus falsedades y blasfemias. En vez de confiar en Dios y en Cristo y el reino celestial, estas religiones aman el dinero y aclaman substitutos políticos por ese reino. Además, es el clero religioso el que amargamente se opone a la predicación de las buenas nuevas del reino de Cristo, que los testigos de Jehová están llevando a cabo, y agitan a los dos otros elementos para que éstos se opongan también.
El elemento comercial es más reprensible que el elemento político, porque él influye con más poder entre bastidores, mientras que los de la clase política son los serviles instrumentos vocingleros a plena vista del público. Por consiguiente 60 muy bien representa el elemento comercial y 6 el elemento político. Los tres elementos en conjunto componen la organización visible de Satanás y el número 666 representa estos elementos combinados que son imperfectos y reprensibles a la vista de Dios.
El número sugiere ganancia egoísta, porque en tiempos antiguos la renta anual del rey Salomón era de 666 talentos. También, las dimensiones del ídolo imagen de oro de Nabucodonosor, delante del cual los tres fieles hebreos rehusaron postrarse para adorarlo, eran sesenta codos de alto y seis codos de ancho. Y el inicuo Goliat, que peleó contra la nación de Dios, Israel, tenía un hermano gigante que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, y fué un tipo de la organización dictatorial visible de Satanás que pretende ser las “potestades superiores” más bien que reconocer a Jehová y Cristo como tales. De manera que seis representa una totalidad o cosa completa solamente a la vista del hombre y es deficiente con relación a la totalidad o perfección que Dios designa con el número siete.—1 Rey. 10:14; Dan. 3:1; 1 Cró. 20:6; Rom. 13:1.
Porque seis es deficiente con relación a siete, el número perfecto de Dios, se le llama el número de un hombre y corresponde a la organización visible de los hombres bajo Satanás, el dios de este mundo, organización que se simboliza por la bestia salvaje. De manera que es con este significado en mientes que se dice que el número de la bestia es “el número de un hombre.” No es el número perfecto que Dios usa para la totalidad espiritual.
● Mateo 20:29 y Marcos 10:46 relatan que Jesús sanó al mendigo ciego Bartimeo cuando Jesús estaba saliendo de Jericó, pero Lucas 18:35 informa que el evento ocurrió cuando Jesús estaba entrando en Jericó. ¿Cómo puede explicarse esta contradicción?—B. F., Canadá.
El libro Archaeology and Bible History, por José P. Free, hace una sugestión interesante acerca de este asunto en la página 295: “Poco antes de encontrarse el Señor con Zaqueo en Jericó, él sanó al ciego en la misma vecindad. En Mateo se nos dice que esta curación se efectuó cuando Cristo salía de Jericó, mientras que en Lucas se indica que se efectuó cuando iba entrando en Jericó. Algunos han sugerido que éstos fueron dos diferentes sucesos, y eso es una posibilidad. La arqueología, sin embargo, ha arrojado más luz sobre esto que aparenta ser una discrepancia. Temprano en el siglo veinte d. de J.C. Ernest Sellin, de la Sociedad Oriental Alemana, hizo unas excavaciones en Jericó (1907-1909). Las excavaciones mostraron que la Jericó del tiempo de Jesús era una ciudad doble. La vieja ciudad judía distaba más o menos una milla de la ciudad romana. A la luz de esta evidencia, es posible que Mateo esté hablando acerca de la ciudad judía de la cual Cristo acababa de salir, mientras que Lucas esté hablando acerca de la ciudad romana, a la cual Cristo aún no había llegado. De este modo, en camino de la vieja a la nueva ciudad, Cristo se encontró con el ciego Bartimeo y lo sanó. Por lo tanto, si estos tres textos en Mateo, Marcos y Lucas se refieren al mismo evento, no hay contradicción alguna; y si se refieren a distintas curaciones, por supuesto que no habría ninguna contradicción.”
Esto ilustra bien lo insensato que es argüir que la Biblia se contradice, como arguyen algunos. El conocer cabalmente los hechos relacionados con los tiempos en que los eventos ocurrieron aclara lo que parecería ser una contradicción al verlo siglos después y sin conocer completamente todo dato circundante. Además, estas contradicciones aparentes prueban que no había colusión entre los diferentes escritores de la Biblia ni entre los copistas de los manuscritos. Tales aparentes contradicciones obvias, como la que se ha mencionado aquí, no hubiese ocurrido. El hecho de que haya en la Biblia tales contradicciones aparentes prueba que no hay colusión entre sus escritores, y cuando se ponen de manifiesto todos los hechos hasta la misma contradicción aparente desaparece.