Medidas bíblicas
UN ESTUDIO del sistema de medidas empleado en Palestina presenta muchas complicaciones. Puesto que esa tierra fué dominada sucesivamente por Egipto, Asiria, Babilonia, Medo Persia, Grecia y Roma, se impusieron nuevos sistemas, y por esta razón hay mucha variación en las muestras de pesos y medidas desenterradas por los arqueólogos.1 Aunque hay alguna variación en las opiniones que se expresan en cuanto a los valores precisos implicados, no obstante la información asequible arroja considerable iluminación sobre los textos de la Biblia en que se habla de medidas.
El sistema prevaleciente en Babilonia fué sexagesimal, estaba basado sobre el número sesenta; nuestra división de las horas es una evidencia de esa práctica que ha sido continuada hasta nuestro día. Aparentemente el sistema egipcio fué decimal. La escala hebrea no se adhirió a ninguno de estos sistemas exclusivamente, sino más bien empleó una combinación de sistemas.2
MEDIDAS DE LONGITUD
Los hebreos y algunos pueblos vecinos emplearon un sistema que obviamente se derivó del cuerpo humano: el dedo, la mano, el brazo, el palmo, el pie y el paso usándose para medir.3 Obviamente, éstos difieren según la persona; así que hacía falta una serie de medidas fijas para el uso general. El resultado fué el uso de la “anchura de un dedo” la cual era igual a dos centímetros o tres cuartos de una pulgada aproximadamente. Según la tradición rabínica esto representaba siete granos de cebada colocados lado a lado. Cuatro dedos, “el ancho de una mano,” serían un “palmo menor” o “común,” tres palmos menores serían un “palmo” (la distancia entre la punta del dedo pulgar y el meñique estando éstos extendidos) y dos palmos formaban un “codo,” o un “ana,” como lo llaman las autoridades judías. También había el paso, lo que es semejante a nuestro metro o yarda, y la “caña,” que constaba de seis largos codos. El estadio era cerca de 200 metros o la octava parte de una milla.4
Ha habido considerable discusión en cuanto al valor del codo, y algunas autoridades han argüído que hay tres codos diferentes de largo variado. Algunos han dicho que debe medirse desde el codo hasta la punta del dedo de en medio, o posiblemente hasta las articulaciones de los dedos, o hasta la muñeca, o desde el sobaco hasta la punta de los dedos extendidos.5 Sin embargo, no parece que haya necesidad de que existan tales variaciones en sus usos, y The Westminster Dictionary of the Bible, publicado en 1944, indica que es probablemente “como 18 pulgadas,”6 46 centímetros o aproximadamente seis palmos menores. Esto fué usado comúnmente y fué probablemente el más antiguo de los dos codos en uso, siendo el segundo un codo “de un codo y el ancho de una mano cada uno.” (Eze. 40:5) Los egipcios también tuvieron un arreglo semejante a éste, con un codo común y un codo real que era una sexta parte más largo, pero solían usarlo para dar una ventaja egoísta al rey en el comercio. Esto no se hacía en Israel.
Apliquemos esta vara de medir del codo a algunos de los relatos bíblicos con la mira de ver el cuadro que nos da. Respecto al arca en que Noé, su familia y algunos de cada uno de los géneros de animales sobrevivieron al diluvio, Génesis 6:15, 16 (NM) dice: “Y así es como la harás: trescientos codos el largo del arca, cincuenta codos su ancho, y treinta codos su altura. . . . la harás con un piso bajo, un segundo piso y un tercer piso.” Eso no era ningún yate para pasear durante un fin de semana, sino un cofre gigantesco de 450 pies de largo, 75 pies de ancho y 45 pies de alto (o 150 por 25 por 15 metros) diseñado para albergar a todos los sobrevivientes por más de un año lunar.
Mucho más tarde, en la llanura plana de Dura, en Babilonia, el rey Nabucodonosor construyó una imagen ante la cual se mandó que todo el mundo se arrodillara en adoración. Su “altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos”; sí, ese ídolo con nueve pies de ancho se elevaba como una torre noventa pies en el aire, atrayendo la atención y adoración del pueblo. (Dan. 3:1) Aunque esta monstruosidad infundió pavor en la gente, los fieles hebreos no se arrodillaron en servicio a ella.
VIAJES
En tiempos bíblicos, ¿qué distancia viajaría uno en un día? Pues, esto tal vez dependería de qué día fuera, de quiénes se formaba el grupo de viajeros y cuán escabroso fuera el terreno. Así que cuando se hace referencia a la “jornada de un día” difícilmente podemos asignar a esto una distancia fija. Tal vez podemos decir que como término medio era 20 millas o 30 kilómetros. Algunos tal vez viajarían treinta millas, pero si uno viajara con un grupo algo grande puede que no fuera más de unas diez millas.7 Posiblemente esto aplica al caso de los padres de Jesús. Cuando iban de regreso de la fiesta “el niño Jesús se quedó atrás en Jerusalén, y sus padres no lo notaron. Asumiendo que él estaba en la compañía viajando junto con ellos, viajaron a la distancia correspondiente a un día y luego comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Pero, no encontrándolo, volvieron a Jerusalén, y lo buscaron. . . . Bueno, después de tres días lo hallaron en el templo, sentado en medio de los maestros y escuchándoles e interrogándoles.”—Luc. 2:43-46, NM.
Ahora, si fuera el día sábado en Israel, uno no viajaría mucha distancia. Se les permitía viajar menos de una milla fuera de la puerta de la ciudad. (Hech. 1:12) Esto se basa sobre la idea de que, mientras el tabernáculo estuvo ubicado a la distancia de 2,000 codos (o 3,000 pies, poco menos de un kilómetro) del campamento de Israel, se le permitía al pueblo viajar por lo menos esa distancia el día sabático.8 (Jos. 3:4) Sin duda se debió a esta restricción en los viajes que algunos de los que vieron los muertos arrojados de las tumbas al tiempo de la muerte de Jesús no volvieron a la ciudad santa de Jerusalén para informar el incidente hasta el primer día de la semana, después que el Señor hubo sido resucitado. ¡Qué fuerza presta a las palabras de Jesús también este aprecio de la distancia del viaje del día sábado: “Sigan orando que su huída no ocurra en tiempo de invierno ni en el día sábado”! (Mat. 24:20; 27:52, 53, NM) Poco valdría una huída de menos de una milla para escaparse de ejércitos destructores.
MEDIDAS AGRARIAS
Para las medidas agrarias se usaban dos métodos en Israel. Uno designaba el terreno que una yunta de bueyes podía arar en un día; literalmente la expresión es un “palmo de un campo.” Se traduce “yugada” en casi todas las versiones españolas de la Biblia y “acre” en la Versión Normal Americana. (1 Sam. 14:14; Isa. 5:10) El segundo método indicaba la cantidad de semilla que se necesitaba para sembrar un área determinada. En esta forma, “la sembradura de un homer de cebada” se computaba al valor de cincuenta siclos de plata. (Lev. 27:16) Esta es la misma clase de medida que se da en conexión con el altar construído por Elías en el monte Carmelo. Los sacerdotes de Baal habían orado con frenesí demoníaco, cortándose con cuchillos, rogándole a su dios que les contestara, pero todo en vano. Elías, confiado en Jehová, construyó un altar para sacrificio “e hizo al rededor del altar una zanja, donde pudiesen caber como dos seahs [satos, Val] de semilla.” Esto no era una zanja que podía contener dos medidas de semilla, sino que abarcaba el área que se necesitaría para sembrar esa cantidad de semilla en ella. El Talmud la define como un área de 5,000 anas cuadradas o codos cuadrados, o sea un área de setenta y cinco pies por ciento cincuenta.9 Elías virtualmente convirtió esta área grande en una laguna; pero ¿impidió esto el sacrificio? “Entonces cayó el fuego de Jehová, y consumió el holocausto, y la leña, y las piedras, y el polvo; y lamió el agua que había en la zanja.” (1 Rey. 18:32, 38) Fué un espectáculo que dejó en la mente de la gente una impresión muy clara de que Jehová es el Dios verdadero.
CAPACIDAD
Si uno visitara el mercado o entrara en la cocina de una familia hebrea de la antigüedad tal vez viera en uso sus instrumentos de medida. Vasos de alfarería fuertes y bien modelados o vasos de piedra eran los más comunes. Para líquidos había el “log,” más o menos igual a medio litro o una pinta, que se usaba a menudo para medir el aceite que acompañaba un sacrificio.10 Cuatro logues eran iguales a un “cabo,” tres cabos formaban un “hin,” y seis hines eran iguales a un “bato,” lo que puede haber sido similar al “cuñete” griego.11 ¿Hace falta una unidad de medida más grande? Pues, entonces, úsese el “coro.” Era igual a diez batos, o más o menos 98 galones de EE. UU.12
Ahora dirija su atención al norte, a Caná de Galilea, y observe lo que sucedió en la fiesta de bodas a la que Jesús asistió allí. Se había acabado el vino. “Sucede que había puestas allí seis tinajas para agua hechas de piedra como exigían los reglamentos de purificación de los judíos, cada una capaz de contener dos o tres medidas de líquido. Jesús les dijo: ‘Llenen de agua las tinajas de agua.’ Y las llenaron hasta el borde. Y él les dijo: ‘Saquen ahora un poco y llévenlo al director de la fiesta.’ Así que lo llevaron.” (Juan 2:6-8, NM) Fíjese en la cantidad: seis tinajas que tenían cada una capacidad para dos o tres cuñetes. Puede ser, como se sugiere en The Westminster Dictionary of the Bible, que el cuñete fuera igual a aproximadamente nueve galones de los EE. UU. Si se pusieron solamente dos cuñetes en cada tinaja, esto querría decir que Jesús produjo milagrosamente unos 108 galones de vino para la fiesta; o si cada una tenía capacidad para tres medidas completas, lo que se produjo sería como 162 galones.13 Y no se trataba de cantidad al costo de calidad, por cuanto el director de la ocasión lo pronunció el mejor que tenían en la fiesta.
Probablemente si dirigimos nuestra atención ahora a una de las amas de casa israelitas observaremos más cosas de interés. Vea el receptáculo con el cual ella mide la harina; es una “seah.” ¿Grande? Sí, pero también la familia es grande, y aunque contiene más de doce litros, todo será necesario. Pero también hay una medida más pequeña; se trata del “omer,” igual a 3.69 litros.14 Hallamos que los comerciantes en el mercado usan receptáculos aun más grandes: la “efa,” que contiene diez omeres, y el “homer,” que es lo mismo que diez efas.
Estas son las mismas medidas que se usaron a través de un período de muchos siglos. Note la mención que se hace de ellas en conexión con Gedeón. Cuando apareció el ángel de Jehová “Gedeón entró y procedió a preparar un cabrito de las cabras y una efa de harina [36.9 litros] como tortas no fermentadas. Puso la carne en la canasta y puso el caldo en la olla de cocinar, después de lo cual se lo trajo afuera debajo del árbol macizo y lo sirvió.” (Jue. 6:19, NM) Ese banquete se sirvió en un tiempo en que las condiciones económicas tenían a la gente sumamente oprimida. ¡Cuán devoto era Gedeón, cuán confiado estaba en que Jehová seguiría haciendo provisión!
Israel diariamente experimentaba el cuidado amoroso de Jehová y era recipiente constante de sus provisiones, pues se le daba maná diariamente para su alimentación durante la jornada a través del desierto. No sufría ninguna escasez; se proveía un omer, o sea unos 3.6 litros por persona cada día. ¿Se necesitaría más que eso? Los israelitas pensaron que sí. Anhelaban carne. La mano de Dios no se había acortado. “Prorrumpió un viento de Jehová y empezó a empujar codornices desde el mar y dejarlas caer encima del campamento como el camino de un día por esta dirección y como el camino de un día por la otra dirección todo alrededor del campamento y como dos codos sobre la superficie de la tierra. Entonces el pueblo se levantó todo ese día y toda la noche y todo el día siguiente y siguió recogiendo las codornices. El que menos recogió, recogió diez homeres, y siguieron esparciéndolas extensamente alrededor del campamento para ellos.”—Núm. 11:31, 32, NM.
Emanando de este campamento gigantesco de dos a tres millones de personas por unas veinte millas por todos lados había una carnicería enorme para satisfacer su regosto. Pero la avaricia y la glotonería se apoderaron de ellos. El que menos había recogido tenía más de tres mil quinientos litros. Si calculamos que sólo los hombres de veinticinco años o más participaron en recoger, recogieron más de dos mil millones de litros de codornices. No ejercieron el debido imperio sobre sí mismos y, ante todo, no expresaron gracias y aprecio a Jehová por su provisión generosa. De modo que el versículo treinta y tres Nú 11:33 relata: “La carne estaba todavía entre sus dientes, antes de que pudieran mascarla, cuando ardió la ira de Jehová contra el pueblo y Jehová comenzó a herir al pueblo con una matanza sobremanera grande.” ¡Cuánto más cabalmente podemos apreciar estos relatos bíblicos teniendo un poco de conocimiento del significado de estas unidades de medida!
Nótese brevemente la relación que existe entre estas muchas unidades de medida que hemos considerado. Las medidas de longitud siguen este modelo: un codo es igual a dos palmos, o a 6 anchos de mano (palmos menores) o a 24 dedos. En la medida de líquidos un coro es lo mismo que 10 batos, 60 hines, 180 cabos o 720 logues. Un homer, la unidad grande de medidas secas, equivale a 10 efas, 30 seahs (satos), 100 omeres, 180 cabos o 720 logues.15 Y haciendo una comparación entre los últimos dos sistemas, notamos que la efa es lo mismo que el bato y el homer es igual al coro. La Cyclopædia de McClintock y Strong hace comentario sobre esta relación entre las unidades de medida: “Se observará que la escala se construye sobre una combinación de proporciones decimal y duodecimal, la primera prevaleciendo en lo relativo al omer, efa y homer, y la segunda en lo relativo al cabo, seah y efa. En las medidas de líquidos aparece solamente la proporción duodecimal, y por ende existe una suposición razonable de que ésta fué la original, ya que sin duda fué el principio más general sobre el que se establecieron las escalas de la antigüedad.”16
Tal vez un esfuerzo por reconciliar las muchas pequeñas diferencias que existen en las medidas exactas en la forma en que los arqueólogos presentan éstas sería una tarea prohibitiva, pero un conocimiento sencillo de los valores relativos de las unidades de medida que se usan en la Biblia es cosa de valor práctico para todos los que la leen.
[Referencias]
1 Bible Dictionary de Harper, 1952.
2 Cyclopædia de McClintock y Strong, tomo 6, pág. 197.
3 Jewish Encyclopedia, 1905, tomo 12, pág. 483.
4 Ibid., pág. 483.
5 Cyclopædia de McClintock y Strong, tomo 6, pág 193; Jewish Encyclopedia, tomo 12, pág. 487.
6 The Westminster Dictionary of the Bible, 1944, pág.122.
7 Cyclopædia de McClintock y Strong, tomo 6, pág. 196.
8 The Westminster Dictionary of the Bible, pág 523.
9 Jewish Encyclopedia, tomo 12, pág. 487.
10 The Westminster Dictionary of the Bible, pág. 362; Lev. 14:10, nota al pie de la página, NM.
11 Juan 2:6, nota al pie de la página, NM, pero véase Westminster.
12 The Westminster Dictionary of the Bible, 1944, pág. 61.
13 Ibid., pág. 184.
14 Ibid., pág. 440. También Éxodo 16:16, nota al pie de la página, NM.
15 Ibid., pág. 386.
16 Cyclopædia de McClintock y Strong, tomo 6, pág. 197.
[Imagen de la página 681]
1 CODO = 2 PALMOS = 6 PALMOS MENORES = 24 DEDOS
1 CORO = 10 BATOS = 60 HINES = 180 CABOS = 720 LOGUES
1 HOMER = 10 EFAS = 30 SEAHS = 100 OMERES = 180 CABOS = 720 LOGUES