Ejemplos de retener integridad
1. Durante el gobierno mundial de la tercera cabeza de la bestia salvaje, ¿qué caso sobresaliente tenemos de rehusar adorar a la bestia?
LA “BESTIA salvaje” de Apocalipsis 13:1-8, según lo explican los comentarios católicos romanos y otros comentarios bíblicos, incluye a la antigua Babilonia o Caldea, la tercera potencia mundial. Suponiendo que así sea, en la historia dada en la Biblia tocante a Babilonia como la tercera cabeza de la simbólica bestia salvaje, hallamos un caso sobresaliente de hombres que rehusaron adorar a esa bestia hace dos mil quinientos años. Daniel 3:1-30 (Mod) nos dice que los tres hombres que retuvieron integridad se llamaban Sadrac, Mesac y Abed-nego (o Sidrac, Misac y Abdénago, TA). Cuando los acusaron ante Nabucodonosor, el emperador de Babilonia, sus enemigos se refirieron a ellos como “ciertos judíos.” A petición del profeta Daniel estos tres judíos habían sido nombrados por el emperador Nabucodonosor a puestos encumbrados sobre los asuntos de la provincia de Babilonia, mientras que Daniel mismo estaba a las puertas del emperador como gobernador sobre la entera provincia de Babilonia y como principal príncipe sobre todos los sabios de Babilonia.—Dan. 2:48, 49, Mod.
2, 3. ¿Por qué no estaban violando su pacto con Jehová esos judíos al servir en dichos puestos encumbrados de un gobierno político pagano?
2 Pero ¿cómo era que estos judíos, que estaban bajo un pacto nacional con Jehová Dios por medio del mediador Moisés, servían en tales puestos encumbrados de un gobierno político pagano? ¿No estaban violando su pacto con Dios, que les había dado los Diez Mandamientos mediante Moisés? No. ¿Por qué no? Porque su propio gobierno judío, el Reino de Jerusalén, no existía entonces. Los ejércitos de Nabucodonosor lo habían destruído en 607 antes de la era cristiana. Aun once años antes de su destrucción Daniel y sus tres compañeros judíos habían sido llevados de Jerusalén y habían sido desterrados a Babilonia. De modo que antes y después de la destrucción de Jerusalén estos cuatro judíos eran cautivos y esclavos de Babilonia.
3 Jehová Dios había estado usando a Nabucodonosor como siervo suyo para ejecutar ciertos juicios sobre los pueblos desobedientes, y él había dicho a los sacerdotes y al pueblo de Jerusalén: “¡Servid al rey de Babilonia, y vivid!” Pero habían rehusado y por eso sufrieron la muerte a manos del ejecutor. Los profetas falsos, Sedequías y Acab, habían aconsejado que no se sometieran a Nabucodonosor. A causa de esto el rey de Babilonia asó en el fuego a estos profetas que se oponían. (Jer. 27:16, 17; 29:21-23, Mod) Pero Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego estaban sirviendo obedientemente a Nabucodonosor como cautivos y esclavos suyos. Sin embargo, cuando se trató de pagar a Nabucodonosor cualquier cosa que él exigiera en violación de la ley suprema de su Dios, rehusaron obedecer a este gobernante principal de la tierra en aquel entonces. Ellos obraron igual que Pedro y los otros apóstoles; obedecieron a Dios como Gobernante más bien que a los hombres.—Hech. 5:29.
4. ¿Por qué erigió Nabucodonosor la imagen de oro en la llanura de Dura? y ¿de no hacer qué cosa acusaron los enemigos a los tres compañeros de Daniel?
4 En la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia, Nabucodonosor erigió una imagen de oro de veintisiete metros cuarenta y tres centímetros de altura por dos metros setenta y cuatro centímetros de ancho. No se menciona si esto fué una imagen de su dios favorito Marduk o no. Por lo menos se sabe una cosa: representaba el propósito del emperador de unir a todos los pueblos del imperio bajo una adoración común para mantenerlos todos juntos como súbditos y para hacerlos adorar a la “bestia salvaje.” Nabucodonosor hizo que todos los oficiales de todas las provincias del imperio se congregaran para la dedicación de la imagen. El heraldo pregonó que al sonido de la orquesta de muchos instrumentos todos deberían postrarse y adorar unidamente a esta imagen de oro. Si no lo hacían, serían arrojados a un horno ardiente. Cuando tocó la orquesta, haya sido un himno nacional o no, “cayeron en tierra todos los pueblos, naciones y lenguas, y adoraron la imagen de oro que había hecho levantar el rey Nabucodonosor.” Pero no se postraron los tres compañeros judíos de Daniel que estuvieron presentes. A causa de esto los caldeos se quejaron a Nabucodonosor: “A tus dioses no dan culto, ni adoran la imagen de oro que tú has hecho levantar.”
5. Con amenazas, ¿qué ordenó Nabucodonosor que violaran los tres oficiales judíos?
5 Nabucodonosor llamó a los tres oficiales judíos. Los amenazó. Les ordenó que violaran los primeros dos de los Diez Mandamientos, a saber: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. No tendrás otros dioses delante de mí. No harás para ti escultura, ni semejanza alguna de lo que esté arriba en el cielo, ni de lo que esté abajo en la tierra, ni de lo que esté en las aguas debajo de la tierra: no te inclinarás a ellas ni les darás culto; porque yo soy Jehová tu Dios; Dios celoso.” (Éxo. 20:2-5, Mod) En vista de esto, ¿cómo respondieron esos tres esclavos a su aprehensor, el jefe del Estado?
6. ¿Cómo respondieron los tres al jefe del Estado?
6 Con integridad a Jehová Dios porque se adhirieron firmemente a los principios establecidos en sus mandamientos. Ellos dijeron: “¡Oh Nabucodonosor, no hemos menester responderte sobre este asunto! ¡He aquí que existe nuestro Dios, a quien nosotros servimos; él tiene poder para librarnos del horno ardiendo en fuego; y de tu mano, oh rey, él nos librará! Y aunque no, séate conocido, oh rey, que a tus dioses nosotros no daremos culto, ni adoraremos la imagen de oro que tú has hecho levantar.”
7. ¿Qué experiencia tuvieron los tres con el horno ardiente, y entonces qué reconocimiento hizo Nabucodonosor tocante al Dios de ellos?
7 Nabucodonosor era un adorador muy devoto del dios falso Marduk y se sintió ultrajado por el desafío de los tres judíos. En su furor hizo que ellos fueran arrojados atados al horno que fué especialmente calentado siete veces más que de costumbre, para mostrar cuán ardiente era la ira que sentía contra ellos. Las mismas personas que los arrojaron fueron consumidas por las llamas del horno supercalentado. ¡Seguramente, entonces, los tres adoradores de Jehová fueron consumidos también! ¡Pero no fué así! Al mirar desde una distancia segura Nabucodonosor dijo: “¡He aquí, yo veo cuatro hombres, sueltos, paseándose en medio del fuego; y ningún daño han padecido; y el parecer del cuarto es semejante a un hijo de los dioses!” Asustado, llamó, no al cuarto personaje semejante a un hijo de los dioses, sino a los tres adoradores de Jehová, diciendo: “Siervos del Dios Altísimo, salid fuera, y venid acá.” Al salir, todos los que se hallaban alrededor vieron que sobre sus “cuerpos el fuego no tuvo poder, ni un cabello de su cabeza se había chamuscado, ni sus ropas habían mudado de apariencia, ni olor de fuego había pasado por ellos.” Luego el más poderoso gobernante que había entonces en la tierra bendijo al Dios de ellos, “que ha enviado su ángel, y ha librado a sus siervos que confiaron en él, y que desobedecieron el mandato del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir ni adorar a ningún otro Dios, sino tan sólo al Dios suyo . . . no hay otro Dios alguno que pueda librar de esta manera.” (Mod) Con estas palabras, Nabucodonosor quiso decir Jehová Dios de los Diez Mandamientos.
8. Por su proceder en desafío al emperador y la adoración del Estado, ¿los intereses de quiénes pareció que esos tres judíos pusieron en peligro, pero cómo ha afectado su fiel proceder al pueblo de Dios hasta este día?
8 A causa de su integridad a él Jehová los libró. Por su proceder arrojado y firme contra el emperador mundial y la adoración del Estado pareció que ellos pusieron en peligro los intereses de todos los otros judíos que se hallaban en cautiverio en Babilonia. Esos tres oficiales esclavos judíos sabían eso. Pero ni por el aparente provecho que derivaran de ello sus prójimos judíos transigirían con un gobernante inferior a su Dios. Ellos amaban a Dios más que a ellos mismos y a sus prójimos. En verdad su proceder fiel incitó a sus prójimos judíos a amar a Dios sobre todo lo demás. Ha fortalecido a todos los otros esclavos y prójimos judíos, así como a todos los cristianos verdaderos hasta este día, a retener integridad a Jehová como Dios, y a no adorar a ninguna imagen que gobernante político alguno haga levantar y mande que sea adorada. Esto también incluye el adorar a la simbólica bestia salvaje y a su imagen.
9. ¿Cómo sabemos bíblicamente de quién fueron testigos Daniel y sus tres compañeros?
9 Sin duda es a Daniel y a los otros tres oficiales esclavos judíos de Nabucodonosor a quienes se refiere especialmente Hebreos 11:33, 34 como hombres de fe que “cerraron las bocas de leones, pararon el poder del fuego.” Hebreos 11:1, 2 dice: “Fe . . . por medio de ésta se dió testimonio a los hombres de tiempos antiguos.” Después que el capítulo once nombra y describe a muchos de esos antiguos hombres y mujeres de fe a quienes “se dió testimonio,” Hebreos 12:1 dice a los cristianos: “Tenemos una nube tan grande de testigos en nuestro derredor.” ¿De quién fueron testigos Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego? Testigos de Jehová, obedientes a su mandato registrado en Isaías 43:10-12 (Mod): “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, . . . y yo soy Dios.”
10. ¿El ejemplo de quiénes, entonces, tenemos que seguir hoy, y especialmente mirando a quién como ejemplo?
10 Todos nosotros que somos cristianos dedicados estamos, igual que los apóstoles, rodeados por una nube tan grande de testigos. Tenemos que seguir el ejemplo de éstos, especialmente mirando al más grande de todos los testigos de Jehová, Jesucristo, el “caudillo y perfeccionador de nuestra fe.” (Heb. 12:1, 2) Jesucristo no adoró a la “bestia salvaje.”
11. ¿De qué manera Jesús siendo sometido a tentación, no obró igual que la “bestia salvaje,” y qué principio estableció entonces por el cual debemos gobernarnos?
11 Inmediatamente después que Jesús fué bautizado en agua fué dirigido al desierto por el funcionamiento del espíritu de Dios que había descendido sobre él y lo había ungido. Allí fué puesto a prueba por Satanás el Diablo. Satanás era el simbólico Dragón que había hecho que la bestia salvaje ascendiera del mar y el que dió a la bestia salvaje “su poder y su trono y grande autoridad.” (Apo. 13:1, 2) Estando ante la tentación impuesta por este Dragón, Jesús no obró igual que esa bestia salvaje, sino que se mantuvo en armonía con el propósito de Dios concerniente al reino de Dios, el reino de los cielos. Para tentar a Jesús, el Diablo le mostró “todos los reinos de la tierra habitada en un instante de tiempo” y dijo: “Yo le daré a usted toda esta autoridad y la gloria de ellos, porque ha sido entregada a mí y a quien yo quiera se la doy. Por lo tanto, si hace un acto de adoración ante mí, todo será suyo.” En vez de lanzarse arrebatadamente a empuñar los reinos de este viejo mundo, como la “bestia salvaje” sin entendimiento, Jesús se adhirió al principio de la adoración de Jehová y se afianzó tenazmente al reino de los cielos de Dios. Como Caudillo del cristianismo, Jesús sin rodeos respondió al “dios de este sistema de cosas” y declaró el principio especial que gobierna su comportamiento y también nuestro comportamiento, si somos cristianos: “Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solamente que tienes que rendir servicio sagrado.”—Luc. 4:5-8; Deu. 6:13.
12. ¿Cuál era el reino al que Jesús aspiraba?
12 Por eso es que Jesús no se mezcló en la política y no tuvo ambiciones mundanas, políticas. Su reino no era de la misma fuente que el de César o como el de la simbólica bestia salvaje. (Juan 18:36) Jesús no reunió ningún ejército para librar al antiguo Israel de la imposición de impuestos y dominio de César o para establecer un Estado político en la tierra. Él predijo la destrucción del Israel natural y dejó que fuera destruído por los ejércitos del César romano cuando cayó Jerusalén y su templo en 70 d. de J.C. ¿Por qué? Porque Jesús estaba a favor del Israel espiritual. El reino a que él aspiraba era el reino espiritual de los cielos, el reino que él predicó y que él mandó que sus seguidores verdaderos predicaran en este tiempo del fin del viejo mundo.—Mat. 24:14.
13. ¿Cuál era el “trono de Jehová” sobre el cual quería sentarse Jesús?
13 El “trono de Jehová” sobre el cual Jesús quería sentarse como Gobernante Ungido no era el trono sobre el cual el rey David se había sentado y que el rey Nabucodonosor echó abajo en 607 a. de la E.C., sino que era el verdadero trono de Jehová en los cielos más altos, adonde se le guardaba el lugar a Jesús a la diestra de Jehová.—Sal. 110:1, 2; Heb. 10:12, 13.
14. Si amamos a Jehová con nuestro todo, ¿a quién tenemos que amar también y por lo tanto imitar, y por qué?
14 Si se nos manda amar a Jehová con todo nuestro corazón, alma y mente, entonces también tenemos que amar a la Imagen viva de Jehová, Jesucristo. (Heb. 1:2, 3; Col. 1:15; Juan 14:9) Por lo tanto los cristianos tienen que imitar a Jesucristo su Caudillo. El imitarlo tiene que ser un principio dirigente en la vida de sus seguidores dedicados. Tenemos que ser un pueblo de adoración correcta. Sólo si somos eso seremos librados.
ASOCIACIÓN DEL NUEVO MUNDO
15. (a) ¿Qué dijo David en el Salmo 26 para probar que había andado gobernándose por el principio de la adoración de Jehová? (b) Por lo tanto, ¿qué podía implorar a Jehová que no hiciera tocante a él?
15 Para probar que había andado en los principios de la adoración de Jehová y como representante del reino de Jehová, David dijo: “He andado en tu verdad. Porque no me he sentado con hombres de falsedad, y no entro con los que ocultan lo que son. He aborrecido la congregación de los malhechores, y no me siento con los inicuos. Lavaré mis manos en la inocencia misma, y marcharé alrededor de tu altar, oh Jehová, para hacer que la acción de gracias se oiga en voz alta y para declarar todas tus maravillosas obras. No me quites el alma junto con los pecadores, ni la vida junto con los hombres culpables de derrame homicida de sangre, en cuyas manos hay conducta relajada y cuya diestra está llena de soborno.” (Sal. 26:3-7, 9, 10) El rey David no quería estar asociado con tales personas durante su vida. No quería siquiera ser hallado muerto con ellas, fueran gobernantes u oficiales políticos o ciudadanos comunes. Con este deseo en su corazón, los evitó durante su vida y se alejó de la falsedad y de la hipocresía, de la culpa por derrame homicida de sangre y conducta relajada, y de aceptar o exigir sobornos. Sobre la base de esto podía implorar a Dios que no le quitara el alma y la vida junto con los hombres pecaminosos y culpables de derrame homicida de sangre. Él quería ser librado de la destrucción que les vendría de la mano de Dios a dichos pecadores y hombres manchados de sangre. Aunque el reino teocrático de Israel del cual él era gobernante se hallaba en medio del mundo allí en el Medio Oriente, no obstante el rey David no quiso que su reino fuera parte de este mundo.
16. En conformidad con ello, ¿con quiénes tenemos que evitar asociarnos por ser seguidores del Mayor David, y esto según qué principio declarado por Jesús?
16 Esto indica el principio que tiene que guiarnos a nosotros los que seguimos al Mayor David, es decir, a Jesucristo, quien fué hijo de David según la carne, pero que ahora es el Señor de David según la vida espiritual de que disfruta en el cielo. Nosotros, si decimos que somos seguidores suyos, tenemos que evitar el asociarnos con este viejo mundo que ahora está tan lleno de hombres iguales a los que David evitó. A causa de que somos carne y sangre igual que otros humanos, tenemos que vivir en este mundo durante su “tiempo del fin.” Pero no podemos ser de este viejo mundo y también ser del nuevo mundo de Dios que predicamos. Jesús mismo declaró este principio con estas palabras: “Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría cariño a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, por esta causa el mundo los odia.” Según este mismo principio Jesús oró a Dios y dijo: “Yo he dado tu palabra a ellos, pero el mundo los ha aborrecido, porque ellos no son parte del mundo así como yo no soy parte del mundo. Yo te pido, no que los saques del mundo, sino que vigiles sobre ellos por causa del inicuo.”—Juan 15:19; 17:14, 15.
17. Si fuésemos sacados de este mundo, ¿qué no podríamos hacer bajo la protección de Dios?
17 Si fuésemos sacados de este mundo no podríamos ser testigos de Jehová como Dios ni testigos de Jesús como el ungido Rey de Dios que está reinando desde 1914. De modo que no hemos sido sacados de este mundo, sino que se nos ha permitido permanecer en él para dar testimonio del reino de Dios. Pero Jesús ha orado por nosotros para que su Padre celestial nos vigile por causa del inicuo, Satanás el Diablo, quien ahora ha sido arrojado del cielo a esta tierra.
18. ¿En qué controversia universal no podemos ser neutrales, y cómo mostramos que no somos neutrales según el principio de Romanos 10:9, 10?
18 A causa de que la cosa principal que ha de probarse ante toda la creación inteligente es la soberanía universal de Jehová Dios, el reino de Dios, el reino de los cielos, ésta es la enseñanza primordial de su Palabra escrita, la Santa Biblia. A todos los cristianos dedicados se les manda predicar ese reino como las mejores nuevas que hay. Ahora brama acaloradamente la controversia entre el reino de Dios establecido en los cielos en 1914 d. de J.C. y los reinos de este viejo mundo. No podemos ser neutrales en esta controversia universal. Es verdad que tenemos que pagar impuesto a César al dar a César lo que es de él, aun en este tiempo de su fin. Pero en primer lugar, en último lugar y todo el tiempo tenemos que estar a favor del reino de Dios mediante Cristo. Abiertamente tenemos que dar a conocer que estamos a favor de él predicándolo a César y a todos los demás. Ningún gobierno político de este mundo condenado está excluído de que se le predique el testimonio del Reino. (Mat. 24:14) Creemos con todo nuestro corazón que el Cristo resucitado es Rey ahora, pero eso no basta; tenemos que hacer declaración pública de nuestra creencia si queremos ser salvos, o si queremos ser librados. Ese es el principio inmutable escrito en Romanos 10:9, 10.
19. ¿Cómo manifestó Pedro, y aun más temprano Joel, ese mismo principio?
19 Hace diecinueve siglos en el día del Pentecostés el apóstol Pedro manifestó ese mismo principio, diciendo: “Antes que llegue el grande e ilustre día de Jehová . . . cualquiera que invoque el nombre de Jehová será salvado.” (Hech. 2:20, 21) El profeta Joel, a quien citó Pedro, declaró ese mismo principio aun más temprano, cientos de años antes de Pedro, en Joel 2:31, 32 (Mod). Hoy sólo podemos retener integridad obrando en armonía con este principio de invocar el nombre de Jehová o declararlo públicamente.
20. Para obrar en armonía con ese mismo principio, ¿qué casa prefería David, y por eso qué resultado provechoso tuvieron sus salmos?
20 Hace mucho tiempo el rey David obró en conformidad con ese principio al mismo tiempo que oraba que fuera librado de ser ejecutado con los inicuos y que fuera redimido y que Jehová Dios le mostrase favor. Eso explica por qué él prefería la casa de adoración de Jehová en vez del compañerismo y asociación con los inicuos. Él dijo: “Jehová, he amado la morada de tu casa y el lugar de la residencia de tu gloria.” El adorar en la casa de Dios le suministraba la oportunidad de marchar alrededor del altar de Dios para los sacrificios, de hacer que se oyera la acción de gracias expresada en voz alta y de declarar todas las maravillosas obras de Jehová. Con esto como propósito suyo David terminó el salmo veintiséis, diciendo: “Entre las multitudes congregadas bendeciré a Jehová.” (Sal. 26:8, 12) La declaración pública que David hizo y luego registró en los salmos escritos es un factor en la salvación que él mismo alcanzará en el nuevo mundo de Dios y también es un factor en la salvación de los cristianos que leen los salmos de David.
21. ¿Qué se hace para hacernos fracasar en cuanto a cumplir con nuestra obligación y derecho de predicar las buenas nuevas, y por qué no usó sobornos Pablo, sino que apeló su caso?
21 Nunca debe suceder que nosotros los cristianos dedicados dejemos de cumplir con nuestra obligación ni abandonemos nuestro derecho de predicar las buenas nuevas del Reino como mandó Cristo. Él y sus discípulos nos advirtieron que los poderes políticos y religiosos de este mundo tratarían de quitarnos el derecho que Dios nos ha dado de predicar, tratarían de finiquitar el mensaje, si es que no tratarían también de matarnos y acallar nuestras voces. En cuanto a este derecho el apóstol Pablo no transigió. Personas religiosas, incluyendo a hombres que profesaban adorar al Señor Dios, promovieron oposición contra Pablo en Filipos, en Tesalónica, en Berea y finalmente en Jerusalén. No fué en ningún sentido en transigencia que Pablo finalmente apeló a César para acabar con esta acción estorbante de parte de los religiosos y para establecer legalmente el derecho de predicar el reino de Dios. ¿Por qué, entonces, apeló Pablo? Con el fin de proseguir con la lucha hasta el mismísimo fin, con el fin de llevarla hasta el tribunal más alto del imperio romano, sin pedir y sin dar cuartel al enemigo. Aun las leyes de César no autorizaban a los religiosos de ese tiempo a estorbar la predicación del reino de Dios. Además, las leyes de Dios estaban completamente a favor de esta predicación. De modo que Pablo luchó con todas las armas que tenía derecho a usar. Ni siquiera para su propio provecho personal usó Pablo medios disimulados, que dejarían el punto en cuestión todavía indeciso, todavía no establecido legalmente. Por consiguiente rehusó sobornar al gobernador Félix de modo que éste lo dejara salir de la prisión.—Hech. 24:26, 27.
22. ¿A qué propósito estaba entregado Pablo en conexión con esto?
22 Como ciudadano romano Pablo honró el mensaje del Reino apelando a la más alta autoridad judicial terrestre de aquel día, César, a quien Pablo como cristiano pagaba impuestos. (Hech. 25:10-12) Pablo estaba enteramente entregado a “defender y legalmente establecer [el derecho de predicar] las buenas nuevas.” (Fili. 1:7) Este proceder resultó en el cumplimiento de la profecía de Jesús registrada en Mateo 10:18.
23. Por eso, igual que Pablo, ¿cómo proceden los testigos de Jehová en lugares donde no están proscritos y donde están proscritos, confiando en la salvación que viene de quién?
23 Hoy nos basamos en lo correcto del principio que el apóstol cristiano Pablo siguió. En los lugares donde no existen proscripciones contra los testigos de Jehová, nosotros como ciudadanos que pagamos impuestos apelamos al César del día moderno, para imposibilitar mediante las propias leyes de César a los enemigos en sus esfuerzos por impedir la predicación del Reino. En los lugares donde existen proscripciones, los testigos de Jehová que están bajo la proscripción no pueden apelar a César dentro del propio territorio de éste. Pero en cuanto al mandato que Jehová ha dado a Sus testigos de predicar su reino, ellos obedecen a Dios como Gobernante más bien que a la proscripción hecha por hombres que pelean contra Dios y que perecerán ahora no más tarde que en la guerra universal del Armagedón. (Isa. 51:12, Mod) La salvación a la vida eterna en el nuevo mundo de Dios vendrá, no por medio de César, quien tiene que perecer en breve, sino por Dios Jehová y por medio de Jesucristo su Rey reinante.
24. Entonces, ¿cómo obraremos exactamente como declaró David en el Salmo 26, y cómo, por lo tanto, serán contestadas nuestras oraciones?
24 Igual que el rey David, nosotros, el resto de los herederos del reino de Dios y también la grande muchedumbre de compañeros de buena voluntad para con el reino de Dios, amamos la morada de la casa de Jehová y este lugar donde reside su gloria. Aquí continuaremos adorándolo con apego amoroso a los principios que él ha manifestado en su Palabra escrita para guiar y gobernar nuestro comportamiento cristiano. Aquí entre las multitudes congregadas de sus adoradores ahora y eternamente bendeciremos a Jehová. Hasta el fin de este viejo mundo andaremos escrupulosamente en nuestra integridad a Dios según ésta está definida bíblicamente. Dado que procedemos así, él aceptará nuestras oraciones y nos redimirá por medio de Cristo. Cuando él les quite el alma y la vida a los pecadores y a los hombres de este mundo manchados de sangre, él nos preservará en medio del fin catastrófico de éstos. Como galardonador de los que con sinceridad le buscan él nos librará y nos permitirá entrar en ese prometido nuevo mundo suyo, un mundo de principios piadosos e integridad.
Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida ni ángeles ni gobiernos ni cosas aquí ni cosas por venir ni poderes ni altura ni profundidad ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.—Rom. 8:38, 39.