El guerrero cristiano
1. ¿Por qué es santa la guerra del cristiano hoy, y qué pregunta surge en cuanto al método de hacer la guerra?
LAS guerras de los fieles testigos de los días precristianos eran santas, porque eran teocráticas y se peleaban en el nombre de Jehová de los ejércitos y en obediencia a su dirección y mandato. La guerra de los verdaderos cristianos hoy día, los cuales también son testigos de Jehová, no es menos santa o sagrada, puesto que ésta también es teocrática. En muchos casos los valientes testigos de Jehová de aquellos días de la antigüedad peleaban con armas materiales con las cuales descargaban muerte corporal. ¿Pueden los testigos cristianos de hoy día también pelear con tales armas materiales, descargadoras de muerte? Le toca a Jehová contestar e instruir nuestra conciencia.
2. ¿Por qué están los cristianos envueltos en la más grande pelea de toda la historia, y por qué es éste el “día inicuo”?
2 En tiempos antiguos los fieles testigos de Jehová a menudo peleaban contra concentraciones muy numerosas del enemigo, pero ahora los testigos cristianos de Jehová están envueltos en la mayor pelea de la historia. Los testigos antiguos que peleaban por Jehová le hacían frente a enemigos humanos y se armaban con armas hechas por los hombres. Los testigos cristianos de Jehová en la actualidad le hacen frente a y pelean contra un enemigo sobrehumano. Es un enemigo invisible, pero, de todos modos, la guerra con él es muy real. Por lo tanto es un conflicto que requiere vigilancia constante y el estar alerta de continuo, una guerra perpetua, un conflicto que dura toda la vida de uno, del cual no se nos concede licencia, en el cual no hay ninguna tregua, ni armisticio. En él existe de continuo la necesidad de recibir exhortación divina para que uno pueda mantenerse en buenas condiciones para la pelea, siempre intrépido. El conflicto se pone más intenso en lo que se llama “el día inicuo.” Ya no existe duda alguna acerca de ello: está aquí ese “día inicuo,” porque Satanás el Diablo y sus demonios invisibles han sido arrojados del cielo a la tierra y el “gobernante de los demonios” tiene gran ira porque sabe que sólo tiene un corto período de tiempo antes de la mayor guerra de todo tiempo, la guerra universal del Armagedón.—Apo. 12:7-13, 17; 16:14-16; Mat. 12:24, NM.
3. ¿Por qué, entonces, necesitan los cristianos equipo bélico diferente, y de dónde proviene éste?
3 Por eso es que esta guerra es diferente a la de los ejércitos mundanos. Es contra un enemigo diferente. Los ejércitos mundanos pelean por el dios de este sistema de cosas, del cual sistema ellos son una parte componente; los testigos cristianos de Jehová pelean contra el “dios de este sistema de cosas.” (2 Cor. 4:4, NM) Por eso es que ellos necesitan armas diferentes, equipo bélico de una clase que ninguno de los fabricantes de pertrechos de este sistema de cosas puede producir. Ellos conocen a su enemigo, y conocen el único equipo bélico con el cual pueden pelear contra él y ganar. Es equipo para lucha que les proviene del mayor Luchador de todos los luchadores, Jehová Dios. En palabras que señalan este equipo necesario y revelan al enemigo, la Palabra de Dios dice: “Finalmente, sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia de su fuerza. Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan mantenerse firmes contra las maquinaciones del Diablo; porque tenemos un pleito, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos [no de sangre y carne], contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales. Por esta causa echen mano de la armadura completa que proviene de Dios, para que puedan resistir en el día inicuo y, después de haber hecho todas las cosas cabalmente, permanecer firmes.”—Efe. 6:10-13, NM.
4. A pesar de la clase de armas del antiguo Israel ¿qué hecho cambia los rasgos de la guerra cristiana?
4 El hecho de que nuestro enemigo es espiritual, sobrehumano, cambia por completo la naturaleza de nuestra guerra y la naturaleza de nuestras armas de guerra. Es verdad que los testigos en tiempos antiguos en muchos casos sí pelearon usando las diferentes armas de la guerra antigua, y esos testigos proporcionaron un cuadro profético o tipo de los testigos cristianos de Jehová hoy día, en su guerra teocrática contra Satanás el Diablo y sus huestes sobrehumanas, los demonios que son más altos y más poderosos que la sangre y la carne.
5. ¿Cuál era la estación de los sacerdotes y levitas, y a quiénes representaron todos los israelitas naturales juntos?
5 Otra cosa: Los sacerdotes de la familia de Aarón y también todos los demás hombres de la tribu de Leví estaban excluídos de los deberes seglares que les tocaban a los otros hombres israelitas. El mandato que el gran Teócrata dió a Moisés tocante a esto fué claro y definitivo: “Sólo a la tribu de Leví no debes inscribir y no debes incluir la suma de ellos entre los hijos de Israel. Y tú mismo nombra a los levitas sobre el tabernáculo del Testimonio y sobre todos sus utensilios y sobre todo lo que le pertenece. Ellos mismos cargarán el tabernáculo y todos sus utensilios y ellos mismos ministrarán allí, y alrededor del tabernáculo han de acampar.” El registro de la inscripción de los demás israelitas para actividades teocráticas contra los enemigos de Israel dice: “Estos fueron los inscritos de los hijos de Israel según la casa de sus padres; todos los inscritos de los campamentos de sus ejércitos fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta. Pero a los levitas no se les inscribió entre los hijos de Israel, así como Jehová le había mandado a Moisés.” (Núm.1:1-50; 2:32, 33, NM) Así que los que desempeñaban servicio sagrado en el tabernáculo o templo, a saber, los hombres de la tribu de Leví, incluyendo a los sacerdotes, fueron excluídos de esta inscripción general y sus obligaciones. Todos esos israelitas naturales, los hombres inscritos y los levitas y todas las demás tribus de la nación, representaban pictóricamente al Israel espiritual, la única y verdadera congregación cristiana de la cual Jesucristo es la Cabeza. Pero en este cuadro hay en la actualidad esta diferencia, a saber:
6, 7. (a) Pero en ese cuadro, ¿cuál es la gran diferencia, según declaró el apóstol Pedro? (b) Por consiguiente, ¿de qué han sido excluidos todos ellos, y por quién?
6 En el Israel espiritual no hay ninguna tal división de los miembros en inscritos seglares, sacerdotes y levitas y otros no inscritos. El Israel espiritual, la única iglesia verdadera edificada sobre Jesucristo la Roca, se compone todo él de sacerdotes, todos consagrados por Dios y para su servicio sagrado. (Mat. 16:18) El apóstol Pedro mismo puso este hecho más allá de disputa, cuando se dirigió a los cristianos que habían sido santificados por el espíritu de Dios y dijo: “Viniendo a él como a una piedra viva, desechada, es verdad, por los hombres, pero escogida, preciosa, para con Dios, ustedes mismos también como piedras vivas están siendo edificados en casa espiritual para servir el propósito de un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios mediante Jesucristo. . . . ustedes son ‘una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial, para que declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó fuera de la oscuridad a su luz maravillosa. Porque ustedes en un tiempo no eran pueblo, pero ahora son el pueblo de Dios; eran aquellos a quienes no se les había mostrado misericordia, pero ahora son aquellos a quienes se les ha mostrado misericordia.”—1 Ped. 1:1, 2; 2:4-10, NM.
7 Los 144,000 miembros de la verdadera iglesia o congregación cristiana son un sacerdocio, cada uno de ellos un sacerdote espiritual, y Jesucristo es su Sumo Sacerdote. En el servicio santo que le rinden a Dios y en sus actitudes hacia este mundo estos sacerdotes subalternos cristianos lo imitan a él. (Heb. 3:1; 1 Cor. 11:1, NM) Forman una casa espiritual para que more en ella Dios por su espíritu, y Jesús es la principal piedra angular de este templo espiritual, y ellos no han de ser profanados permitiéndose que el mundo los use para cosas indebidas. (Efe. 2:19-22; 1 Cor. 3:16, 17; Mat. 26:51-56) Es por esta razón poderosa que Jehová Dios ha excluído a TODOS ellos, a la entera iglesia o congregación, de participar con armas carnales en la venidera batalla del Armagedón. Por lo tanto, dado que no forman parte de este mundo que será destruído en el Armagedón, estos sacerdotes subalternos de Jesucristo tienen que mantener una neutralidad estricta en cuanto a los conflictos actuales de las naciones y tienen que dedicarse a sus deberes sacerdotales hacia la gente de todas las naciones igualmente, sin parcialidad o discriminación.
8. ¿Quién se opone a que ellos se mezclen en asuntos mundanos inmundos, y por qué es importante su objeción?
8 Puesto que toda la congregación cristiana bajo su Sumo Sacerdote Jesús es una “nación santa,” “un sacerdocio real,” es Jehová Dios mismo el que se opone a que se mezclen adulterinamente y tomen parte activa en los asuntos de este mundo. Él les manda: “¡Apartaos, apartaos! ¡salid de aquí! ¡no toquéis cosa inmunda! ¡salid de en medio de ella! ¡sed limpios, los que lleváis los vasos de Jehová!” (Isa. 52:11) Así Jehová declara su objeción para guía de la conciencia cristiana, y la objeción de Él es determinativa.
9. ¿Por qué razón valúan mal a los testigos de Jehová las autoridades de este mundo y qué advertencia da el apóstol Pablo en conexión con esto?
9 Los testigos cristianos de Jehová no andan vestidos con la ropa religiosa del clero de la cristiandad, sino que visten sencillamente en las prendas de vestir ordinarias que usan hombres y mujeres en general. Hasta estábamos trabajando parte del tiempo en empleos seglares, y lo estábamos haciendo mucho antes de que los “sacerdotes obreros” de Francia recibieran autorización para hacer algún trabajo honrado en los talleres con la mira de detener el progreso del comunismo. Casi todos los testigos cristianos de Jehová trabajan en empleos honrados parte de su tiempo como lo hizo el apóstol Pablo, para poder ser apostólicos y proveer para sus necesidades naturales de una manera decente y honrada y no ser una carga monetaria para las congregaciones con las cuales están asociados. Porque no nos diferenciamos de la demás gente por medio de llevar títulos altisonantes o prendas de vestir religiosas poco usuales o vivir una vida de comodidad a manera de los clérigos, puede ser que las autoridades de este mundo no nos consideren como sacerdotes consagrados de Dios, sino que nos consideren según nos ven o aparentemos ser en la carne. Debido a que no tienen el punto de vista bíblico podrán hacer como dijo el apóstol Pablo: “Nos valúan como si anduviésemos de acuerdo con lo que somos en la carne.” Pero como una advertencia contra tal manera errónea de estimarnos el apóstol inspirado añadió: “Porque aunque andamos en la carne, no hacemos la guerra de acuerdo con lo que somos en la carne. Porque las armas de nuestra guerra no son carnales, sino poderosas por parte de Dios para trastornar cosas fuertemente atrincheradas. Porque estamos trastornando razonamientos y toda cosa encumbrada que se ha levantado contra el conocimiento de Dios, y estamos trayendo todo pensamiento en cautiverio para hacerlo obediente al Cristo, y nos estamos manteniendo listos para descargar castigo por toda desobediencia [pero no con armas carnales que descarguen muerte], tan pronto como su propia obediencia haya sido plenamente llevada a cabo. Ustedes miran a las cosas de acuerdo con su valor aparente.” (2 Cor. 10:2-7, NM) De modo que tenemos que desengañar la mente de los que nos consideran según valor aparente y por eso no nos estiman como ministros de Jehová Dios, sacerdotes consagrados del Altísimo, miembros de una “nación santa,” no de este mundo.
10. ¿Para qué guerra están santificados tales sacerdotes cristianos, quién los ha inscrito, y cómo deben ellos mostrar que son soldados de la clase correcta?
10 Bajo inspiración el apóstol nos dice como seguidores de Cristo que nosotros no luchamos contra carne y sangre y que nuestras armas no son carnales. Somos sacerdotes consagrados que no pueden ser sometidos a militarización para tomar parte violenta en la batalla del Armagedón. Pero al llevar a cabo nuestros deberes sacerdotales aun en medio de la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” seremos observadores que no imparten daño, espectadores gozosos de cómo Jehová Dios y sus huestes angelicales bajo Jesucristo pelearán la batalla victoriosa contra la organización del Diablo, visible e invisible. La esencia de ese argumento es que estamos llevando a cabo una lucha espiritual. Es para una guerra espiritual que estamos santificados nosotros. Estamos inscritos en un ejército espiritual en una guerra teocrática, y nuestro Comandante es el Hijo de Dios, Jesucristo, y es a él que tenemos que agradar por nuestra obediencia e imitación. El mismo apóstol Pablo, escribiendo al joven Timoteo, hizo claro ese punto al decirle: “Como un soldado de Cristo Jesús de la clase correcta toma tu parte en el sufrimiento del mal. Ningún hombre que sirve como soldado se envuelve en los negocios comerciales de la vida, a fin de que pueda alcanzar la aprobación de aquel que lo alistó como soldado.” (2 Tim. 2:3, 4, NM) Es la a probación de Cristo Jesús lo que tenemos que conseguir, porque él nos ha alistado en el ejército teocrático y somos ‘soldados de Cristo Jesús’ y tenemos que mostrar que somos de la clase correcta al sufrir el mal por amor a él.
11. ¿Por qué no pueden ser esclavos a dos amos los seguidores de Cristo, y cómo choca contra la conciencia cristiana la religionización de los conflictos mundanos?
11 Jesucristo nuestro Comandante dijo: “Nadie puede ser esclavo a dos señores; porque u odiará al uno y amará al otro, o se adherirá al uno y despreciará al otro.” (Mat. 6:24, NM) Como soldados de Jesucristo estamos llevando a cabo una guerra sagrada “contra las inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales” y tenemos que seguir predicando las buenas nuevas del reino de Dios para que la luz de las buenas nuevas ponga en fuga las fuerzas de las tinieblas. Los esfuerzos que hacen los gobernantes de la cristiandad por dar aspecto religioso a sus guerras, llamándolas “cruzadas” y dándoles otros nombres llamativos, en nada cambian el caso para el sacerdocio de Jehová. Al tratar de introducir la religión de tal modo en sus combates los gobernantes están levantando un establecimiento de religión. Están dictando religiosamente a los que deberían tener la libertad de conciencia para escoger su propia religión o la libertad para escoger seguir la Palabra de Jehová y dirigir su conciencia por su Palabra. Respecto al establecimiento de determinada religión y el prohibir la práctica de otra el apóstol Pedro y sus coapóstoles dijeron al Alto Tribunal judío: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.”—Hech. 5:29, NM.
HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD EN LA GUERRA
12. Además de los israelitas naturales, ¿quiénes más participaron en las guerras del Israel antiguo, y quiénes fueron algunos de ésos en el ejército de David?
12 Participando en las guerras del Israel antiguo no sólo estaban los israelitas naturales de la nación teocrática sino también valientes extranjeros de buena voluntad. Entre los que estaban inscritos en los ejércitos del rey David estaban tales extranjeros como Urías el heteo, que rehusó dormir en su casa mientras el arca de Dios y su ejército teocrático se hallaran en tiendas de campaña en el campo, porque él quería mantenerse constantemente santificado para la lucha y estar listo para el servicio al momento de notificársele, no estando descalificado. Tenemos también a Selec el amonita; Itma el moabita; Itai el geteo, un filisteo de Gat, junto con otros seiscientos geteos; y también los de la guardia de corps especial del rey David, a quienes se les llamaba los kereteos y los peleteos, que según se entiende eran extranjeros.—2 Sam. 11:6-17; 23:37-39; 1 Cró. 11:26, 46; 2 Sam. 15:18, 19; 8:18; 20:7, 23; 1 Rey. 1:38, 44; 1 Cró. 18:17.
13. ¿A quiénes representan esos guerreros extranjeros de David, y por qué ahora sólo la guerra espiritual es guerra de ellos?
13 ¿A quiénes representan pictóricamente estos coguerreros extranjeros de David en sus batallas por Jehová? Representan a los hombres de buena voluntad de todas las naciones hoy día, los compañeros leales del resto del “sacerdocio real” bajo Cristo Jesús el Sumo Sacerdote. Pero aunque no son sacerdotes espirituales, Jehová Dios no los ha autorizado para que tomen parte en los asuntos inmundos de este mundo, así como no ha autorizado al resto del Israel espiritual para hacerlo. Han venido a estar bajo el mismo Comandante que el resto de sacerdotes espirituales; la guerra que ellos pelean puede ser únicamente la guerra espiritual, guerra teocrática, de modo que no pueden blandir y no blandirán ninguna arma carnal en la batalla del Armagedón ni se dedicarán a la violencia en esa guerra. Puede que sean éstos las “otras ovejas” del Pastor Propio de Dios, pero han sido reunidos al un solo redil del Pastor en compañía con las ovejas espirituales de la “pequeña manada” y tienen que seguir al un solo Pastor junto con éstas. (Juan 10:14-16; Luc. 12:32) La guerra de ambos grupos en el un solo redil es la misma guerra, la guerra espiritual, la teocrática, la santa. Para esta guerra ambos han sido santificados, puesto que ambos han escuchado la voz del Pastor Propio Cristo Jesús, quien es el David Mayor, y entonces ambos se han dedicado a Jehová Dios para seguir fielmente en las pisadas del Pastor. Ellos no pueden seguir a ningún otro comandante, prestando atención a otras voces que puedan llamar.
14. ¿Dónde sirven sagradamente estas “otras ovejas” a Dios y en qué palabras describe Isaías su venida allí y las instrucciones que reciben?
14 Estas “otras ovejas” procedentes de todas las naciones ya forman una “grande muchedumbre” en compañía con el resto espiritual, pero siguen entrando en el redil y seguirán haciéndolo hasta el estallido del conflicto universal en el Armagedón. La profecía que predice su venida las describe de pie delante del trono de Dios y rindiéndole servicio sagrado día y noche en su templo. (Apo. 7:9-15, NM) ¿Cómo sería posible que estas “otras ovejas” de buena voluntad estuvieran haciendo eso y al mismo tiempo dejándose enredar en las “obras de la carne” de hombres no santificados? No podrían hacerlo y al mismo tiempo heredar bendiciones terrestres bajo el reino de Dios en el nuevo mundo. Las profecías de Isaías y de Miqueas describen que éstas suben a la casa de Jehová y nos dicen lo que él les enseña ·y requiere de ellas en estos postreros días de este viejo mundo. Leemos: “Y acontecerá que en los postreros días, el monte de la Casa de Jehová será establecido como cabeza de los demás montes, y será ensalzado sobre los collados; y, como ríos, fluirán a él todas las naciones. Pues caminarán muchos pueblos, diciendo: ¡Venid, y subamos al monte de Jehová, a la Casa del Dios de Jacob! y él nos enseñará en cuanto a sus caminos, y nosotros andaremos en sus senderos; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y ellos forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isa. 2:2-4) La profecía de Miqueas (4:1-3) le da doble énfasis a esa profecía de Isaías.
15. ¿Cuándo es que el mundo ve cumplidas esas profecías, y por qué no pueden ser las ovejas elementos de disturbio en el lugar adonde han venido?
15 Dado que ambas profecías aplican ahora mismo cuando las “otras ovejas,” los hombres de buena voluntad de todas las naciones, están viniendo al templo de Jehová, es ahora que las naciones mundanas se maravillan porque no ven a estas “ovejas” en el templo de Jehová tomando las armas que Isaías y Miqueas mencionan ni aprendiendo más las artes de la guerra moderna no teocrática. Se portan como “ovejas” inofensivas del Pastor celestial. (Juan 10:16; Apo. 7:15-17) Estas han aprendido del juicio y la decisión de Jehová y han llegado a saber que su ley y palabra procedentes de la Sión celestial les prohiben llevar a cabo las “obras de la carne” como antes, y que ahora más bien tienen que dedicarse a las artes de la paz que ellas practicarán en el nuevo mundo justamente adelante. Estas “otras ovejas” son las cosas deseadas, las cosas de todas las naciones que le son preciosas a Dios, y han venido a su casa o templo, llenándola de gloria. Allí tienen que reconocer y obedecer la voluntad de Dios, la cual nos dice la profecía de Aggeo 2:9 es ésta: “Y en este lugar daré la paz, dice Jehová de los Ejércitos.” De modo que tienen que conservar la paz y no ser elementos perturbadores entre el sacerdocio espiritual, la clase del templo espiritual. Este sacerdocio espiritual no puede aprobar el que ellos participen en combates violentos entre ellos mismos en el templo de Jehová Dios ni que participen en combate violento con los de afuera en la batalla del Armagedón.—Agg. 2:7-9; Sant. 4:1-4.
16. Por consiguiente nuestra guerra unida tiene que ser ¿de qué clase?, y para participar en ésta ¿qué mandato tenemos que obedecer?
16 Nuestra guerra unida por consiguiente tiene que ser una guerra espiritual. Y para esto ambas manadas tienen que tomar la misma armadura que Dios les ha dado, esto en obediencia al mandato: “Manténganse firmes, por lo tanto, teniendo los lomos ceñidos con la verdad, y teniendo puesta la coraza de la justicia, y con sus pies calzados con el equipo de las buenas nuevas de la paz. Sobre todo, tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los dardos encendidos del inicuo. Acepten además el yelmo de salvación, y la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios, mientras que con toda forma de oración y súplica hacen oración en toda ocasión en espíritu. Y con ese fin manténganse despiertos con toda constancia y con súplica a favor de todos los santos, también por mí, para que se me dé habilidad para hablar al abrir la boca, con toda libertad de palabra para dar a conocer el secreto sagrado de las buenas nuevas, por el cual estoy haciendo las veces de embajador en cadenas, para que hable en conexión con él con denuedo como debo hablar.”—Efe. 6:14-20, NM.
17. ¿Cómo podemos ser pacíficos y sin embargo estar participando en esta guerra, y por qué no debemos usar una espada inferior?
17 Con esta armadura uno ahora puede ser un residente pacífico de la tierra, no haciéndole daño a ninguna sangre y carne, y al mismo tiempo llevar a cabo una lucha espiritual teocrática contra las inicuas fuerzas espirituales en los lugares celestiales que usan a sus embaucados serviles de entre los humanos terrestres para tratar de poner fin al uso de libertad de palabra en la predicación de las buenas nuevas con todo denuedo. La “espada del espíritu,” o espada espiritual, es la Palabra de Dios. Con ella no se le puede hacer violencia corporal a nadie, sino, al contrario, tremendo bien espiritual. Un general de la guerra coreana dijo recientemente: “La pluma es más poderosa que la espada,” queriendo decir la espada literal. A su vez, la Palabra de Dios es más poderosa que la pluma de hombres mundanos, y por lo tanto es más poderosa que la espada literal. El apóstol Pablo también dijo que la Palabra viva de Dios “ejerce poder y es más aguda que cualquier espada de dos filos.” (Heb. 4:12, NM) Entonces, ¿por qué deberíamos nosotros que estamos santificados para la guerra sagrada teocrática levantar ya un arma menos poderosa, una inferior, los unos contra los otros? ¿Por qué no deberíamos usar la espada más poderosa, el arma superior, la espada espiritual, la Palabra de Dios, contra nuestro enemigo común, las “inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales”? Nuestro poder en la guerra yace en las armas procedentes de Dios, y éstas son las únicas que podemos usar.
18. ¿Qué es una adición necesaria a nuestra guerra defensiva, y cómo fué esto vigorosamente ilustrado en el caso del rey Asa, de Judá?
18 No olvidemos, tampoco, que la oración es una parte esencial de nuestra guerra, una adición necesaria a nuestra armadura defensiva. La oración en lo más concentrado de la batalla teocrática es muy vital. Hace mucho le trajo la victoria al rey Asa de Judá. Dándose cuenta de que su ejército de quinientos ochenta mil guerreros santificados no podía igualar en fuerza física al ejército de un millón de etíopes con trescientos carros de guerra bajo Zera el etíope, Asa oró con fervor: “Jehová, no hay otro aparte de ti que pueda ayudar, entre el poderoso y el que no tiene fuerzas: ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque confiamos en ti, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no dejes que prevalezca contra ti el hombre.” En respuesta a esta súplica, el hombre no prevaleció, ni siquiera un millón de hombres. Como está escrito: “De modo que Jehová hirió a los etíopes delante de Asa, y delante de Judá; y los etíopes huyeron. Y . . . cayeron de los etíopes tantos que no pudieron recobrarse; porque fueron destruídos delante de Jehová y delante del ejército.” (2 Cró. 14:9-14, AN) Este registro fué escrito desde antemano para nuestra enseñanza, y ¡qué maravillosa ilustración es de cómo la oración ayuda en la consecución de la victoria! Ofrezcámosla ahora, siempre.
19. (a) ¿Por qué no podemos abandonar la armadura espiritual y tomar las armas carnales en el Armagedón? (b) ¿Cómo nos ha santificado Cristo Jesús para la guerra correcta, y por qué nos inscribimos con anhelo en ella?
19 Aquí, pues, estamos en el día inicuo, vestidos de armadura teocrática, santificados para la guerra sagrada en la causa de Jehová. Estamos frente a la guerra universal del Armagedón. Esa será la lucha más violenta y desastrosa de toda la experiencia humana. Pero no nos tocará participar en la violencia de ese tiempo. De los antiguos cuadros proféticos del Armagedón vienen estas palabras de Jehová dirigidas a nosotros: “No es de vosotros la batalla, sino de Dios.” “Manténganse firmes y vean la salvación de Jehová, la cual él ejecutará para ustedes hoy día. . . . Jehová mismo peleará por ustedes.” (2 Cró. 20:15; Éxo. 14:13, 14, NM) Esas palabras son una prohibición contra el que entonces abandonemos nuestra armadura espiritual y tomemos armas carnales y confiemos en su uso a favor o en contra de alguien en la tierra en la batalla del Armagedón. Tenemos que mantener nuestra santificación para nuestra guerra sagrada hasta el mismo tiempo en que Gog, el soberano príncipe de Magog, haga su ataque cabal en contra de nuestra sociedad del Nuevo Mundo y estalle el Armagedón por el movimiento contrario que Jehová dirigirá contra él en defensa nuestra. (Eze. 38:1 a 39:22) Nuestro Sumo Sacerdote Cristo Jesús ha ofrecido su sacrificio humano para nosotros por el cual conseguimos una condición santificada ante Dios para nuestro conflicto espiritual. Por medio de él hemos consultado la voluntad de Dios y nos hemos enterado de que tenemos que luchar “por la victoria en la correcta contienda de la fe.” (1 Tim. 6:12, NM) Sabemos que cada uno de nosotros tiene que probar que es “un soldado de Cristo Jesús de la clase correcta.” Él como Sumo Sacerdote nuestro nos acompaña en el campo para aconsejarnos y animarnos a no temer al enemigo sino a movernos adelante haciendo la voluntad de Dios como soldados teocráticos. Nuestra guerra para la gloria y vindicación de Jehová es una guerra santa, una obligación sagrada, un deber santificado, y nuestra conciencia cristiana no se opone de manera alguna a participar en esta guerra teocrática en armadura santa, sino que con verdadero anhelo nos inscribimos en este servicio como voluntarios leales.—Sal. 110:3, UTA.
20. (a) ¿En qué condición tenemos que mantener el campamento teocrático? (b) ¿Cómo, entonces, podemos comportarnos en medio de la guerra del gran día del Dios Todopoderoso, y con qué grandioso resultado?
20 Hay que mantener limpio nuestro campamento por medio de vivir en santidad, no cometiendo fornicación con este mundo enemigo, para que Jehová no vea cosa alguna indecente entre nosotros y se aparte de acompañarnos. Vestidos con la armadura espiritual procedente de Dios, de continuo tenemos que luchar ahora contra las “inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales,” denodadamente esgrimiendo “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios,” por medio de predicar en toda la tierra habitada las buenas nuevas del reino establecido de Dios. Entonces, a medida que se aproxime la batalla decisiva, sí, aun al entrar en la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” nosotros como “nación santa” y “sacerdocio real,” junto con todos nuestros guerreros compañeros de buena voluntad procedentes de todas las naciones, seremos dignos de cantar las alabanzas de Jehová y de tocar las trompetas para un avance valiente contra el enemigo con plena confianza en que Jehová nos dará la victoria. Y al seguir nuestra lucha en apoyo de la predicación de las buenas nuevas, fervorosamente oraremos en fe los unos por los otros y por el buen éxito de la causa divina. Entonces nuestra guerra teocrática no será en vano. No, sino que ¡será coronada con la propia victoria de Dios mediante Cristo Jesús, y con vida eterna para nosotros en el justo nuevo mundo como partícipes en Su victoria! (1 Cor. 15:57, 58, NM) “No es de vosotros la batalla, sino de Dios.”—2 Cró. 20:15.