Pan de cada día, perdón y liberación
1. ¿Con quién tienen que ver las primeras tres, y las últimas cuatro peticiones del padrenuestro?
LAS primeras tres peticiones del padrenuestro tienen que ver directamente con los intereses de Dios, los cuales son de primera importancia universalmente. Las cuatro peticiones restantes tienen que ver con nosotros, las criaturas, de un modo individual y personal. Siendo él nuestro Padre celestial, Dios está interesado amorosamente en estas cosas que afectan vitalmente a sus hijos sobre la tierra, y nuestro Maestro Jesús nos asegura que podemos presentar estos asuntos a Jehová en oración.
2. ¿Con qué consideración para mañana pedimos sólo el pan para el día presente?
2 “Danos hoy nuestro pan para este día.” Al pedir pan o alimento y bebida para solamente el día presente esta oración adopta la actitud correcta. No presume que estaremos viviendo mañana, teniendo presente Proverbios 27:1: “No te jactes del día de mañana; porque no sabes lo que día alguno acarreará.” El apóstol Santiago da énfasis a la misma idea y nos dice que debemos decir: “Si Jehová quiere, viviremos y también haremos esto o aquello.” (Sant. 4:13-15, NM) En armonía con esta oración que sólo pide la porción de alimento para el día presente, Jesús más tarde en este mismo sermón del monte nos manifiesta que Dios alimenta a los pájaros y que viste a las flores, y dice: “Por eso nunca sean ansiosos y digan: ‘¿Qué habremos de comer?’ o, ‘¿Qué habremos de beber?’ o, ‘¿Qué habremos de vestir?’ Porque todas éstas son las cosas que las naciones buscan con anhelo. Porque su Padre celestial sabe que necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas. Por tanto, nunca sean ansiosos en cuanto al día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias ansiedades. Suficiente para cada día es su propio mal.” (Mat. 6:31-34, NM) Por eso pedimos hoy solamente nuestro pan de cada día.
3. ¿En qué sentido no despierta el padrenuestro un espíritu avariento?
3 En Lucas 11:3 (NM) esta misma oración lee así: “Danos nuestro pan para el día de acuerdo con las necesidades del día.” Esto no promueve un espíritu de atesoramiento que niega tales cosas a otros hijos de Dios, ni un acaparamiento o monopolio de alimentos para así dominar el mercado, controlar los precios y lograr ganancias monetarias al costo de la miseria de la gente. El padrenuestro no recomienda un espíritu avariento. Por lo contrario, recomienda una devoción piadosa con contentamiento, lo cual quiere decir grande ganancia de una clase verdadera, una ganancia en felicidad y bendiciones ahora y vida eterna en el nuevo mundo. “Teniendo pues alimento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.”—1 Tim. 6:6-8, NM.
4, 5. (a) ¿En qué sentido no es una dádiva gratis e inmerecida este pan de cada día? (b) ¿Por qué no hay que temer porque nos viene solamente día por día?
4 Esta oración pidiendo el pan de cada día no quiere decir que Dios nos trata como niños y que nos trae el alimento sin que hagamos ningún esfuerzo y que lo coloca delante de nosotros en la mesa o en nuestras bocas. No; este pan material no es una simple dádiva gratis, inmerecida. Dios nos ha rodeado con todos los medios para proveernos de pan, pero tenemos que movernos y trabajar para recibirlo merecidamente. No se permite vivir como parásitos a costo de nuestros compañeros industriosos, sino que Dios hace valer esta regla entre sus hijos capacitados: ‘Si alguien no quiere trabajar que tampoco coma.’ (2 Tes. 3:10, NM) En armonía con nuestra oración a él pidiendo la ración diaria para este día, nosotros confiamos en él para que nos provea con las fuerzas físicas y mentales necesarias para poder trabajar y merecerla. Durante los cuarenta años de vagar por el desierto, Dios hizo que cayera el maná como rocío en derredor de los israelitas cada día de la semana con la excepción del séptimo día. Así que había suficiente alimento en derredor de ellos, pero ellos tuvieron que salir y recoger el maná y luego convertirlo en pan. Dios hizo que cayera una doble cantidad el sexto día, porque el séptimo día era día de descanso y no caería nada, porque se hubiera desperdiciado ya que se les prohibía legalmente salir y llevar a cabo la obra de recogimiento.
5 De modo que el orar por solamente el pan para este día quizás haga que vivamos de día en día en cuanto a nuestra dependencia de Dios para nuestro alimento, pero él lo proveerá como padre durante nuestra jornada a través de este viejo mundo, tan fielmente como proveyó el maná para los israelitas.
6. ¿Qué seguridad ha dado Dios tocante a nuestro pan y agua, y qué puede hacerse a favor de los que tienen menos que nosotros?
6 Jehová da esta seguridad a los que se refugian bajo la organización capital de Dios, la Sión celestial, y la ha cumplido hasta el día presente: “Su guarida será en las fortificaciones de las peñas; su pan le es dado, su agua es segura.” (Isa. 33:13-16) Por ejemplo, durante el sitio de Jerusalén por los ejércitos del rey Nabucodonosor, Jeremías fué encarcelado, pero hasta en ese lugar sus carceleros “le dieron diariamente un bollo de pan, de la calle de los panaderos, hasta que se consumió todo el pan en la ciudad”. (Jer. 37:16-21) Asimismo, a través de este período inquieto en que se encuentra la cristiandad y también a través de la guerra del Armagedón, Jehová se encargará de ver que tengamos nuestro pan y agua para poder cumplir nuestro fiel servicio a él. Debido a la acción del enemigo en contra de nosotros, algunos de nuestros compañeros que son hijos de Dios quizás no tengan tanto como nosotros. En tal caso es nuestro privilegio repartir con ellos para fortalecerlos para que desempeñen la obra de Dios con integridad. Siempre tendremos algo y así podremos distribuir igualmente lo que Dios provee. Así como fué en el caso de los israelitas cuando recogían el maná cada día en el desierto, “nada tenía demás el que recogió mucho, y al que recogió poco nada le faltaba; cada uno había recogido según lo que podía comer.”—Éxo. 16:18; 2 Cor. 8:14, 15, NM.
7. Además de hacerlo de una manera material, ¿cómo contesta Dios esta petición? ¿Por qué?
7 Sabiendo que “el hombre ha de vivir, no sólo de pan, sino de toda declaración que procede de la boca de Jehová”, nuestro Padre celestial también nos suministrará diariamente con el alimento espiritual por medio de su organización teocrática, si es que venimos cada día a su mesa no solamente para alimentar nuestras mentes de su Palabra escrita sino también para alimentarnos espiritualmente mediante el hacer la voluntad de Dios y repartir su Palabra de verdad con otros.—Mat. 4:4, NM; Deu. 8:3; Juan 4:34.
PERDONANDO NUESTRAS DEUDAS
8. ¿Cuáles son las deudas acerca de las cuales pedimos perdón, y por qué es eso?
8 Un pecado de transgresión contra la ley de Dios nos pone en deuda con él. “El salario que paga el pecado es muerte.” (Rom. 6:23, NM) En pago de nuestro pecado Dios podía exigir y tomar nuestra vida; él podía excluirnos de su santa organización y del compañerismo y asociación con ella. Él podía retirar su paz de nosotros, rompiendo todas las relaciones pacíficas que tiene con nosotros. Podía hacer que le devolviéramos todo lo que hemos recibido de él debido a su bondad inmerecida. Le debemos nuestro amor, expresado en obediencia; y cuando pecamos dejamos de pagarle nuestra deuda de amor, porque el pecado es falta de amor hacia Dios. (Rom. 13:8-10) Es en el sentido de que el pecado es una deuda que tiene que arreglarse con Dios que Jesús formó la siguiente petición del padrenuestro: “Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.” (Mat. 6:12, NM) En prueba de que la deuda aquí se refiere al pecado, Jesús expresa la misma petición en la oración correspondiente en estas palabras: “Y perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todos los que están en deuda con nosotros.”—Luc. 11:4, NM.
9. ¿Sobre qué base nos perdona Dios?, y por esto ¿qué tenemos que creer y aceptar para orar esta petición de una manera efectiva?
9 Esta petición no sería autorizada a menos que hubiera alguna base para que Dios nos perdonara. La base para esto no es solamente su amor y misericordia expresados de una manera indefinida y sin tener en cuenta su justicia perfecta que exige la muerte por el pecado. La base para el perdón es su amor y misericordia expresados en el sacrificio humano de su Hijo Jesucristo que cumple todas las demandas de la justicia para nuestro bien. Cuando Jesús enseñó esta oración en el sermón del monte él ya había pronunciado el perdón de los pecados de varias personas a quienes él había sanado. Por eso se entendía que el perdón de Dios vendría por medio de Cristo Jesús, y eso mediante su sacrificio de rescate perfecto. El apóstol Pablo, que se consideraba a sí mismo como el principal entre los pecadores, dice a los hijos de Dios: “El Hijo de su amor, mediante quien tenemos nuestra libertad por rescate, el perdón de nuestros pecados.” “Pero él ahora se ha manifestado una vez para todo tiempo en la consumación de los sistemas de cosas para apartar el pecado por medio del sacrificio de sí mismo.” Por esto para orar esta parte del padrenuestro de una manera efectiva tenemos que creer sinceramente en el sacrificio de Cristo y aceptarlo.—Luc. 5:20-24; 7:47-49; Mat. 9:1-8; Col. 1:13, 14 y Heb. 9:26, NM; Gál. 1:4.
10. ¿Por qué no podemos pasar por alto el sacrificio y sacerdocio de Jesús?
10 Dios no pasa por alto el sacrificio de su Hijo para el pecado. Su justicia absoluta exige este arreglo de sacrificio. “Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio para nuestros pecados.” Distinto a ciertas sectas religiosas, tales como la secta de la Santidad y de la Ciencia Cristiana, etc., nosotros tenemos que ser bastante honrados para admitir nuestras imperfecciones y confesar nuestros pecados. Tenemos que reconocer el hecho de que tenemos en nosotros el pecado, así como lo reconoció y lo expresó el apóstol Pablo. Es absolutamente necesario que nosotros confesemos nuestros pecados a Dios y que pidamos de él los beneficios del sacrificio de su Hijo y que reconozcamos el puesto de Jesús como Sumo Sacerdote de Dios. De otro modo, no podemos tener ningún perdón. El sacerdocio aarónico de la tribu de Leví en Israel ha dejado de existir, pero no nos conviene de ninguna manera negar el sacerdocio de Jesús. Él es un sacerdote según la semejanza de Melquisedec, y su sacerdocio es eterno y dura hasta que él haya salvado completamente a todos los pecadores que puedan ser rescatados, ‘salvándolos completamente, porque él siempre está vivo para abogar por ellos.’ Nosotros mismos siendo pecadores no tenemos cosa alguna con qué pagar la deuda. Por esto tenemos que pedir los beneficios del sacerdocio de Jesús.—1 Juan 4:10; 1:8; Rom. 7:17-25; Heb. 7:24-28, NM.
11. ¿Qué tiene que preceder o acompañar el pedir nosotros que seamos perdonados? ¿Por qué?
11 Aunque nosotros mismos quizás egoístamente anhelemos el perdón de nuestros propios pecados por medio de Jesucristo, Dios se reserva el derecho de negar este perdón si nosotros endurecidamente rehusamos perdonar a otros. Por esto el padrenuestro añade a nuestra petición a Dios, “Así como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.” Para ser perdonados nuestro perdón de otros tiene que preceder nuestra oración, o nuestro deseo para perdonar a otros tiene que acompañar nuestra oración. Santiago (2:13, NM) nos amonesta: “El que no practica misericordia tendrá su juicio sin misericordia. La misericordia [para con otros] se regocija triunfalmente sobre el juicio.” David, que fué muy misericordioso para con el rey Saúl y que rehusó matarlo por sus persecuciones hasta cuando lo tuvo en su poder, explicó por qué recibió la misericordia de Dios de modo que fué ensalzado al trono de Israel, diciendo: “Con el misericordioso te mostrarás misericordioso.” E inmediatamente después de enseñarnos el padrenuestro Jesús, el David Mayor, trató acerca de este asunto vital de perdonar a otros para ser digno de recibir el perdón misericordioso de Dios. Tenemos que ser tan agradecidos y misericordiosos que perdonaremos al mismo pecador varias veces, setenta y siete veces, si se hace necesario. No importa cuántas veces nosotros perdonamos a nuestros prójimos, nunca equivaldría al perdón y misericordia que Dios nos extiende por medio de Cristo. Jesús pagó toda la deuda para nosotros. La cancelación de nuestros pecados no es una deuda que Dios nos debe, sino que tiene que ver con su bondad amorosa y su misericordia expresados por medio de Cristo Jesús a quien él ha provisto como un sacrificio cubridor para nuestros pecados.—Sal. 18:25, 26.
12. Siendo que le llamamos Padre, ¿a quién tenemos que asemejarnos en cuanto a perdonar?
12 Siendo que nos dirigimos a Dios como nuestro Padre celestial, tenemos que probar que somos sus hijos mediante el ser como él, siendo semejantes a él y manifestando sus atributos, incluyendo este atributo amoroso de mostrar misericordia y perdón. “Ustedes serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso para con los ingratos e inicuos. Sigan haciéndose compasivos, así como su Padre es compasivo.” “Háganse bondadosos los unos con los otros, tiernamente compasivos, libremente perdonándose mutuamente así como también Dios mediante Cristo libremente los perdonó a ustedes. Por tanto háganse imitadores de Dios, como hijos amados.” (Luc. 6:35, 36 y Efe. 4:32; 5:1, NM) Mediante el hacer esto hacemos la voluntad de Dios sobre la tierra ahora.
13. ¿Cómo, pues, podemos ser misericordiosos para con la gente en nuestro territorio, y con qué seguridad para nosotros en cuanto al Armagedón?
13 Acuérdense, también, que los que son misericordiosos ahora recibirán la misericordia de Dios durante las destrucciones del Armagedón y sobrevivirán para entrar en el nuevo mundo. Nuestra obra de predicar las buenas nuevas del reino de Dios ahora es una obra que salvará vidas de la destrucción en el Armagedón. Tales trabajadores misericordiosos serán salvados y preservados durante el Armagedón. Tenemos que mostrar misericordia para con la gente a quien predicamos, aunque ésta sea malagradecida. Si nosotros no perdonáramos a la gente en nuestros territorios a quien proclamamos las buenas nuevas pero que no nos hace caso o nos maltrata, entonces no volveríamos otra vez para trabajar nuestro territorio con el mensaje del Reino que es salvador de vidas. Nosotros representamos el reino de Dios, y ese reino es un gobierno que ofrece perdón a los hombres, porque Cristo Jesús el Rey de los reyes es el Sumo Sacerdote de Dios y sus seguidores que llegarán a ser reyes en el cielo junto con él también serán sacerdotes de Dios junto con él.—Apo. 20:6; 1 Ped. 2:9.
NO METIDOS EN TENTACIÓN
14. ¿En vista de qué hechos concernientes a Jesús, Abrahán y Job es difícil entender “No nos metas en tentación”?
14 Así como oramos pidiendo que nuestros pecados sean perdonados porque nos afligimos a causa de nuestros pecados contra Dios, así también oramos para que no seamos metidos en tentación para pecar. Por eso el padrenuestro sigue: “Y no nos metas en tentación.” (Mat. 6:13, NM; Luc. 11:4) ¿Cómo pudo Jesús orar esto, cuando la Escritura nos dice que, inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, “entonces Jesús fué guiado por el espíritu [de Dios] al desierto para ser tentado por el Diablo,” y el Tentador vino a él para apartarlo de Dios? Jesús también es llamado el “Hijo de Abrahán”, de quien está escrito: “Aconteció después de estas cosas que tentó Dios á Abraham.” Esto fué cuando se le mandó que sacrificara a Isaac, su hijo amado mediante Sara. (Gén. 22:1, Va) Y cuando Satanás desafió a Dios, Dios entregó al fiel Job en sus manos para ser tentado, si fuera posible, para que maldijera, a Dios su cara. Y la noche que Jesús fue traicionado por Judas, él dijo a sus once fieles apóstoles: “Vosotros empero sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones.” (Job 1:1 a 2:13; Luc. 22:28) ¿En qué sentido, pues, podemos orarle al Padre celestial para que no nos meta en tentación? Para tratar de resolver esta dificultad aparente Los Cuatro Evangelios, por C. C. Torrey (en inglés) traduce la petición, “Y no dejes que cedamos a la tentación,” y El Diaglotón Enfático (en inglés) lo traduce: “Y no nos abandones a la Prueba.”—Mat. 6:13.
15. (a) ¿En qué sentido, pues, no nos somete Dios a prueba? (b) ¿Por qué no puede decirse que fué él quien tentó a Eva en cuanto al fruto prohibido?
15 Una cosa es segura: Nuestro Padre celestial nos somete a prueba, pero no con maldad o con tentación para pecar. Por eso Santiago escribe: “Cuando está bajo prueba, que nadie diga: ‘Estoy siendo probado por Dios.’ No; porque con cosas malas Dios no puede ser probado ni tampoco prueba él a nadie. Pero cada uno es probado por medio de ser atraído e inducido por su propio deseo. Luego el deseo, cuando se ha hecho fértil, da a luz el pecado; en seguida, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte.” (Sant. 1:13-15, NM) Cuando Jehová Dios enfrentó a Adán y Eva con la prohibición contra el comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, eso no fué tentarlos con mal, porque el árbol no era malo en sí mismo. Jehová les amonestó contra el comer de él desobedientemente y les informó de las consecuencias malas. Por esto no podían ser tentados en esa dirección debido a la ignorancia. Fué cuando Eva prestó atención a las palabras engañosas de la serpiente que ella fué tentada. La amonestación de Dios contra el comer de él no despertó en ella ningún apetito o deseo para el árbol, sino que la falsa descripción de la serpiente tocante a los resultados de comer de él contrario a la prohibición y amonestación de Dios fué lo que despertó en ella el deseo malo. Esto fué lo que excitó una tentación para ella, así como dice Santiago. Porque ella no despidió este deseo como algo malo y contra Dios, sino que lo tomó en consideración, la tentación la atrajo hacia el pecado y la defraudó.—Gén. 3:1-7; 2 Cor. 11:3.
16. ¿Por qué nos somete Dios a prueba, pero cómo entramos en tentación?
16 Sin embargo, Dios nos examina o nos somete a prueba, no para causar nuestra caída, sino para probar lo que somos para poner de manifiesto lo que somos. Él no nos tienta con el mal para que cometamos iniquidad, sino que nosotros mismos bajo la influencia de Satanás formamos la tentación mediante el pensar qué bueno sería hacer o tener alguna cosa contrario a la voluntad de Dios; y luego no despidiendo ese deseo que se ha formado mediante nuestros pensamientos impropios, sino dándole más y más consideración. De este modo somos atraídos e inducidos a pasar por alto el consejo y la amonestación de Dios. Nos metemos en tentación.
17. ¿Por qué llevó Dios a los israelitas al desierto, pero en qué convirtieron ellos esa ocasión?
17 Jehová guió a los israelitas al desierto para “probarlos”, para saber qué tenían en el corazón, pero no para hacerlos caer. No; porque los llevó lejos del politeísmo que los rodeaba en Egipto y también lejos de los cananeos idólatras, y bajo estas condiciones debería haber sido más fácil para ellos proceder correctamente ya que él les había dado un testimonio de su Divinidad. Ellos bien podían demostrar ahora su sinceridad y celo adorando a Jehová y obedeciéndole. Pero lo pusieron a prueba, pues esa oportunidad que tuvieron para cultivar la adoración pura, ellos la convirtieron en un “día de tentación, en el desierto”. Trataron de hacer que él transigiera en cuanto a sus principios de justicia y que no se apegara a su palabra pronunciada y a su pacto de la Ley que tenía con ellos y que no llevara a cabo sus castigos. Por eso millares de ellos fueron abatidos en el desierto por haber cedido a las tentaciones que ellos mismos se habían formado mediante el dejar que surgieran en ellos deseos egoístas y luego cediendo a esos deseos y rebelándose contra Jehová Dios.—Deu. 8:2, 16; Sal. 95:8, margen; Heb. 3:7-9; 1 Cor. 10:9, NM.
18. ¿Qué determina Dios mediante el probarnos, como en el caso de Abrahán y Job?
18 Dios determina lo que somos mediante una prueba. (Juan 6:6) Esto es distinto a lo que hicieron los enemigos de Jesús que trataron de ocasionar su fracaso, si fuera posible, haciéndolo entrar en una avenencia para escaparse de la censura, dificultades y daño. (Mat. 22:18, 35; 16:1; 19:3) Cuando Jehová puso en prueba a Abrahán, él probó la fe de Abrahán y lo usó, no para un propósito malo, sino para hacer un maravilloso drama profético al hacer que sacrificara a su hijo amado Isaac. Dios no estaba pidiendo que Abrahán hiciera algo que Jehová mismo no haría, porque Abrahán aquí representó a Jehová Dios. En la gran prueba cuando Dios fué probado en cuanto a la profundidad de su amor por la humanidad, él probó cuán magnánimo era su corazón sacrificando a su Hijo unigénito, Jesucristo. (Juan 3:16; Heb. 11:17-19, NM) Para mostrar falsa la acusación de Satanás en contra de Job, Dios permitió que Job fuera probado y probó la lealtad de Job. De la misma manera él permite que la contraparte de Job, la clase de Job que principia particularmente con Jesús, sea probada, manifestándose leal y digna del galardón de Dios.—Sant. 5:10, 11, NM.
19. ¿Al hacer qué cosa para nosotros con anticipación no nos mete Dios en tentación?
19 ¿Cómo es, pues, que en contestación a nuestra oración Dios no nos mete en tentación? En un sentido, Dios lo hace mediante el fortalecernos para que podamos aguantar la prueba que él permite sobrevenimos y también mediante el amonestarnos de antemano. Antes de permitir que el espíritu guiara a Jesús al desierto para ser tentado por Satanás, el Padre celestial llenó al Hijo con el espíritu santo y también abrió los cielos a su vista. Él también lo reconoció audiblemente como su Hijo aprobado. (Mat. 3:13-17) Dios no permite que excitemos una tentación para nosotros inocentemente, por falta de conocimiento, como cuando su siervo Pablo amonestó a las parejas casadas. Sus intenciones eran buenas al no tener relaciones sexuales, pero Pablo les aconsejó de otra manera, “para que Satanás no siga tentándolos [hacia el adulterio] a causa de su falta de regulación propia.” Pablo amonesta que los cristianos que resuelven hacerse ricos contrario al consejo de las Escrituras “caen en la tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos que hunden a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales.” (1 Cor. 7:1-5 y ; 1 Tim. 6:9, 10, NM) Jesús, también, amonestó contra el poder engañoso de las riquezas. (Mat. 13:22, NM) De este modo Dios no nos deja en ignorancia tocante al origen de las tentaciones. Para proteger al cristiano novicio en contra de sus propias debilidades, el apóstol Pablo dió instrucciones que ningún varón recientemente convertido debería ponerse como superintendente de una congregación. ¿Por qué no? “Por temor de que se hinche con orgullo y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo.”—1 Tim. 3:2,6, NM.
20. ¿Qué amonestaciones anticipadas se dieron por otros, y cómo nos ha protegido Dios del tiempo de prueba que ha venido sobre el mundo?
20 Jesús armó a sus discípulos de antemano en contra de la tentación cuando los amonestó con anticipación de las pruebas severas que les esperaban. De ese modo no se ofenderían por causa de ellas. Su apóstol Pedro les dijo a los cristianos que no consideraran como cosa extraña o desnatural las pruebas ardientes que vendrían sobre ellos. En vez de ser sorprendidos, lastimados y ofendidos, ellos deberían regocijarse debido a estas oportunidades para probar su fe y devoción. Pablo también nos dice que debemos estar alerta para reconocer las pruebas semejantes a las que vinieron sobre los israelitas en el desierto, tentaciones que son ‘comunes a los hombres’. (Juan 16:1-4; 1 Ped. 4:12, 13; 1 Cor. 10:6-13) De modo que Dios nos protege para que no seamos tentados junto con el resto del mundo amonestándonos acerca de lo que son las cosas verdaderamente y mediante el abrir nuestros ojos del entendimiento para que no seamos engañados junto con el mundo para así caer en la tentación junto con él. De esa manera no resguarda de la tentación que ahora ha venido sobre todo el mundo, así como él nos prometió mediante Cristo. (Apo. 3:10; 2 Ped. 2:9) La mesa espiritual que él prepara para nosotros no llega a ser una trampa simplemente porque esa mesa pone de manifiesto cosas que son contrarias a lo que el mundo espera o desea. Y el Hijo de Dios como Rey del nuevo mundo no es causa de tropiezo para nosotros sino que es algo precioso, una piedra preciosa colocada en Sión, la organización capital de Dios. Este precioso Rey es nuestro Sumo Sacerdote con Dios. Él fué probado así como nosotros somos probados ahora y por eso él puede simpatizar con nosotros y ayudarnos.—Rom. 11:9; 9:32, 33; 1 Ped. 2:7, 8; Heb. 2:18; 4:15.
ENTRANDO EN ELLA
21. ¿Cómo amonesta Dios contra las tentaciones que se deben a la jactancia y censura?
21 Dios nos amonesta contra el crear tentaciones para nosotros mismos mediante el jactarnos presuntuosamente y mediante el censurar sin misericordia a otros en cuanto a cosas en que nosotros mismos somos débiles o vulnerables, aunque nosotros mismos no nos demos cuenta de ello. Cuando nos jactamos presuntuosamente, eso nos pone a prueba en cuanto a ese punto en particular. Cuando censuramos a otros vanagloriándonos de nuestra propia justicia, merecemos ser probados nosotros mismos para manifestar si nuestra censura fué merecida o no. La noche que Jesús fué traicionado Pedro se jactó en contra de los otros apóstoles y el resultado fué que negó a su Señor Jesús tres veces. Las oraciones de Jesús especialmente a favor de Pedro ayudaron a salvarlo para que no perdiera su fe completamente. Jesús no metió a sus discípulos en tentación aquella noche al llevarlos al jardín de Getsemaní, sino que les amonestó que no entraran en la tentación al dejar de mantenerse despiertos y orando como él lo estaba haciendo. El señaló el curso que compensaría o que serviría para contrarrestar la tentación y permitirles aguantar la prueba de su lealtad.—Mat. 26:33-35, 40-45; Gál. 6:l.
22. Siendo que es un padre, ¿cómo es que Dios no nos mete en tentación?
22 De esto se destaca que Dios ‘no nos mete en tentación’. Él nos somete a prueba cuando nos corrige, pero no nos corrige hasta tal grado que sobrepase lo que nosotros podemos soportar resultando en que seamos quebrantados y caigamos en la tentación. “Como un hombre corrige a su hijo, así Jehová tu Dios te corrige a ti.” (Deu. 8:5) Un padre que ama a su hijo no lo corregiría con demasía, más allá de lo que podía soportar su hijo. Le daría únicamente lo que podía soportar en ese tiempo. Así es con nuestro Padre celestial. Él nos prepara para la prueba para que la pasemos con éxito.
23. ¿Cómo podemos debilitarnos para la prueba?, y por eso ¿por qué es que Jesús no metió a sus discípulos en tentación cuando los llevó a Getsemaní?
23 Pero nosotros mismos podemos debilitarnos para la prueba mediante una falta de vigilancia y de preparación con oración, o mediante algún descuido de nuestra parte o pasando por alto las instrucciones y consejos de Dios, de modo que, bajo la prueba, entraremos en la tentación para cometer pecado y sucumbiremos a ella debido al deseo que hemos cultivado contrario a la voluntad de Dios. Así permitimos que el resultado sea una experiencia que nos trae daño espiritual en vez de una experiencia que trae victoria, una que edificaría nuestro poder en Dios, una que fortalecería la ‘calidad probada de nuestra fe’ y que ganaría para nosotros la aprobación de Dios. Siempre debemos acordarnos de la amonestación de Jesús, “El espíritu, por supuesto, está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mar. 14:38, NM; Luc. 22:40, 46) Antes de ir a Getsemaní Jesús les había amonestado que tenía que cumplirse la profecía que él había citado. Por esto el cumplimiento de la profecía no se estaba forzando sobre ellos contrario a su voluntad. Se cumplió porque su carne era débil y porque no habían fortalecido su espíritu dispuesto mediante el mantenerse despiertos y en oración. No se habían valido de la ayuda divina que necesitaban. Por consecuencia entraron en la tentación debido a un deseo egoísta de ponerse a salvo, y huyeron abandonando a Jesús, y Pedro hizo aun peor porque lo negó tres veces.
24. ¿Cómo se manifiesta que Dios no fué quien los metió en tentación en Getsemaní?
24 No fué Dios quien los metió en esa tentación para así cumplir su propia profecía, porque Jesús, el Hijo de Dios, resistió la prueba y él pidió que dejaran ir libres a sus discípulos. Ellos no obedecieron a Jesús porque no vigilaron, ni oraron, ni copiaron su ejemplo denodado de sacrificio propio y eso operó para hacer que entraran en la tentación. Siendo que Jesús soportó la prueba, Dios no había metido a los apóstoles en la tentación mediante el darles una prueba mayor a la que podían soportar. La constancia de Jesús debido al poder de Dios debería haberles dado firmeza y ayuda. Satanás fué quien ‘zarandeó a los apóstoles como a trigo’, dispersándolos porque temían morir con su Señor. (Luc. 22:31-34; Amós 9:9, 10; Sal. 59:11; Isa. 30:28) Que Dios no fué quien los metió en esa tentación, sino que ellos mismos entraron en ella, se manifiesta por el hecho de que más tarde ellos hallaron en Dios la fuerza necesaria para exponerse a ser arrestados por causa de Jesús, ser echados en prisión y ser detenidos allí para su ejecución. Por eso, con la ayuda de Jehová ellos también podían haber soportado la prueba de Getsemaní. Se deduce, pues, que el Padre celestial los puso a prueba allí pero que no los metió en tentación.
25. Entonces, al pedir que no seamos metidos en tentación, ¿qué le estamos pidiendo al Padre celestial? ¿Qué garantía tenernos en este sentido?
25 Teniendo en cuenta pues nuestras debilidades y limitaciones le oramos al Padre celestial en el padrenuestro para que no nos pruebe más de lo que haría un padre terrenal con su hijo. ¿No es ésa una oración apropiada de un hijo a su padre? Tenemos una garantía escrita de Dios de que él no hará eso. “Porque conoce nuestra hechura, tiene presente que somos polvo. Como un padre se compadece de sus hijos, así Jehová se compadece de los que le temen.” Y él dice: “Y ellos me serán un tesoro especial, dice Jehová de los Ejércitos, en aquel día que yo preparo; y me compadeceré de ellos, como un hombre se compadece de su mismo hijo que le sirve.” (Sal. 103:13, 14 y Mal. 3:17) En apoyo de este pensamiento, el apóstol Pablo vindica a Dios de cualquier acusación de meternos en tentación al decir: “Que el que cree que tiene una posición firme se cuide para que no caiga. Ninguna tentación les ha sobrevenido a ustedes que no sea común al hombre [como los israelitas en el desierto]. Pero Dios es fiel y él no permitirá que sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que junto con la tentación él también proveerá el camino de salida para que puedan soportarla.”—1 Cor. 10:12, 13, NM.
LIBERACIÓN DEL MALIGNO
26. ¿Con qué petición cierra la oración, y por qué es apropiado?
26 Si un hijo demuestra que es leal bajo una prueba, ¿no es verdad que un padre terrenal amoroso lo libraría de cualquier atacante u opresor inicuo? Sí; y así hará también el Padre celestial. Apropiadamente, pues, Jesús terminó la oración ejemplar con esta petición: “Y no nos metas en tentación, sino líbranos del maligno.” (Mat. 6:13, NM) ¡Y qué liberaciones ha obrado Dios desde el establecimiento de su reino en 1914! Es como si estuviera contestando la oración de la antigüedad: “¡Manda salvaciones para Jacob!” Él es un Libertador.—Sal. 44:4-8; 2 Cor. 1:10; 2 Tim. 3:11; 4:17, 18.
27. ¿Para cuáles clases ha llevado a cabo Dios una liberación desde 1919?
27 Desde 1919 d. de J.C. Dios ha libertado al resto de herederos del Reino que están sobre la tierra de la gran Babilonia mística, el mundo de Satanás. Ha enviado a su Hijo Jesucristo para ocupar el puesto de poder en la Sión celestial y para obrar como Libertador a favor de ellos y para quitar de ellos toda la impiedad de la Babilonia mística y librarlos de sus temores. Él ha efectuado esta liberación en cumplimiento de la profecía: “Todos los fines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios,” porque en toda la tierra los del resto están activos como sus siervos y testigos libertados y están demostrando que han. sido libertados de Babilonia. (Isa. 59:18, 19; 52:1, 2, 10-14; Rom. 11:26) De modo que toda la gente de buena voluntad en todas las naciones ven la salvación y liberación que Jehová Dios ha obrado a favor de su resto, y a ellos también se les está enseñando cómo ser libertados de Babilonia. De modo que el Todopoderoso Dios ahora está llevando a cabo la liberación de esta grande muchedumbre de “otras ovejas”, así como él llevó a cabo hace mucho la liberación de Lot de la Sodoma condenada.—2 Ped. 2:7, 9.
28. En vista de la presente situación tan inicua, ¿qué provisión divina tenemos que aprovechar para nuestra protección y victoria?
28 Entre tanto nosotros tenemos que ponernos la armadura completa de Dios y permanecer firmes en ella y seguir orando. Haciendo esto no dejamos que el maligno Satanás el Diablo se apodere de nosotros, aunque estamos en el mundo que yace en el poder de ese inicuo. (1 Juan 5:18, 19, NM) Sabemos que los días son malos, y que se predijo que hombres malos e impostores irían de mal en peor y ellos han alcanzado el colmo de su maldad en estos últimos días. Por esto, si esperamos resistir el ataque del maligno y todos sus demonios en este día malo, tenemos que ponernos toda la armadura de Dios. Con su escudo de fe podemos “apagar todos los dardos encendidos del inicuo” y de esta manera aguantar la prueba de nuestra fe: “ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.”—Efe. 5:15; 6:11-18, NM; 1 Ped. 1:6, 7; 1 Juan 5:4, NM.
29. Si nosotros así cumplimos con nuestra parte, ¿qué hará Dios?
29 Si nosotros cumplimos así con nuestra parte, Dios fielmente hará la suya para lograr nuestra liberación. Así como está escrito: “La fe no es una posesión de toda la gente. Pero el Señor es fiel, y él los hará firmes y los guardará del maligno. Que el Señor siga dirigiendo sus corazones con éxito hacia el amor de Dios y hacia la perseverancia por el Cristo.”—2 Tes. 3:2, 3, 5, NM.
30, 31. Pero ¿qué significa para el presente la contestación a la petición pidiendo liberación, y cómo cierra la oración?
30 Para nosotros que vivimos en el “tiempo del fin” de este mundo la contestación de nuestro Padre celestial a la oración, “Líbranos del maligno,” significa más que sólo mantenernos fuera del poder de Satanás y librarnos de su poderosa organización entre tanto que deja que él y su organización sigan en libertad. Ahora la contestación a esa oración significa una liberación mediante el protegernos contra los ataques finales del maligno Satanás en este tiempo del fin y significa la destrucción de él y de su organización entre tanto que nosotros sobrevivamos al fin de su mundo. El Padre lleva a cabo esta salvación o liberación por medio de su reino tocante al cual oramos, pidiendo que venga contra la organización de Satanás para destruirla. De modo que la voluntad de Dios habrá de hacerse sobre la tierra en donde Satanás y sus demonios ya han sido restringidos, y después que esos espíritus inicuos sean abismados en el Armagedón, ellos ya no molestarán a nadie sobre la tierra durante los mil años del reino de Cristo.
31 Así el padrenuestro cierra con una nota triunfante manifestando confianza cabal en la victoria de Jehová. Ahora está muy cerca su contestación completa.