¿Quién o qué es el espíritu santo?
La opinión general en la cristiandad es que el espíritu santo es una persona, “la tercera persona de la Trinidad,” coigual y coeterna con Dios. ¿Muestra la Biblia que el espíritu santo sea una persona? Si no, entonces ¿qué es?
LA MAYORÍA de las personas de la cristiandad tiene una idea algo vaga respecto al espíritu santo. Quizás recuerden ellas que el espíritu santo apareció como paloma al tiempo de ser bautizado Jesús y en la forma de lenguas de fuego en el Pentecostés, pero eso es todo lo que recuerdan. Aunque estas personas posiblemente crean seguro el que el espíritu santo sea una persona, queda como hecho el que “había algo de obscuridad en las enseñanzas de Justino Mártir y otros entre los padres de la iglesia primitiva respecto al espíritu,” en cuanto a si éste era una persona o no.
Para comprender un tema bíblico siempre es bueno empezar por dirigirse a la lengua original. Así es que en las Escrituras Cristianas Griegas la palabra “espíritu,” con muy pocas excepciones, traduce la palabra griega pneuma, de la cual obtenemos las palabras neumático y neumonía. Pneuma, sin embargo, además de traducirse “espíritu” unas 300 veces, se traduce por lo menos una vez de las siguientes maneras en la Versión Moderna: “viento,” “vida,” “espiritualmente” y “don espiritual.”
La palabra griega pneuma literalmente significa “viento” y nos ayudará a entender nuestro tema el notar que en todas las diferentes maneras en que se usa la expresión el pneuma se asemeja al viento porque es invisible y poderoso y se manifiesta por medio de efectos visibles. Por eso se usa el término para hacer referencia a personas invisibles: “Dios es un Espíritu.” Cristo Jesús “el postrer Adán vino a ser un espíritu dador de vida” al tiempo de su resurrección. Los ángeles son “todos ellos espíritus para servicio público.”—Juan 4:24; 1 Cor. 15:45; Heb. 1:14, NM.
“Espíritu” a veces describe la fuerza invisible e impersonal de vida en el hombre y los animales: “Vinieron . . . de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida.” Al tiempo de la muerte esta fuerza de vida o invisible ‘espíritu se vuelve a Dios, que lo dió.’ “Espíritu” se usa también para referirse a nuestra disposición mental: “El que rige su espíritu [es mejor] que aquel que toma una ciudad.”—Gén. 7:15, Val; Ecl. 12:7; Pro.16:32.
No obstante, el uso de “espíritu” que nos interesa en especial es donde generalmente se traduce con mayúsculas y se usa en conexión con Dios y Cristo como “Espíritu” y “el Espíritu Santo.” ¿Se indica en estos casos una persona definida o se refiere a algo impersonal como “espíritu de vida” y “el espíritu del hombre”?
CARACTERÍSTICAS IMPERSONALES
Si es que en tales casos se hace referencia a una persona definida, entonces hay muchos textos de la Biblia que simplemente no tienen sentido. Por ejemplo, Jesús había de bautizar con espíritu santo y con fuego, así como Juan había bautizado con agua. Es posible bautizar a las personas con agua y con fuego, pero ¿es posible bautizarlas con una persona corporal? ¿Podemos imaginarnos el que una persona se dividiera y se repartiera pedazo por pedazo a los ciento veinte discípulos que estaban presentes en el Pentecostés y que luego llenara a cada uno de ellos? ¿Podemos imaginarnos a Jesús recibiendo de su Padre a esta “persona” del espíritu santo y entonces derramándola, como si fuera fuego líquido, sobre aquellos discípulos? ¿Es razonable eso?—Mat. 3:11; Hech. 2:1-4, 17; 11:16, NM.
Además se les dice a los cristianos que no apaguen el espíritu. ¿No apagar a una persona? Se dice de los siervos de Dios de tiempos antiguos que ellos fueron envueltos por su espíritu o vestidos por él. ¿Envueltos por una persona? Podrían darse más ejemplos como éstos, pero éstos deben bastar para mostrar que sencillamente no tiene sentido el atribuir personalidad al “espíritu” en tales casos. Entonces ¿qué es este espíritu santo? Es la fuerza activa de Dios, no simplemente el poder de Dios que reside en él, sino ese poder en acción.—Jue. 6:34, NM; 1 Tes. 5:19.
Lo que ha contribuído al obscurecimiento de esta verdad es el hecho de que los traductores han torcido sus versiones según sus prejuicios religiosos, como en su empleo de letras mayúsculas al escribir espíritu santo. Para hacer que espíritu santo parezca ser una persona los traductores también han añadido el artículo determinado “el” delante de las palabras “espíritu” y “espíritu santo” donde el original no lo tiene, como se hizo en 105 ocasiones en la Versión del Rey Jaime. Entre los traductores castellanos, Besson y Valdés reconocen esto. O los escritores originales de las Escrituras Cristianas Griegas fueron extremadamente negligentes o le mostraron falta de respeto al “Espíritu Santo” al omitir el artículo determinado; o bien los que atribuyen personalidad al espíritu santo están tristemente equivocados.
Las palabras de Jesús arrojan luz sobre este tema: “Toda clase de pecado y blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el espíritu no será perdonada. Por ejemplo, a cualquiera que hable una palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el espíritu santo, no le será perdonado, no, ni en el presente sistema de cosas ni en el que ha de venir.” Esto desafía explicación si es que el espíritu santo es la tercera persona de una trinidad coigual, pero tiene sentido cuando lo consideramos como la fuerza activa de Dios. Por medio de esta fuerza activa Jesús había expulsado demonios, y sus opositores, al atribuir al Diablo esta manifestación del espíritu santo o fuerza activa de Dios, blasfemaban contra el espíritu santo. Los pecados contra Dios y Cristo pueden perdonarse porque es posible que se deban a la ignorancia, pero los pecados contra una manifestación del espíritu santo de Dios son voluntariosos, deliberados y maliciosos, así que no hay perdón para ésos.—Mat. 12:31, 32; Heb. 10:26, NM.
CONSIDERANDO LAS OBJECIONES
Quizás para este tiempo alguien levante una objeción, diciendo: ¿No usó Jesús pronombres personales al referirse al espíritu santo? Es verdad, pero solamente cuando él personalizaba al espíritu santo en su papel de paraclete, consolador o ayudador, los cuales sustantivos están en el género masculino en griego. Fué en esta capacidad que el espíritu santo fué derramado sobre ellos en el Pentecostés, recibiendo ellos de este modo consuelo, ayuda, poder y entendimiento para la obra que harían. Muchas veces cosas impersonales se personalizan en las Escrituras; así Jesús, en conexión con esto, usó los pronombres personales, porque él había personalizado el espíritu santo como un ayudador o consolador.—Juan 14:26; 15:26.
Sin embargo, él también usó pronombres neutros al referirse a este “espíritu de verdad,” cosa que él no hubiera hecho si éste hubiese sido una persona. Un ejemplo de esto se halla en Juan 14:17 en el griego original. La palabra griega para espíritu está en el género neutro, por eso al referirse al “espíritu de verdad” en este versículo en el griego se usan pronombres neutros. Esta distinción de pronombres personales y neutros se destaca mucho en las traducciones inglesas. Dado que algunos traductores de habla inglesa usan los pronombres personales en este texto, el hecho de que Rótherham y Góodspeed, ambos doctos eminentes del griego, usen pronombres neutros indica que el uso de pronombres personales se debe a la parcialidad religiosa.
¿Pero no leemos acerca de que el espíritu santo hablaba, guiaba y conducía, y no indican personalidad tales vocablos? No necesariamente. La fuerza activa invisible de Dios puede hacer todas estas cosas aunque no sea una persona. Para ilustrar: Por medio de la radio, los oficiales municipales pueden mantenerse en contacto con todos los automóviles de radiopatrulla, instruyendo, guiando y aconsejando, pero eso no quiere decir que la radio sea una persona, ¿no es verdad? De nuevo, el jefe de estado pronuncia un discurso y un comentarista radial cita sus palabras por radio. Sería igualmente correcto referirse a ello como algo que la radio dijo, que el comentarista dijo o que el jefe del estado dijo, dependiendo del punto de vista de uno.
Lo mismo es cierto respecto a las Escrituras. Tocante a las profecías se nos dice que Dios habló, que el espíritu de Cristo testificó y que el espíritu santo hizo que se declararan, todo lo cual es correcto, porque todas las cosas son del Padre, por medio del Hijo y por vía del espíritu santo.—Zac. 4:6; 1 Cor. 8:6; Heb. 1:1; 1 Ped. 1:11, margen; 2 Ped. 1:21, NM.
Debido a que todas las cosas son del Padre, por medio del Hijo y por vía del espíritu santo, repetidamente los hallamos enlazados, como en Mateo 28:19 y 2 Corintios 13:14. El que se hallen enlazados así, no obstante, no prueba que los tres sean personas o que tengan que ser iguales. ¿Cómo podrían ser iguales cuando leemos que el Padre envió al Hijo y el Hijo envió el espíritu santo? El que envía siempre es mayor que el que es enviado.
¿Prueba que es una persona, como algunos pretenden, el hecho de que se dice que el espíritu santo nombra siervos en la congregación cristiana, como en Hechos 13:2 y 20:28? De ninguna manera. Ya que los hombres que hicieron tales nombramientos, como Pablo instruyó a Tito, estaban llenos del espíritu santo y motivados por él, podemos decir que tales nombramientos fueron hechos por el espíritu santo.—Tito 1:5, NM.
Pero seguramente la declaración de que “el espíritu escudriña todas las cosas, hasta las cosas profundas de Dios,” prueba que tiene personalidad, sostienen otros. No necesariamente. Puesto que lo que nosotros mismos hacemos con la ayuda de la fuerza activa de Dios puede decirse que fué hecho por ésta, podemos decir que ella escudriña, queriendo decir que el espíritu santo nos ayuda en nuestro escudriñamiento de la Palabra de Dios. Un pensamiento parecido se halla en la declaración de que “el espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios,” lo cual significa que por medio de ayudar a que se comprenda su Palabra el espíritu o fuerza activa de Dios da testimonio junto con la disposición mental de los que componen el cuerpo de Cristo de que ellos verdaderamente son hijos de Dios.—1 Cor. 2:10; Rom. 8:16, NM.
El sostener que el espíritu santo no es una persona no es menospreciarlo, desestimarlo o darle poca importancia, sino tratar con él como debe tratarse, porque no importa dónde miremos en las Escrituras, no hallamos lugar donde se le trate como si fuera una persona. Los siervos de Jehová repetidamente tuvieron visiones del cielo, tales como Daniel, Esteban y el apóstol Juan; ellos cada vez vieron representaciones de Jehová Dios y de su Hijo, el Hijo del hombre, el Cordero de Dios, pero ¿vieron alguna vez una representación del espíritu santo como persona? El mismo hecho de que apareció como una paloma y como muchas lenguas de fuego indica que no es una persona.
Sí, todo el testimonio de las Escrituras muestra explícitamente o que el espíritu santo no es una persona o que es de tal naturaleza que puede armonizarse con la impersonalidad. Es la fuerza activa de Jehová, invisible y poderosa, enviada para lograr los propósitos de él.