“Tu palabra es la verdad”
“Éste es” o “esto significa mi cuerpo . . . mi sangre”... ¿cuál?
‘¡PERO ustedes han cambiado la Palabra de Dios! Según mi Biblia, Jesús dijo en relación al pan y al vino: “Éste es mi cuerpo,” y “ésta es mi sangre.” ¡Él no dijo: “Esto significa mi cuerpo,” y “esto significa mi ‘sangre,’” como dice la Biblia de ustedes!’ Esta puede ser la declaración de un sincero católico romano a un testigo cristiano de Jehová hablando sobre el tema de la comunión religiosa.—Mat. 26:26, 28, Nácar-Colunga.
Muchas traducciones sí usan la palabra “es” al verter las palabras de Jesús. Pero también hay muchas otras que traducen esas palabras de manera similar a como lo hace la Traducción del Nuevo Mundo. Por ejemplo, la traducción de Moffatt usa la palabra “significa” en vez de “es,” y la traducción de C. B. Williams usa “representa” en lugar de “es.”
No obstante, ¿por qué razón difieren las versiones en las distintas traducciones? El traductor Richard Weymouth en una nota de su Tercera Edición declara lo siguiente acerca del verbo “es” en este texto: “O ‘significa,’ ‘representa,’ ‘simboliza mi cuerpo.’ En muchos lugares tanto en el A[ntiguo] T[estamento] como en el N[uevo] T[estamento] el verbo ‘es’ o ‘son,’ expresado o (como en este caso) sobreentendido, pueden ser vertidos de esas maneras.”
Entre los ejemplos de Weymouth está la ilustración de Jesús que habla acerca de un sembrador y cuatro clases de tierra. En esta ilustración Jesús declara repetidas veces (según la versión católica de la Biblia de Jerusalén) que una cosa “es” otra: “El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría.” “El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra.” “El que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la entiende.” (Mat. 13:20, 22, 23) En estos pasajes “es” significa “representa” y se vierte de esa manera en la versión Regina, una traducción católica al español. La versión católica de monseñor Knox, en un pasaje paralelo, usa “representa” en vez de “son.” (Luc. 8:15) Así que mientras unos traductores escogen verter el verbo literalmente como “es” o “son,” otros usan términos que dan un sentido particular al verbo.
También debe recordarse que Jesús a menudo hacía uso de metáforas y símiles. Por ejemplo, él dijo: “Yo soy la puerta de las ovejas.” “Yo soy la vid, ustedes son los sarmientos.” (Juan 10:7; 15:5) Si se les toma literalmente, esas declaraciones carecen de sentido alguno. Por lo tanto deben entenderse en armonía con la impresión que estas declaraciones hicieron sobre sus oyentes.
De igual manera, para entender el significado de las palabras de Jesús acerca del pan y el vino, debemos mirar al asunto desde el punto de vista de los que estaban presentes cuando se instituyó la Cena del Señor. ¿Llegaron ellos a la conclusión de que el pan se había transformado milagrosamente en el cuerpo muerto de Jesús? ¿Llevaron las palabras de Jesús a sus oyentes a que creyeran que el vino en realidad había sido transformado en su sangre? ¿Pudieron ellos imaginarse, que mientras Jesús estaba delante de ellos, estaban ellos realmente masticando y digiriendo su cuerpo? ¿Podían deducir que ellos estaban bebiendo la sangre de Jesús a pesar del hecho de que él tenía todavía toda su sangre? ¿Cómo podían ellos jamás creer eso cuando el beber sangre humana era una violación de la ley de Dios? (Gén. 9:4; Lev. 17:10) Si los discípulos de Jesús pensaron que ellos en realidad estaban comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre, esto significaría que a sabiendas se estaban conviertiendo en caníbales.
Por lo tanto, está claro que las palabras de Jesús significaban que el pan representaba su cuerpo y el vino su sangre. Esto se ve confirmado por lo que Jesús dijo acerca de la copa: “Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros.” (Luc. 22:20, BJ) Manifiestamente la copa de vino usada en aquella ocasión no era la nueva alianza, o nuevo pacto. La copa meramente tenía una conexión simbólica con el nuevo pacto. ¿Cuál era esa conexión simbólica? La respuesta a esta pregunta se hace evidente al examinar la relación entre la sangre y el nuevo pacto.
Cuando Jehová Dios, por intermedio de su profeta Jeremías, predijo la hechura de un nuevo pacto, él declaró: “Perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado.” (Jer. 31:31-34) La base para ese perdón se revela en el principio declarado en Hebreos 9:22: “A menos que se derrame sangre, no se efectúa ningún perdón.”
Acerca del antiguo pacto, Hebreos 9:18-20 nos dice: “Ni el pacto anterior fue inaugurado sin sangre. Porque cuando todo mandamiento según la Ley se hubo hablado por Moisés a todo el pueblo, tomó la sangre de los torillos y de los machos cabríos con agua y lana escarlata e hisopo y roció el libro mismo y a todo el pueblo, diciendo: ‘Esta es la sangre del pacto que Dios les ha impuesto como encargo a ustedes.’” También fue necesario el usar sangre para poner en vigor el nuevo pacto.
De acuerdo con esto, la copa de vino representaba la sangre derramada de Jesús, la cual puso en vigor el nuevo pacto y suministró la verdadera base para el perdón de los pecados de parte de Dios. Dice Hebreos 9:11, 12: “Cuando Cristo vino como sumo sacerdote de las cosas buenas que han venido a realizarse, por medio de la tienda más grande y más perfecta no hecha de manos, es decir, no de esta creación, él entró, no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre, una vez para siempre en el lugar santo y obtuvo liberación eterna para nosotros.”
Al tiempo en que Jesucristo instituyó la Cena del Señor el derramar su sangre todavía estaba en el futuro. Él no dijo, ‘mi sangre la que está siendo derramada’ sino “mi sangre, que va a ser derramada.” Si Jesús hubiera transformado milagrosamente el vino en su sangre, tendría que por lo menos haber derramado algo de su sangre en ese mismo momento en provecho de sus discípulos.
No debe pasarse por alto que, a diferencia de los sacrificios animales bajo la ley de Moisés, el sacrificio de Jesús no necesita ser repetido. Hebreos 9:27, 28 dice, según la versión católica: “Por cuanto a los hombres les está establecido morir una vez, y después de esto el juicio, así también Cristo, que se ofreció una vez para soportar los pecados de todos.”—NC.
Si el pan y el vino fuesen transformados en el cuerpo y la sangre literal de Jesús eso significaría que Jesús estaría ofreciéndose a sí mismo constantemente. Esto es totalmente inconsistente con las Escrituras. Jesús mismo dijo a sus discípulos: “Haced esto en recuerdo [no en sacrificio] mío.” (Luc. 22:19, BJ) Obviamente Jesús quiso decir que esta observancia debía ser una conmemoración de su sacrificio, no una repetición del mismo.
Por lo tanto se puede ver que las versiones “esto significa mi cuerpo” y “esto significa mi ‘sangre’” están en total acuerdo con el resto de la Biblia. Comunican el verdadero sentido de las palabras de Jesús de la manera que éstas deben haber sido entendidas por sus discípulos al tiempo en que la Cena del Señor fue instituida.